viernes, 26 de mayo de 2017

Una bandera para representar a la Tierra, cuando se llegue a otros mundos.

Quizá en este momento no parezca muy necesaria, pero pensaremos otra cosa al llegar a Marte, o volver a la Luna.


Hace mucho que no escribo, por falta de tiempo, y la verdad, también de temas, y de ganas. Pero en ocasiones, me gusta añadir algo, aunque sólo sea por mantener esto un poco vivo. Así que, si no hay algo mejor, al menos intentaré escribir una entrada corta, sobre otra que leí, en la web "La brújula verde", sobre una bandera creada para representar al planeta Tierra, y evidentemente, a la humanidad, en caso de llegar a otro astro -básicamente, la Luna y Marte, pero también podrían ser los satélites de Júpiter o Saturno, por ejemplo-, y teniendo en cuenta también que la representación de nuestro mundo y nuestra especie al tiempo viene porque, sencillamente, todavía no hay ningún humano viviendo de forma más o menos definitiva fuera de nuestro planeta, pues los escasos astronautas de la Estación Espacial Internacional pueden vivir allá meses, pero por razones médicas y de seguridad, no pueden pasarse allá años y años.
Esta bandera es obra del sueco Oskar Pernefeldt, estudiante de bellas artes en su país, que tras pedir ayuda a expertos en vexilología -estudio de las banderas- y de la misma NASA, ha creado esta bandera, con siete anillos -uno en medio, los otros seis alrededor de él- que se entrecruzan, y que representan a la humanidad, a la necesidad de unidad, a que todos vivimos y necesitamos vivir entrecruzados, mezclados, en continua colaboración, y el azul de fondo representa, como no, el mar, aunque también podría ser el cielo, y el blanco de los anillos, el color de los trajes espaciales.
Aunque no es -no hay ninguna que lo sea, realmente-, bandera oficial -¿quién debería considerarla así? ¿La ONU?-, ha conseguido una gran popularidad, y es posible que algún día acabe utilizándose, pero tal vez no por una expedición estatal, enviada por un gobierno -Estados Unidos o China, básicamente-, sino por una empresa, o alianza de empresas, organizaciones, particulares y gobiernos, que así representarían a todos los seres humanos. De todas formas, el colocar en Marte, o en Europa o Ganímedes, la enseña de una empresa, no es que resulte muy romántico o inspirador que digamos.

La bandera propuesta por Pernefeldt, y que ha conseguido una rápida popularidad. Tanto la NASA, como empresas privadas empeñadas en llegar a Marte, podrían utilizarla en un futuro próximo.

En wikipedia, y en otras webs, sin embargo, se pueden ver también otras banderas alternativas. Y aquí unas cuantas:

La del granjero norteamericano James Cadle, representa a la Tierra -círculo azul-, acompañada por la Luna -el blanco- y el Sol -enorme círculo amarillo que, lógicamente, no puede verse completo-, y de fondo, el negro del espacio. Es popular entre los participantes en proyectos SETI, o búsqueda de vida extraterrestre.

  
La bandera de la ONU ha sido considerada como una buena alternativa. La "Bandera mundial", del norteamericano de Paul Carroll (1988), incluiría las banderas de todos los estados y dependencias, y ha tenido que ser modificada continuamente, por la existencia de nuevos estados, la desaparición de otros -como la URSS o Yugoslavia- y el cambio de bandera de otros más.

Por último, está la "Bandera del día de la Tierra", del también norteamericano y pacifista John McConnell, que si bien no es tan popular entre astrónomos o astronautas, o aficionados a la exploración espacial, sí que lo es entre ecologistas, y es utilizada para concienciar sobre los problemas medioambientales que sufre nuestro mundo. El día de la Tierra es el 22 de abril, se celebra desde 1970, y tiene esta bandera como símbolo desde 1973.


martes, 2 de mayo de 2017

El atlas donde cada país es representado por uno de sus cuadros más conocidos.

O de cómo un vietnamita-estadounidense da una lección de arte por encima de los nacionalismos.


Paul Nguyen es un joven analista de datos vietnamita, residente en Estados Unidos. Pero también es un amante del arte, y en particular, de la pintura europea. Y cuando algo te gusta sobremanera, acabas siendo, si no un experto, sí al menos, un entendido. Y cuando tienes conocimientos para realizar algo más que un pequeño trabajo, sino algo tan bello como llamativo, pues acabas haciendo cosas como esta:

Se trata de un atlas del continente europeo, pero donde, en cada país, en lugar de leer o encontrarnos ciudades, ríos o montañas, vemos reproducidos el que él considera el cuadro más representativo, o al menos uno de ellos -porque todo es relativo- de cada país.



Y aquí, un listado -imagino que con algún error, que ya me encargaré de reparar en cuanto pueda- de qué cuadro corresponde a cada país. Y teniendo en cuenta que, como dice el autor, todo es discutible. Y por si resulta un tanto raro ver a La Sirenita, o la Venus de Milo, que son esculturas, es porque se considera que son más representativas que cualquier cuadro de esos países.


Albania: Santa María sosteniendo al Niño Jesús en su brazo derecho.
Alemania: Wanderer sobre el mar de la niebla, de Caspar David Friedrich.
Andorra: Fresco del ápside de la iglesia de Sant Miquel d'Engolasters.
Austria: El beso, de Gustav Klimt.
Bielorrusia: El violinista, de Marc Chagall.
Bélgica: El hijo del hombre, de René Magritte.
Bosnia y Herzegovina: Paisaje de montaña, de Karlo Mijic.
Bulgaria: Danza rachenitsa, de Ivan Mrkvicka.
Ciudad del Vaticano: Creación de Adán, de Miguel Ángel (Michelangelo).
Croacia: Mujer romana tocando un laúd, de Vjekoslav Karas.
Chipre: Pareja, de Stelois Votsis.
República Checa: El bebedor de ajenjo, de Viktor Oliva.
Dinamarca: La Sirenita (estatua).
Eslovaquia: Trabajo, de Albin Brunovsky;
Eslovenia: Primavera, de Ivan Grohar.
España: Guernica, de Pablo Picasso.
Estonia: Mitad desnuda con falda rayada, por Adamson-Eric.
Finlandia: El ángel herido, por Hugo Simberg.
Francia: Amanecer, de Claude Monet.
Grecia: La Venus de Milo.
Hungría: El viejo pescador, de Tivadar Csontvary Kosztka.
Islandia: Thingvellir (asamblea de la Islandia medieval), de Thorarinn B. Thorlaksson.
Irlanda: Tres estudios de Lucian Freud, de Francis Bacon.
Italia: Mona Lisa, de Leonardo da Vinci.
Letonia: Después de la iglesia, de Janis Rozentals.
Lituania: Historia sobre los reyes, de Mikalojus Konstantinas Ciurlionis.
Luxemburgo: Mosela en Greiveldange con Stadtbredimus, de Nico Klopp.
Macedonia: Escena del Salterio de París, manuscrito bizantino anónimo.
Moldavia (Moldova): La chica de Ciadar Lunga, de Mihai Grecu.
Mónaco: Retrato de Raniero I.
Montenegro: Nuestra Señora de Filermo, icono bizantino anónimo.
Noruega: El grito, de Edward Munch.
Países Bajos: La chica con pendientes de perlas (la chica de la perla), de Johannes Vermeer.
Polonia: Rejtan (Otoño polaco, en referencia al reparto de Polonia), de Jan Matejko.
Portugal: Fado, de José Malhoa.
Reino Unido: El Temerario (un barco) remolcado a su último atraque para el desguace, de J. M. W. Turner.
Rumania: Car Cu Boi (carro tirado por bueyes), de Nicolae Gregorescu.
Rusia: Otoño dorado, de Isaac Levitan.
Serbia: El montenegrino herido, de Paja Jovanovic.
Suecia: Desayuno bajo el gran abedul, por Carl Larsson.
Suiza: El caminante, de Alberto Giacometti.
Turquía: El entrenador de la tortuga, de Osman Hamdi Bey.
Ucrania: Los cosacos zapórogos escribiendo una carta al sultán, de Ilya Repin.