sábado, 20 de octubre de 2012

La ciencia-ficción francesa ( II ) El cine en los 70 y 80.

Continuación sobre el cine de CF galo, incluyendo el de animación.


Bien, ya iba siendo hora de finalizar la temática sobre el cine francés de CF, dejando un tanto claro un detalle: qué es CF -en un sentido amplio-, y que no. Porque hay cine que se puede considerar, básicamente, como de fantasía o terror, y otro que entraría de una forma más clara en el género que nos ocupa. Aunque esto, no siempre es tan fácil 
¿Sería "Vidocq", de Pitof, CF? Personalmente, creo que no. Se le podría considerar una cinta que mezcla el thriller con la fantasía, y un poco de terror folletinesco -muy francés, por otro lado-, dentro de una ambientación histórica -el París revolucionario de 1830, cuando se expulsó al rey Carlos X, el último borbón francés-, pero no, en mi modesta opinión, como de ciencia-ficción propiamente dicha, por muy elástica que, en ocasiones, pueda resultar esta etiqueta. ¿Se podría considerar "La ciudad de los niños perdidos?", de Jeunet y Caro como tal? Es difícil de decir. Se podría decir, erróneamente, que es una película infantil. Pero aunque así fuera, ¿es que acaso el cine dedicado a los niños no puede formar parte de un género en sí mismo? Tal vez, dicha película tenga influencias del steampunk, pero, más bien, debería considerarse un film de fantasía. Aunque pueda equivocarme. Lo mismo podría decirse de "El pacto de los lobos"? En este caso, lo veo un poco más claro: básicamente, sería una película de acción, con tintes históricos y terroríficos. Con mucha fantasía e imaginación, eso sí, pero eso no significa que sea, ni mucho menos, ciencia-ficción.
Por otro lado, también incluyo un par de películas de animación, pues en Francia, ya en los 70, se consideraba que se podía hacer cine de animación -o sea, dibujos animados- sin necesidad que estuviera dedicado, exclusivamente, al público infantil. Además, era una forma más barata, y con gran capacidad de desarrollar mundos imaginarios y complejos, para realizar películas de género CF.
Así pues, coloco aquí esta pequeña lista. Con toda seguridad, estará incompleta, pero es a partir de los 70 cuando el género tiene más vida, tanto en Francia, como en EEUU y en otros países, así que, en principio, es más lógico no incluir todos los títulos que puedan venir a la mente.


FRANCIA, SOCIEDAD ANÓNIMA (1973, PERO ESTRENADA EN 1974).

Fue el primer film de Alain Corneau. La historia consiste en que un hombre del pasado es "resucitado", o vuelto a la vida, en un centro científico, en el año 2.222 -curioso número, éste-. En su momento, en los años 70 del siglo XX, fue un hombre famoso, y, repentinamente, vuelve a serlo, así que un número indeterminado de periodistas invisibles lo entrevistan para conocer la época de la que proviene.

El cartel de la película, en francés.

Entonces, descubrimos la naturaleza y el origen del personaje en cuestión. Se trata de un antiguo narcotraficante, uno de los más importantes del mundo, que se queda, literalmente sin negocio, cuando el estado decide legalizar la producción y venta de todo tipo de drogas, en parte para acabar con la violencia y marginalidad que provocaba -supuestamente- si ilegalización. Y en parte, aunque hipócritamente se quisiera negar, para beneficio económico del estado, debido a los enormes ingresos que conseguiría mediante impuestos a estos nuevos "respetables empresarios".
Nuestro hombre, entonces, desengañado con un estado al que, realmente, combatía mediante la delincuencia  
-o, por lo menos, desobedecía sus leyes y reglas-, decide unirse a un -poco creíble, ciertamente- grupo entre guerrillero urbano y terrorista de adictos defensores de un "consumo popular y libre", y contrario a las grandes multinacionales, ahora legales -y empresas cercanas a un gobierno que las considera pilar de la nueva economía- que controlan el mercado de producción y venta de estupefacientes.

Un mitin político del grupo de adictos-combatientes.

Tampoco mucho más que añadir, excepto que, en los 70, tanto en Europa como en América, hubo muchos intentos de romper las reglas de lo que se podía, y no se podía -y cómo- en el cine. No deja de ser una película que da de pensar. A veces se podría suponer -bien o mal; eso, cada uno es libre de hacerlo como quiera- que se considera el consumo de drogas,  y no sólo las blandas, tipo marihuana, como algo mucho menos serio de lo que realmente es. Pero, en la práctica, se puede considerar que la crítica es otro, y tiene un destino distinto: la capacidad del Estado para conseguir ingresos de la forma más impresentable posible; el cómo crimen y Estado son capaces de no sólo convivir, sino de aliarse para conseguir beneficio para ambos -esto no es tan increíble; sólo hay que ver la capacidad de introducirse de todos los grupos mafiosos organizados en la administración pública, justicia y policía incluidas-; y el que, a la hora de la verdad, cualquier cosa, droga incluida, puede llegar a ser -y a ser considerada- como una mercadería más para ser comprada y vendida al por mayor.


EL PLANETA SALVAJE (1973).

Esta es una de las primeras películas de imaginación que podríamos considerar, realmente, como adultas -aunque un niño de cierta edad, o al menos un adolescente, también podría verla y comprenderla sin problemas-. Y además, de género.
El responsable de todo ello fue René Laloux, uno de los padres de la animación moderna en Francia, a partir de una novela del también francés Stefan Wul (seudónimo de Pierre Pairault): "Oms en série". Y contaba con la ayuda de Roland Topor, uno de los miembros del movimiento teatral conocido como "Grupo pánico", junto al español Fernando Arrabal, y el chileno Alejandro Jodorowsky.
Su deseo era aprovechar el dibujo animado para contar una fábula de CF, donde el ser humano no fuera el rey de la creación, y la especie dominante en el planeta, sino un ser pequeño e indefenso, tratado como una mascota -cuando no, simplemente, exterminado, por ser considerado una plaga dañina-, por otros seres, los Draag, que aquí ocupan el papel de "cúspide de la evolución".
El origen de la co-existencia, nada pacífica, y aún menos justa, entre ambas especies es sencillo: realmente, los humanos no viven en la Tierra, fueron encontrados allá por los Draag, un pueblo tecnológica, cultural y éticamente avanzados -ética que no les impide tratar a la otra especie inteligente como simples animalillos, poco menos que de la misma forma que nosotros tratamos a las distintas especies de roedores, sean estas silvestres o domésticas-, que los encontraron en su mundo natal, la Tierra, sobreviviendo en un ambiente de devastación post-apocalíptico. Se da a entender en la película -más o menos a medio metraje, para informarnos un poco mejor del origen de los humanos- que nuestro mundo ha sido destruido por una mezcla de guerras y contaminación, y que los humanos supervivientes son pocos y dispersos. En nuestro planeta, los Draggs encuentran restos de una antigua civilización, pero parecen negarse a creer que los pequeños seres salvajes y antropomorfos que encuentran allá son los descendientes degenerados de los que crearon dicha civilización. Se trata de una auténtica negación de la "humanidad" -en este caso, del raciocinio, de la capacidad de pensar y sentir como seres racionales- del otro. Tal como, sin ir más lejos, se actuaba en todo el mundo con los esclavos. Negándoles la humanidad, aunque se viera a primera vista que disfrutaban de ella igual que sus supuestamente civilizados amos, se les negaba cualquier tipo de derechos. Y, de la misma forma, también se intentaba evitar cualquier duda, arrepentimiento o empatía con los que, en la práctica, no son más que animales con aspecto humano. Comportamiento que también se repite -todavía más, si cabe- cuando se quiere eliminar a individuos, o a pueblos enteros, por no considerarlos iguales; por no ser realmente humanos.

Lo que queda de la humanidad, reducida a mascotas de una especie aparentemente superpoderosa.

No me extenderé demasiado sobre la historia, porque es mejor verla. Explicar que algunos de estos humanos son como mascotas, lo que a veces comporta que algunos mueran debido al maltrato, sobretodo de los niños. Pero el protagonista, Terr -que parece decir "terrícola", pero también "terrible"- consigue conocimientos mayores de lo normal en un humano -incluido el saber leer y escribir- mediante una especie de diadema que los Dragg niños utilizan para aprender sin esfuerzo, pues no tienen libros.
Una vez que conoce desde el interior la sociedad de la especie dominante, y tras haber conseguido adquirir conocimientos con los que ningún humano había contado en generaciones, decide huir, y unirse a sus hermanos de especie que viven el precaria libertad -como animales salvajes, que es como se les considera-. Tras unirse a una tribu libre, que es diezmada por la fauna del planeta -como ya dije, no es la Tierra, y allá, los humanos, no dejan de ser una "especie invasora", introducida artificialmente, y en parte "asilvestrada" como hicieron los europeos con animales y plantas en América y Oceanía. Después de la huida, tiene contacto con otra tribu, considerada de bandidos -o más belicosa, según se mire-, de la que acaba siendo líder. En pocas palabras más: los humanos consiguen algo parecido a una rebelión de esclavos, que en parte es aplastada -se decide una especie de "solución final", o exterminio, de todo humano libre-, hasta que, finalmente, los Draggs más moderados llegan a la conclusión de que se las están viendo con una especie diferente, y si firman la paz con ellos, y deciden que es mejor la convivencia que la esclavitud o la violencia, es, en la práctica, porque consiguen ver en ellos a unos iguales, otros seres pensantes.
Evidentemente, esta es una fábula animada sobre la convivencia, la intolerancia, y la ridiculez de la violencia por diferencias raciales, culturales, etc. Y más, cuando, finalmente, unos y otros se dan cuenta de que el convivir es el mejor camino -sobretodo, los Draggs, que son la especie dominante; los humanos, en principio, no buscaban la lucha por la lucha, sino el combatir por conseguir la libertad-.

 
Los niños draggs, jugando con sus mascotas humanas.

La animación es un tanto "primitiva", y más, si la comparamos con cualquier película animada actual, tanto norteamericana, como japonesa o europea. Pero el color, y la imaginación de los paisajes y los animales, supera mucho lo que se podía ver en la CF norteamericana. Sobretodo, porque se buscaba, dentro de la fantasía, cierto realismo "naturista" y pictórico; que pensáramos que el planeta imaginario que se nos presenta, hasta cierto punto, sería posible. La película es, de todos formas, una co-producción con la antigua Checoslovaquia -no en cuestión de guión o personajes, ni de las voces, porque el original es en francés, pero sí en el trabajo de animación, que fue casi artesanal -no es que no hubiera programas informáticos en aquella época para este trabajo; es que, incluso comparando con otros países, Checoslovaquia tenía unos profesionales implicados, pero que hacía mucho que no sabían de adelantos tecnológicos. Todo eso no impide que, a no ser que estemos demasiado acostumbrados a un solo tipo de animación -la actual, tanto norteamericana como nipona-, que, aún hoy, no deje de resultar llamativa y fascinante. Por algo ganó en el mismo año 1973, el premio especial del público del Festival de Cannes.
Respecto a la influencia de Topor -que tiene que ser lógicamente grande, al tratarse del dibujante-, se nota por cierto aire entre surrealista y onírico.
Encontrar la película en español, hasta no hace muchos años, no era posible, pero hace poco que, según he podido leer, salió al mercado en España -doblado y subtitulado-, y en México -al menos, con subtítulos-. En internet, también se le puede encontrar, al menos, en versión original con subtítulos al español, dividido en varias partes. De todas formas, no es una película larga -algo más de una hora-, así que tampoco se puede hacer demasiado pesada. Eso sí, si tenemos en cuenta la época, podremos ver en ella una obra rupturista y con deseo de dar una forma alternativa a la animación, de género y más adulta.


LOS AMOS DEL TIEMPO (1982).

De nuevo, una película de animación; de nuevo también, con dirección y guión de René Laloux (aunque con la inestimable ayuda, sobretodo en cuestión del dibujo, pero también en la adaptación de la novela en la que se basa, del genial y ya legendario Moebius); y sí, también, de nuevo, a partir de una obra -"El huerfano de Perdido", que es el nombre del planeta donde transcurre la historia- de Stefan Wul -que, al contrario de lo que se podría pensar, apenas pasó de una decena de obras, a pesar de la enorme influencia posterior de ésta-.
La historia, realmente, es de los más simple. Un niño, Piel, es el único superviviente del accidente de una nave espacial en un mundo prácticamente desconocido por los humanos, en lo que se llamaría "el espacio no explorado", y que recibe el nombre de "Perdido". Más claro agua, el niño está también perdido, rodeado de una fauna y una flora increíbles, surrealistas -al fin y al cabo, extraterrestres, extrañas a los humanos-, y tiene trabajo de sobra para sobrevivir. Pero también cuenta con una máquina, una especie de walkie-talkie mezclado con aparato de radioaficionado, pero en versión futurista. Con él, logra, a base de probar, o de jugar, contactar con Jaffar, antiguo amigo de su difunto padre, y capitán de una nave espacial. Y él y su tripulación intentarán ir a ese planeta olvidado, para salvar al niño.
Aparentemente, no debería resultar tan difícil, pero es que este mundo ha sido elegido por una extraña raza de seres sin rostro y aspecto angélico -que no angelical- para ser colonizado. Una especie donde el individualismo, incluso la individualidad no existen, y actual todos a una, como células de un ser sub-dividido en otros seres menores, que no son capaces de actuar de forma independiente.
Así pues, a los peligros de un planeta tan salvaje como el que comenté anteriormente, los protagonistas humanos se las tendrán que ver con una gente que, erróneamente, podríamos considerar malvados, pero que, realmente, sólo son diferentes. Extraordinaria y terriblemente diferentes, lo cual hace harto difícil, quizá imposible, el entendimiento mutuo, aunque sea mínimo.

Los protagonistas de la película -aparentando una portada de álbum de cómic europeo, aunque éste nunca se llegó a realizar.

La influencia de Moebius, es enorme. Sus dibujos son de lo más representativo, y se ve, sobretodo, en los paisajes de extrema imaginación onírica, y en un par de pequeños seres que acompañan al capitán Jaffar y sus amigos humanos, que aparentan ser una especie de "robots blandos", construidos, no con metales, sino con algún tipo de plástico flexible, y que además son telépatas, aunque su auténtica naturaleza nunca nos es explicada claramente. Como ocurre, por otra parte, con gran parte de la obra de CF, o de fantaciencia, de Jean Giraud -el nombre real de Moebius-.

Los seres sin rostro ni personalidad propia, que desean colonizar Perdido.

[3200382901_5919677bf7.jpg]
Los "moebianos" seres telépatas, de cuya "robocidad" tengo dudas.


VIVA LA VIDA (1984).

En este caso, no es que tratemos de una obra maestra, sino, más bien, de una alternativa. O, al menos, atrevida, aunque no sea con la mejor suerte. El director y guionista de esta película, Claude Lelouch, siempre gustó del cine alternativo -que en Francia, donde agrada tanto el llamado cine de autor, aunque en no pocas ocasiones simplemente para aparentar intelectualismo, muchas veces de pega-, esta supuesta "alternatividad", tal vez no lo sea tanto.
Resumiendo, la historia consisten en que dos personas, el empresario Michel Perrín,y la actriz Sarah Gaucher, desaparecen misteriosamente, el mismo día y a la misma hora, para aparecer poco después, aparentemente, sin hacer sufrido mal o accidente alguno, y sin recordar nada de lo que ha sucedido. Curiosamente, y exactamente un año después de ese extraño hecho, vuelven a desaparecer, y a aparecer de nuevo, lo que hace que las respectivas parejas de estas dos personas, que aseguran no conocerse de nada, se preguntan si no hay algo más detrás de todo aquello.

Viva la vie!
El cartel de la película.

Y sí que resulta que lo hay. Nada menos, que el mensaje de unos extraterrestres, que, por medio de dos humanos, y con el poder de lanzar sus mensajes a través del sueño -y con un hiperrealismo que puede ser terrible-, intentan convencer -o más bien, forzar, en vista de que los humanos son bastante tozudos- de los peligros del armamento atómico, que amenaza con destruir el planeta.
La película recibió bastantes críticas, argumentándose que era "loca y salvaje" y que, si bien no era en absoluto criticable que el autor quisiera hacer con ella crítica a la guerra fría y al peligro nuclear, aquella se hacía de la forma más simple, "sin ton ni son".
Un dato curioso, es que, al principio de la película, y antes de que se pudieran ver a los actores en acción, el mismo director y guionista pedía a la gente que no contaran la historia, ni aún menos el final de ésta, una vez que salieran del cine. Quien quisiera saber cómo acababa, que fuera a verla a la sala. En principio, porque así, podrían verla sin prejuicios, sin tener en cuenta lo que otros hubieran contado sobre ella. En principio, también, y aunque él no lo dijera, porque así habría más gente dispuesta a pagar la entrada. ¿O no?

GANDAHAR (1988).

De nuevo, una película de animación. Y sí, ¡de nuevo René Laloux! -no, Laloux no es el único productor, guionista, y en resumidas cuentas, autor de animación adulta en Francia; pero a veces, realmente lo parece-. En este caso, no se basaba en una historia de Wul -tampoco tenía tantas, el pobre hombre-, y en este caso, la expresión "fantaciencia" tiene más sentido que en las otras dos, pues la fantasía está por delante de la CF propiamente dicha. Pero tratándose de un planeta lejano y extraño, hasta cierto punto, esta última etiqueta también vale. En esta ocasión, la obra que sirve de inspiración es del novelista Jean-Pierre Andrevon, cuyo título original era "Los hombres-máquina contra Gandahar" -no Kandahar, la ciudad afgana, aunque no sería raro que el autor se inspirara en tan lejano y exótico lugar-. Respecto al dibujante, en lugar de Topor o Moebius, en este caso, contaría con la colaboración de Philippe Caza, otro miembro importante del grupo de autores fundadores de la revista "Metal Hurland". El subtítulo, o etiqueta, de la película, era "Los años luz", y a partir de ahí se hizo la traducción al inglés, "Light years", obviando el original.

El cartel, con su título en inglés.

La historia se centra en el personaje de Sylvain, un humano que se encuentra en el planeta Gandahar de paso -o sea, que, como quién dice, pasaba por allí-, y se enamora de una joven del lugar, Airelle, sin importarle un detalle tan aparentemente nimio como que la chica es de piel y cabellos azules. Es de suponer que, en un lejano futuro, el problema del racismo, definitivamente, ha desaparecido, así que un detalle como ese no debería tenerse en cuenta a la hora de enamorarse. Hasta ahí, muy bien. Y lo mismo cuando, de nuevo Laloux -en parte basándose en la obra de Andrevon, y en parte improvisando- crea un nuevo mundo de fantasía, lleno de seres a cual más extraño.
Ahora bien, no todo podía ser tan bonito, y unos hombres-máquina -o más bien, hombres metálicos, o mecánicos, pues su apariencia no correspondería a la de los robots clásicos del cine más antiguo, o del cómic más infantil- destruyen los pueblos, eliminando a la población, transformándola en piedra, con la ayuda de un extraño rayo, y llevándose las estatuas resultantes a su guarida, no se sabe bien -en ese momento- por qué.
Los hombres máquina, con su siniestro botín.

Los protagonistas, por tanto deciden luchar contra la amenaza, a la que ningún ejército puede hacer frente, llegando a la ciudad de estos hombres- máquina, para escapar a una isla donde vive un extraño ser: un cerebro gigante, con el que es posible comunicarse mediante telepatía, conocido como Metamorphis. Por medio de él, el protagonista descubre que éste es un experimento de los sabios de Gandahar, que fue abandonado al considerarlo inestable -o simplemente, monstruoso- y que, si bien en ese momento no es peligroso, mil años después, es capaz de saber que será malvado, que creará a los seres máquinas, y que serán un ejército que viajará al pasado para transformar a los habitantes del planeta en futuras células, una especie de alimento para el cerebro. Pero como éste, que en ese momento no es malvado, no desea que todo acabe así, con el exterminio de la población, manda al héroe al futuro, con un veneno que lo mataría en esa época -en el pasado, parece, que no sería efectiva-, podría salvar a los gandaharianos -que dejarían de ser de piedra, y que han llegado allá por medio de una especie de túnel del tiempo- y, finalmente, podrían viajar al pasado, a su época, para encontrarse con el resto de su gente. Y Sylvain, claro está, con Airelle.
Esta historia no tuvo tanto éxito como "El planeta salvaje", o "Los amos del tiempo", pero, aún así, Laloux seguía siendo uno de los portaestandartes de la animación adulta. Aún así, después de esta película, y de "La prisionera", apenas pudo hacer nada más. Básicamente, por falta de financiación. De todas formas, Laloux, que merecería un especial, fue uno de los padres de la CF cinematográfica moderna, tanto en Francia, como en toda Europa.

Imagen
El parecido de los hombres-máquina, sin piedad ni alma, con las SS no es casual.

Por último, decir que el novelista escribió más relatos sobre Gandahar, que se ha ido transformando, con el paso de los años, y la ayuda de internet, en un mundo de fantasía con bastantes seguidores.
Aquí, el enlace con una web sobre Gandahar -y no sólo de la película-. Está en francés, pero muchos navegadores -imagino, al menos, sí el Chrome-, permiten la traducción, más que aceptable.


Bien, cierto es que prometí que, en esta entrada, acabaría con el cine, incluyendo la animación, hasta nuestros días. Pero como todavía tenía cuatro o cinco películas -ya veré cuantas- en el tintero, para no hacerlo demasiado largo -y porque no me apetecía, la verdad, pues no me agradan las entradas demasiado largas-, dejo la tercera parte para muy pronto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario