jueves, 18 de febrero de 2016

Los prerrafaelitas (XXXIII): Edward Burne-Jones, ejemplo claro de lo que fue el prerrafaelismo.

Aunque tarde, un pequeño repaso de uno de los miembros más conocidos del movimiento.


Magnifico pintor, y eslabón entre los prerrafaelitas, y la corriente artística principal.

La verdad es que Burne-Jones fue uno de los prerrafaelitas principales, junto a la "Santísima Trinidad", Salomon, de Moran y Siddal. Cierto que hubo muchos otros, como Alma-Tadema, los dos Leighton, Poynter, Waterhouse, etc., pero todos ellos tuvieron, demostraron, haber recibido una influencia más clara de la corriente principal, de la llamada pintura academicista, incluyendo también ramificaciones más modernas de ella, como el romanticismo, el neoclasicismo, el orientalismo...
Y si he decidido hablar de él tan tarde -nada menos que tras treinta y dos entradas, un preámbulo y tres anexos- ha sido por simple despiste. Ahora, y antes de escribir sobre alguna otra cosa, él también tendrá su pequeña entrada, aunque sea tarde.
Edward Coley Burne-Jones nació en Birmingham en 1833, y murió en Londres en 1898. Le faltó poco, para conocer el siglo XX. 
Burne-Jones era hijo de un tallista y dorador, que perdió a su madre a los pocos días de nacer. Su padre tuvo que encargarse de criarlo con la sola ayuda de una ama de llaves, un miembro habitual del servicio doméstico de la época -en ocasiones, el único que tenían muchos miembros de la clase media-, que no destacaba, habitualmente, por su amabilidad, sino por una fría aunque, normalmente, innegable profesionalidad.
Después de acabar la escuela, pasó a estudiar teología en el Exeter College de la Universidad de Oxford, donde conoció y se hizo amigo del poeta y -hoy lo diríamos así- animador cultural William Morris, que también fue arquitecto, maestro textil, filósofo artístico, algunas cosas más. También conoció al crítico John Ruskin -sí, el que compraba cuadros a Lizzy Siddal, y parece que, o "animó" a su esposa a largarse con Millais, porque quería el divorcio, o no pareció importarle demasiado que lo dejara; quizá habría que hablar un poco más, de estos dos hombres-. También empezó a leer a Thomas Malory, el auténtico creador de la leyenda del rey Arturo, en una época tan lejana a los tiempos del misterioso monarca céltico -o romano-celta- como fue el siglo XV. Con esas amistades, y esos intereses, sin dejar de ser hombre creyente, estaba claro que Burne-Jones no estaba predestinado a ser sacerdote.


"Amor entre ruinas". El sentimiento puro de los amantes, entre las ruinas de ¿un antiguo imperio? ¿grandezas olvidadas?

"La boda de Psique": un desfile de mujeres, con una protagonista centra, en un paisaje desolado. La historia de Venus-Afrodita que, envidiosa de la belleza de Psique -mujer mortal, hija de un rey de Anatolia, quizá lidio, frigio o cario-, desea que se enamore del hombre más horrible e inmoral del mundo, y para eso envía a la tierra a su hijo Cupido-Eros. Pero ese acto rastrero no sale como Venus había pensado. Cupido acaba enamorándose de Psique, y acaban viviendo juntos.

Morris le quitó de la cabeza el ser sacerdote -porque no olvidó la idea de un día para otro-, y hay que agradecérseo. Con Ruskin, viajó a Italia, como tantos otros británicos que deseaban ser artistas, o al menos, conocer un país que concentraba arte griego, romano, medieval y renacentista. Un inmenso museo al aire libre. Después de dejar Oxford, sin título alguno, pasó en 1855 por el taller de Dante G. Rossetti, cuya influencia se ve en su pintura -aunque fueron Morris y Ruskin, los responsables de su cambio de vida, del despegue de su carrera artística-, y al poco, se interesó por el arte de crear vidrieras, que estaba renaciendo en Gran Bretaña, como una recuperación de un arte medieval, pero con técnicas y estilo más modernos.
En 1860, y tras cuatro años de noviazgo, se casó con Georgiana McDonald, que estudiaba como pintora, y que acabó dedicándose al grabado en madera -el ser una mujer con ideales artísticos elevados, y bastante dotada para el arte, quizá "ayudó" a que el gran amigo de su marido, William Morris, acabara por enamorarse de ella, olvidándose de su propia mujer, la bella Jane Bourden-Morris-. Las otras tres hermanas McDonald también se casaron, o tuvieron hijos famosos: una, con el pintor Edward Poynter; otra, fue madre del futuro primer ministro Stanley Baldwin; y una tercera, fue la madre del escritor -y retratista del Imperio Británico- Rdyard Kipling. Así que Burne-Jones fue tío tanto de Kipling como de Baldwin. Una familia que contaba, al tiempo, con dos grandes pintores, un político de primer orden, y un extraordinario escritor debió de ser digna de ver y conocer.
Fue en 1859, poco antes de su boda, cuando viajó por Italia junto a Ruskin, visitando Milán y Venecia. En 1867, el matrimonio se estableció en Fulham, en Londres. El gran amigo de Burne-Jones, William Morris, parece que se enamoró de Georgiana, pero ella lo rechazó. Y por lo visto, la amistad entre los dos hombres era tan fuerte, que semejante amor platónico de su mejor amigo por su esposa -si no fue algo distinto para Morris, que tampoco está demasiado claro- no fue suficiente para romperla.

"La roca de la condena", es parte de su serie sobre Perseo -a partir de "La muerte del rey Acrisio", un poema de su amigo William Morris-.

"El destino cumplido", otra pintura -siguiente a la anterior en la serie- sobre Perseo.

"El molino", donde recrea tiempos antiguos -en ocasiones, basándose más en las Biblia que en Grecia o Roma, pero sin destacar personajes bíblicos, sino anónimos contemporáneos suyos; se trata de tres mujeres bailando durante una noche de verano-.

En 1877 expuso ocho obras en la Galería Grosvenor, rival de la Royal Academy, que incluía su clásico "El hechizo de Merlín", y allí consiguió ser considerado uno de los representantes del movimiento prerrafaelita, y de la nueva pintura británica en general. Sin embargo, en la década de los ochenta del XIX, Burne-Jones no celebró exposiciones, pues hacía tiempo que recibía duras críticas y ataques de la prensa, y no deseaba ni entrevistas, ni ser "hombre público", aunque eso no significa que no pintase nada. Además, en esa época había tenido una relación amorosa con una modelo griega, María Zambaco, que hasta intentó suicidarse en público, escándalo del cual la prensa lo hizo único responsable.
Burne-Jones representó en sus cuadros tanto temas mitológicos greco-romanos -aquí se ve la influencia del arte italiano, que conoció en su viaje al país mediterráneo, y seguramente, en visitas a museos y colecciones-, como leyendas más o menos históricas -normalmente de origen medieval-. Un ejemplo de lo primero, sería su serie de obras basados en la historia del héroe griego Perseo, o "El espejo de Venus". En cambio,  "El rey Cophetua y la hija del mendigo" (1884) está basado en un texto del poeta Alfred Tennyson, con el que triunfó en la Exposición Universal de París en 1889.


Influencia, e incursiones en otras ramas artísticas.

Como después los modernistas, o los artistas del art nouveau, Burne-Jones no se dedico solamente a la pintura. Se interesó por la artesanía artística, diseñando azulejos de cerámica, joyería, tapices, alfombras... además, ilustró libros -sobretodo, editados por su amigo Morris-, y diseñó vestimentas teatrales
Pero fue el arte de la vidriera, que estaba disfrutando en el siglo XIX un auténtico renacimiento, y que significó gran número de nuevos vitrales en catedrales e iglesias -además de casas particulares, centros educacionales, ayuntamientos...-, no sólo lo que más le llamó la atención, sino también donde más destacó. En realidad, a la hora de hablar del arte vitral británico del XIX, Burne-Jones debería estar entre sus más destacados maestros. En muchas de ellas, le ayudó, como no, su amigo William Morris.
En 1890 fue elegido miembro de la Royal Academy, y cuatro años después fue nombrado caballero. La muerte de su amigo Morris, en 1896, resultó tan duro para su salud, que falleció apenas dos años después. Tras su muerte, y por primera vez tras lamuerte de un artista, se celebró un servicio en su memoria en la Abadía de Westminster.
Aunque su arte acabó siendo olvidado tras las vanguardias, y sobretodo, después de que el llamado arte moderno acabara por barrer el recuerdo del llamado arte clásico o academicista -curioso, que hasta los que intentaron cambiar el arte pictórico, rompiendo en parte con el academicismo, al final acabaran siendo incluidos en el mismo saco que éste-. Solo bien entrado el siglo XX, empezó a ser redescubierto y revalorizado, y en los últimos años, las redes sociales, y la popularización de libros de arte, y el aumento de exposiciones artísticas a nivel internacional, han dado a conocer tanto a él, como a sus compañeros, a un número cada vez mayor de interesados por el arte en general, que empiezan a estar cansados y aburridos de la actual corriente mayoritaria: el arte abstracto o moderno, más un negocio que cualquier otra cosa.

"La seducción de Merlín". El mago, conquistado por la bella Nimue -o Vivien-, una hechicera a quien el mago enseñó parte de lo que sabía, y que aprovechó sus conocimientos para atraparlo con la ayuda de arbustos de espino, y trasladarlo prisionero a una torre. Se basó en un poema de Tennyson, que descubrió en su juventud -quizá gracias a Morris-, pues Burne-Jones era un enamorado de la mitología artúrica.

"Las escaleras doradas" (1880), una de sus obras clásicas, donde el protagonismo se lo llevan las escaleras tanto como las jóvenes que bajan por ellas.

Pero antes del olvido, fue toda una figura Influyó tanto en los simbolistas, que en ocasiones, más que como miembro de la segunda generación prerrafaelita, se le ve como auténtico simbolista. Muy probablemente, teniendo en cuenta que el segundo movimiento debía mucho al primero, más bien se le podría considerar tanto una cosa, como la otra. También la literatura, recibió influjo de su arte: primero, el poeta Algernon Charles Swinburne, amigo de Dante. G. Rossetti, y prototipo de poeta prerrafaelita; después, entre otros, del mismo Tolkien, el creador de la Tierra Media.
También hubo un grupo de artistas, conocidos como "El grupo de Birmingham", que recibió su influjo, y que consiguieron cierto nombre en la década de los noventa del XIX, cuando la vida de Burne-Jones ya estaba llegando a su fin. También su ayudante de estudio, Charles Fairfax Murray, tuvo su propia carrera de pintor, además de dedicarse al coleccionismo y venta de arte. Entre 1903 y 1907 vendió muchas obras de su maestro, y otros prerrafaelitas, al Museo y Galeria de Arte de Birmingham, la ciudad natal del pintor, a bajo precio. Y aquello, con el tiempo, resultó un regalo para el museo, pues tiene la mayor colección de obras de Burne-Jones del mundo, además de otras obras de sus contemporáneos.

"El rey Cophetua y la muchacha mendiga", conocida como Penélope -según una traducción al español-. Cophetua era un legendario rey africano que sentía especial atracción por las mujeres, que sería personaje literario y en el arte.


"El último sueño de Arturo en Avalon", es una de sus mejores obras, y probablemente, la más espectacular, por su tamaño y número de personajes. Burne-Jones siempe sintió fascinación por la figura, más mítica que histórica, de Arturo, y deseaba realizar una gran obra con él de protagonista, aunque fuera en el momento de su muerte, rodeado de Morgana, y de otras mujeres, no se sabe bien si mortales comunes, magas o hadas, en la misteriosa y legendaria isla de Avalon, donde reposaban los nobles y valientes, mezcla de mitología céltica, simbología cristiana y espíritu caballeresco, aunque Arturo, caso de existir, fue históricamente muy anterior, de tiempos de las invasiones germánicas -anglos, sajones- que siguieron a la marcha de las legiones romanas. Tardó diecisiete años en reaizarla -la pintura le obsesionó tanto como le fascinó-, y lo que en principio sólo fue el encargo del conde de Carlisle, acabó siendo una de sus obras más personales y espectaculares.

"Santa Cecilia" (1900), en el Museo de Arte de la Universidad de Princeton. También fue un auténtico maestro en el arte vidriero.

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