Los prerrafaelitas (LVII): Herbert Gustave Schmalz/Carmichael.
El artista que se cambió de apellido por culpa de la guerra.
Nota aclaratoria: Que sí, que vale, que ya finalizó el blog, pero mirando por internet, me encontré con un último prerrafaelita, aunque fuera poco conocido, o recordado, y no muy representativo, pero aquí está.
Pues por lo visto, aún después de haber rebañado la olla antes llena del
Prerrafaelismo, todavía, al fondo del todo, algo quedaba. Toca hablar de Herber
Gustave Schmalz (1856-1935), que por su apellido se deduce su origen alemán –su
padre fue cónsul de Alemania en Reino Unido, aunque su madre era británica-,
aunque tras la I Guerra Mundial, en 1918, decidió cambiárselo, usando a partir
de ese momento el apellido de soltera de su madre, Margaret Carmichael, hija,
además, de otro pintor: James Wilson Carmichael, hace ya mucho olvidado incluso
en su propio país.
Schmalz estudió en serio pintura, primero en la South Kensington Art School, (actualmente Royal College of Art), y
más tarde, ya un poco mayor, en la Royal
Academy of Art (¡y quién no!). Allá
tuvo como maestros, entre otros, a pintores que, sin ser prerrafaelitas en
sentido estricto, sí incorporaron técnicas, estilo y temáticas de éstos, cuando
la Hermandad y sus sucesores se habían transformado ya en la corriente
principal del arte pictórico británico. Dos de los más conocidos fueron Frank Dicksee
-autor de un célebre retrato de Romeo y Julieta, y el cuadro “Las dos coronas”- y Arthur Hacker -“La tentación de Sir Percival”, y que
fue del realismo al prerrafaelismo, pasando por el academicismo francés-.
Más tarde, viajó y estudió en Amberes –al fin y al cabo, Flandes siempre
fue uno de los grandes centros de la pintura europea-, y de vuelta a Londres se
dedicó sobre todo a la pintura historicista, con influencias del orientalismo –al
fin y al cabo, si trataba temas de la Antigüedad, el conocimiento y el interés
por el Oriente, pasado y presente, viene solo-, pero también del
prerrafaelismo. Al fin y al cabo, por eso mismo el buen hombre está aquí. Sin
embargo, fue un viaje a Jerusalén en 1890 –en manos turcas en aquellos
momentos, que daban cierta facilidad, dentro de lo que cabe, para que los
occidentales pudieran visitar a lo que llamaban Tierra Santa-, lo que hizo que
se dedicara a la temática bíblica. De hecho, uno de esos cuadros basados en el Nuevo
Testamento, “Retorno del Calvario” (1891) fue una de sus obras más
famosas.
“Retorno –o regreso- del
Calvario”, donde la virgen María retorna del monte Calvario, donde crucificaron
a su hijo, se transformó en la obra más conocida de Schmalz, reproducido
durante décadas, y que ha adornado no pocas casas en Inglaterra, aunque muchos
de los dueños de las reproducciones no supieran nada de su autor.
“El templo de Eros” (1888),
anterior apenas dos años a su viaje a Jerusalén. Tras su vuelta a Londres,
olvidó la mitología para centrarse en la pintura religiosa, y más adelante, en
el retrato por encargo.
A partir de 1895, se dedicó principalmente a pintar retratos de gente
importante, adinerada, o ambas cosas –que no siempre coinciden-. Los retratos,
al menos los de “señores mayores con traje oscuro” no es que sean muy
atractivos para los amantes del arte, pero dan de comer a los artistas. Hay que
comprenderlos.
Poco más que decir de él, aparte de su amistad con diversos pintores
contemporáneos suyos, como Holman Hunt o Frederic Leighton, estos sí,
prerrafaelitas de pura cepa, y mucho más conocidos que él, antes, y sobre todo,
hoy en día.
Y como ya se ha dicho antes, en 1918, tras finalizar la Gran Guerra, y tras
la derrota de Alemania, decidió cambiar su apellido, Schmalz, por el de su
soltera de su madre, Carmichael, por lo que es conocido por ambos.
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