lunes, 29 de febrero de 2016

Los prerrafaelitas (XXXIV): Charles William Mitchell, entre el academicismo y el prerrafaelismo. El retratista de Hipatia.

Seguidor de la Hermandad, aunque cercano a formas más clásicas, considerado un Waterhouse menor.


Ser comparado con un genio contemporáneo tuyo, no está tan mal. Excepto si pierdes tu propia identidad.

Charles William Mitchell, ciertamente, no fue en vida, ni tampoco tas su muerte, lo que se dice un artista demasiado conocido, pero tampoco sería cierto decir que pasó sin pena ni gloria en su momento, en una época en que, tanto en su país, como en toda Europa, la pintura contaba con una auténtica legión de creadores, algunos más clásicos, otros más rupturistas, o incluso revolucionarios, pero que, una vez que unos contaban ya con una edad, otros se añadían, cuando el equivalente a sus maestros,o antecesores, todavía no habían dejado los pinceles.
Mitchell nació en Newcastle, en el norte de Inglaterra, en 1854, y falleció en 1903, y fue contemporáneo de John William Waterouse, que parece haberle influido más que cualquier otro artista de la corriente prerrafaelita -o de cualquier otra-, pues su estilo y temáticas son parecidas. No llega, sin embargo, a la originalidad y a la técnica, al atractivo, del que se podría considerar, si no su maestro -porque no lo fue-, sí su ejemplo a seguir. Quizá eso, el parecerse, o quererse parecer tanto, a un artista de su misma época, hizo que, años después, su imagen y su obra desaparecieran bajo la sombra del mejor de los dos.
Su obra más famosa -la única que realmente llegó a serlo-, fue su "Hipatía", finalizada, o al menos mostrada en público, en 1885, y que podría haberse inspirado en la novela por entregas de Charles Kingsley "Hipatía,  nuevos enemigos con rostro antiguo". Actualmente, dicha obra se encuentra en el Laing Art Gallery. Antes de la película de Amenabar, o de que Hipatía tuviera, no un capítulo, ni tan siquiera un párrafo, o una simple anotación a pie de página, Mitchell dio rostro a la redescubierta filósofa greco-egipcia, mártir de la razón frente al fanatismo religioso. Físicamente, es una mujer pelirroja y de piel clara, que asemeja más ser inglesa o escocesa que mediterránea, si bien Hipatía, étnicamente hablando, debía ser de origen griego o greco-macedonio, sin origen egipcio autóctono alguno. El resto de su obra no llegó a ser tan conocido en su momento, y hoy en día, se encuentran en varios museos, aunque raramente son reconocidos por los visitantes, que necesitan de algún cartel para conocer tanto su título, como su autor.

La "Hipatía" de Mitchell, de 1885. Antes de él, la filósofa sólo era conocida por una novela por entregas, un folletín, donde la realidad histórica brillaría por su ausencia. Hoy en día redescubierta y admirada, es más conocida por su muerte, y como símbolo de los peligros de la razón y la civilización cuando los fanáticos quieren hacerse con ellas, que por su cultura y conocimientos maemáticos y astronómicos.

"El vuelo de Boreas con Oreitia" (1893). Boreas era el nombre del viento del norte, y tomó a Oreitia, una humana de la que se enamoró -o que, simplemente, deseaba- por la fuerza, violándola a continuación, y teniendo con ella dos hijas y dos hijos. Estos últimos serían Calais y Zetes, que ya adultos, se unirían a Jasón y los argonautas, en su viaje a la Cólquida, a la búsqueda del vellocino de oro.

File:Charles William Mitchell - The spirit of song.jpg
"El espíritu de la canción", o la personificación de la música en forma de personaje semi-divino, o diosa menor de nombre olvidado, de raíz griega clásica.

File:Wyllie, William Lionel — Home with Glory.jpg
"A casa con gloria" (década de 1890). Sería una traducción libre, y representaría el retorno de los héroes victoriosos a casa, a la espera de ser recibidos como se merecen, y que los poetas y artistas plásticos representen sus hazañas como se merecen.


Y una cosa más: he intentado encontrar más información, más allá de la wikipedia, pero ha resultado una tarea infructuosa. Así que, en caso de averiguar algo más sobre Mitchell y su obra, lo iré añadiendo a la entrada. Y lo mismo cuando encuentre más cuadros, conociendo previamente el nombre, si se puede, el año en que fueron finalizadas, y qué o a quién representan. Aparte de estar seguro de su autoría, claro está.

sábado, 27 de febrero de 2016

Pioneras olvidadas: mujeres de todo el mundo entrando en el mundo de la medicina.

Las doctoras que estudiaron en Estados Unidos para llevar la luz de la medicina moderna a sus respectivas patrias.


Mirando, más que buscando, en facebook, encontré esta foto. En principio, sólo llamaba la atención el hecho de que una mujer india asiática, una japonesa, y una árabe -de Siria- decidieran hacerse una fotografía juntas, con vestidos de sus respectivos países -no ropa, digamos, folclórica, sino la que se acostumbraba a llevar en sus naciones-. Pero luego, pude leer que se trataba de tres estudiantes, o más bien de tres recién licenciadas en medicina, que habían marchado a Filadelfia, en Estados Unidos, a estudiar dicha carrera,  o su equivalente -en aquella época, las mujeres, en muchas ocasiones, no podían estudiar la carrera médica propiamente dicha, la que podían cursar los hombres, sino un "equivalente femenino", que parecía ser "medicina de mujeres para mujeres", que no acostumbraba a ser tan exhaustivo como los estudios de sus iguales, o  no tan iguales, masculinos-. 
La fotografía es nada menos que de 1885, y por lo visto, y según leí en una web sobre la institución que las acogió, comenzaron sus estudios muy a principios de la década de los 80 del XIX. Así que, es de suponer, la fotografía se la hicieron acabados sus estudios, aunque otras webs indican que en ese momento las tres estaban estudiando al tiempo, pero todavía no habían conseguido su título. En otras webs, se indica que sí, que se dejaron fotografiar, cada una con un vestido correspondiente a su país y cultura, cuando fueron recibidas por el decano del colegio, que consideraba publicidad útil el presentr tan exóticas estudiantes, en un centro equivalente, en la práctica, a una universidad -aunque fuera para mujeres- de medicina.

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La institución en cuestión era el Colegio Médico de Mujeres, y hacía ya unas décadas que funcionaba. Allá estudiaron muchs mujeres norteamericanas -también de Canadá-, también algunas europeas, y en esa década de los 80, al menos, estas tres exóticas estudiantes. Porque eso resultaron ser tanto para profesores -hombres y mujeres- como para el resto de sus compañeras. No se sabe si hubo otras mujeres, en ese momento, o algo después, con orígenes igual de lejanos, y nada se dice de cómo llgaron allá, qué pensaban sus familias de que marcharan al -para ellos- exótico Occidente norteamericano a estudiar algo tan, supuestamente, tan poco femenino como la medicina. Y no como enfermeras, o ayudantes de enfermería, sino como auténticas médicos. Y por desgracia, tampoco se sabe cómo les fue en sus respectivas patrias: la India, bajo dominio británico; el Japón que hacía apenas un par de décadas que se había abierto a la cultura occidental, la tecnología y la economía moderna; y Siria, en aquella época, parte del Imperio Turco Otomano -era, además, de la muy diversa Damasco-. En caso de que cualquiera de ellas lograra trabajar de lo que pudo estudiar, tan lejos de su gente, su tierra y su cultura, sin duda merecería un recuerdo, o al menos, una visita a cualquier web, revista o libro que hablara de ellas, porque tendría considerable interés. 



"Mem y Zin", algo más que una de las historias más conocidas de la literatura kurda. Un pueblo, su tierra, y quienes no quieren reconocer su identidad, y la unión de ambos.

Ehmedexani fue el creador de este relato, donde el pueblo kurdo, y el Kurdistán, son representados por una pareja de enamorados.


Más que los Romeo y Julieta del Kurdistán, la imposibilidad de un pueblo de gobernar su propia tierra.

Después de varios días sin poder escribir nada -cosas del trabajo-, o simplemente, sin muchas ganas de ello, he decidido escribir un poco sobre lo que llamaríamos la cultura nacional del pueblo kurdo. Para ser más exacto, de su literatura. Por literatura kurda, se podría hablar tanto desde un punto de vista más estricto -obras literarias de todo tipo escritas en cualquiera de los dialectos de la lengua kurda-, o amplio -todo lo escrito por kurdos, y que representen, aunque sea de forma semi-oculta, secundaria, temáticas, personajes o influencias culturales kurdas, aunque sea en otras lenguas-. Sobre lo de "amplio", viene a cuento porque una parte importante de todo lo escrito por kurdos lo ha sido en árabe, en persa o en kurdo. O en los últimos años, en lenguas occidentales donde los kurdos han emigrado en las últimas décadas, o donde han estudiado o trabajado temporalmente: alemán, inglés, ruso, sueco...
En este caso, se trata de la considerada epopeya nacional kurda, escrita, como casi todas las epopeyas de cualquier pueblo, en verso -o en prosa poética, que es casi lo mismo-: "Mem û Zîn", o simplemente "Mem y Zin", el nombre de sus protagonistas.
La historia de estos dos desgraciados enamorados -una figura, o más bien una pareja de ellas, que se pueden encontrar en casi cualquier cultura humana, antigua o actual- parece estar basada en un hecho real, y fue transmitida de generación en generación de forma oral, contándose entre miembros de la misma familia, o de clanes o tribus -normalmente nómadas o seminómadas, pastores o ganaderos que se movían con sus animales sobre amplios territorios, y que acababan siempre encontrándose con otros miembros de su pueblo con costumbres y economía ganadera idénticas a ellos-, hasta que, lo que debió ser, en un principio, una pareja de enamorados que no pudieron vivir juntos por desavenencias de sus familias, acabó siendo una historia adornada con todo tipo de detalles, llena de romanticismo y dramatismo y que, finalmente, acabó siendo un clásico de la literatura y el folclore kurdos. Sobretodo, cuando dejó de ser una historia únicamente oral -y con todas las versiones que eso conlleva-, para ser un texto escrito, en verso, y de forma tan atractiva y lírica como patriota. De ser sólo material de trabajo y expresión artística de los dengbej -trovadores profesionales, algunos más modestos, que iban de pueblo en pueblo; otros, mejor posicionados socialmente, protegidos por nobles o grandes comerciantes. En ambos casos, figuras que se pueden encontrar en multitud de culturas-, o los xirôkbej -contadores de cuentos, también más o menos profesionales; es posible que algunos, más que contar, fueran rapsodas que recitaban en verso-, pasó a ser, también, una obra escrita.

El responsable de ello fue Ehmedê Xani (1651-1707), un intelectual -escritor, poeta, filósofo- kurdo, que también escribió un libro para enseñar su lengua materna a los niños  -"La primavera de los niños"-, y otro sobre las bases religiosas, morales y éticas del islam, escrito en parte en prosa y en parte en verso -"El camino de la fe"-. Quizá, lo que resulta más original de la obra en verso de Xani, aparte de que no se recuerda otra obra parecida -el hecho de trasladar un relato oral a un formato escrito, fijo, artístico y con trasfondo no simplemente tradicional, sino nacional y patriótico-, fue la visión moderna que le da al relato. En aquella época -finales del siglo XVII; se está casi seguro de que acabó de escribir su obra en 1695-, los kurdos, como los otros pueblos de Oriente Próximo, no tenían una conciencia nacional moderna, sino sólo religiosa -en el caso de los cristianos y yazidíes, más bien como mezcla de orgullo con deseo de ser respetados, o simplemente, de agarrarse a algo en caso de persecución o masacre-, mientras que él, a pesar de ser un musulmán practicante -hasta escribió una obra de base teológica-, defendía también una identidad nacional, étnica y religiosa. Xani nació en una zona kurda muy al sudeste de la actual Turquía, fronteriza con Irán, y él mismo hablaba, aparte del kurdo, el árabe -lengua original del Corán, y considerada idioma de la cultura musulmana en sentido amplio- y el persa -por la importancia e influencia de la cultura de los persas entre los kurdos y otros pueblos-. Sin embargo, o no sabía turco -a pesar de ser vasallo de los sultanes turcos otomanos-, o a lo sumo, lo entendía poco, y lo hablaba menos. Quizá, aprovechó una leyenda nacional, para crear, con ella, un texto que sirviera como referente a una literatura escrita, también nacional y kurda, por encima de la división física de su pueblo. En aquella época, entre los que vivían bajo el poder turco otomano -algunas regiones kurdas, con cierta autonomía política-, y el persa o iraní -aquí, con un reconocimiento menor de la diversidad étnica-. Y al tiempo, nos permite conocer la forma de vida, la sociedad o los ideales, no de los kurdos que vivieron en tiempos de la pareja -o que debieron vivir, en caso de que existieran de verdad, o su historia transcurriera tal como se nos cuenta-, pues no se sabe, realmente, a cual se hace referencia, sino a la de Xani, que sería el último tercio del siglo XVII, cuando los imperios Otomano y Persa, todavía, eran poderosos, aunque estaban perdiendo la carrera tecnológica y armamentística con Occidente.


Un par de imágenes basadas en la historia de Mem y Zîn.


La historia en sí. Una historia de amor imposible en el norte del Kurdistán.

El relato sobre las desventuras de Mem y Zîn no es muy distinto a tantos otros de amor imposible. Mem, del clan Alan, se enamora, el día que su gente celebra el Newroz -el año nuevo kurdo- de Zîn, del clan Botan -hoy en día, la división entre clanes se ha ido disolviendo entre muchos kurdos de Turquía, al menos entre los que viven en ciudades, aunque en Irak, por ejemplo, todavía existe en el campo, pero en otros tiempos, el formar parte de tal o cual clan o tribu resultaba más importante y representativo que el ser kurdo, o parte de otro pueblo-. Pero como acostumbra a ocurrir, aparece un tercero en discordia: Bakir, del clan Bakran. Como no consiente que Mem le robe la mujer que ama, trama su asesinato, con la habitual traición y alevosía de un personaje como ese. Pero las cosas no acaban como él pensaba, pues Zîn, rota de dolor por la pérdida, tan violenta como repentina, de la persona a la que más amaba, visita su tumba, y muere de pena sobre ella. Tras la doble pérdida, las familias de ambos jóvenes -que en este caso, no parecía que estuvieran en contra de su unión-, deciden enterrarlos juntos.
Pero Bakir no iba a escapar de su justo castigo. Entre su propia gente, se extiende la noticia,  que se acaba sabiendo cierta, de que él es el responsable de la muerte de Zen, y por extensión, también de la e Zîn, así que no tardan en darle caza y mataron. Por alguna razón un tanto difícil de comprender, quizá porque se le consideraba culpable de la pareja de jóvenes, Bakir fue enterrado, precisamente, entre Mem y Zîn, pero donde yace su cuerpo, y alimentada por su sangre, crece una zarza, o un arbusto de espino, entre las tumbas de ambos enamorados, lo que hace que, ni tan siquiera tras la muerte, uno y otra puedan descansar unidos, pues el odio de Bakir, a pesar de que él también está muerto, tras recibir justo castigo, lo impide.


El mausoleo de Mem y Zîn, en Cizre. No se sabe en qué estado debe estar actualmente, pues la foto es de 2008, y la ciudad está sufriendo estos últimos meses la represión del ejército y la policía turcas, ante la pasividad de gran parte del mundo. Lo mismo se pueden encontrar, muy a menudo, flores frescas, como ejemplares de la historia escrita por Xani.

Este sería un ejemplo de amor imposible, incluso después de la muerte. Xani, y tras él todo tipo de figuras políticas e intelectuales, así como la mayoría de los kurdos que conocen, o han lleído la historia, consideran que Mem simboliza al pueblo kurdo en su conjunto, y Zîn, el Kurdistán, el país, la tierra de los kurdos. Viene a ser, pues, la imposibilidad de que un pueblo, el kurdo, pueda disponer libremente de su tierra, no en sentido simplemente de propiedad, sino de nacionalidad, de que no puede auto-gobernarse, vivir de forma libre en el territorio considerado parte del Kurdistán. Y eso, hasta ahora, en que los kurdos se enfrentan, en Siria, en Irak, en Turquía, también en Irán, a múltiples enemigos y problemas -el ISIS o Daesh, al Qaeda, el gobierno turco de Erdogán y el ejército y la policía de este país, el régimen islamista chiíta de Irán, la eterna división política, los refugiados...-, pero también, sobretodo en Siria e Irak, tienen más cerca que nunca, si no la independencia, sí una gran autonomía, reconocimiento de su identidad y lengua, y gran influencia -presente o futura- en el futuro de esos dos países. O lo que queda de ellos, sobretodo en el caso sirio.
La historia de Mem y Zîn -"Mem û Zîn", en kurdo-, es poco conocida fuera de su ámbito cultural, pero en 2003 fue traducido al francés -la primera lengua europea en que puede leerse de forma completa y con una traducción seria-, y en los últimos meses, por lo que he podido saber por internet -si no estoy equivocado-, al euskera -para el que no lo sepa, fuera del ámbito hispano: la lengua del pueblo vasco-, y quizá, y a partir de esta segunda traducción a otro idioma, tal vez al castellano, aunque esto son sólo conjeturas mías. También, en mayor o menor medida, se ha traducido y comentado en árabe, persa, ruso, alemán... lo que indica que se trata de una historia nacional, pero de espíritu universal.
Además, cerca de la ciudad de Cizre, ahora tan maltratada -como muchos de sus habitantes- por el ejército y la policía turcas -parte de ella está, todavía, bajo estado de sitio-, se encuentra el mausoleo de Mem û Zîn, inspirado en la historia, aunque, realmente, nadie sabe donde fueron enterrados, en caso de que llegaran a existir. Pero eso no tenía por qué ser un problema, y para un ejemplo tan conocido como parecido, sólo hay que recordar la casa de Julieta -la enamorada de Romeo- en Verona.
Resultaba lógico, además, que llegado e momento, se intentara llevar la historia al cine, y así fue. En 1992, Ümit Elci filmó la película "Mem û Zîn", aunque  no pudo hacerlo en lengua kurda, pues el kurdo estaba prohibido en todos los ámbitos sociales -también en el cine, y por extensión, en la cultura-, y tuvo que hacerse en turco. En 2002, el canal de televisión por satélite KurdistanTV filmó una serie en lengua kurda, y con un despliegue de medios considerable, teniendo en cuenta que no es un canal que cuente con demasiado dinero para sus producciones. En la actualidad, se está preparando una serie en kurdo para el canal turco TRT6, algo impensable hasta hace poco. Y a pesar del enfrentamiento, cada vez más sangriento, entre el estado turco y una parte cada vez mayor de la comunidad kurdo-turca.

Imagen de bilal akif yoruk, yaprak durmaz, and siya mem u zin
Una imagen de una versión televisiva de la leyenda, en un canal de la televisión turca, aunque los actores vestían de una forma más moderna que la época en la que se supone que sucedió realmente.

La placa que se encuentra a la entrada del mausoleo, en inglés y ¿kurdo? Hasta hace poco, sólo podría estar también en turco, pero si la placa en reciente, podría estar escrita en lengua propia de los habitantes de Cizre.

jueves, 18 de febrero de 2016

Los prerrafaelitas (XXXIII): Edward Burne-Jones, ejemplo claro de lo que fue el prerrafaelismo.

Aunque tarde, un pequeño repaso de uno de los miembros más conocidos del movimiento.


Magnifico pintor, y eslabón entre los prerrafaelitas, y la corriente artística principal.

La verdad es que Burne-Jones fue uno de los prerrafaelitas principales, junto a la "Santísima Trinidad", Salomon, de Moran y Siddal. Cierto que hubo muchos otros, como Alma-Tadema, los dos Leighton, Poynter, Waterhouse, etc., pero todos ellos tuvieron, demostraron, haber recibido una influencia más clara de la corriente principal, de la llamada pintura academicista, incluyendo también ramificaciones más modernas de ella, como el romanticismo, el neoclasicismo, el orientalismo...
Y si he decidido hablar de él tan tarde -nada menos que tras treinta y dos entradas, un preámbulo y tres anexos- ha sido por simple despiste. Ahora, y antes de escribir sobre alguna otra cosa, él también tendrá su pequeña entrada, aunque sea tarde.
Edward Coley Burne-Jones nació en Birmingham en 1833, y murió en Londres en 1898. Le faltó poco, para conocer el siglo XX. 
Burne-Jones era hijo de un tallista y dorador, que perdió a su madre a los pocos días de nacer. Su padre tuvo que encargarse de criarlo con la sola ayuda de una ama de llaves, un miembro habitual del servicio doméstico de la época -en ocasiones, el único que tenían muchos miembros de la clase media-, que no destacaba, habitualmente, por su amabilidad, sino por una fría aunque, normalmente, innegable profesionalidad.
Después de acabar la escuela, pasó a estudiar teología en el Exeter College de la Universidad de Oxford, donde conoció y se hizo amigo del poeta y -hoy lo diríamos así- animador cultural William Morris, que también fue arquitecto, maestro textil, filósofo artístico, algunas cosas más. También conoció al crítico John Ruskin -sí, el que compraba cuadros a Lizzy Siddal, y parece que, o "animó" a su esposa a largarse con Millais, porque quería el divorcio, o no pareció importarle demasiado que lo dejara; quizá habría que hablar un poco más, de estos dos hombres-. También empezó a leer a Thomas Malory, el auténtico creador de la leyenda del rey Arturo, en una época tan lejana a los tiempos del misterioso monarca céltico -o romano-celta- como fue el siglo XV. Con esas amistades, y esos intereses, sin dejar de ser hombre creyente, estaba claro que Burne-Jones no estaba predestinado a ser sacerdote.


"Amor entre ruinas". El sentimiento puro de los amantes, entre las ruinas de ¿un antiguo imperio? ¿grandezas olvidadas?

"La boda de Psique": un desfile de mujeres, con una protagonista centra, en un paisaje desolado. La historia de Venus-Afrodita que, envidiosa de la belleza de Psique -mujer mortal, hija de un rey de Anatolia, quizá lidio, frigio o cario-, desea que se enamore del hombre más horrible e inmoral del mundo, y para eso envía a la tierra a su hijo Cupido-Eros. Pero ese acto rastrero no sale como Venus había pensado. Cupido acaba enamorándose de Psique, y acaban viviendo juntos.

Morris le quitó de la cabeza el ser sacerdote -porque no olvidó la idea de un día para otro-, y hay que agradecérseo. Con Ruskin, viajó a Italia, como tantos otros británicos que deseaban ser artistas, o al menos, conocer un país que concentraba arte griego, romano, medieval y renacentista. Un inmenso museo al aire libre. Después de dejar Oxford, sin título alguno, pasó en 1855 por el taller de Dante G. Rossetti, cuya influencia se ve en su pintura -aunque fueron Morris y Ruskin, los responsables de su cambio de vida, del despegue de su carrera artística-, y al poco, se interesó por el arte de crear vidrieras, que estaba renaciendo en Gran Bretaña, como una recuperación de un arte medieval, pero con técnicas y estilo más modernos.
En 1860, y tras cuatro años de noviazgo, se casó con Georgiana McDonald, que estudiaba como pintora, y que acabó dedicándose al grabado en madera -el ser una mujer con ideales artísticos elevados, y bastante dotada para el arte, quizá "ayudó" a que el gran amigo de su marido, William Morris, acabara por enamorarse de ella, olvidándose de su propia mujer, la bella Jane Bourden-Morris-. Las otras tres hermanas McDonald también se casaron, o tuvieron hijos famosos: una, con el pintor Edward Poynter; otra, fue madre del futuro primer ministro Stanley Baldwin; y una tercera, fue la madre del escritor -y retratista del Imperio Británico- Rdyard Kipling. Así que Burne-Jones fue tío tanto de Kipling como de Baldwin. Una familia que contaba, al tiempo, con dos grandes pintores, un político de primer orden, y un extraordinario escritor debió de ser digna de ver y conocer.
Fue en 1859, poco antes de su boda, cuando viajó por Italia junto a Ruskin, visitando Milán y Venecia. En 1867, el matrimonio se estableció en Fulham, en Londres. El gran amigo de Burne-Jones, William Morris, parece que se enamoró de Georgiana, pero ella lo rechazó. Y por lo visto, la amistad entre los dos hombres era tan fuerte, que semejante amor platónico de su mejor amigo por su esposa -si no fue algo distinto para Morris, que tampoco está demasiado claro- no fue suficiente para romperla.

"La roca de la condena", es parte de su serie sobre Perseo -a partir de "La muerte del rey Acrisio", un poema de su amigo William Morris-.

"El destino cumplido", otra pintura -siguiente a la anterior en la serie- sobre Perseo.

"El molino", donde recrea tiempos antiguos -en ocasiones, basándose más en las Biblia que en Grecia o Roma, pero sin destacar personajes bíblicos, sino anónimos contemporáneos suyos; se trata de tres mujeres bailando durante una noche de verano-.

En 1877 expuso ocho obras en la Galería Grosvenor, rival de la Royal Academy, que incluía su clásico "El hechizo de Merlín", y allí consiguió ser considerado uno de los representantes del movimiento prerrafaelita, y de la nueva pintura británica en general. Sin embargo, en la década de los ochenta del XIX, Burne-Jones no celebró exposiciones, pues hacía tiempo que recibía duras críticas y ataques de la prensa, y no deseaba ni entrevistas, ni ser "hombre público", aunque eso no significa que no pintase nada. Además, en esa época había tenido una relación amorosa con una modelo griega, María Zambaco, que hasta intentó suicidarse en público, escándalo del cual la prensa lo hizo único responsable.
Burne-Jones representó en sus cuadros tanto temas mitológicos greco-romanos -aquí se ve la influencia del arte italiano, que conoció en su viaje al país mediterráneo, y seguramente, en visitas a museos y colecciones-, como leyendas más o menos históricas -normalmente de origen medieval-. Un ejemplo de lo primero, sería su serie de obras basados en la historia del héroe griego Perseo, o "El espejo de Venus". En cambio,  "El rey Cophetua y la hija del mendigo" (1884) está basado en un texto del poeta Alfred Tennyson, con el que triunfó en la Exposición Universal de París en 1889.


Influencia, e incursiones en otras ramas artísticas.

Como después los modernistas, o los artistas del art nouveau, Burne-Jones no se dedico solamente a la pintura. Se interesó por la artesanía artística, diseñando azulejos de cerámica, joyería, tapices, alfombras... además, ilustró libros -sobretodo, editados por su amigo Morris-, y diseñó vestimentas teatrales
Pero fue el arte de la vidriera, que estaba disfrutando en el siglo XIX un auténtico renacimiento, y que significó gran número de nuevos vitrales en catedrales e iglesias -además de casas particulares, centros educacionales, ayuntamientos...-, no sólo lo que más le llamó la atención, sino también donde más destacó. En realidad, a la hora de hablar del arte vitral británico del XIX, Burne-Jones debería estar entre sus más destacados maestros. En muchas de ellas, le ayudó, como no, su amigo William Morris.
En 1890 fue elegido miembro de la Royal Academy, y cuatro años después fue nombrado caballero. La muerte de su amigo Morris, en 1896, resultó tan duro para su salud, que falleció apenas dos años después. Tras su muerte, y por primera vez tras lamuerte de un artista, se celebró un servicio en su memoria en la Abadía de Westminster.
Aunque su arte acabó siendo olvidado tras las vanguardias, y sobretodo, después de que el llamado arte moderno acabara por barrer el recuerdo del llamado arte clásico o academicista -curioso, que hasta los que intentaron cambiar el arte pictórico, rompiendo en parte con el academicismo, al final acabaran siendo incluidos en el mismo saco que éste-. Solo bien entrado el siglo XX, empezó a ser redescubierto y revalorizado, y en los últimos años, las redes sociales, y la popularización de libros de arte, y el aumento de exposiciones artísticas a nivel internacional, han dado a conocer tanto a él, como a sus compañeros, a un número cada vez mayor de interesados por el arte en general, que empiezan a estar cansados y aburridos de la actual corriente mayoritaria: el arte abstracto o moderno, más un negocio que cualquier otra cosa.

"La seducción de Merlín". El mago, conquistado por la bella Nimue -o Vivien-, una hechicera a quien el mago enseñó parte de lo que sabía, y que aprovechó sus conocimientos para atraparlo con la ayuda de arbustos de espino, y trasladarlo prisionero a una torre. Se basó en un poema de Tennyson, que descubrió en su juventud -quizá gracias a Morris-, pues Burne-Jones era un enamorado de la mitología artúrica.

"Las escaleras doradas" (1880), una de sus obras clásicas, donde el protagonismo se lo llevan las escaleras tanto como las jóvenes que bajan por ellas.

Pero antes del olvido, fue toda una figura Influyó tanto en los simbolistas, que en ocasiones, más que como miembro de la segunda generación prerrafaelita, se le ve como auténtico simbolista. Muy probablemente, teniendo en cuenta que el segundo movimiento debía mucho al primero, más bien se le podría considerar tanto una cosa, como la otra. También la literatura, recibió influjo de su arte: primero, el poeta Algernon Charles Swinburne, amigo de Dante. G. Rossetti, y prototipo de poeta prerrafaelita; después, entre otros, del mismo Tolkien, el creador de la Tierra Media.
También hubo un grupo de artistas, conocidos como "El grupo de Birmingham", que recibió su influjo, y que consiguieron cierto nombre en la década de los noventa del XIX, cuando la vida de Burne-Jones ya estaba llegando a su fin. También su ayudante de estudio, Charles Fairfax Murray, tuvo su propia carrera de pintor, además de dedicarse al coleccionismo y venta de arte. Entre 1903 y 1907 vendió muchas obras de su maestro, y otros prerrafaelitas, al Museo y Galeria de Arte de Birmingham, la ciudad natal del pintor, a bajo precio. Y aquello, con el tiempo, resultó un regalo para el museo, pues tiene la mayor colección de obras de Burne-Jones del mundo, además de otras obras de sus contemporáneos.

"El rey Cophetua y la muchacha mendiga", conocida como Penélope -según una traducción al español-. Cophetua era un legendario rey africano que sentía especial atracción por las mujeres, que sería personaje literario y en el arte.


"El último sueño de Arturo en Avalon", es una de sus mejores obras, y probablemente, la más espectacular, por su tamaño y número de personajes. Burne-Jones siempe sintió fascinación por la figura, más mítica que histórica, de Arturo, y deseaba realizar una gran obra con él de protagonista, aunque fuera en el momento de su muerte, rodeado de Morgana, y de otras mujeres, no se sabe bien si mortales comunes, magas o hadas, en la misteriosa y legendaria isla de Avalon, donde reposaban los nobles y valientes, mezcla de mitología céltica, simbología cristiana y espíritu caballeresco, aunque Arturo, caso de existir, fue históricamente muy anterior, de tiempos de las invasiones germánicas -anglos, sajones- que siguieron a la marcha de las legiones romanas. Tardó diecisiete años en reaizarla -la pintura le obsesionó tanto como le fascinó-, y lo que en principio sólo fue el encargo del conde de Carlisle, acabó siendo una de sus obras más personales y espectaculares.

"Santa Cecilia" (1900), en el Museo de Arte de la Universidad de Princeton. También fue un auténtico maestro en el arte vidriero.

lunes, 15 de febrero de 2016

Los prerrafaelitas (XXXII): Elizabeth Siddal como artista, y más allá de su condición de modelo y musa.

Olvidada como artista en sí misma, transformada en sólo una parte más de la vida y obra de Dante G. Rossetti.


Cara y cruz de ser la musa de una rebelión artística.

He tardado mucho, quizá demasiado, en dedicar una entrada a un miembro, un personaje, y ante todo una persona, que tuvo más importancia en el movimiento prerrafaelita del que, en principio, se quiso ver. Y no es que no la nombrara, prácticamente, desde el primer momento -en la entrada dedicada a Millais, el primer miembro de la Hermandad en ser comentado-, pero reconozco que la consideré una parte importante, pero aún así muy secundaria, de, si no la revolución, sí la rebelión artística y cultural que fue aquel grupo de airados jóvenes pintores.
Eleanor Elizabhet Siddal (1829-1862), llamada Lizzy o Guggums por los que la conocieron, trataron, quisieron y retrataron, no fue sólo la primera y más conocida de las modelos prerrafaelitas -al menos, de las que protagonizaron no uno o dos, sino muchos cuadros, no pocos de ellos lo suficientemente importantes como para haber pasado a la posteridad-. Fue también musa, espíritu, y también, aunque hasta hace poco no se haya reconocido, pintora, dibujante y poeta. Realmente, debería, por justicia, haber ocupado un lugar mucho más importante no sólo como la bella y elegante joven que todos querían pintar, sino como miembro de pleno derecho de la Hermandad, que tanto le debía.
Elizabeth Eleanor Siddal era una joven que, cuando fue descubierta trabajando en una sombrerería por Walter H. Deverell en 1850, un pintor menor del grupo, aunque por lo visto -o por lo que se cuenta- no fue el único que, una vez que él la retratara en su cuadro "La doceava noche", se pasó por la tienda para poder conocerla y hablar con ella a solas. Uno, seguramente, fue Millais, que se enamoró perdidamente de ella. El otro fue Rossetti, que sintió desde el primer momento prácticamente lo mismo que su compañero, sólo que estuvo dispuesto a luchar hasta el final por conquistarla, cosa que, lamentablemente para ella, logró tras conseguir que ella rompiera con Millais, con quién ya tenía algo más que una amistad. De todas formas, al pintor no le duró demasiado la pena, pues al poco, se enamoró de la esposa del crítico John Ruskin -gran defensor de la obra de la Hermandad, por cierto-, con la que acabó casándose en 1856, aunque esa ya es otra historia.

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En esta  fotografía  ya debía encontrarse algo delicada de salud -realmente, ya lo estaba antes de casarse-, pero todavía mucho antes de que se suicidara, o quizá, que muriera por accidente, si bien esto último pudo ser debido a que ya no tenía demasiado interés, o cuidado, en tomar la cantidad justa de láudano, un medicamento de la época que era un peligro si no se calculaban bien las dosis.

Dante Gabriel Rossetti ‘Elizabeth Siddall in a Chair’, date not known
Un retrato dibujado por Rossetti -"Elizabeth Siddal sentada, o en una silla"- de fecha desconocida.

La vida con Dante G. Rossetti,con quién se casó en 1860, debía, en principio, de resultar plena a una joven de clase media-baja, pero culta, distinguida aunque modesta, y -según se cuenta, porque tampoco es que sea algo seguro-, de origen noble, o al menos, de clase elevada venida a menos. De todas formas, Lizzy nunca se consideró socialmente superior a nadie, y el hecho de ser no ya modelo, sino musa, de todo un movimiento de renovación artística, para ella, que era persona que, cuando podía, leía y se instruía de forma autodidacta en todo lo que le interesaba, debió de ser poco menos que un sueño hecho realidad. El problema es que Rossetti la quería, sí, y mucho. Pero no la quería como a una igual, sino como si fuera una joya, una posesión. Más que alguien, era algo. Más que una artista, que fue desarrollando sus aptitudes con la ayuda y los consejos de Rossetti -porque él, al menos, fue capaz de verlos, y de pulirlos y hacerlos crecer-, la veía, la percibía, como un espíritu, una auténtica musa, que además, poseía él, y sólo él, y que no estaba dispuesto a compartir con nadie. Prohibió a Elizabeth posar para otros pintores, y prácticamente la forzó a vivir encerrada en casa, sin apenas contacto con el exterior. Parecía que, si se relacionaba con otra gente -y más aún, con otros pintores-, si tenía una vida más independiente, su belleza acabaría por marchitarse. Y en realidad, fue esa reclusión forzosa la que acabó por marchitar no sólo su aspecto físico, sino también su salud, tanto física como mental.
Mientras Rossetti aumentaba su fama, pintaba cuadro tras cuadro, y se hacía servir de otras modelos, con algunas de las cuales no tuvo problema en mantener relaciones sentimentales -o al menos, sexuales-, Lizzy acabó por cansarse de la vida. Además, había otras razonas que afectaron, todavía más y a peor, a su débil estado de salud, tanto físico como mental: uno fue cuando, al posar como modelo para la "Ophelia" de Millais -la obra más famosa sobre este personaje de Hamlet, y eso que hubo unas cuantas-, tuvo que hacerlo metida en una bañera llena de agua, con un vestido antiguo que tardaba en quitarse, cuando acababa de posar, durante horas y horas.  Millais parece que intentaba calentar el agua con algún tipo de hornillo, pero un día se olvidó de ello, y Siddal enfermó, no se sabe bien si de pulmonía o neumonía, lo que hizo que el padre de ella se enfureciera con el pintor, y hasta le exigiera compensación económica -no parece que la recibiera, por cierto-; todo eso hizo que Lizzy ya no trabajara más con Millais -y tal vez, no sólo se acabó su relación artístico-profesional, sino también personal, fuera la que fuese-, sino que, y eso fue lo peor para ella, nunca llegó a recuperarse del todo; su salud, desde ese momento, ya no fue la misma. La otra fue la muerte de su única hija, no se sabe bien si en el mismo momento del parto, o poco después. Fuera una cosa o la otra, es fácil entender que una persona que por un lado tenía una relacón tóxica de hombre que, por un lado, la quería y deseaba, pero por otro, la controlaba como si fuera de su propiedad, por otro, tenía problemas de salud, y finalmente, veía como ese mismo esposo que la guardaba -encerraba, más bien- en casa como una joya de su propiedad y uso exclusivo tenía romances con otras mujeres, al haber perdido a la hija que, al menos en teoría, podría haber alegrado un poco su existencia, acabara pensando seriamente en ponerle fin.


Siddal, tal como la veía, y la pintaba Rossetti. Tanto el primer cuadro, "Beata Beatrix", como el segundo "Venus Verticordia", los pintó después de su muerte.


Y este es un autorretrato de la misma Siddal, anterior a 1858, cuando ya dejó de pintar. Ella no se veía ya como una musa, sino como una persona consumida y cansada de la vida.

En 1858 estaba lo suficientemente débil como para dejar de pintar -parece que, aparte de las secuelas de la pulmonía, sufría anorexia, y se le recetó láudano, precisamente, para intentar curarla; el conocimiento de dicha enfermedad, en aquella época, era muy limitado-, y en 1861, tras perder a su hija, cayó en una depresión de la que nunca pudo o supo salir. Ya tomaba láudano, una hierba que en pequeñas dosis se utilizaba como tranquilizante, pero que, tomada en cantidades mayores podía ser un potente veneno, para sus males tanto físicos como, sobretodo, psicológicos. Pero en 1862, apenas un año después, decidió que ya no aguantaba más la vida que llevaba, o que le obligaban a llevar, y se suicidó con una sobredosis de dicho y peligroso medicamento. Aún así, su historia, al menos desde un punto artístico, y no estrictamente personal o histórico, todavía iba a durar algo más.


La obra de Siddal. Poemas que volvieron, literalmente, de ultratumba.

Rossetti, el día que murió Siddal, parece que se encontraba en compañía de su última amante, Fanny Cornforth, mujer de origen humilde, sin cultura, alta, fuerte y rotunda, sin apenas nada en común con Lizzy. Tal vez fuera eso, lo que más le gustaba al pintor, la diferencia que existía, el contraste, entre su esposa y su amante. Eso y, por lo visto, que era una pelirroja de armas tomar, y a Rossetti, por lo visto, le gustaba mucho las pelirrojas naturales -ambas mujeres lo eran-. Pero dejemos detalles insignificantes. La cuestión es que, cuando supo de su muerte, de su suicidio -porque de eso, ni él, ni sus amigos, ni los médicos, nadie, dudaba: se había suicidado-, se emborrachó, loco de dolor y arrepentimiento -¡a buenas horas...!-, y decidió enterrar junto al cuerpo de su esposa los manuscritos de todos los poemas que ella había escrito, y que nunca habían salido a la luz. Sus cuadros, si no todos sí la gran mayoría, fueron adquiridos por el crítico John Ruskin, que quizá no fuera el mejor de los maridos, y por ello su esposa acabó dejándolo -por lo visto, no por mala persona, sino por soso, incluso por asexual-, pero no hay duda de que pocos como él, a la hora de apoyar a todos y cada uno de los miembros del movimiento. Incluida la desdichada Siddal, en la que él, como Rossetti, también fue capaz de ver una auténtica artista. Y al menos, Ruskin nunca pensó en hacer de ella una cautiva, y había quien pensaba que, realmente, el crítico no tenía tan buena opinión de los cuadros de Lizzy, sino que, si los adquiría, era como excusa, para no dañar su orgullo -y el de Rossetti- para poder pagar, con el dinero que le pagaba, los medicamentos que la ex-modelo y pintora necesitaba. También el pintor Madox Ford la ayudó económicamente cuando pudo.
Sobre los poemas de Siddal, eran, son, más oscuros y dramáticos de lo que podría pensarse. Más bien parecen una mezcla de romanticismo y de lo que, años después, se llamaría decadentismo. Muestran a una persona sensible que sufre, y que tiene una idea bastante acertada de el por qué, pero que no ve salida ni solución a dichos sufrimientos. Ahora bien, si Rossetti enterró todos los manuscritos del poemario de su esposa con ella, ¿cómo han llegado hasta nuestros días? Existe una explicación a todo ello. Siete años después de la muerte de su mujer, Rossetti pudo comprobar en sus propias carnes cómo su carrera iba de mal en peor. Necesitaba dinero, así que aprovechó su antigua fama, y el recuerdo de la desdichada difunta, para hacer desenterrar el cuerpo de Siddal, por si existía la posibilidad de recuperar, al menos, parte de sus escritos. Y así fue. Casi por un milagro, la totalidad, o al menos eso contó él, de lo que ella escribió, se conservaba todavía en perfecto estado. Al menos, habría que decir que la macabra idea no partió de él, sino de su agente -su representante, se diría hoy en día-. debido a que el pintor estaba pasando por apuros económicos. Aunque también hay otra teoría: se cuenta que quizá no fuera cosa de éste último, sino de un grupo de amigos, que se lo insinuaron en una noche de borrachera, y que no fue por dinero que lo hizo, sino por no permitir que la obra literaria de su amada se perdiera para siempre. La exhumación se realizó, tras conseguir el necesario permiso -no se trataba de averiguar, por decir algo, el culpable de un crimen, sino de recuperar un objeto que, en principio, debía permanecer enterrado junto a la difunta-, y realizarlo por la noche, a la luz de las teas, y sin el viudo presente, que, finalmente, decidió no publicar lo rescatado. Si en algún momento pensó en ganar dinero con ello, desechó enseguida la idea. Así era, el carácter de Rossetti, impulsivo y ardiente.
No fue hasta 1906, mucho después de su recuperación, que el hermano de Rossetti, William Michael, consiguiera publicar los únicos quince poemas de su cuñada, pero de forma un tanto desordenada, sin introducción, explicaciones o datos biográficos -esto último, lógico, para no perjudicar a su hermano Dante-, y hasta 1978, y tras haber sido totalmente olvidados -o ignorados- no pudieron tener una reimpresión ordenada y comentada. En los últimos años, y más con la ayuda de las redes sociales, Lizzy Siddal se ha ido transformando en un símbolo trágico del prerrafaelismo, y de la historia del arte en general, y tal vez tenga tantas webs o páginas de facebook -y otras redes que no conozco más que de oídas, o ni eso, la verdad- que el mismo Rossetti. Quién lo diría. El nombre del libro que recoge su, lamentablemente, breve pero intensa, profunda obra: "La casa de la vida". Curioso título, teniendo en cuenta su trayectoria vital.
Respecto a su pintura, por acabar, sí que es, al menos en ocasiones, auténticamente prerrafaelita, y debe bastante a la de su marido: tiene un aspecto como tardo-medieval, italiana de finales del siglo XIV y el XV, pero con una técnica más moderna -algo normal, pues Siddal y Rossetti no dejaban de ser, por decirlo así, hijos de su tiempo, por mucho que mirasen al pasado-, aunque alguna de ella parece más oscura de lo que podría suponerse en un movimiento más "luminoso", y en ocasiones, como su poesía, bien podría ser, usando una expresión moderna, algo gótica.

Y aquí, un vídeo. de Aron Bothman, sobre su persona:



Unas cuantas de sus escasas obras pictóricas, compradas y conservadas por John Ruskin, en ocasiones sin un título reconocido. Es fácil pensar que el crítico las adquiría para así poder ayudar a Siddal -su orgulloso y posesivo marido no habría aceptado dinero en efectivo de Ruskin, a cambio de nada-, que, por su estado de salud, necesitaba constantemente dinero para médicos y medicamentos. Pero Ruskin era experto y amante del arte, además de mejor persona de lo que alguna película o libro posterior ha querido retratar, y es fácil que viera en los cuadros de Siddal lo que pocos reconocían, excepto, quizá, el mismo Rossetti: simplemente arte, y sinceridad. Una forma de poder explicar o, quizá, explicarse, darse a descubrir, ella misma:



"La búsqueda del Santo Grial".


"Clerk Saunders" -no he encontrado una traducción que considerase aceptable, la verdad-


"Después de la batalla"

"Lady Claire".


Y uno de sus poemas:

Agotada.

Tus fuertes brazos me rodean,
mi cabello se enamora de tus hombros;
lentas palabras de consuelo caen sobre mí.
Sin embargo, mi corazón no tiene descanso.

Porque sólo una cosa trémula queda de mí,
que jamás podrá ser algo,
salvo un pájaro de alas rotas
huyendo en vano de ti.

No puedo darte el amor
que ya no es mío.
El amor que me golpeó y derribó
sobre la nieve cegadora.

Sólo puedo darte un corazón herido
y unos ojos agotados por el dolor.
Una boca perdida no puede sonreír,
y tal vez ya nunca vuelva a reír.

Pero rodéame con tus brazos, amor,
hasta que el sueño me arrebate.
Entonces déjame, no digas adiós,
salvo si despierto, envuelta en llanto.


Y para quién quiera leer más poemas, de Siddal y otros, un enlace, en el blog "El espejo gótico", donde encontré este.

Y como ejemplo de la popularidad de Siddal en la red, aquí, una web -en inglés- dedicada enteramente a ella.

jueves, 11 de febrero de 2016

Kurt Cobain a capella: "Smells like teen spirit", vienticinco años después.

Aparecida hace seis años, vuelve a escucharse, como si Cobain todavía estuviera vivo y en activo.


Hace veinticinco años que salió a la luz el álbum "Never mind", el más famoso, el que hizo de Nirvana algo más que un simple grupo. Tras el suicidio de su cantante y líder, Kurt Cobain, su recuerdo podría haberse ido borrando poco a poco, hasta transformarse en un simple recuerdo para los que lo escucharon siendo adolescentes o veinteañeros: ni demasiado jóvenes -niños, más bien-, ni demasiado mayores. Pero no, Cobain, y Nirvana, sigue siendo un grupo que suena, y que hace sentir a nuevos y viejos fans algo más que el placer de escuchar una canción que te gusta.
Hace seis años, se colgó en internet, en youtube, una versión a capella de su tema más famoso, "Smell Like Teen Spirit", que en realidad no es tal, porque el cantante no lo interpretó, realmente, sin música de acompañamiento. En realidad, se separó -digámoslo así- la voz de la música, y se colgó esta versión alternativa, distinta, cruda y sentida.
Y después de que la revista "New Yorker" volviera a hablar de ella, ha vuelto a visitarse no sólo en el canal de vídeo, sino en webs y páginas de facebook dedicadas, o no, a la música. Y también en blogs, como este. Si en su momento colgué un video sobre una de sus versiones -que no canciones originales suyas-, "Where did you sleep last night", con su correspondiente historia, ahora he querido colgar este otro vídeo. Un sitio web más, entre docenas, pero es que, como antiguo fan de Nirvana, que sigue siéndolo, no he podido evitarlo.
Pues aquí está, en su versión completa. Sólo voz, y Cobain.


miércoles, 10 de febrero de 2016

La habitación de Van Gogh, reconstruída en 3D... y hasta se puede pasar la noche en ella.

El Instituto de Arte de Chicago ha realizado la reconstrucción, con muebles reales, de uno de los cuadros más famosos de van Gogh.


El Instituto de Arte de Chicago ha realizado, por puro placer tanto lúdico como artístico, la reconstrucción del cuadro de Van Gogh "La habitación" en 3D. O mejor dicho, como una auténtica habitación, o al menos, algo muy parecido. A primera vista, más bien parece, si se ve en fotografía y no al original, una versión más realista del original, pero realmente es un cuarto, con muebles reales,  que han sido pintados, como las paredes y la madera del suelo, para asemejar los colores del cuadro. O sea, que las sillas, la mesita y la cama son de verdad. Otra cosa es la ventana -las hojas son de madera, pero los cristales no son reales, están pintados, y tras ellas, sólo hay pared, no se puede ver el exterior-, o las puertas -también de madera, convenientemente pintadas para dar la impresión que son parte de un cuadro en el que se puede entrar, pero no se pueden abrir, porque más allá no hay nada-. Respecto a los cuadros, sí que son reales, pues se han pintado las imágenes que se pueden ver en la obra de Van Gogh, y hasta están colgados y enmarcados, no pintados en la pared, para dar idea real de que no son de mentira, sino cuadros auténticos.
Por lo que pude ver en las fotos, la mejor forma de darse cuenta de que es un lugar real, es fijarse en lo que no está pintado para dar la impresión de cuadro tridimensional: la toalla que cuelga a la izquierda, al lado de la puerta y una de las sillas, o el sombrero de paja colgando sobre la cama.

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La habitación, o más bien la traslación de una pintura bidimensional a un espacio tridimensional, resulta una réplica tremendamente fiel, pero además, hasta se puede dormir en ella. En la web AirBnB, donde se pueden alquilar habitaciones de hoteles, hostales,etc., se puede alquilar a 10 dólares la noche -unos 9 euros, más o menos-. 
Realmente, por cantidad tan modesta, resulta difícil no pasar al menos una noche, en la traslación a la realidad de un cuadro tan famoso, ejemplo claro del postimpresionismo, que recuerda el sur de Francia de tiempos pasados.
Todo esto viene porque el museo de arte de la ciudad, el Instituto de Arte de Chicago, en el barrio de River North, celebra una exposición de treinta y seis pinturas del genio incomprendido -en su época, pues ni él ni contemporáneo suyo alguno podrían imaginar la locura de precios que se pagarían, siglo y pico mas tarde, por cualquiera de sus cuadros-, y la reconstrucción de "La habitación", o al menos la tercera de las versiones que hizo de ella entre 1888 y 1889,, y la posibilidad no sólo de verla, sino también de "habitarla" -pasar una noche en su cama, rodeada de los mismos colores que imaginó el artista-, no deja de ser algo más que un complemento: más bien es una experiencia única para cualquer amante del arte en general, y de la pintura -impresionista, postimpresionista, o de cualquier estilo o época- en particular, se puede perder. Y más todavía, por tan poco dinero. Eso sí, nadie garantiza que la cama -que se anuncia que es para dos personas- sea especialmente cómoda.

Aquí, algunas fotos más, donde conviene fijarse en algún objeto o parte de él que no parezca pintado, para darse a cuenta de que no se trata de un cuadro, o una imagen recreada con ordenador que permite el movimiento en ella, sino una auténtica reproducción con muebles reales:


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Y para quien quiera entrar en la web "Colossal", dedicada al arte en general, donde se puede leer en inglés -su original- la noticia, y otras muchas,, aquí hay un enlace.

martes, 9 de febrero de 2016

Está bien ser a veces un poco niños: La versión Alfons Mucha -o sea, modernista- de "Frozen".

Buscando aquí y allá, me ha salido esta obra modernista basada en el "nuevo clásico" de animación.


Bueno, a falta de tiempo, pero también para poner algo, aunque sea un poco tonto, reproduzco un par de ilustraciones, digamos, modernistas. O más bien "neo-modernistas" -expresión ya de por sí curiosa- de Yartzana-Serenade -de la que poco he encontrado, aparte del nombre, aunque en alguna web sobre arte libre se pueden encontrar algunas otras obras suyas-, y una segunda de Megan Lara. Se trata de ilustradoras no muy conocidas, cuya obra se puede ver libremente en la web. Así que, aunque no deje de ser una película infantil -aunque, dentro de ese género, tan atípica como atractiva, para niños y no tan niños-, no he podido evitar el reproducir una y otra ilustración.
Vamos, lo que se dice ser un poco crío. Y la verdad, lo que está bien hecho, está bien hecho.


La obra de Yartzana-Serenade.


Y la de Megan Lara.

jueves, 4 de febrero de 2016

Los prerrafaelitas (XXXI): Frank Bernard Dicksee, ¿el último de los prerrafaelitas, si realmente lo fue?

Aunque perteneció a una generación posterior a los primeros prerrafaelitas, en él todavía se notaba su influencia.



Dicksee, pintor victoriano cuya carrera prosiguió hasta pasada esa época, y en el que las influencias del movimiento todavía se dejaban ver.

En muchas ocasiones, la costumbre de etiquetar -no sólo artistas o cuadros, sino cualquier tipo de individuo o grupo de ellos, o cualquier obra que pudieran haber realizado- se vuelve un tanto difícil, y más que aclarar, podría llevar, si no a engaños, sí a confusiones. En el caso de los prerrafaelitas, hay una lista, relativamente larga, pero no enorme, de pintores -aquí dejo aparte a escultores o poetas- que sí pueden ser considerados como parte íntegra y principal del movimiento, más algunas figuras menores, pero que también podrían ser incluidos como tales. Aparte de la "Santísima Trinidad" original, de Millais, Rossetti y Holman Hunt, y de Alma-Tadema -si bien este sería una mezcla de prerrafaelita y neoclásico-, los dos Leighton, Poynter, Solomon y poco más -aparte de algunos pintores "menores"-, el resto son un tanto dudosos, cuando no artistas que, o bien recibieron clara influencia de ellos, pero que no por eso tendrían que ser parte del movimiento, o influyeron en la corriente, y llegaron a retroalimentarse -Madox Fox, sería un caso claro-, o bien comenzaron siendo prerrafaelitas, pero dejaron de serlo pronto, por ser éste un movimiento que ya estaba empezando a estar pasado de moda.
El caso de Francis -o Frank- B. Dicksee sería quizá el primero de estos tres casos: ni influyó a la corriente, ni era un contemporáneo que recibió influencia, aunque con una personalidad artística distinta. Directamente, fue heredero de la Hermandad y sus seguidores, pues él ya pertenecía a una generación posterior, pues nació en Londres ya en 1853. Cuando él era un niño, los prerrafaelitas originales ya habían iniciado su revolución de jóvenes airados, y cuando Dicksee ya era un pintor adulto y con técnica suficiente como para ganarse bien la vida, pasada la década de 1880, el resto ya tenían una edad avanzada para la época. Finalmente, cuando la mayoría de los prerrafaelitas auténticos ya estaban muertos, él todavía tenía bastante vida y trabajo por delante, pues falleció en 1928, cuando los revolucionarios originales en su mayoría, o no llegaron al siglo XX, o apenas pudieron conocer sus primeros años.

"Las dos coronas" (1900), es una de las obras más conocidas de la Galería de Arte Tate. El título hace referencia al monarca victorioso que entra en su capital con armadura y corona doradas, que le corresponden por su condición de rey, y que observa otra corona, la de espinas, que lleva sobre su cabeza la talla de Cristo, que él mira de reojo, quizá pensando cual de las dos coronas tiene más valor, y quién llevó la suya con más dignidad.

"El funeral de un vikingo" (1893), una obra historicista, que no se basaba en un hecho en particular, sino que representaba una parte de la sociedad vikinga, que en el siglo XIX, tanto en Escandinavia como en las Islas Británicas, estaba empezando a ser estudiada y re-descubierta.

"Amanecer" (1897), una pintura alegórica, donde el amanecer representado por la joven, y la figura vestida de negro, más bien parecen recordar el comienzo y el fin de la vida.

Se le considera un pintor victoriano, además de dibujante -o sea, ilustrador-, pues la época Victoriana acabó con la muerte de la reina que le dio nombre, en 1901, así que Dicksee vivió bajo el reinado de la soberana durante casi medio siglo. Su padre, Thomas, que era pintor profesional, enseñó su oficio a sus tres hijos -Franck, Herbert y Margaret- lo mejor que pudo, y en el caso del primero, no sólo demostró ser buen alumno, sino que tenía suficiente habilidad como para poder ingresar en la Royal Academy en 1870, donde destacó muy pronto. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que una cosa era ingresar en la academia como aprendiz, como alumno -o sea, para aprender y desarrollarse como artista- y otra como socio, o sea, como pintor ya consagrado. Eso, Dicksee lo consiguió bastante más tarde, en 1891 -aunque aún no tenía cuarenta años; era pues, un hombre adulto, pero no maduro-, llegando, incluso, a ser elegido presidente de la misma en 1924, cuando ya era un personaje famoso y reconocido a nivel nacional. En aquellos últimos años de su vida, ya prácticamente retirado de la pintura, consiguió, además, reconocimiento público al ser nombrado caballero -o sea, sir-, por el rey Jorge V -el monarca de la I Guerra Mundial, para entendernos- en 1925, y dos años después, y sólo uno antes de su muerte, entró como miembro de la Real Orden Victoriana, una orden de caballería que sólo recibían muy pocos individuos, que habían realizado servicios personales al monarca y su familia.


"Leila" (1892), sería una obra orientalista, también conocida como "Pasión". Muy probablemente, lo que deseaba el autor, es pintar una mujer de origen exótico, tanto por la época -¿la Antigüedad?- como por la lejanía geográfica.

"Retrato de Elsa, la hija de William Hall", es uno de sus retratos de mujeres "reales" más conocidos y logrados.

"Romeo y Julieta". Es uno de los cuadros dedicados a la literaria pareja, y no se sabe cuándo debió pintarlo, pero debió ser en los años veinte.

¿Y qué es, lo que más pintaba Dicksee? En general, su obra se podría dividir en dos partes. La primera, y la que le repercutió mayor beneficio económico, además de amistades en las altas esferas, fue la de pintor de retratos femeninos de mujeres de origen social elevado, y contemporáneas suyas. Hoy en día, y aunque el retrato femenino casi siempre ha tenido mejor suerte que el masculino a la hora de ser recordado muchos años después de haber sido realizados -a no ser que se trate de reyes, o de militares y políticos de primer orden-, no es la parte de la obra de Dicksee que ha pasado a la posteridad como más representativo de su arte. Esta sería la que Dicksee dedicó a escenas de temática literaria, histórica o legendaria y mítica. Muy probablemente, aunque le pudiera repercutir menos ganancia económica, fueron las obras que le ayudaron a hacerse un nombre entre los críticos, otros pintores, y finalmente, le ayudaron a escalar en la Royal Academy, aunque también allá, al fin y al cabo un organismo clasista -como lo era la época que le tocó vivir a Dicksee-, el ser no sólo conocido y reconocido, sino también muy buscado por las grandes familias para que retratara a sus mujeres, debió ayudarle a no ser un simple miembro más. Lo que sí es cierto es que sus obras eran de temática variada, pues si tenía interés por alguna época histórica, leyenda u obra literaria, no siempre se reducía a pasar al lienzo un hecho o imagen que se daba por real -en el tema histórico-, o ya contado por el autor original -literario- o por otros pintores -caso de muchos mitos y leyendas, que durante décadas, o incluso siglos, habían sido representados una y otra vez-, sino que él imaginaba escenas nuevas, propias, relacionadas con las que otros pudieran pintar antes, pero originales suyas. Pero en su segunda etapa, vio que las escenas medievales podían ser un disfrute, a la hora de pintarlas, pero que era otro tipo de trabajos, el del retrato por encargo, el que más dinero daba, así que, sin dejar lo primero, se dedicó mucho más a lo segundo, teniendo más facilidad e interés por las mujeres, aunque también retrató personajes masculinos. Al fin y al cabo, además de un artista, era un profesional.
Los críticos contemporáneos suyos -al menos, los de su primera época, la auténticamente Victoriana- reconocían que tenía una gran técnica, y que podía resultar espectacular, pero no acabaron nunca de considerarlo un maestro de primer orden. Pensaban que sabía representar muy bien la luz y el color, pero a veces caía en cierta cursilería. Una de sus obras más conocidas, "El entierro de un vikingo" (1893), fue la que más fama le dio en su momento.



"La Belle Dame sans Merci", basado en una obra del poeta John Keats. Temática medieval, o algo más. En su momento, la consideraron algo cursi, tal vez con razón, pero no deja de ser una de sus obras más conocidas y recordadas.


miércoles, 3 de febrero de 2016

Un recuerdo de Black, que mereció ser más que una "one hit wonder"; una estrella de una sola canción.

Habría sido, quizá, más lógico hacérsela a Bowie, leyenda del rock, pero con una entrada no habría sido suficiente.


Nuca he hecho una entrada dedicada a un artista -o cualquier otro tipo de persona- recientemente fallecido. No sé el por qué, exactamente. Quizá porque todo el mundo lo hace, o porque tampoco sabría muy bien qué decir. En este caso, quizá, me ha apetecido hacerlo por tratarse de un artista a que escuchaba siendo yo muy joven -casi un crío, realmente- y del que poco o nada se volvió a saber por mi país, una vez se dejó de escuchar su gran éxito, que le hizo mundialmente famoso: "Wonderful life".
Realmente, no es del todo cierto que Black fuera lo que los anglosajones llaman una "one hit wonder", una estrella -solista o grupo, da igual- de una sola canción. Tras su primer disco (1987, que se llamaba igual que su éxito-, vinieron otros dos que, sin llegar a superventas, a nivel mundial llegaron a vender cerca de dos millones de copias. No era en ese momento, tras el "wonderful boom", una estrella de primer orden, pero tampoco un artista casi desconocido u olvidado. Sin embargo, tras su boda, y que la banda se quedara reducida a él mismo -sí, Black, en principio, era un grupo de tres-, siguió cantando en solitario, con su propio nombre, Colin Vearncombe, y pasó de trabajar para una gran discográfica -él siempre lo hizo para A&M Records, y en teoría debía pasar a hacerlo para WEA Records-, decidió crear la suya propia, Nero Schwartz Records, y sacó al mercado cuatro discos más, aparte de recopilatorios, colaboraciones, directos de todo tipo, etc. 
En los últimos veinte años, o más, poco o nada se supo de él, pues incluso en el Reino Unido poca gente lo escuchaba. Su música apenas se oía en la radio comercial, ya no digamos en televisión. Pero logró tener su pequeño grupo de seguidores que le animaba a seguir, y lo habría hecho -su último CD, "Blind Faith" salió en 2015; su título, "Fe ciega", daba a entender que en absoluto había pensado en dejar la música-, hasta que un fatídico accidente de automóvil lo dejó en coma, muriendo semanas después.
Siempre se podrá decir que queda la música, para recordar, o para descubrir. Reconozco que tengo su éxito, que he buscado en alguna ocasión qué era de su vida, pero que, precisamente por su muerte, he ido conociendo alguna canción de la que no tenía ni idea, como tampoco que siguiera en activo, cantando y componiendo con su propio nombre. Sé que esto no es un resumen serio ni de su vida, ni de su obra, pero no pretende serlo. Es sólo un apunte que viene a través del recuerdo de alguien que se oía tanto hace años, como casi desapareció durante mucho tiempo.
Pues bien, con todos ustedes, Black. O Colin Vearncombe:





lunes, 1 de febrero de 2016

Los continuadores de Marjane Satrapi en la cultura iraní moderna: más cómic, y cine de vampiros en un western actual.

Más allá de la república teocrática: el cómic como denuncia, y el cine como evasión y fusión cultural.


Hace muy poco que escribí una entrada -que al quedárseme un poco corta, quizá reescriba, ya se verá- sobre Marjane Satrapi, que es la autora de cómic iraní -y del mundo musulmán, realmente-, más conocida del mundo, pero también una testigo de lo que ha sido, y sigue siendo, tanto la sociedad iraní desde tiempos de la Revolución Islámica, como de una familia iraní de clase media -la suya-, y de un miembro en particular de ésta -ella misma-.
Sin embargo, ni ella es la única representante del cómic irani, ni el único ejemplo de, al mismo tiempo, vitalidad cultural, deseo de llegar con su obra a cuanta más gente mejor -dentro y, sobretodo, fuera de su país- y denuncia, todo al mismo tiempo. Dejando aparte la literatura -algo se podría decir sobre ello, sí-, y lo que se llamaría "cine serio" -sea lo que sea, que eso pueda significar-, aparte de la denuncia política y social propiamente dicha -Shirin Ebadi, por ejemplo-, aún se pueden nombrar a otros autores, tanto de historieta, como de cine, en teoría, de pura evasión, pero que, por su modernidad y la forma en que rompe esquemas, también tremendamente subversivo. Al menos, para el decrépito y anacrónico -por muy revolucionario que diga ser- régimen de los ayatolás. 


Dos obras de cómic que explican, mejor que la limitada información de los medios, lo que pasa en la República Islámica.

"El paraíso de Zarah" hace referencia al cementerio más importante de Teherán. Y no es un título casual, pues la obra de Amir y Khalil, los dos seudónimos bajo los que se ocultan los jóvenes autores de esta historia, hace referenciai a las manifestaciones masivas, sobretodo de gente joven, muy joven, que siguieron a la más que sospechosa victoria aplastante del radical Mahmud Ahmadineyad, que fueron aplastadas de forma brutal por la policía, y los basij -milicia paramilitar del gobierno, que lo mismo puede apoyar al ejército, como a la policía, a la hora de vigilar y reprimir todo tipo de oposición, aparte de otro tipo de trabajos, y que tienen cierta influencia política y económica, aparte de que tal o cual líder religioso o político pugna por ganárselos, o a veces, reducir su fuerza-. Aquella represión, que se fue acrecentando a medida que las manifestaciones proseguían durante semanas, y más y más gente se unían a ellas, fue brutal, pero también, como casi siempre, oscura, con docenas de muertos -o más, porque sólo se contabilizaban los de las calles-, detenidos y desaparecidos. Todavía hay presos políticos por aquellos hechos, y otros detenidos y encarcelados a posteriori -tuvieran que ver con aquello o no-, aparte de auténticos desaparecidos de los que, realmente, poco o nada se sabe. Y eso incluye a sus familias, que ya no saben donde buscar, ni a quien acudir.
En ese estado laberíntico y kafkiano se mueve el protagonista, buscando a su hermano desaparecido, como tantos iraníes hicieron, y siguen haciendo, en la realidad. Aunque los protagonistas son imaginarios, la historia es triste y repetitivamente verdadera, y parte importante del material para el guión proviene de fotografías, testimonios y relatos que los autores pudieron encontrar en las distintas redes sociales -Irán, desde hace un tiempo, ha tenido un auténtico boom de blogs, desde los más íntimos, a los más rebeldes, que ayudan más que cien libros a conocer lo que piensa la gente, sobretodo los jóvenes urbanos, en todo el país-. En realidad, antes de ser publicada en forma de libro, o de novela gráfica, como se dice ahora, pudo ser leído precisamente en forma de blog, como si el protagonista publicara imágenes, como si fueran entradas basadas en su propia vida y experiencias.

Dos viñetas de "El paraíso de Zarah", donde se reproducen, por un lado, el hartazgo ciudadano, y por otro, la naturaleza laberíntica, burocrática, kafkiana, del estado iraní.

Los dos jóvenes autores -tal vez tengan treinta y poco, unos diez años menos que Satrapi-, viven exiliados en Estados Unidos, y siempre dan entrevistas por videoconferencia o, en general, por redes sociales, ocultando rostro, nombre y biografía. Reconocen, explican, que el régimen islámico es opresor, e incluso agobiante, pero más débil de lo que parece, y que antes o después, acabará cambiando. Aunque sólo fuera porque no queda más remedio, porque una parte grande, y creciente, de la población, no está dispuesta a soportar el inmovilismo, la represión y el oscurantismo de una población más moderna y abierta de mente de lo que se cree en Occidente, y de lo que están dispuestos a admitir su clase gobernante.

"Una metamorfosis iraní", de Mana Meyestani -como dibujante y guionista", va un poco más allá. Cuando habla de "metamorfosis", parece hacer referencia a la novela corta de Kafka, y así es. Meyestani era un dibujante satírico -dentro de la sátira que se le permitía hacer; en Irán, las publicaciones consideradas "incómodas" son cerradas, y posteriormente "resucitadas" -si es posible- por quienes las llevaban adelante de forma periódica-, que un día, se le ocurrió dibujar una cucaracha, o al menos algo que se le parecía -un insecto de enorme tamaño y capaz de hablar, para entendernos- que decía una palabra muy habitual entre los azeríes o azerbaiyanos, un pueblo de etnia y lengua turcas, muy numeroso en Irán -son casi una cuarta parte, y bastante influyentes; el gran ayatolá Ali Jamenei es azerí- y que, si bien no es especialmente discriminado -al menos, comparados con los kurdos, árabes o beluchis, por ejemplo- tampoco es que estuvieran, en ese momento, ni con la discriminación de su lengua frente al farsi -el persa-, ni con su situación social y económica -tampoco es que el resto de iraníes, debido a las sanciones y la situación interna estuvieran mucho mejor que ellos- lo que se dice muy conformes con el gobierno y el estado. Fantaba, entonces, la chispa que encendiera la mecha, y aquella viñeta, que el autor no recuerda ni por qué dibujó, hizo que los azeríes salieran a protestar a miles, y que lo que empezó como una queja hacia un dibujante, acabó como un problema de orden público. Además, aquello parecía tener un cáriz cada vez mát étnico, y en Irán, el reconocimiento de la diversidad étnica, o existencia de minorías es un tabú nacional.
Así pues, decidieron buscar un chivo expiatorio, y ese fue Meyestani, y en menor medida, el director de la publicación para la que trabajaba. El dibujante acaba, primero señalado, luego despedido, y más tarde juzgado -aunque no queda claro nunca, exactamente, el por qué-, encarcelado y, finalmente, en el exilio. Él acabó, finalmente, recalando en Francia, después de dar media vuelta al mundo, y contando su historia como mejor sabía: por medio de la historieta. Pero no sólo es su historia, sino también la de la situación actual de su país, y en particular, de sus cárceles, la censura, y el sistema judicial.

El autor, escribiendo una historia que crecía al igual que la suya, porque eran la misma.


"Una chica vuelve a casa sola de noche". Un western contemporáneo, en una ciudad imaginaria, con vampiros iraníes. ¿Queréis más originalidad?

Esta sí que es una obra original, o al menos, muy particular. Se trata de un largometraje, basado en un corto del mismo título, y que cuenta con un cómic paralelo realizado por la directora y guionista de la película, con el dibujo de Michael Deweese, protagonizada -realizada en su conjunto, realmente- por lo que podría llamarse "el Irán exterior": exiliados o emigrados económicos, o hijos suyos, criados o nacidos en Estados Unidos o, en el caso de la "madre" de todo el invento, en Gran Bretaña. Rodada en California, pero en farsi; con protagonistas de origen iraní, supuestamente ambienado en una decadente y siniestra ciudad de ese país, pero con nombre inglés, Bad City, y donde la cultura persa y la anglosajona -y occidental en general- se entremezclan sin, en ningún momento, negarse o imponerse. Dicho de otro modo: para ser modernos, no hace falta que los iraníes renieguen de su cultura a favor de la occidental, pero estar orgullosos de ella, no significa cerrarse a todo lo que pueda aportarles Occidente, o cualquier otra civilización.
Ana Lily Amirpour. Ese es el nombre de la productora, directora, guionista y autora del cómic, además de la persona que seleccionó tanto a los actores -el casting, vamos- y las canciones de la banda sonora, que aquí es casi un personaje más de la historia. Británica de nacimiento, irani de origen y norteamericana de adopción, además de perfectamente bilingüe, admiradora del cine negro, el de artes marciales, y David Lynch. y un ejemplo de lo que puede considerarse fusión cultural personificada en un solo individuo. Cine alternativo, pero al mismo tiempo atractivo, con clara influencia -lo he leído en más de una web de cine, pero tras ver las partes que he podido de la película, pude ver que era cierto por mí mismo- de Jim Jarmusch. En particular, su "Dead man", otro western heterodoxo en blanco y negro.


El cartel en español de la película, y un póster de presentación en inglés.

En blanco y negro, filmada originalmente en farsi, contando la historia de una vampira con chador, que se mueve como un fantasma -lo que la mujer debería ser, según piensan en Irán los "guardianes de la virtud"- por una ciudad moribunda, poblada por prostitutas, proxenetas, delincuentes, drogadictos y pobres diablos que nadie sabe bien por qué no se han marchado ya, acaba siendo, al tiempo, fantasía, horror y amor, una vez que la joven bebedora de sangra acabe dudando de sí misma cuando encuentra, después de una eternidad, alguien que, aún sabiendo lo que es,  y contra toda lógica, la ama.

A Girl Walks Home Alone at Night 4
Sheila Vand, que da vida a la "no muerta", que busca sangre en la imaginaria ciudad de Bad City.

La autora también realizó el guión de un cómic, con dibujo de Michael Deweese,  como acompañamiento de la película en DVD. En blanco y negro, como ésta, aquí el personaje resulta más amoral y siniestro. Más vampírico, si es que los vampiros tienen una determinada personalidad, y no la que cada cual quiera darle.

Verla en Europa se hizo difícil. En España, todavía más, aunque ahora mismo, resulta fácil comprarla en DVD o semejantes. O verla en internet. De todas formas, es, ante todo, una obra tan curiosa y original como entretenida, pues si bien es una película tan alternativa que no acaba de sonar exactamente a nada -y al tiempo, a tantas cosas-, al tiempo, es lo suficientemente inteligible que resulta -si el espectador está dispuesto a acompañar a sus protagonistas en tan extraño viaje- relativamente sencilla de comprender. Y desde luego, de apreciar.
Y aquí abajo, finalmente, un trailer subtitulado al español, en farsi en original: