sábado, 30 de enero de 2016

Los prerrafaelitas (XXX): Philip Hermógenes Calderón; influencias sobre un británico de orígenes latinos.

Sin ser considerado un auténtico prerrafaelita, recibió su influencia desde que llegó a Gran Bretaña.


Francés de origen español, británico de adopción, influencias prerrafaelitas, y con su propia hermandad artística.

Estamos aquí ante un personaje un tanto curioso, poco conocido fuera de Gran Bretaña, apenas fuera de ella, que nunca fue lo que se diría un artista de primer orden, pero que consiguió hacerse un hueco, artístico y económico -de algo había que vivir- en el panorama pictórico de su país de adopción. No se le puede considerar un prerrafaelita principal, entre otras cosas, porque si bien parte de su obra lo es, más adelante pasaría a ser un pintor historicista y, sobretodo, buen retratista, que es lo que daba más dinero, cuando los grandes cuadros -por temática, tamaño, esfuerzo- no conseguían el reconocimiento suficiente.
Philip Hermógenes Calderón, para empezar, destaca por su nombre. Casi por fuerza, debería tener orígenes españoles, o al menos, hispanos, y así fue. Nació en 1833 en Poitiers, en Francia, hijo de Juan Calderón, que ya de por sí era todo un personaje, y de una vasca francesa. Juan Calderón fue un ex-fraile franciscano, además de gramático y experto en la vida y obra de Cervantes, que vio cambiar su forma de ver el mundo tras conocer la obra de los enciclopedistas franceses, y conocer el deísmo, o sea, el creer en Dios sin necesidad de religion de por medio. Aprendió francés, y a pesar de haber luchado en la Guerra de la Independencia contra el invasor, precisamente, de Francia, y de haber participado en la vida política de la Junta de Cádiz -un gobierno alternativo al de José Bonaparte, rey impuesto por Napoleón-, el autoritarismo -más bien tiranía- de Fernando VII, y el haber sufrido al menos un atentado por sus ideas liberales, hizo emigrara, precisamente, al pais que años antes combatió. En 1823, tras ese atentado, fue al país vecino, abandonó los hábitos, trabajó de zapatero, se casó con una francesa de origen vasco, se combirtió al protestantismo, y tuvo un único hijo: el pintor del que aquí se habla. Más tarde, decidió marchar a Gran Bretaña, donde fue bien conocido por los exiliados españoles, y donde formó parte de la iglesia anglicana, además de estudiar y publicar distintas obras basadas en El Quijote, y la vida y textos de Cervantes.
Con un padre así, es normal que Philip H. Calderón no tuviera problemas en integrarse en un país que no era el suyo ni de nacimiento, ni de origen, porque estaba acostumbrado a la diversidad de lenguas e influencias culturales.


"Promesas rotas", de 1856, fue pintada por Calderón en tiempos en que los miembros fundadores de la Hermandad estaban iniciando su revolución, todavía como alumnos, en la Royal Academy. Calderón no estudió allá, pero los conocía, aceptó sus influencias y sus nuevos puntos de vista enseguida, y pintó a esta joven que acaba de descubrir que su prometido le es infiel dando tanta importancia al reflejar de forma realista y bella la naturaleza, como lo que ella debió sentir en caso de haber existido realmente.

A Spanish Lady
"Una dama española" (1855). Mucho o poco, Calderón no debió olvidar su origen español. Su padre fue un poco de todo: religioso, político, defensor del estado liberal, intelectual y estudioso de Cervantes y su obra. Por fuerza, tuvo que hablar a su hijo no sólo de su vida y aventuras, sino también de su país.

The Queen of the Tournament
"La reina del torneo" (1874), es uno de sus cuadros de temática histórica. O al menos, ambientado en un momento histórico, la Baja Edad Media, muy anterior a su época.

File:Philip Hermogenes Calderon - Ruth and Naomi.jpg
"Ruth y Noemí" (1886). En principio, sería un cuadro de temática bíblica, pero quizá sea algo más. Simeon Solomon también trató el tema, dando por sentado que la relación de ambas mujeres era algo más que amistad y camaradería. Más bien, un amor lésbico sólo parcialmente oculto, posteriormente, por la iglesia.

Empezó estudiando ingeniería -al contrario que muchos contemporáneos suyos, que comenzaron con la pintura desde la adolescencia o, incluso, la infancia-, pero pronto se dio cuenta que aquello no era lo suyo, y tras interesarse por diagramas, y por dibujar figuras técnicas, acabó dedicándose al arte. Desde un primer momento se dejó influir por los prerrafaelitas, que eran más o menos de su edad, sobretodo por Millais, aunque le dio, tal vez, más importancia al detalle que a la luz, aunque su obra, en principio, aunque tuviera su personalidad propia, no dejaba de ser, básicamente, prerrafaelita de la primera hornada, de los que empezaron con el movimiento en las décadas de los 60 y 70 del XIX.
Una vez que encontró su propio estilo -colores profundos, formas lo más realistas posibles- formó, incluso, su propia hermandad, la llamada Pandilla del Bosque de San Juan -St. John's Wood Clique, en su versión original en inglés de la época-, donde sus miembros eran, como él, jóvenes interesados por temáticas más modernas -lo mismo mitología, temática histórica, literaria, pero también bíblica, aunque a su manera-, y, sin ser revolucionarios, si que deseaban ir más allá de la pintura clásica académica.
Él también entró en la Royal Academy, como tantos otros, en 1864, con más de treinta años. Por tanto, no lo hizo como un adolescente que deseaba aprender, o dejarse influir por futuros "hermanos mayores". Había acudido a academias, sí, pero a otras: la de Leigh en Londres, y la de Picot (1851) en París, pues él, al fin y al cabo, era francés, y hablaba perfectamente dicha lengua. Él formó parte de la Royal como asociado -socio adulto, "formado"-, y no llegó a miembro de pleno derecho y reconocimiento hasta 1867, siendo, para la época, un hombre ya adulto y casi maduro. Veinte años después, logró, incluso, ser bibliotecario de la misma, tener peso en la sociedad,y fomentar el aprendizaje y práctica del dibujo de figuras humanas -sobretodo femeninas- o medio de modelos, si llegaba el caso, desnudas. Aquello, en Francia, ya iba siendo relativamente habitual, pero la Gran bretaña Victoriana era más conservadora -sobretodo en cuestiones sexuales, aunque fuera de forma lejana, o referentes al cuerpo humano, y más el femenino, si estaba desnudo-. Aquello significaba que, aún no siendo considerado como un artista principal, sí que logró ganarse la confianza y aprecio de los miembros de la academia. Se hizo, por tanto, un hueco como pintor no sólo fuera, sino también dentro de la comunidad artística.


"El gran acto de renuncia de Santa Isabel de Hungría", fue bendecido por la crítica en general, y le ayudó a ganar algún premio, pero una parte de la iglesia católica de Gran Bretaña, y algunos fieles también, consideraron que era una pintura casi blasfema, o al menos, anticatólica. La historia del padre de Calderón, ex-monje católico converso al protestantismo, debió influir también en esa apreciación. Santa Isabel de Hungría era la viuda de un noble alemán, que siempre estuvo de acuerdo en la generosidad de su esposa con los más pobres. Muerto él por la peste -la plaga, se decía-, se dedicó todavía más al rezo, pero sobretodo a la caridad, muriendo con apenas veinticuatro años. Entre católicos de toda Europa, tuvo durante siglos gran fama y culto, y ciertas representaciones de ella no hicieron gracia, como esta, aunque Calderón nunca demostró que fuera anticatólico.


"Los huérfanos", en una etapa más realista.


Su famosa "Julieta" (1888). Aquí, no es protagonista de una escena de amor, sino que está en estado pensativo. Muy probablemente, con su amado Romeo en mente.

Respecto a si se le podría considerar o no un auténtico prerrafaelita, realmente, no es un ejemplo claro, pero en principio recibió claramente su influencia, y él nunca las negó. Más bien al contrario. "Mañana" (1884), o su "Julieta"  -de Shakespeare- (1888), mirando las estrellas desde su balcón, tal vez sería uno de sus ejemplos más claros influidos por dicha corriente, si bien estas era obras relativamente tardías, pues alguna como "Ríos de Babilonia", quizá su primer cuadro mínimamente conocido, data de 1852. Más adelante, pasaría a ser un gran retratista -de personajes contemporáneos y buena posición económica, que eran los que le permitían vivir desahogadamente-, y un autor más clásico. Pero aquella evolución, a medida que él se hacía mayor, era algo habitual también en otros prerrafaelitas, como Edward Poynter. o Frederic Leighton, que llegó, incluso, a presidente de la Royal Academy. Y que un prerrafaelita, ya "domesticado" por el mercado, el tiempo, las influencias, y su propio carácter, llegara a presidirla, era señal de que el movimiento, desde luego, estaba vivo, pero que al tiempo, había sido absorbido, asimilado, por lo que ahora se llamaría el establishment artístico. 
Al contrario que su padre, un converso, él, que parece que fue protestante toda su vida, o al menos, su vida adulta, no destacó por su anticatolicismo, aunque hubo algunos críticos y clérigos que vieron algo así en uno de sus cuadros, "El gran acto de renuncia de Santa Isabel de Hungría", a pesar de ganar el premio Chantrey.
Una parte de su obra se guarda todavía en la Galería Tate de Londres, y otra, en el museo de arte de Hamburgo, en Alemania. Murió en Londres, ciudad donde vivió desde que llegó desde Francia, en 1898, y en la que está enterrado.
Y si Calderón era hijo de un heterodoxo exiliado, la generación siguiente a la suya dentro de su familia seguiría en el mundo del arte, pues su hijo, William Frank Calderón, también sería pintor, aunque menos conocido que su padre. 


Más adelante, quizá se hable algo sobre su hijo, y sus compañeros de hermandad.

jueves, 28 de enero de 2016

Marjane Satrapi, la creadora de (la otra) Persépolis.

La autora de cómic superventas que vino de Oriente.


Autobiografia en viñetas. Una visión del Irán, y de los iraníes, en la actualidad.

Hace poco que hablé de Persépolis, la capital palaciega, y una de las capitales y ciudades principales del Imperio Persa Aqueménida, el primer gran estado persa -con permiso del Imperio Medo, si bien éste se extendió sólo por parte del actual Irán étnicamente persa, mientras que parte de su base territorial estaba en el actual Kurdistán-. Sin embargo, cuando se busca la palabra "Persépolis" en google, y en casi cualquier otro buscador -tampoco es que me haya entretenido mucho en comprobarlo, la verdad-, siempre aparecen una mayor cantidad de imágenes, no de las ruinas, o de la reconstrucción hecha por arqueólogos, historiadores o artistas, de la antigua capital persa, sino de una obra de cómic. Realizada, eso sí, por una iraní: Marjane Satrapi.

La autora, con uno de sus vicios declarados: el tabaco, y sin importarle mucho, que digamos, lo que puedan decir los "bienpensantes".

Marjane -por acortar- es considerada como parte del cómic franco-belga, pues vive en Francia, y todas sus obras han sido publicadas, en primer lugar, en lengua francesa, y para el mercado francófono, si bien sus traducciones a otros idiomas, como el inglés o el español, han tenido también un considerable éxito -en el caso de España en particular, donde desde hace muchos años se vende poco cómic, sin importar demasiado nacionalidad y temática, más allá de algunos personajes, ha llegado a ser superventas, por la doble razón de que, realmente, tanto en castellano como en catalán, ha vendido mucho, pero también, porque otro tipo de publicaciones, aquí, han tenido menos ventas que en gran parte del mundo; otro caso de curioso superventas "español" ha sido el "Odio" integral de Bagge, en proporción, más que en su país de origen-.





Dos imágenes, del cómic -arriba- y la película -abajo- de "Persépolis".

Bien, sin más preámbulos, se podría decir que Satrapi es la autora -dibujante y guionista- más importante que ha dado Irán, aunque no la única. De eso, ya se hablará más adelante. Su obra principal, "Persépolis", no deja de ser, básicamente, una autobiografía contada no por medio de una novela, o una serie de ellas -a lo Amélie Nothomb- , o una película, sino del cómic -algo más habitual en Japón-. Y su vida, lo que fue sucediendo tanto a ella como a su familia, y en sentido amplio, a su pueblo, a su país, es lo que reflejan sus viñetas. 

Satrapi hace un retrato del Teherán inmediatamente posterior a la Revolución Islámica, y la expulsión del sha.

Marjane nació en 1969 en Rasht, una población del norte de Irán, en el llamado "gran Teheran", en una familia de clase media-alta, donde -cosa rara, y más en la época-, era hija única. En un país de natalidad alta -en aquellos tiempos, si era parecida a la que había poco antes de la guerra de Irán contra Irak, debió de ser de siete u ocho por mujer- el tener una sola hija podía ser un tanto extraño, visto con curiosidad -o incluso mal visto- por la sociedad, pero en la familia Satrapi, significó que sus padres, tíos y primos -y más todavía, la parte femenina, las tías, primas y abuelas- estuvieran muy centrados en la niña, que creció, más que mimada, tratada como si fuera mayor de lo que realmente era. Se trataba de una familia laica, de ideas democráticas, donde la cultura occidental era bien recibida, pero sin renegar de la propia. Todo eso hizo que creciera sin sufrir el machismo y la obsesión por la religión que tuvieron que soportar tantas mujeres -y hombres, aunque de distinta forma- en tantas familias de su país. Aún así, esa clase media de mente abierta, en los años setenta, era bastante abundante en las ciudades iraníes, y fueron una de las bases de la resistencia a la tiranía del sha Rheza Pahlevi. 




El trailer de "Persépolis", en español.


Marjane estudió en el Liceo Francés -donde aprendió dicha lengua, que luego tanto le serviría en el exilio-, hasta que los islamistas prohibieron los colegios bilingües -en principio, la única lengua extranjera que podía, y hasta debía aprenderse, era el árabe, mientras que las occidentales, sobretodo el inglés, pero también el francés, se hacían cada vez más difícil de aprender-. Aquello fue sólo el principio de lo que llegó después: tras el primer gobierno revolucionario, donde comunistas y liberales intentaron gobernar junto a los islamistas, vino una república teocrática, aislacionista -y aislada, aunque la toma de rehenes en la embajada norteamericana no ayudó mucho-, xenófoba, y donde el velo negro se hizo omnipresente entre la población femenina, niñas incluidas. Toda aquella generación de jóvenes de entre veintipocos y poco más de cuarenta años, que soñaba con un Irán democrático, moderno y abierto al mundo -generación en la que estaba incluida la familia Satrapi- debieron comprobar, desilusionados, como se pasaba de una autocracia monárquica, a un régimen teocrático intolerante y opresivo. Y después, de todo aquello, lo peor: los ocho años (1980-1988) de guerra contra Irak, con cientos de miles de muertos, que algunos creen que llegaron casi al millón, aparte de los iraquíes, que también fueron muchísimos. La guerra podría haber hundido al régimen -de haberla perdido-, pero al quedar en tablas, más bien se vio como una victoria contra el exterior, teniendo en cuenta el apoyo, nada oculto, de Occidente al dictador Sadam Hussein -que luego, ya se arrepentirían, ya-.
Así pues, su familia la envió a estudiar a Austria, al liceo francés de Viena (1984), para que pudiera seguir practicando la lengua francesa, y completar sus estudios en un país democrático y laico. Allá, se encontró, con apenas catorce años, casi sola, y reconoce, en su propia obra, que lo pasó bastante mal, y que acabó probando con las drogas blandas, aunque enseguida se olvidó de ellas. Sufrió una mezcla de sentimiento de libertad, que no tenía nada que ver con la tiranía islamista, y de sentirse extraña en un país poco acostumbrado a recibir inmigración, a no ser como mano de obra temporal, y que no iba allá a estudiar, precisamente. Tras retornar a Irán para estudiar bellas artes, finalmente pudo marchar a Francia, donde acabó por asentarse. Y, tras estudiar artes decorativas en Estrasburgo, es en París donde vive desde ese momento.
En París conocería al dibujante y guionista David B. -Christopher Blain-, que se especializó en cómic autobiográfico -una de sus obras más conocidas sería "Epiléptico", donde habla de dicho mal que afectaba a su hermano-, que le aconsejó que contara su vida mediante el cómic. Marjane no era, o es, lo que se dice una virtuosa del dibujo, pero sabía explicar su historia, y cualquier historia, con una facilidad tremenda, y conseguía atrapar, con su sencillez, al lector que decide conocerla a ella, a su familia, su pueblo, y a cualquier otro personaje, masculino o femenino, a quién decide dar voz. Porque, aún tratándose a veces de personajes imaginarios, nos da la impresión de que no es así, de que se trata de seres anónimos que, por fin, tienen la posibilidad de contar su vida, y hasta su muerte, a todo el que quiera escuchar.


"Pollo con ciruelas", que luego pasaría al cine, y con un músico que ha perdido las ganas de vivir como protagonista.



El cartel de la película, y una imagen de esta, donde Marjane Satrapi sería co-directora, junto a Vincent Paronnaud.

La obra resultante, "Persépolis", salió al mercado, en principio, en cuatro volúmenes, pero al poco de salir el cuarto, se fue vendiendo en un sólo tomo autoconclusivo, que ha tenido numerosas ediciones con el paso de los años, y que fue traducido a varios idiomas. Logró gran éxito de crítica, y también de público -probablemente, más de lo que Marjane nunca pudo imaginar-, y sirvió para conocer los entresijos, más que del régimen islamista iraní en sí mismo, de la sociedad, y de los distintos personajes que la forman.
En 2007, Vincent Paronnaud, y ella misma, realizaron un largometraje del mismo título y que, básicamente, se nos cuenta la historia de forma más resumida, y que conseguiría el Premio de la Crítica de Cannes en 2007. Es una producción en blanco y negro -como el cómic original-, aparentemente, también, con una animación muy sencilla, pero desde el primer momento, al estar contada en primera persona, parece que estamos viendo la vida de la protagonista transcurrir, de forma intensa, realista y mágica, hasta que, sin darnos cuenta, acaba, dejando con ganas al espectador de saber más. ¿Qué es, actualmente, de la protagonista, que sabemos que es una persona real? ¿Y de su familia? ¿Y del Irán de los ayatolás? En los últimos tiempos, el país ha sufrido las sanciones internacionales, por su programa nuclear, aparentemente pacífico, pero que resultaba difícil no creer que no persiguiera el conseguir una bomba atómica. Pero el cambio político en la dirección del país, aparentemente, podría hacer que todo cambiara de forma radical. Tal vez habrá que esperar años, pero es posible que Irán pueda conseguir, con el desarrollo económico, y una mejora en las condiciones sociales de gran parte de la población, que tras ello, también venga el cambio político, aunque no sea de forma revolucionaria, sino por etapas. Según muchos jóvenes -y no tan jóvenes- del país, los cambios podrían venir, al menos en parte, por una solución biológica: los "padres de la revolución", tanto religiosos como políticos o militares, simplemente, se irán muriendo poco a poco.


"Bordados", o una historia de mujeres persas -muchas de ellas, familia de la misma autora-.

La autora ha recibido diversos premios no sólo por su obra, sino también por la defensa de la libertad, en su país y en el mundo, e incluso, tras la victoria de Ahmadineyad, que hundió a su país en el aislamiento y la paranoia, denunció el más que probable amaño electoral, que provocó protestas masivas -sobretodo de jóvenes- en las principales ciudades iraníes, sobretodo en Teherán, que fueron durísimamente reprimidas -todavía hay muertes sin resolver, y un número indeterminado de presos políticos, que fueron aumentando con el tiempo; si algunos consiguen la libertad en un futuro próximo, es algo que queda por ver-.


Tras "Persépolis", una carrera que no parece que tenga un fin próximo.

En 2003, publicó "Bordados", donde el protagonismo se lo da a las mujeres iraníes, sobretodo a las de la machacada clase media más o menos laica, liberal, con deseos de viajar, conocer y ser conocida, que ha sido tan diezmada por la guerra, la represión y, sobretodo, la emigración masiva, utilizando a parte de su familia -la parte femenina, más bien- para dar a estas mujeres no sólo voz, sino también nombre y rostro. Con él, consiguió ser nominada al mejor álbum en el Festival de Cómic de Angulema (2004).
En 2006, lo consiguió ganar, con "Pollo con ciruelas". Esta sería una historia en la que, a diferencia de las otras, tendría un protagonista masculino. Se trataría de un músico, Nasser Alí, que, tras su tar -un instrumento de cuerda iraní, parecido a un laúd-, y no conseguir otro que lo sustituya a su gusto, acaba por dejarse morir. Según cuenta la autora -aunque esto no está demasiado claro si es cierto o no-, el músico era pariente suyo.
"El suspiro", que más bien sería una especie de cuento oriental, sobre un padre comerciante que intenta dar a sus hijas todo lo que ellas le pidan, sería su última obra plenamente adulta, también ha ilustrado cuentos infantiles, como "Adjar", y sobretodo, "Los monstruos tienen miedo de la luna", un relato fantástico que está por encima de diferencias culturales, pues podría agradar a cualquier niño.


Una ilustración de "Los monstruos tienen miedo de la Luna", y el por qué de su tamaño.

Por último, "Pollo con ciruelas" también sería adaptada al cine, pero no en forma de film de animación, sino con actores reales. No tuvo tanto éxito, de público y crítica, pero también tiene su encanto, entre onírico y oriental. Realismo mágico en el Irán que, en ocasiones, recuerda la antigua Persia, y en otras que, al fin y al cabo, las gentes de Oriente y Occidente, no somos tan diferentes como podría pensarse. O como nos obligan -y les obligan- a pensar.




El trailer de "Pollo con ciruelas".

Ejemplo de independencia, de defensa de la libertad, es curioso que una de las mujeres más famosas del cómic -no sólo en Francia, sino a nivel mundial- sea, precisamente, una iraní, alguien originario de un país tan misógino y machista como Irán. El cómo será este país en un futuro, no se sabe, pero sin duda, en un futuro, Marjane dejará de ser considerada poco menos que una traidora a la patria, y podrá volver a su tierra, donde resulta tan difícil de poder disfrutar de su obra. En ese futuro, sus seguidores, entre sus compatriotas, tal vez sean mucho más numerosos -y numerosas- de lo que ella podría imaginar nunca.

martes, 19 de enero de 2016

Los prerrafaelitas (XXIX): el lenguaje secreto de las flores de la Época Victoriana, y el prerrafaelismo.

La forma en que los prerrafaelitas utilizaron el lenguaje floral de su época para comunicar. O simplemente para adornar sus obras.


En lugar de hablar de autores, hacerlo de sus obras, o de los detalles que se ven en ellas.



En este caso, debo decir que me he basado, y no poco, en un artículo de la web de temática artística "Hyperallergic" -para quien quiera entrar en ella, pongo aquí un enlace-, escrito por Allison Meier, en que se hablaba, al mismo tiempo, del lenguaje secreto de las flores de los tiempos victorianos -en realidad, no tan secreto, si ha llegado hasta hoy en día sin problemas, y si en su época era relativamente conocido-, y de cómo los artistas prerrafaelitas lo utilizaron en sus obras. En ocasiones, de forma clara, como parte de la historia que querían contar. En otras, como un detalle secundario, pero con sentido propio. Y en ocasiones, quizá, resulta difícil descubrir qué pinta tal o cual flor porque, simplemente, el autor le apetecía pintarla, sin más. Así pues, lo que parecen ser, simplemente, un embellecimiento floral, puede ser, también, un código que hay que saber leer, como mucha gente sabía hacer, cuando los artistas presentaban sus obras en público.
Aquí, pues, algunas flores, con un ejemplo de cuadro en que es retratada cada una de ellas, y el significado que tienen, y el sentido que podrían tener -no por fuerza- en la obra de la que forman parte:

"Canción de amor", de Edward Burne-Jones, donde las flores son tantas, que muy bien podrían ser, básicamente, representación de la belleza, más que querer transmitir un sólo código en particular.


Amapola:

Dante Gabriel Rossetti y Henry Treffry Dunn, "Lady Lilith" (1867), de la acuarela y gouache sobre papel, 20 x 16.3 17 16.5 pulg. (Cortesía del Museo Metropolitano de Arte, el Fondo de Rogers, 1908)
La acuarela "Lady Lilith" (1867), de Dante Gabriel Rossetti.

En la esquina inferior del cuadro, en un vaso, se ve una amapola, que lo mismo puede significar imaginación y sueño eterno -¿la muerte?-, como el placer. Rossetti también escribió un soneto, pues también fue poeta, que acompañó al cuadro durante su presentación en público, donde se decía que la rosa -amor, en su sentido más amplio- y la amapola eran las flores preferidas de la joven retratada.
Otros significados podrían ser:  el reposo -que no tendría por qué ser sinónimo de sueño-, y la tranquilidad, aunque Rossetti, seguramente, pensaba más en el placer y el amor que en la calma.




Vellorita, prímula, o flor de primavera:

Edwin Long, "Las Hijas de Nuestra Empire Inglaterra. La primavera" (1887), óleo sobre lienzo (a través de Yale Center for British Art)
"Las hijas de nuestro imperio: Inglaterra. La flor de primavera/ prímula" (1887), de Edwin Long. No se trataría, realmente, de un prerrafaelita, pero sí de un contemporáneo suyo, pues era un academicista tanto de temática bíblica, como orientalista, pero aquí usa la prímula -primrose, en inglés- para transmitir algo más que un simple adorno flora.

El significado varía según el color, pero cuando es amarilla, como en el cuadro de Long, simboliza la juventud, y el amor joven en particular. De ahí que el autor la utilice, simbolizando tanto la juventud de la muchacha, como la que, se supone, tenía la Inglaterra que ella personifica, que en aquellos tiempos, se había convertido, formando parte de la Gran Bretaña -pero con más peso que el resto de naciones británicas- en la gran superpotencia mundial de la época.


Narciso:

Dante Gabriel Rossetti, "Veronica Veronese" (1872), óleo sobre lienzo (vía Wikimedia)
"Veronica Veronese" (1872), también de Dante Gabriel Rossetti. Se trata de un óleo sobre lienzo.

Los narcisos -en la parte inferior a la derecha, de color amarillo- podrían representar el amor no correspondido -un tema que resultaba especialmente atractivo para los pintores del XIX, y no sólo para los reconocidos como románticos-. También a la caballería -la protagonista sería una joven de tiempos renacentistas, o tardomedievales, y la pintura tiene influencias de la Veneciana de aquellos tiempos, o no muy posteriores; el que hubiera algún caballero en la mente de la chica es algo fácil de suponer-. Otra flor, la manzanilla, que se encuentra en la jaula del pájaro -en la parte superior, a la izquierda-, vendría a significar, dando explicación completa a la situación personal de la protagonista, la capacidad de levantarse y resistir ante la adversidad.


Flor del manzano:

Otra vez Rossetti -con toda seguridad, uno de los pintores que más y mejor conocía y usaba el lenguaje floral de la época-: "Una visión de Fiammetta", de 1878.

La flor de la manzana, o del manzano, podría significar buena fortuna, o la promesa -o deseo- de que el futuro traiga mejores cosas que el presente. Rossetti utiliza a la protagonista de un poema del renacentista italiano Giovanni Boccaccio, que conocía bien, rodeada de esas flores en particular. El escritor le daba este nombre, "llamita o pequeña llama", en italiano, a una musa cuyo nombre real -pues sí que se sabe de su existencia- no se conoce. Con toda seguridad, un amor imposible. De ahí la flor del manzano: Boccaccio seguramente esperaba que, algún día, que no llegó, la Fiammetta de sus sueños acabara siendo su amor correspondido.


Margaritas:

John Everett Millais, "Ophelia" (1851), óleo sobre lienzo (a través de la Tate Britain)
La Ofelia de John Everett Millais (1852), fue, quizá, la primera gran obra del prerrafaelismo, y una de las más conocidas y representativas -también hoy en día-. La muerte de la protagonista, acogida, más que engullida, por la naturaleza.

Al pintar a la Ofelia de "Hamlet", de Shakespeare, quiso que el marco que rodeaba a la desgraciada protagonista fuera un mar de flores, como si adornaran una tumba formada por el río, y la naturaleza al completo, y donde las margaritas tendrían un peso principal, que lo mismo simbolizaban la inocencia y la pureza, como algún tipo de despedida -la que ella al mundo, o la que, inconscienteente, el espectador querría darle a ella, al estar a punto de abandonarlo, como si no fuéramos a verla más.





Flor de espino:

"La seducción de Merlín" (1874), de Edward Burne-Jones, donde el mago parece engullido por las interminables y floridas ramas de espino, aparentemente inmunes a su magia.

El espino, o más bien la flor del espino, simbolizaba la esperanza, pero también era considerado un amuleto contra la magia, blanca o negra. Burne-Jones lo usa, precisamente, para representar eso. Como el arma que usa la Dama del Lago para hacerlo suyo, sabiendo que su magia es contrarrestada por la abundancia de flor de espino.




Rosas:

Tambien de Rossetti, la sanguina "Jane Morris; un estudio para 'Mariana'".

En aquella época, como en esta, la rosa es símbolo de amor. De todo tipo de amor, dependiendo siempre del color: desde el blanco de la pureza -o inocencia-, hasta el burdeos de la adoración inconsciente, lo que sería el amor imposible, contraproducente. En el florero del estudio de Rossetti, pues no se trata de un cuadro para exponer, sino de un primer intento, en sanguina, son de color rosa. Rojo sería, principalmente, amor pasional, incluso sexual. El rosa se usaba para agradecer un favor importante: el que Jane Morris hizo a Rossetti al hacerle de modelo, muy probablemente.







Flor del azafrán:

William Blake Richmond, "Venus y Anquises" (1889-90), óleo sobre lienzo (a través de Walker Art Gallery)
"Venus y Anquises" (1890), de William Blake Richmond. Fue un pintor y decorador de corte academicista, con gran influencia del arte clásico y renacentista, que pudo admirar y conocer en persona durante su viaje de juventud por Italia. 

La flor de azafrán simboliza la alegría en general, y la de la juventud -por lo que viven en esa época de la vida, y por lo que todavía les queda por vivir- en particular. Por eso, William Blake Richmond incluye esa flor como protagonista vegetal entre las flores de primavera que rodean a Venus, la Afrodita griega, y a Anquises, padre del también troyano Eneas, "padre" del pueblo romano.



Madreselva:
Dante Gabriel Rossetti, "Venus Verticordia" (1868), óleo sobre lienzo (vía Wikimedia)
Dante Gabriel Rossetti, y su "Venus Verticordia" (1868).

Tras la diosa del amor, el matrimonio, pero también del goce sexual, Venus-Afrodita, se ven gran cantidad de rosas -flor del amor y del deseo-, mientras que en primer plano, en la parte inferior, se observa la madreselva, representando la dulzura y el vínculo del amor entre dos personas. Una y otra flor, son, o podrían ser, perfectamente complementarias.



Acónito venenoso:

Por último, de nuevo Dante G. Rosseti: "Ghirlandata", de 1873.

El acónito venenoso, con sus flores azules, representa una alerta ante un peligro que puede aparecer en cualquier momento. Aquí, se encuentra a los pies del arpa de la joven, rematado con la madreselva, seductora en su dulzura, y las rosas, que simbolizan el amor en sentido amplio. Rossetti, en su "Ghirlandata" debía querer, pues, representar una mezcla de sentimientos que se pueden encontrar, al tiempo, a lo largo de la vida. Todo, en un solo cuadro.

viernes, 15 de enero de 2016

Trentham Estate, y sus estatuas de seres fantásticos.

Hadas de metal en un jardín italiano de Inglaterra, apenas visitado por turistas extranjeros.


Entrar en un parque, haciéndose a la idea de estar en otro mundo.

Trentham Estate es, más que unos jardines públicos, un gran parque, que se encuentra cerca de la población del mismo nombre, Trentham, pero formando parte del núcleo urbano de Stoke-on-Trent, en el condado de Staffordshire -muchos de los condados ingleses, que serían el equivalente a provincias, porque lógicamente ya no los gobierna un conde, acaban en -shire-. En principio, no debería ser algo especial, pues en Gran Bretaña, prácticamente toda población de mínima importancia tiene su parque o jardín público, o privado pero abierto al público -aunque sea previo pago-, así que Stoke-on-Trent, que a pesar de formar parte de un municipio mayor que no lleva su nombre, Stafford, tampoco es, precisamente, un pueblecito.
Lo que lo hace diferente es que el parque, Trentham Estate, o TE, para abreviar, no consiste solamente en un espacio ajardinado, con edificios antiguos bien conservados -o renovados-, y con gran variedad de árboles, flores y plantas menores -no pocos de esos parques, en su momento, fueron, y siguen siendo, jardines botánicos, donde el aspecto lúdico se entremezcla con el educativo-, sino porque está adornado con gran número de estatuas, casi siempre de hadas, o de algún tipo de seres fantásticos cuya naturaleza o aspecto externo  cada uno es libre de imaginar como quiera.
La finca pasó de ser, primero, un señorío real -finales del siglo XI- a un priorato, con su correspondiente convento, hasta que la reforma anglicana -aunque, más que reforma en sí misma, fue un cambio de iglesia oficial por parte de los monarcas ingleses- acabó con el poder de los monasterios.
En el siglo XVI la adquirió James Levenson, un comerciante de lana, y su familia la ocupó durante siglos, donde construyeron, primero, una casa de estilo isabelino, y más tarde, otra de estilo georgiano, ya a finales del siglo XVII. Una vez que los Levenson consiguieron ennoblecerse -fueron duques- la casa fue creciendo, hasta transformarse en una mansión, ya entrado el siglo XIX.

Trentham Hall -ya se llamaba así la finca- en la década de 1820. Durante ese siglo, todavía habría de ampliar más su tamaño.

La vivienda en la década de 1880, ya ampliada, con tres pisos y campanario propio.

El desvío del río Trent,, que significó la demolición de la sala y parte del edificio hizo que se hiciera cada vez menos habitable. Se ofreció de forma gratuita al ayuntamiento en 1905, y la familia, ya conocida como duques de Sutherland, la abandonó dos años después. Como el pueblo no quería hacerse cargo de una edificación todavía grande, pero difícil de aprovechar -a pesar de que gran parte de ella todavía seguía en pie-, el duque decidió tirar abajo la antigua vivienda familiar, si bien los jardines, con sus bosques y su lago, sí fueron primero aceptados por el pueblo Stoke-on-Trent, sino que, pasado el tiempo, se transformaron en un parque público.
Pero no todo acabó demolido. Las esculturas, la iglesia parroquial -en realidad, de la familia, el servicio y los visitantes-, y la torre del reloj fueron conservadas, y hoy en día, siguen formando parte del parque de Trentham Estate.
Aún así, los sucesivos ayuntamientos hicieron poco por aprovechar el legado de los Shuterland, y todo se encontraba abandonado, y en estado calamitoso, hasta que una empresa privada lo compró en 1996, restauraron los edificios y recuperaron los jardines, y se empezó reconstruir parte del antiguo edificio, principalmente, la gran entrada y el llamado Naranjal. La torre del reloj se mantiene, de nuevo, en perfecto estado, y las esculturas fueron revisadas, restauradas y protegidas, y finalmente, se abrió al público pagando entrada -aunque sólo fuera por el fuerte gasto que significa el conservar la finca y todo lo que contiene, aparte, claro está, de sacar algún beneficio económico-, a lo que siguieron las nuevas estatuas, realizadas en metal. Pero no son estatuas de bronce o hierro fundido. Se trata de estatuas de estilo más moderno, alternativo, y son multitud de piezas o finos alambres que, dando vueltas y vueltas, van tomando forma, hasta crear seres en que metal y aire se entremezclan, como si fueran apariciones en medio del bosque. Tratándose de uno antiguo parque italiano -todavía, en el siglo XVI, no existían lo que luego se llamarían jardines franceses o británicos-, los propietarios decidieron que no se transforma en un parque temático o de atracciones con mucho movimiento, pero también ruidoso, sino un lugar más tranquilo, donde se pudiera pasear de forma sosegada y silenciosa, aparte de comer o descansar. En un futuro, para aumentar el espacio forestal, se plantarán miles de robles nativos.

Trentham Hall remains
La torre del reloj, vista desde lejos, entre flores y árboles que parecen querer engullirla. O protegerla.

A fnales de 2008, se instaló una noria transportable, para que los turistas pudieran tener, subidos a ella, una visión aérea de los jardines, la finca, y las afueras de la ciudad vecina, pero fue retirada al año siguiente. Quizá, demasiado moderno, o ruidoso, para el tipo de instalaciones que formaba el parque, o demasiado cercano a lo que sería una feria de atracciones.
Aún así, respecto al Hall -la gran entrada- y el Naranjal, resultaba tan caro el reconstruirlos, para hacer con ellos un gran hotel con spa incluido, que se ha decidido, por el momento, dejarlos como estaban. O sea, en ruinas. 
No sólo el proyecto del hotel quedó en nada, ni la noria duró poco tiempo. Fue espacio para salón de baile, y para paracticar el ciclismo de montaña, pero sólo en determinados momentos de su historia. Actualmente, ni lo uno ni lo otro, pero teniendo en cuenta las posibilidades del lugar, no sería extraño que volvieran, o se propusieran otro tipo de actividades. Hoy en día, lo que sí funciona es una especie de reserva de fauna salvaje, pero no de todo tipo de animales, sino, particularmente, de simios. Algo que, por lo visto, ha tenido gran éxito, sobretodo entre los niños.




Una de las figuras más conocidas, y más espectaculares: un ser primordial, agarrado a un diente de león, que se deshace poco a poco al viento.

Otra de las "Hadas de Trentham", una de los mayores atractivos del parque.





Otras de las muchas hadas del parque.

Perseo y la medusa, estatua más antigua que las hadas, de tiempos de la familia Shuterland.

Una visión aérea, a baja distancia, de la zona central del parque, con su fuente.

Otra estatua moderna. Que cada uno le saque el significado que quiera.


Una casita en el bosque. ¿Una vivienda-agujero hobbit? La influencia de la obra de Tolkien es profunda, en la cultura popular británica.

Una visita inesperada.

La fuente, vista de cerca.


Lo que queda de la antigua mansión -la gran entrada-.