Marjane Satrapi, la creadora de (la otra) Persépolis.
La autora de cómic superventas que vino de Oriente.
Autobiografia en viñetas. Una visión del Irán, y de los iraníes, en la actualidad.
Hace poco que hablé de Persépolis, la capital palaciega, y una de las capitales y ciudades principales del Imperio Persa Aqueménida, el primer gran estado persa -con permiso del Imperio Medo, si bien éste se extendió sólo por parte del actual Irán étnicamente persa, mientras que parte de su base territorial estaba en el actual Kurdistán-. Sin embargo, cuando se busca la palabra "Persépolis" en google, y en casi cualquier otro buscador -tampoco es que me haya entretenido mucho en comprobarlo, la verdad-, siempre aparecen una mayor cantidad de imágenes, no de las ruinas, o de la reconstrucción hecha por arqueólogos, historiadores o artistas, de la antigua capital persa, sino de una obra de cómic. Realizada, eso sí, por una iraní: Marjane Satrapi.


La autora, con uno de sus vicios declarados: el tabaco, y sin importarle mucho, que digamos, lo que puedan decir los "bienpensantes".
Dos imágenes, del cómic -arriba- y la película -abajo- de "Persépolis".
Bien, sin más preámbulos, se podría decir que Satrapi es la autora -dibujante y guionista- más importante que ha dado Irán, aunque no la única. De eso, ya se hablará más adelante. Su obra principal, "Persépolis", no deja de ser, básicamente, una autobiografía contada no por medio de una novela, o una serie de ellas -a lo Amélie Nothomb- , o una película, sino del cómic -algo más habitual en Japón-. Y su vida, lo que fue sucediendo tanto a ella como a su familia, y en sentido amplio, a su pueblo, a su país, es lo que reflejan sus viñetas.
Satrapi hace un retrato del Teherán inmediatamente posterior a la Revolución Islámica, y la expulsión del sha.
El trailer de "Persépolis", en español.
Marjane estudió en el Liceo Francés -donde aprendió dicha lengua, que luego tanto le serviría en el exilio-, hasta que los islamistas prohibieron los colegios bilingües -en principio, la única lengua extranjera que podía, y hasta debía aprenderse, era el árabe, mientras que las occidentales, sobretodo el inglés, pero también el francés, se hacían cada vez más difícil de aprender-. Aquello fue sólo el principio de lo que llegó después: tras el primer gobierno revolucionario, donde comunistas y liberales intentaron gobernar junto a los islamistas, vino una república teocrática, aislacionista -y aislada, aunque la toma de rehenes en la embajada norteamericana no ayudó mucho-, xenófoba, y donde el velo negro se hizo omnipresente entre la población femenina, niñas incluidas. Toda aquella generación de jóvenes de entre veintipocos y poco más de cuarenta años, que soñaba con un Irán democrático, moderno y abierto al mundo -generación en la que estaba incluida la familia Satrapi- debieron comprobar, desilusionados, como se pasaba de una autocracia monárquica, a un régimen teocrático intolerante y opresivo. Y después, de todo aquello, lo peor: los ocho años (1980-1988) de guerra contra Irak, con cientos de miles de muertos, que algunos creen que llegaron casi al millón, aparte de los iraquíes, que también fueron muchísimos. La guerra podría haber hundido al régimen -de haberla perdido-, pero al quedar en tablas, más bien se vio como una victoria contra el exterior, teniendo en cuenta el apoyo, nada oculto, de Occidente al dictador Sadam Hussein -que luego, ya se arrepentirían, ya-.
Así pues, su familia la envió a estudiar a Austria, al liceo francés de Viena (1984), para que pudiera seguir practicando la lengua francesa, y completar sus estudios en un país democrático y laico. Allá, se encontró, con apenas catorce años, casi sola, y reconoce, en su propia obra, que lo pasó bastante mal, y que acabó probando con las drogas blandas, aunque enseguida se olvidó de ellas. Sufrió una mezcla de sentimiento de libertad, que no tenía nada que ver con la tiranía islamista, y de sentirse extraña en un país poco acostumbrado a recibir inmigración, a no ser como mano de obra temporal, y que no iba allá a estudiar, precisamente. Tras retornar a Irán para estudiar bellas artes, finalmente pudo marchar a Francia, donde acabó por asentarse. Y, tras estudiar artes decorativas en Estrasburgo, es en París donde vive desde ese momento.
En París conocería al dibujante y guionista David B. -Christopher Blain-, que se especializó en cómic autobiográfico -una de sus obras más conocidas sería "Epiléptico", donde habla de dicho mal que afectaba a su hermano-, que le aconsejó que contara su vida mediante el cómic. Marjane no era, o es, lo que se dice una virtuosa del dibujo, pero sabía explicar su historia, y cualquier historia, con una facilidad tremenda, y conseguía atrapar, con su sencillez, al lector que decide conocerla a ella, a su familia, su pueblo, y a cualquier otro personaje, masculino o femenino, a quién decide dar voz. Porque, aún tratándose a veces de personajes imaginarios, nos da la impresión de que no es así, de que se trata de seres anónimos que, por fin, tienen la posibilidad de contar su vida, y hasta su muerte, a todo el que quiera escuchar.

El cartel de la película, y una imagen de esta, donde Marjane Satrapi sería co-directora, junto a Vincent Paronnaud.
"Pollo con ciruelas", que luego pasaría al cine, y con un músico que ha perdido las ganas de vivir como protagonista.
El cartel de la película, y una imagen de esta, donde Marjane Satrapi sería co-directora, junto a Vincent Paronnaud.
La obra resultante, "Persépolis", salió al mercado, en principio, en cuatro volúmenes, pero al poco de salir el cuarto, se fue vendiendo en un sólo tomo autoconclusivo, que ha tenido numerosas ediciones con el paso de los años, y que fue traducido a varios idiomas. Logró gran éxito de crítica, y también de público -probablemente, más de lo que Marjane nunca pudo imaginar-, y sirvió para conocer los entresijos, más que del régimen islamista iraní en sí mismo, de la sociedad, y de los distintos personajes que la forman.
En 2007, Vincent Paronnaud, y ella misma, realizaron un largometraje del mismo título y que, básicamente, se nos cuenta la historia de forma más resumida, y que conseguiría el Premio de la Crítica de Cannes en 2007. Es una producción en blanco y negro -como el cómic original-, aparentemente, también, con una animación muy sencilla, pero desde el primer momento, al estar contada en primera persona, parece que estamos viendo la vida de la protagonista transcurrir, de forma intensa, realista y mágica, hasta que, sin darnos cuenta, acaba, dejando con ganas al espectador de saber más. ¿Qué es, actualmente, de la protagonista, que sabemos que es una persona real? ¿Y de su familia? ¿Y del Irán de los ayatolás? En los últimos tiempos, el país ha sufrido las sanciones internacionales, por su programa nuclear, aparentemente pacífico, pero que resultaba difícil no creer que no persiguiera el conseguir una bomba atómica. Pero el cambio político en la dirección del país, aparentemente, podría hacer que todo cambiara de forma radical. Tal vez habrá que esperar años, pero es posible que Irán pueda conseguir, con el desarrollo económico, y una mejora en las condiciones sociales de gran parte de la población, que tras ello, también venga el cambio político, aunque no sea de forma revolucionaria, sino por etapas. Según muchos jóvenes -y no tan jóvenes- del país, los cambios podrían venir, al menos en parte, por una solución biológica: los "padres de la revolución", tanto religiosos como políticos o militares, simplemente, se irán muriendo poco a poco.

"Bordados", o una historia de mujeres persas -muchas de ellas, familia de la misma autora-.
Tras "Persépolis", una carrera que no parece que tenga un fin próximo.
En 2003, publicó "Bordados", donde el protagonismo se lo da a las mujeres iraníes, sobretodo a las de la machacada clase media más o menos laica, liberal, con deseos de viajar, conocer y ser conocida, que ha sido tan diezmada por la guerra, la represión y, sobretodo, la emigración masiva, utilizando a parte de su familia -la parte femenina, más bien- para dar a estas mujeres no sólo voz, sino también nombre y rostro. Con él, consiguió ser nominada al mejor álbum en el Festival de Cómic de Angulema (2004).
En 2006, lo consiguió ganar, con "Pollo con ciruelas". Esta sería una historia en la que, a diferencia de las otras, tendría un protagonista masculino. Se trataría de un músico, Nasser Alí, que, tras su tar -un instrumento de cuerda iraní, parecido a un laúd-, y no conseguir otro que lo sustituya a su gusto, acaba por dejarse morir. Según cuenta la autora -aunque esto no está demasiado claro si es cierto o no-, el músico era pariente suyo.
"El suspiro", que más bien sería una especie de cuento oriental, sobre un padre comerciante que intenta dar a sus hijas todo lo que ellas le pidan, sería su última obra plenamente adulta, también ha ilustrado cuentos infantiles, como "Adjar", y sobretodo, "Los monstruos tienen miedo de la luna", un relato fantástico que está por encima de diferencias culturales, pues podría agradar a cualquier niño.
Una ilustración de "Los monstruos tienen miedo de la Luna", y el por qué de su tamaño.
El trailer de "Pollo con ciruelas".
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