Libros con vida propia. Dioramas literarios, o vida en un libro una vez leído.
O qué se puede hacer con un libro que ya no te interesa, y que sea, además homenaje a la literatura en general.
Aquí, aprovechando un rato libre, un ejemplo de dioramas, de esculturas de papel, de algo más que simples trabajos manuales: una forma de transformar el libro no sólo en transmisor de arte -la literatura, también la fotografía o la ilustración-, sino arte por sí mismo. Realmente, hay ediciones de ciertos libros que son auténticas obras a admirar, pero en este caso, el arte es la forma en que han sido transformado.
Aquí unos ejemplos, con el nombre de los artistas -si he podido encontrarlo-, de los "dadores de vida" de libros que, quizá, estaban muertos de aburrimiento en un rincón, sin que nadie los leyera:
Mariví Garrido Bianchi realizó este homenaje al Quijote.
Malena Valcárcel creó "Hacia lo desconocido". Como se ve en el lado derecho, tiene su propia página, y para quien le interese, pongo aquí un enlace.
Otro diorama de la misma autora, con luz incluida.
Y aquí una tercera obra: "El árbol de la vida".
Petra, arrozales chinos, y otros muchos paisajes -que no he sido capaz de reconocer si ayuda, lo siento-. No he logrado encontrar el nombre del autor, pero sin duda, es todo un artista. Y sí, después de mirar cada foto con atención, estuve seguro de que se trata de libros reales.
Aquí, el autor o autora juega con los agujeros: o bien es un túnel a traspasar -por un tren-, o vemos salir una nube de mariposas, o engulle todo un barco.
Y una serie de libros-escultura, de la serie "El pensador" -o "El hombre se piensa"; más o menos, es cómo lo traduzco yo-. Aquí, estaríamos hablando de un artista, Kenjio, que expone y vende a buen precio sus trabajos:
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