miércoles, 26 de febrero de 2014

Gente de mi ciudad (II): Marià Fortuny, el más importante de los pintores reusenses, y ejemplo del romanticismo y orientalismo españoles del siglo XIX.

Después de Tapiró, el más importante de los pintores de Reus, y que una muerte temprana le impidió pasar a la inmortalidad.


Marià -Mariano, en castellano- Fortuny i Marsal (Reus, 1858-Roma, 1874; sólo vivió 36 años), fue uno de los grandes pintores españoles, y también europeos, del siglo XIX, o así habría sido si su temprana muerte no hubiera truncado una carrera meteórica, que había propiciado que su obra fuera conocida a nivel continental, y que sus pinturas fueran de las más valoradas -también desde un punto de vista económico- de su tiempo.

Fortuny -enmedio, sentado y con la paleta en la mano- en su estudio de Roma.


La vida y la obra de un genio parcialmente olvidado.

Mariano Fortuny.jpgEn su infancia y juventud, fue su propio abuelo quién ocupó el puesto de maestro y valedor, hasta que pasó a aprender en profundidad las técnicas de la pintura con el artista reusense Domènec Soberano, en cuyo taller, como ya se contó en otra entrada, conoció a su conciudadano Tapiró, al que, como también se señaló, acompañó a la Escuela de Bellas Artes de la Llotja de Barcelona -junto al abuelo de Fortuny, allá por 1852-, ciudad donde estuvo a punto de ahogarse porque, sin saber nadar, tuvo la peregrina idea de ir a bañarse lejos de la costa. De todas formas, no fue sólo pintura lo que aprendió y practicó Fortuny: también aprendió el arte de la orfebrería con el artista reusense Antoni Bassa, gracias a lo cual consiguió su maestría en destacar los detalles más minuciosos, así como escultura, ya en Barcelona, con el artista Domènec Talarn, que quedó tan sorprendido con la habilidad de su joven alumno, que le ayudó a conseguir la matrícula gratuita en la escuela ya mencionada.
En 1858 se traslada a Roma, siguiendo un auténtico ritual no sólo de los artistas españoles -allá conoció a varios-, sino también franceses, británicos, y de otras nacionalidades. La convivencia con compatriotas y con pintores y otros artistas de diversos países hizo que unos y otros se influyeran, y Fortuny decidió entrar como aprendiz -aunque ya era un pintor con buena técnica, y estilo "academicista", o poco rupturista, por decirlo así- del pintor italiano Nicola Ortis, y compañero del romano Attilio Simonetti, con quién, desde ese momento, tendría una gran amistad. Hasta ese momento, no había realizado demasiadas obras de cierta injundia, exceptuando autorretratos, y un cuadro sobre el conde de Barcelona Ramón Berenguer III colocando la bandera catalana en el castillo de Fos, gracias al cual consiguió una beca de la Diputación de Barcelona como pensionado -ayuda económica para que pudiera dedicarse solamente al estudio- en Roma. Sería a partir de 1860 donde despegaría, definitivamente, su carrera artística, y diese el primer paso para pasar a la inmortalidad. En ese año, Fortuny abandonará Roma e Italia, para machar a Marruecos -de nuevo con la ayuda-consejo-encargo de la Diputación de Barcelona-, como acompañante de su conciudadano, el general Prim, a combatir a las guerrillas rifeñas -del norte de Marruecos- que amenazaban con atacar Ceuta y Melilla -dos plazas militares españolas en el norte de África, que todavía siguen bajo soberanía de España, y que dan, la verdad sea dicha, más problemas y gastos que otra cosa-, y que habían tenido numerosos pequeños enfrentamientos con las tropas españolas.

MARIANO FORTUNY - La Odalisca (Museo Nacional de Arte de Cataluña, 1861. Óleo sobre cartón, 56.9 x 81 cm).jpg
Una de las odaliscas en cuestión, y que dudosamente pudo ver en persona.

Acompañado del novelista andaluz Pedro Antonio de Alarcón, fue el retratista de la campaña marroquí, cuyo máximo exponente sería una de sus mejores obras: "La batalla de Tetuán" (1862-4), que quedó inacabada -los últimos detalles serían de 1873- y que, en su época, sería un tanto incomprendida y no demasiado apreciada. Más o menos, como su otra obra de guerra: "La batalla de Wad-Ras" (1862-3), que pintó después de su viaje a París -para inspirarse en artistas expuestos en sus diversos museos o salas de arte-, y donde, lejos de concentrar su atención en un personaje en particular, usará la "vista panorámica", con gran número de personajes, españoles y marroquíes entremezclados y sin ningún protagonista principal. Lo mismo hizo al reflejar la batalla de Tetuán, con el general Prim y los voluntarios catalanes en el centro, y con algunas licencias con respecto a la realidad: los marroquíes van casi desnudos -concesión al orientalismo y el exotismo en general-, y el lugar donde se combatió parece un espacio no sólo árido y pedregoso, sino también seco y cálido, cuando durante la campaña hizo mucho frío, y hasta nevó el día anterior; pero Fortuny pensó que aquello no pegaba mucho con la imagen europea del Magreb, así que hizo desaparecer la nieve, el barro y las zonas pantanosas. Caro le salió, este segundo experimento de batalla panorámica, ahora considerada su obra principal: la Diputación quedó disgustada, tuvo que pagar una fuerte indemnización, y se quedó la tela, que retocó hasta casi su muerte. Una vez acontecida ésta, la misma Diputación decidió comprarla a su familia por una cifra cinco veces mayor que la que tuvo que entregar Fortuny -pagó unas 10.000 pesetas de la época; serían como seis euros actuales, pero en 1863 era una cantidad enorme; la compraron por 50.000 en 1874; un auténtico dineral-.

File:Fortuny El col·leccionista d'estampes I.jpg
La primera versión de "El coleccionista de estampas".

Sin embargo, su viaje a Marruecos le hizo ver el arte y su vida de una forma bien distinta. Decidió romper amarras, y trasladarse al norte de África de forma no definitiva -al contrario que Tapiró, que convenció para que se instalara, aunque él sí para toda su vida: vivió y murió en Tánger-, pero sí para una temporada. Allá rompería con todo tipo de academicismos y reglas, interpretando la realidad norteafricana de una forma un tanto más libre -fomentando el exotismo, lo nunca visto, lo más llamativo y de aspecto más mágico- que Tapiró. Y a partir de ahí empezaría su fama internacional.
Entre 1860 -su  viaje a Marruecos- y 1863 -el año en que, en teoría, tendría que haber entregado "La batalla de Tetuán"-, Fortuny pintó a askaris -soldados marroquíes-, odaliscas -o lo que él pensaba que eran las odaliscas, mezcla de bailarinas, amantes y concubinas de los poderosos musulmanes-, etc.

File:MARIANO FORTUNY - La Batalla de Tetuán (Museo Nacional de Arte de Cataluña, 1862-64. Óleo sobre lienzo, 300 x 972 cm).jpg
 La batalla de Tetuán", que no sería acabada hasta 1873, poco antes de la muerte de Fortuny, y comprada por la Diputación de Barcelona, por cinco veces más de lo que el pintor tuvo que pagarles por no acabarla a tiempo."

Tras la guerra, volvió a Europa, y mientras pintaba batallas -porque la guerra propiamente dicha duró unos pocos meses, entre 1859 y 1860-, aprovechó -como si fuera cualquier cosa- para casarse con su último maestro español, Federico de Madrazo -otra vez, estuvo allá con Tapiró; como quién dice, almas gemelas-, Cecilia Madrazo, y se dedicó también a pintar temas "europeos", o sea, españoles e italianos. Entre ellas, las dos versiones, si no es que hay más y se desconoce su existencia, de "El coleccionista de estampas", una temática habitual en la época: un personaje rico, o con ciertos ingresos, que colecciona, o más bien amontona, todo tipo de objetos, desde cuadros a relojes, pasando por todo tipo de muebles, figuras, etc; ideal para los pintores detallistas y preciosistas, que gustaban de llenar de pequeños objetos cuadros abigarrados y protagonizados, normalmente, por una o dos figuras de pequeño o mediano tamaño. La "Fantasia de Fausto", está inspirada en la ópera del mismo título de Charles Gounod. Esta obra, junto con "La reina María Cristina pasando revista a las tropas", son dos de las que se encuentran expuestas en el Museo del Prado de Madrid. Muchas otras que no son de propiedad particular, sin embargo -sobretodo las consideradas obras menores, de árboles o pequeños edificios rurales- están expuestas en el Museo Fortuny de Venecia, en el palacio del mismo nombre -aunque, en realidad, el propietario no fue él, sino su hijo-.
Todas estas obras serían de la década de los sesenta, igual que fantasías árabes -porque había bastante de fantasía, en ellas- como "Caballero árabe en Tánger", de 1867 -pintada en Roma, donde se había establecido para siempre; Marruecos fue un recuerdo, aunque de allá trajo gran número de apuntes, dibujos e información general, que le ayudó, y mucho, para futuras obras-, o "Fantasía árabe", del mismo año; aquí, claramente, el nombre le va que ni pintado.

"El vendedor de tapices", otra obra orientalista, de 1870.

Pero aparte de cuadros exóticos, lo mismo pintaba corridas de toros, como las montañas de Montserrat, hasta que, en 1870, realizó, probablemente, su mejor obra, y la más conocida: "La vicaría", donde se ve una sacristía, separada por una reja de la iglesia, y donde los novios rellenan los documentos de la posterior boda religiosa -que, en aquella época, era la única válida-, y donde se ven, a un lado -la izquierda, los novios- representantes, más que de los ricos, de la burguesía urbana, mientras que a la derecha, un torero, que en aquella época no es que se ganaran demasiado bien la vida, y una manola -una mujer de las clases populares-. Algunos creen que está basada en la vicaría de la Prioral de Sant Pere de Reus. En este caso, el romanticismo, estilo ya sobrepasado, da paso a un realismo que retrata las distintas capas sociales, y su forma de vestir y comportarse.

File:MARIANO FORTUNY - La Vicaría (Museo Nacional de Arte de Cataluña, 1870. Óleo sobre tabla, 60 x 93.5 cm).jpg
 "La vicaría", detallista y con sus diversidad de personajes de la época.

Entre sus últimas obras, paisajes -italianos, españoles, marroquíes-, retratos, supuestas imágenes históricas de la Granada musulmana -"Músicos árabes", 1871-2, y "La matanza de los Abencerrajes", de 1870, sobre las guerras dinásticas de la Granada Nazarí, y pintada, tras conseguir permiso, en el interior de la mismísima Alhambra-; el "Viejo desnudo al sol", también en el Prado, y que un anciano anónimo tiene un aspecto semejante a los antiguos cuadros del gótico de santos y apóstoles; y "La elección de la modelo", de inspiración italiana: el palacio de la familia romana de los Colonna -que en su momento contó con papas, generales y mercenarios de todo tipo-, donde los personajes de la izquierda, con ropaje del XVIII, discuten sobre la elección -o no- de una modelo, se supone que de una pintura o escultura, y que es, a pesar de estar desnuda y un tanto apartada, la que recibe la máxima iluminación y protagonismo.
Roma fue su hogar, el de su mujer y el de su hijo, pero viajaron a París, y vivieron en Granada, tierra de ésta y su suegro. Más tarde, marcharon a Londres, y volvieron a Italia, primero a Nápoles y, finalmente, otra vez en Roma, su hogar, donde murió repentinamente, de una forma que todavía no ha podido ser explicada y que, según últimas hipótesis, podría haber sido por suicidio. Quizá, el hecho de que fuera un gran pintor, pero no supiera vender sus cuadros a un buen precio, y el hecho de que hacía tiempo que había despedido a su marchante de arte -que le convencía para que pintara mucho, y normalmente sobre los mismos temas, pero que también sabía buscarle buenos clientes-, y el que siempre deseó darle un nivel de vida lo más alto posible a su mujer -al fin y al cabo, era hija de Madrazo, uno de los pintores más importantes de la España de la época- pudieron influir en algún tipo de depresión. Pero eso, aún hoy en día, y después de tanto tiempo, no dejan de ser simples conjeturas.
Tras su muerte, sus cuadros, incluidos muchos no acabados, fueron subastados, y al ser ya un artista consagrado, fueron adquiridos por altas sumas. Su cuerpo todavía reposa en Roma -aunque en 2013, se habló de retornarlo a Reus; parece que los políticos de turno se lo pensaron un poco, porque costaba un buen dinero, sin embargo, sí que se pensó en restaurar un poco su monumento funerario, un tanto abandonado-, mientras su corazón fue enterrado en Reus, en la Prioral de Sant Pere. Algo, por lo visto, no tan extraño en la época. El siglo XIX está lleno de este tipo de excesos y gestos.
Sobre qué tipo de pintura realizaba, lo mismo se puede hablar de un exótico romanticismo orientalista, como en un realismo y preciosismo que, muy probablemente, debió influir en pintores italianos y franceses posteriores. También contó con un buen grupo de amigos pintores: aparte del romano Simonetti y el reusense Tapiró, que ya se han nombrado, y de su suegro Madrazo, contó con la amistad del vasco Eduardo Zamacois -considerado el primer gran pintor de esta tierra, y que fue llamado por Fortuny cuando vivía en Granada, pero que murió en Madrid, no mucho después de Fortuny -con 37 años, no pudiendo, él tampoco, tener una obra especialmente extensa-, o del madrileño Martín Rico, realista hasta casi lo fotográfico. Hoy en día, su obra está repartida entre Madrid, Barcelona, Venecia e, incluso, Estados Unidos, y algunas de sus obras resultan realmente difíciles de ver, fuera de las poblaciones donde se exhiben.

  Monumento a Fortuny en Reus, en el barrio de su mismo nombre.

En Venecia se establecería, más adelante, su hijo Fortuny Madrazo, que fue un auténtico nuevo hombre del Renacimiento, debido a los muchos palos que tocó, llegando a ser uno de los personajes más famosos de aquella época en la ciudad de los canales. Pero esa, ya es otra historia.

viernes, 21 de febrero de 2014

Dos novedades más sobre Peter Bagge: su última obra, y un intento de película de "Apocalipsis friki".

Su última obra ya está a la venta en USA, y es de suponer que pronto llegará aquí. Sobre el film, todo está en el aire.


Bueno, ya hace tiempo que no decía nada del colega Bagge. La razón es evidente: no me había encontrado con ninguna noticia que tuviera especial interés, teniendo en cuenta, además, que aunque fue el primer autor de cómic -guionista, dibujante e ilustrador- del que hablé en el blog, éste tampoco está dedicado ni a él en particular, ni al cómic en general. En realidad, y ya hace tiempo que me di cuenta de ello, el blog no está dedicado a nada en particular, sino a cualquier cosa que me interesa actualmente -o me ha interesado siempre, o desde hace tiempo- o que me pueda encontrar en cualquier medio, y me apetezca tratar un poco más en profundidad. Bueno, pues mejor no extenderse demasiado en la introducción, y hablar de las dos noticias lo más resumidamente posible:


La mujer rebelde: la historia de Margaret Sanger.

La verdad es que nunca había oído hablar de esta mujer, y ha sido gracias a mi costumbre de buscar información o noticias sobre múltiples temas en la red o en la prensa, que me topé que Bagge había decidido, no tengo muy claro si por encargo o por decisión propia plena, pasar al cómic la vida de Margaret Sanger, que fue la iniciadora y propulsora del control de natalidad en Estados Unidos y, por extensión, del mundo, pues fue la primera persona -o, al menos, la primera mujer- que lo consideró algo necesario desde un punto de vista social, laboral, económico y, también -y a diferencia de los hombres que hablaban, lo mismo de fomentar como de controlar la natalidad- como defensa de las mujeres de ser dueñas de su propio cuerpo o, al menos, de no ser simples conejas que van pariendo hijos que, desde un primer momento, saben que ellas y sus parejas -cuando las hay- no van a poder mantener. Bagge utiliza solamente unas ochenta páginas para contar su biografía, lo que parece escasez de espacio, pues Sanger vivió casi noventa años (1879-1966), y nunca se estuvo quieta, ni cejó en su empeño de que todas las mujeres, sin importar raza, religión o nacionalidad -teniendo en cuenta que, cuando empezó su cruzada, asistió a numerosas inmigrantes de orígenes diversos: irlandesas, alemanas, italianas, judías, polacas...), y llegando a dar clases -porque de eso mismo se trataba, de educación sexual y sobre reproducción humana- a mujeres auxiliares del Ku Klux Klan, que tenían un desconocimiento tan absoluto del tema, que más de una de ellas le preguntó extrañada qué significaba la palabra "vagina".
Mujer Rebelde
Bagge sabe cómo hacer que los años pasen en pocas páginas, o incluso viñetas, y no duda en sacar también la parte menos simpática del personaje, cuando resultaba desagradable, tiránica, exigente y extremadamente crítica, porque, al fin y al cabo, ciertas cosas, se da a entender, no se pueden conseguir sólo con sonrisas. Tampoco oculta, más bien al contrario, que después de dejar atrás una familia pobrísima, con un padre tallador de lápidas, y una madre transformada en máquina reproductora -tuvo dieciocho embarazos- decidió casarse con un arquitecto crítico con su sociedad, y con el que tuvo un matrimonio de lo más abierto, que incluía la posibilidad  de que cada uno de ellos no sólo tuviera amistades profundas con personas del otro sexo -lo que ahora parece algo normal, pero que en aquella época, y más en una mujer, era considerado indecoroso, por no decir indecente-, sino auténticas relaciones extra-matrimoniales, consentidas por uno y por otra.
Es de suponer que la obra se podrá leer, antes o después, también en castellano. Y en el caso de España, será, como el resto de la obra de Bagge, publicada por la editorial "La Cúpula", con el habitual excelente trabajo de traducción que ya han demostrado en otros muchos casos -que nadie se piense que traducir un cómic es sencillo,  y menos todavía si no va dirigido a niños poco exigentes, aunque muchos lo son más de lo que cabría pensar-.
En resumidas cuentas, la posibilidad de conocer un personaje que, en su país y fuera de él, ha sido distorsionado tanto por la derecha o la población más religiosa -por desear controlar la natalidad, y defender el aborto, al menos, en casos tan evidentes como malformación del feto, peligro para la madre o violación; aparte de entenderlo cuando ya se han tenido varios hijos, y no se pueden mantener más-, y la izquierda o los "altermundistas", por creer, erróneamente, que era racista; cuando hablaba de "mejorar la raza", o "la nueva raza", hablaba de disminuir nacimientos, pero mejorando la cultura y el nivel de vida de los ya nacidos, y el término "raza", no se refería ni a los blancos en particular, ni a comparaciones de éstos con negros, asiáticos, etc. En todo momento, se refería a "la raza humana", sin importar origen étnico, pues también trató con mujeres afroamericanas, latinas, etc. En fin, una heroína libertaria, como Bagge, pero no en el sentido de contraria o enemiga del estado, sino crítica con el crecimiento desmesurado de éste, pero también del control que pueda ejercer sobre los ciudadanos, en solitario, aliado, o dejado de lado por o con los grandes poderes financieros, económicos o religiosos.


El, por ahora, infructuoso proyecto de llevar al cine "Apocalipsis friki".

Parece que en los 90 hubo un intento -o más- de llaver la serie de "Odio", bien al cine, bien a la televisión, pero todo aquello quedó, lamentablemente, en nada. Pasados los años, y teniendo en cuenta que no deja de ser un cómic generacional, y no tendría mucho sentido "trasplantar" a Buddy Bradley y compañía a la década de 2010, por lo menos. Sin embargo, hay más obras que podrían trasladarse a la gran pantalla sin necesidad de que resultara demasiado importante en qué época exacta transcurra la acción. Una de ellas sería, sin duda, "Apocalipsis friki" -"Apocalypse nerd", en versión original-, la más fuerte y fantasiosa de sus historias -dejando aparte, claro está, la locura de las tiras de "Bat boy"-. La cuestión es "Si quieres hacer una película como esta, ¿tienes suficiente dinero para ello?". "El dinero no da la felicidad, pero ayuda mucho", o en otra versión, ayuda a comprarla. En cuestión de cine -en España se sabe bastante de ello, aunque hablar de subvenciones sería un tema un tanto espinoso-, hablar de cine queda feo, pero sin él, no hay producción que valga. 
¿Cómo conseguirlo? Pues por medio, aunque sea en parte, del micromecenazgo, o crowdfunding, como se le conoce en inglés -y en mayor o menor medida, en cualquier otro idioma-. En Gran Bretaña, el director Tupaq Felber, y el director de fotografía Paul O'Callaghan -entre otros, se entiende-, que tienen ya un nombre en la publicidad, pero no es que tengan mucha experiencia en cuestión de largometrajes -yo no he encontrado nada sobre largometrajes, al menos-, decidieron hacer un llamamiento -podríamos llamarlo así- en la web "Kickstarter", donde existe la posibilidad de buscar financiación para cualquier proyecto cultural, para encontrar una multitud de pequeños productores, de mecenas que, con modestas cantidades -de entre 5 libras esterlinas, hasta 2500 o más; por si alguien quiere ser especialmente generoso; o sea, no todas las cantidades tenían por qué ser tan modestas-, pudieran hacer posible la producción. 
Pero, después de haber dado un mes de tiempo -no sé por qué tan poco; posiblemente es que es una de las reglas de la web, si quieres ayudarte de ella para buscar financiación-, de las poco más de 88.000 libras iniciales, sólo fueron capaces de recaudar unas 10.000, y sólo con eso, aunque cuentes con algunos ahorrillos, más que una película, sólo te da para un cortometraje, y no de los caros. 
Respecto a sí Bagge participó en el proyecto, digamos que no de forma directa. Les hizo propaganda en su facebook, y creo que en su web, y les cedió páginas originales para que las ofrecieran a cambio de dinero, pero poco más. Porque una cosa es que te guste que alguien quiera hacer una película de un cómic tuyo, y otra bien distinta, que quieras invertir tu dinero en algo que no estaba nada claro. Pues nada, que si la cosa tienen más consistencia, tal vez en un futuro se vuelva a oír hablar del proyecto. Y si no, pues dormirá el sueño de los justos, como tantos otros.

Pues eso, mejor tomárselo con calma.

Y para quién sienta curiosidad, aquí dejo un enlace con la página de "Kickstarter" donde se buscaba financiación.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Un par de descubrimientos históricos recientes.

Un par de poemas de Safo, y una ciudad mesopotámica que pasa de la leyenda a la realidad.


A falta de más tiepo para entradas más largas, me gustaría escribir sobre un par de cosas que he leído en la prensa, y cuya historia completa he intentado ampliar. Una, es el descubrimiento, en Gran bretaña, de dos poemas -uno aparentemente casi completo- atribuidos, con una casi total seguridad, a la misteriosa y extraordinaria poeta -o poetisa, que parece ser una palabra errónea, pero que a mí me suena mejor- Safo de Lesbos. No se trata de explicar aquí lo poco que se sabe de su biografía, ni de comentar a fondo lo poco, poquísimo, que ha llegado a nuestra época: apenas un poema casi completo, y detalles, casi retales literarios, del resto de su obra, unos nueve libros; teniendo en cuenta, claro está, que el término libro", para griegos y romanos, más bien se podría traducir como "obra o trabajo literario completo", que podría no ser el equivalente a un libro actual, de cientos de páginas, sino uno o varios papiros o manuscritos que, a la hora de pasarlo a páginas, serían o mismo un centenar, como unas docenas, o incluso menos.
La otra, sería el descubrimiento en Irak -para ser más exato, en el Kurdistán iraquí- de una ciudad que sólo se conocía por escritos, en listas de poblciones que formaban arte del Tercer Imperio Asirio, suúltima y mejor época, la de máxima expansión-, bien como capital provincial, o como ciudad-estado vasalla, pero que, en épocas anteriores, lo mismo estaba en manos de babilonios o asirios, como formaba un pequeño estado independiente. Esta oscura ciudad, ahora parte de la historia y no sólo de suposiciones o leyendas, se llamaba Idu.


Safo, espíritu de otra época ya pretérita, y cuya historia se nos escapa.
El descubrimiento de los dos poemas de Safo es, cuanto menos, curioso, pues no ha sido hallado durante trabajo arqueológico alguno, sino que fue entregado por un particular -se supone que su legítimo dueño, no se sabe bien ni cómo, ni desde cuándo-, coleccionista londinense anónimo, al doctor Dirck Obbink, uno de los mejores papirologistas de la Universidad de Oxford, que informó del hallazgo al diario británico "The Guardian", que fue el primer medio en hablar de todo ello. Dick considera que sí pertenecen a Safo, debido a la métrica y al dialecto -de la isla de Lesbos, distinto al más extendido, llamado ático, por la Ática, la antigua región griega donde se encontraba Atenas-, más que porque tengan relación directa con el material de la autora ya conocido y publicado. Por lo visto, aunque lo que queda del pergamino pudiera muy bien ser escrito en Grecia, no es de época clásica, sino romana, más o menos del siglo III de nuestra era.

Safo T
Una estatua de Safo en Mitilene, en la isla de Lesbos, su patria.

Uno de ellos parece hacer referencia a un amor no correspondido, o a los celos que el autor -o autora, pues evidentemente es Safo quién lo escribe, aunque no sabemos si pretende hacer creer a la audiencia, al lector, si el autor es hombre o mujer- hacia una persona querida que paree tener una buena -en exceso- buena relación con un tercero. El segundo esta dedicado a su hermano Charaxos, que no pocos historiadores pensaban que no era un personaje real -no se habla de él en ningún poema de Safo; es conocido por un apunte literario de Herodoto, que comenta una obra perdida de la poeta, en que habla de los amores de su hermano con un esclavo egipcio-. Sin embargo, aquí no comenta dicha relación, sino el viaje de vuelta que debe realizar el hermano en cuestión, y que Saf considera que podría ser difícil y peligroso -no confía demasiado en la benevolencia de los dioses, en una época donde los naufragios eran demasiado habituales-, y que afortunados son los marinos que pueden realizar un periplo marítimo de ida y vuelta sin peligro, y sin enfrentarse a tormentas y oleajes que podrían hacer naufragar su nave, y que la audiencia -más bien parece referirse a la gente que no sabe de cosas de la mar, y que habla sin pensar demasiado sobre el tema- no debería dar por sentado que Charaxos regresará sin peligro alguno que le aceche. Su hermana cree, por el contrario, que hasta que no lo vea en persona después de pisar tierra, no estará tranquila. Acaba el poema hablando de su otro hermano, Larichos, el más joven de los tres, que espera que llegue a ser un hombre y así, "liberarlos de una gran ansiedad", aunque no está demasiado claro a qué se refiere. Quizá, simplemente sea una hermana mayor que desea que el menor de sus hermanos siente la cabeza de una vez, y deje de comportarse como un crío. Los problemas familiares no parecen haber cambiado tanto, por lo visto.
Aquí, a partir de la primera traducción al inglés, la que he podido hacer al español -teniendo en cuenta que traducir poesía no es lo mismo que prosa-:

(...) (Por lo visto, este podría ser el fin de un poema bastante más largo).

Tanto que parloteáis siempre, que Charaxos viene,
su barco abrumado por la carga. Doy por supuesto que sólo Zeus lo
sabe, al igual que todos los otros dioses; pero vosotros, vosotros no deberíais
albergar esos pensamientos.

Sólo debe pedírmelo desde la distancia, y me dispondré
a ofrecer innumerables oraciones a la reina Hera
para que Charaxos pueda llegar aquí, con
su barco intacto.

Para nuestra tranquilidad, permitidnos confiar en los poderes superiores;
pues los períodos de calma llegan inmediatamente después de
las grandes borrascas.

Ellos, cuya fortuna el rey del Olimpo desea,
en este momento intentan sortear los peligros
para (...) son bendecidos
y afortunados más allá de cualquier comparación.

En cuanto a nosotros, si Larichos debe (...) la cabeza
y en algún momento, llegar a ser un hombre;
pues nos llena de una gran desesperación,
y así nos sentiríamos rápidamente liberados.

"Safo y Alceo", de Lawrence Alma-Tadema (1881).


La ciudad perdida de Iru, en el Kurdistán.

Esta otra historia es un poco más antigua. Apareció en la revista de Historia de National Geographic, a finales del 2013, y antes, en una revista de cultura e historia turca. La ciudad se conocía tras traducir tablillas en escritura cueniforme en Holanda, en 2008, pero se pensaba que dicha ciudad, posiblemente, no existía, o era un nombre diferente -o mal escrito- de otra ciudad ya conocida. No fue hasta el año pasado, que fueron descubiertos sus restos -o una parte, porque las excavaciones continúan, a pesar de la difícil y peligrosa situación de Irak- en el poblado de Satu Qala, en la orilla norte del río Zab. Como en otras ocasiones, fue un descubrimiento casi casual, cuando un campesino entregó un ladrillo antiquísimo, con una escritura de época asiria, a los mmiembros de una expedición arqueológica alemana. Allá hablaba de una ciudad no descubierta, y tras excavar en la zona, descubrieron otras inscripciones, que les permitieron descubrir no el nombre de un solo rey, sino de toda una dinastía completamente desconocida. Más que una ciudad, se han ido descubriendo -queda mucho por descubrir todavía- restos de poblaciones superpuestas, desde épocas neolíticas -un poblado prehistórico- hasta época del Nuevo Imperio Asirio. Las inscripciones, en alfabeto acadio -la primera gran lengua semítica conocida,que fue la habitual en el Imperio Akkadio creado por Sargón, pero que, en tiempos de Hammurabi se había dividido en, al menos, dos dialectos claramente diferenciados: el babilónico al sur, y el asirio al norte; en tiempos del Nuevo Imperio Asirio, se podía decir que ambos dialectos se habían transformado en lenguas hermanas, pero distintas, y difícilmente inteligibles para los hablantes del idioma hermano, aunque seguían usando el alfabeto acadio, que era cueniforme-.

Un rodillo-sello de piedra con dibujos en relieve, que permite grabar en la arcilla blanda un continuo de figuras.

Por lo visto, Iru fue un pequeño reino semítico, aunque pudo tener influencias étnicas y culturales de los indoarios -los antepasados de persas y kurdos-, que fue algo parecido a una ciudad-estado de pequeño tamaño que fue dominada por el Segundo Imperio Asirio, y cuando éste cayó, o se debilitó, formó durante bastante tiempo -tal vez un par de siglos, o más- un reino más grande, que de nuevo fue conquistado por los asirios en su época de máxima expansión es posible que la caída de sus dominadores les arrastrara también, o que sobrevivieran, con cierta personalidad propia, en tiempos del Nuevo Imperio Babilónico, el de Nabucodonosor, que más adelante sería conquistado por el coloso persa. No es que quede mucho de la ciudad en su mayor esplendor, aparte del palacio, pero para seguir excavando, primero habría que derribar algunas viviendas de los actuales habitantes kurdos. Y, evidentemente, ahí tienen que llegar a un acuerdo con con el gobierno kurdo, el del municipio, y los vecinos. Ya se verá, entonces, qué más saldrá a la luz en los próximos años.

martes, 18 de febrero de 2014

Gente de mi ciudad ( I ): Josep Tapiró, el algo más que "el amigo de Fortuny".

Una entrada sobre uno de los pintores de Reus, mi ciudad, apenas conocido fuera de ella.


He escrito sobre novelistas, poetas y artistas de diversos países y épocas, pero me he dado cuenta de que no he dedicado entrada alguna sobre algún reusense, como si nunca hubiera nacido nadie que mereciera ser recordado, aunque fuera en un blog tan modesto como éste -eso sí, perteneciente a un natural de dicha ciudad-. Así que pensé que podría empezar por Josep Tapiró, un pintor que todavía tiene -hasta finales de mayo de este año- una exposición en el único museo propiamente dicho que nos queda en Reus. Supongo que cualquiera que la conozca, dirá que por qué no le dedico un espacio a los tres hijos más ilustres de ésta: el arquitecto Antoni Gaudí, el político y militar Joan Prim -el famoso general de la plaza del mismo nombre, conocido a veces como "el del caballo y el sable", y el también pintor Marià -o Mariano, pues en no pocas ocasiones castellanizó su nombre, forma por la que también es conocido- Fortuny.
Probablemente, la razón por la que no hablo, en primer lugar, de Gaudí, es, precisamente, por tratarse de un artista tan extraordinario como universal y conocido. No es que merezca un post, sino todo un blog o una web para él solito. No significa que no vaya a hablar, más adelante, de él o de su obra -o de una parte de ella, por lo menos-, pero creo que el personaje, hasta cierto punto, me viene grande. Respecto a Prim, tiene su importancia en la intrincada historia política de la España del siglo XIX -llamado, no sin razón "el siglo loco"; más tarde vendría el XX, que sería más loco y cruel todavía-, que está entre el sainete, la ópera bufa, y la tragedia muy mediterránea. Realmente, para cualquiera que no sea español, puede resultar un tanto difícil, entender toda aquella época -a mí también me resultó un poco, y eso que me interesaba, y que se me da bien el comprender este tipo de madejas político-militares-, así que mejor, por el momento, dejarlo en paz. Por ahora. Respecto a Fortuny, y a su hijo -residente en Venecia, donde todavía se conserva un palacio con su nombre, y artista polifacético- sí que podrían tener su espacio, pero más adelante.
Así pues, empiezo por este buen hombre, que en su época no sólo se hizo un nombre en el mundo del arte, sino que llegó a tener su mercado incluso en Gran Bretaña e Italia. Un artista hasta cierto punto internacional, aunque en su  patria chica poco o nada se sepa de ello. Realmente, me he tenido que informar más en los folletos y demás información que conseguí en la exposición, o en datos aparecidos en periódicos, que en la misma red -y ya no digamos en libros, pues muy poco se ha escrito sobre él-.


Vida y obra de Josep Tapiró, ejemplo del "orientalismo", tan en boga en la Europa del XIX.

JosepTapiró i Baró nació en Reus en 1836 -en la calle Llovera, que sería el centro del Reus de la época; y de esta también-, y murió en la ciudad de Tánger, en Marruecos, en 1913 -vivió unos setenta y siete años, bastante más que su amigo y casi vecino Fortuny-. No falleció en la población norteafricana por casualidad, pues hacía ya años que vivía y trabajaba allá. Algo, por lo demás, nada extraño, pues no pocos artistas europeos se instalaron allá hasta bien entrado el siglo XX.

Tapiró en su estudio de Tánger, donde posaron para él tantos habitantes de la ciudad.

Como hijo de lo que sería la clase media urbana, en parte comercial, en parte formada por obreros especializados, técnicos y artesanos más o menos especializados, formaba parte de un grupo social que, además de en sus negocios u oficios, también sentía interés por el arte y la cultura, tanto la propia -y aquí no sólo cabría hablar de Cataluña, sino de España en general, porque aunque empezaba a nacer cierta identidad nacional, no existía, como se podría creer, un movimiento o deseo separatista; o al manos, nada claro o político- como la foránea. Sobretodo, Francia y el Reino Unido. Se inició en la pintura con el pintor reusense Domènec Soberano -con obras de aprendizaje, empezando con retratar a sus propios padres-, donde conoció al que más tarde sería su amigo Fortuny, dos años más joven que él, pero que ya apuntaba maneras. Juntos marcharon a Barcelona, a realizar estudios artísticos en la Escola Llotja -donde conocieron lo que era vivir en la gran ciudad, y además, Tapiró salvó la vida a su amigo de morir ahogado en los muelles de la ciudad condal; al buen hombre, joven atolondrado en aquella época, se le ocurrió sumergirse allá sin saber apenas nadar-, y desde 1858, a Madrid. Allá se matricularon en la Escuela Superior de Pintura y Grabado, y asistieron, al mismo tiempo, a la academia particular de Federico Madrazo, uno de los mejores pintores españoles de la época. Ambos aprendieron mucho allá, pero Fortuny, además, se casó con la hija del maestro, así que salió aprendido y emparejado al tiempo.

"Joven italiana", uno de los primeros trabajos importantes -primeros, no iniciales, y tampoco escasos, pues pintó muchísimo en Roma, aunque gran parte de su obra, comprada por turistas, está dispersa y en parte, incluso es desconocida.

"Niños bajo el porche"; otra obra de su etapa italiana.

Uno de los tres retratos que hizo de uno de los cardenales residentes en Roma -donde se encuentra el Vaticano-. Era habitual en la época el pintar religiosos, y más si eran altos cargos.

Ambos marcharon, en 1862, a Roma -tras visitar Florencia, Nápoles, y recorrer media Italia-, donde compartieron amigos, gustos pictóricos, y una carrera modesta pero muy prolífica: él, en particular, se dedicó a pintar a los habitantes tanto de la ciudad -una obra costumbrista, por tanto-, como de las zonas rurales cercanas. Lo hizo en forma de postales, de pinturas de recuerdo, que compraron, además de los italianos y de algún español que pasaba por allí, sobretodo, los británicos, que en aquella época visitaban siempre que podían -y si se lo podían permitir, claro está- tanto Italia como Grecia. Consideradas una y otra como las dos cunas de la cultura occidental, redescubierto su arte tanto por arqueólogos, como por historiadores y artistas, ricos y clases medias se paseaban por aquellas decadentes pero fascinantes ciudades mediterráneas -como también hacían, en menor medida, por Estambul y Oriente Próximo- siempre que les resultara posible. Además, Tapiró era muy bueno no sólo retratando a los italianos, y las plazas, calles y pueblos por donde se movían, sino también lo hacía en forma de acuarela, que era un tipo de pintura que resultaba especialmente atractivo a los victorianos de la época, y más, si cabe, si el autor era especialmente detallista, su obra gozaba de gran colorido, y tenía cierto aire -hasta cierto punto- étnico. De aquella época son obras como "La visita del cardenal" -lo de pintar religiosos, era bastante habitual en la Italia de la época, tanto para pintores autóctonos como extranjeros- o "Una aldeana romana".
Poco a poco, sus obras, compradas por estos primeros turistas, le ayudan, casi sin darse él mismo cuenta, a hacerse cierto nombre entre marchantes y expositores, y entre descubridores de nuevos autores, en Londres y otras poblaciones británicas, así que, en poco tiempo, y debido también a lo prolífico de su obra -no se sabe, realmente, cuantas llegó a pintar, pues la mayoría están en manos de particulares, que no siempre desean sacarlas a la luz-, consiguió hacerse un hueco en un mercado grande y creciente, pero también competitivo y difícil para los extranjeros.

La "Novia bereber", adquirida hace muy poco por el MNAC de Barcelona.


                                        José Tapiro y Baro (español, 1830-1913)

"Grupo de moros armados detrás de una muralla", y "Un atrio oriental", o cómo conocer el Marruecos del siglo XIX. Después de la independencia de España y Francia, y la unión de los dos dominios europeos, más la ciudad libre de Tánger, en un solo estado, bajo el gobierno -y el dominio- de los reyes alauitas, el pasado occidental se ha ido desvaneciendo -y olvidando, y casi arrinconando- con el paso de los años. Y el islamismo rampante, muy cargado de xenofobia, ha ayudado también a ello. Una cosa era la prepotencia colonial, y las guerras de conquista, y otra bien distinta el arte.

En 1871, su vida, tanto desde un punto personal como profesional, iba a cambiar a raíz de un viaje que hizo, como no, en compañía de su amigo Fortuny al norte de África. Se había reencontrado con él tras retornar temporalmente a España -primero a Reus, a ver a su familia; más tarde a Madrid; y por último en Granada, donde se reunió con Fortuny-, e iniciaron un viaje a Tánger y Tetuán. En 1873-4 logró exponer en Roma, pero ese mismo 1874 fue muy aciago para él, pues su amigo moriría en dicha ciudad de forma repentina.
Tras participar en una recolecta para que Reus le dedique a su amigo de toda la vida un monumento en su honor, decide marchar a Tánger, donde decide comprar una casa en la famosa plaza de la Fuente Nueva, y se establece allá para siempre, pues esa sería, a partir de 1877, el lugar donde trabajaría, y donde abandonaría la temática italiana y religiosa -católica, se entiende- para zambullirse definitivamente en el orientalismo, que, lejos de espantar a sus viejos clientes, le haría ganar nuevos. También aquí sería prolífico, aunque menos, pues muchas de sus obras serían de mayor tamaño y dificultad. Y como en los casos anteriores, sigue sin saberse cuantos cuadros llegó a pintar.

"El santón Darcawi", de 1880, también llamado -más en Mauritania o Mali- morabito, una especie de religioso mendicante y al mismo tiempo sabio, o de eremita, pero en su versión musulmana.

Respecto a las obras que salen de su pincel, hoy en día se podrían considerar casi antropológicas, porque, además de fascinantes y exóticas, no dejan de ser también muy realistas. Testigos de un mundo ya desaparecido, y que, a falta de fotografías, sólo puede ser conocido -o insinuado, dado por supuesto- gracias a la obra de estos auténticos exploradores de imágenes llegados de Europa. Obras de esta época, entre otras, serían "Preparativos de la boda de la hija del cherif -o cheic- en Tánger", "Vendedor de cuscús", "El santón Darcawi", "Parache el bailarín", "Novia bereber -o mora, que no era usado como expresión despectiva o racista, sino como algo muy común-", o "Grupo de moros armados detrás de una muralla".

"Preparativos de la boda de la hija del cheic en Tánger", una de las más coloridas y fascinantes, pero también realistas -parece que, en más de una ocasión, Tapiró se disfrazó de musulmán, incluso de mujer, nikab o velo en la cara incluido, para ser testigo de lo que, en caso de presentarse como occidental, muy probablemente no podría haber visto de cerca.

Es a partir de esa época de donde viene su fama internacional, pues expondrá en París; más tarde en Londres, donde se instalará temporalmente en un pequeño apartamento de Golden Square, venderá su obra en galerias de la zona de Picadilly Circus, e incluso llegará a conocer en persona al príncipe e Gales. En 1883, participará en la XIX Exposición Anual de Aquarelistas Británicos y Extranjeros, organizada por la Thomas McLean's Gallery de Londres y en la que, a pesar de su nombre, los autores de otros países no eran, precisamente, muy numerosos.

Tanger en 1900, aproximadamente, tal como lo debió vivir Josep Tapiró.  La fiesta es la procesión de los isawas, ya desaparecida, y que Tapiró retrató en uno de sus cuadros.

El zoco grande, un día de mercado. Las dos fotos son del blog "Tánger en 1900".

No se casa hasta 1886 -con cincuenta años; no parecía tener mucha prisa, en tener pareja-, y expone y consigue premios y logra exponer en Barcelona, en Madrid -donde logra vender dos cuadros al museo del Prado, donde actualmente están expuestos: "Parache el bailarín", y "El santón Darcawi"-, en su ciudad, e incluso en Buenos Aires.
Un año después de este viaje a través del océano, fallecerá en su casa de Tánger de una insuficiencia respiratoria, siendo enterrado en esta ciudad. Hasta 1947, sus restos no serán trasladados, de forma ya definitiva, al cementerio de Reus.




martes, 11 de febrero de 2014

Tintín en el mundo de Lovecraft (y otros destinos alternativos).

Una pequeña colección de portadas que nunca imaginó Hergé.


Hace tiempo que no escribo nada -incluso, acabé borrando alguna entrada que quedó a medias- así que he decidido, por la facilidad en que un blog personal también sirve a su usuario para buscar y "guardar" cosas que encuentra en la red, y que en caso de no tenerlo, no le quedaría más remedio que amontonar imágenes sin explicaciones correspondientes, o hacer un libro casero de curiosidades con el word o programas parecidos, el "coleccionar" aquí algunas portadas. Pero no unas cualquieras. A mí, el personaje de Tintín, sin haber sido nunca de mis preferidos en el mundo del cómic, si que me ayudó, en mi ya lejana infancia, -y junto a Asterix y Lucky Lucke; prácticamente, los tres únicos cómics franco-belgas conocidos y superventas en España desde hace ya muchos años- a ver más allá de los personajes, muy patrios e hispanos, de las revistas de la Editorial Bruguera -ya se sabe, Mortadelo y compañía-. Aunque ha ido quedando un tanto anticuado, no dejó de ser en su época un personaje atractivo, y con un mundo propio que crecía de álbum en álbum, aunque, como solía pasar en casi cualquier cómic anterior a, quizá, los años 80 o 90, son temporalmente fijos. O sea, que no envejecen, y raramente en una historia se hace referencia a aventuras pasadas, excepto si se trata de un arco argumental largo, dividido en varias revistas o entregas en revistas de diversos autores. Aún así, y a pesar de que los propietarios intelectuales -lamentablemente, creo yo, pues un personaje mundialmente famoso, del cómic o la literatura o el cine, da igual, acaba perteneciendo a todo el mundo- se han negado siempre a que salieran al mercado nuevas historias con también nuevos autores, eso no ha impedido que admiradores de todo el mundo -incluyendo grandes historietistas y portadistas- imaginaran, e incluso crearan de principio a fin, nuevas aventuras del joven periodista que no escribió crónica alguna, más allá de su primer trabajo en la Rusia de los soviets, y del que nunca conocimos ni afinidades políticas o religiosas -más allá de la defensa del bien sobre el mal; lo que no es poco hoy en día-,  ni amores, ni familia, ni pasado más allá de sus historias con los otros personajes de sus álbumes... pero es que, en principio, Tintín iba dirigido solamente a niños y adolescente, y Hergé, como muchos otros autores de su época -y anteriores y posteriores a él-, pensó que aquello no tenía importancia, porque a su público, en teoría casi todo con menos de veinte años, no debía importarle gran cosa.

Aquí, pues, algunas de esas obras que, gracias a internet, son conocidas en todo el mundo, y que mezclan el un tanto ingenuo y luminoso mundo de Tintín con el más siniestro y terrible del genio solitario de Providence: el legendario H.P. Lovecraft.










Los seres anfibios ocultos la siniestra Innsmouth, emparentados con los habitantes híbridos de la ciudad; una visita a R'lyeh, la que duerme en las profundidades del océano; Herbert West como "mad doctor"... evidentemente, Lovecraft podría haber inspirado multitud de historias con Tintín como protagonista, igual que lo ha hecho a tantos y tantos autores de todos los ámbitos artísticos, tanto profesionales como anónimos y aficionados -yo mismo, por ejemplo-, y Muzski lo deja bien claro en estas geniales portadas.

*También existen aventuras alternativas de viajes que Tintín nunca realizó, pero que, como periodista, bien podría haber visitado los países en los que éstas transcurren:

En El Salvador, durante las guerras civiles que arrasaron Centroamérica, en la década de los 80.

En Bosnia, durante la guerra de los Balcanes.

La guerra civil del Líbano, en los 70 y 80, ahora parece lejana, pero en su momento era habitual en diarios y televisiones.

dans la maison des Compagnons Adesso • bandes dessinées • recherches y détournements - Les coberturas perdues de Tintin - Página 4 | adesso.blogspace.fr
Está claro que aquí, no es periodismo lo que, después del 11-M, decide hacer Tintín.

En Dublín, como un típico irlandés (según la visión inglesa, muy probablemente), según Tynan.

Aunque pueda parecer lo contrario, esta aventura imaginaria en la República de los ayatolas la imaginó un persa, conocido como Zartosht Soltani. No debió hacerle mucha gracia a las autoridades de su país, porque resulta bien difícil encontrar su web personal, que cada poco tiempo desaparece, lo mismo que la web no oficial de los seguidores de Tintín en Irán, que tenían esta ilustración como estrella.

*Y siendo un personaje tan cinematográfico -sobretodo, desde la película de Spielberg-, resulta normal que protagonizara más de un film, incluyendo uno dirigido por este último:

El primer Iron Man, con el padre de Tony Stak vendiendo tal maravilla, y con el profesor Tornasol atento.

Después de la Luna, Marte. 

Una aventura realmente espacial, mucho más allá de la Luna, que pisó antes que en 1969.

Una pesadilla muy Burtoniana en plena Navidad.

Spielberg, con un aventurero que, sin ser Indiana, también se enfrentaría a los dinosaurios de "Parque Jurásico".

*Además de algunos viajes por Europa que parecen haberle sentado demasiado bien:

Peleas con hooligans ingleses, de borrachera por la Barcelona canalla, y en una siniestra estación ferroviaria. ¿Según Dran, Tintín optaría por el periodismo social, o el alternativo?

*Incluso, una visión de un Tintín algo más adulto y que, como algunos de sus seguidores, bien podría formar parte de una de las últimas "culturas urbanas" -lo de "tribus" ya hace tiempo que, al menos para muchos, ya pasó a la historia; un tanto despectivo sí que sonaba-:

Según Tynan, Tintín sería un prototipo de Hipster, o como también se les llama en España, un "gafapasta".