sábado, 27 de febrero de 2016

"Mem y Zin", algo más que una de las historias más conocidas de la literatura kurda. Un pueblo, su tierra, y quienes no quieren reconocer su identidad, y la unión de ambos.

Ehmedexani fue el creador de este relato, donde el pueblo kurdo, y el Kurdistán, son representados por una pareja de enamorados.


Más que los Romeo y Julieta del Kurdistán, la imposibilidad de un pueblo de gobernar su propia tierra.

Después de varios días sin poder escribir nada -cosas del trabajo-, o simplemente, sin muchas ganas de ello, he decidido escribir un poco sobre lo que llamaríamos la cultura nacional del pueblo kurdo. Para ser más exacto, de su literatura. Por literatura kurda, se podría hablar tanto desde un punto de vista más estricto -obras literarias de todo tipo escritas en cualquiera de los dialectos de la lengua kurda-, o amplio -todo lo escrito por kurdos, y que representen, aunque sea de forma semi-oculta, secundaria, temáticas, personajes o influencias culturales kurdas, aunque sea en otras lenguas-. Sobre lo de "amplio", viene a cuento porque una parte importante de todo lo escrito por kurdos lo ha sido en árabe, en persa o en kurdo. O en los últimos años, en lenguas occidentales donde los kurdos han emigrado en las últimas décadas, o donde han estudiado o trabajado temporalmente: alemán, inglés, ruso, sueco...
En este caso, se trata de la considerada epopeya nacional kurda, escrita, como casi todas las epopeyas de cualquier pueblo, en verso -o en prosa poética, que es casi lo mismo-: "Mem û Zîn", o simplemente "Mem y Zin", el nombre de sus protagonistas.
La historia de estos dos desgraciados enamorados -una figura, o más bien una pareja de ellas, que se pueden encontrar en casi cualquier cultura humana, antigua o actual- parece estar basada en un hecho real, y fue transmitida de generación en generación de forma oral, contándose entre miembros de la misma familia, o de clanes o tribus -normalmente nómadas o seminómadas, pastores o ganaderos que se movían con sus animales sobre amplios territorios, y que acababan siempre encontrándose con otros miembros de su pueblo con costumbres y economía ganadera idénticas a ellos-, hasta que, lo que debió ser, en un principio, una pareja de enamorados que no pudieron vivir juntos por desavenencias de sus familias, acabó siendo una historia adornada con todo tipo de detalles, llena de romanticismo y dramatismo y que, finalmente, acabó siendo un clásico de la literatura y el folclore kurdos. Sobretodo, cuando dejó de ser una historia únicamente oral -y con todas las versiones que eso conlleva-, para ser un texto escrito, en verso, y de forma tan atractiva y lírica como patriota. De ser sólo material de trabajo y expresión artística de los dengbej -trovadores profesionales, algunos más modestos, que iban de pueblo en pueblo; otros, mejor posicionados socialmente, protegidos por nobles o grandes comerciantes. En ambos casos, figuras que se pueden encontrar en multitud de culturas-, o los xirôkbej -contadores de cuentos, también más o menos profesionales; es posible que algunos, más que contar, fueran rapsodas que recitaban en verso-, pasó a ser, también, una obra escrita.

El responsable de ello fue Ehmedê Xani (1651-1707), un intelectual -escritor, poeta, filósofo- kurdo, que también escribió un libro para enseñar su lengua materna a los niños  -"La primavera de los niños"-, y otro sobre las bases religiosas, morales y éticas del islam, escrito en parte en prosa y en parte en verso -"El camino de la fe"-. Quizá, lo que resulta más original de la obra en verso de Xani, aparte de que no se recuerda otra obra parecida -el hecho de trasladar un relato oral a un formato escrito, fijo, artístico y con trasfondo no simplemente tradicional, sino nacional y patriótico-, fue la visión moderna que le da al relato. En aquella época -finales del siglo XVII; se está casi seguro de que acabó de escribir su obra en 1695-, los kurdos, como los otros pueblos de Oriente Próximo, no tenían una conciencia nacional moderna, sino sólo religiosa -en el caso de los cristianos y yazidíes, más bien como mezcla de orgullo con deseo de ser respetados, o simplemente, de agarrarse a algo en caso de persecución o masacre-, mientras que él, a pesar de ser un musulmán practicante -hasta escribió una obra de base teológica-, defendía también una identidad nacional, étnica y religiosa. Xani nació en una zona kurda muy al sudeste de la actual Turquía, fronteriza con Irán, y él mismo hablaba, aparte del kurdo, el árabe -lengua original del Corán, y considerada idioma de la cultura musulmana en sentido amplio- y el persa -por la importancia e influencia de la cultura de los persas entre los kurdos y otros pueblos-. Sin embargo, o no sabía turco -a pesar de ser vasallo de los sultanes turcos otomanos-, o a lo sumo, lo entendía poco, y lo hablaba menos. Quizá, aprovechó una leyenda nacional, para crear, con ella, un texto que sirviera como referente a una literatura escrita, también nacional y kurda, por encima de la división física de su pueblo. En aquella época, entre los que vivían bajo el poder turco otomano -algunas regiones kurdas, con cierta autonomía política-, y el persa o iraní -aquí, con un reconocimiento menor de la diversidad étnica-. Y al tiempo, nos permite conocer la forma de vida, la sociedad o los ideales, no de los kurdos que vivieron en tiempos de la pareja -o que debieron vivir, en caso de que existieran de verdad, o su historia transcurriera tal como se nos cuenta-, pues no se sabe, realmente, a cual se hace referencia, sino a la de Xani, que sería el último tercio del siglo XVII, cuando los imperios Otomano y Persa, todavía, eran poderosos, aunque estaban perdiendo la carrera tecnológica y armamentística con Occidente.


Un par de imágenes basadas en la historia de Mem y Zîn.


La historia en sí. Una historia de amor imposible en el norte del Kurdistán.

El relato sobre las desventuras de Mem y Zîn no es muy distinto a tantos otros de amor imposible. Mem, del clan Alan, se enamora, el día que su gente celebra el Newroz -el año nuevo kurdo- de Zîn, del clan Botan -hoy en día, la división entre clanes se ha ido disolviendo entre muchos kurdos de Turquía, al menos entre los que viven en ciudades, aunque en Irak, por ejemplo, todavía existe en el campo, pero en otros tiempos, el formar parte de tal o cual clan o tribu resultaba más importante y representativo que el ser kurdo, o parte de otro pueblo-. Pero como acostumbra a ocurrir, aparece un tercero en discordia: Bakir, del clan Bakran. Como no consiente que Mem le robe la mujer que ama, trama su asesinato, con la habitual traición y alevosía de un personaje como ese. Pero las cosas no acaban como él pensaba, pues Zîn, rota de dolor por la pérdida, tan violenta como repentina, de la persona a la que más amaba, visita su tumba, y muere de pena sobre ella. Tras la doble pérdida, las familias de ambos jóvenes -que en este caso, no parecía que estuvieran en contra de su unión-, deciden enterrarlos juntos.
Pero Bakir no iba a escapar de su justo castigo. Entre su propia gente, se extiende la noticia,  que se acaba sabiendo cierta, de que él es el responsable de la muerte de Zen, y por extensión, también de la e Zîn, así que no tardan en darle caza y mataron. Por alguna razón un tanto difícil de comprender, quizá porque se le consideraba culpable de la pareja de jóvenes, Bakir fue enterrado, precisamente, entre Mem y Zîn, pero donde yace su cuerpo, y alimentada por su sangre, crece una zarza, o un arbusto de espino, entre las tumbas de ambos enamorados, lo que hace que, ni tan siquiera tras la muerte, uno y otra puedan descansar unidos, pues el odio de Bakir, a pesar de que él también está muerto, tras recibir justo castigo, lo impide.


El mausoleo de Mem y Zîn, en Cizre. No se sabe en qué estado debe estar actualmente, pues la foto es de 2008, y la ciudad está sufriendo estos últimos meses la represión del ejército y la policía turcas, ante la pasividad de gran parte del mundo. Lo mismo se pueden encontrar, muy a menudo, flores frescas, como ejemplares de la historia escrita por Xani.

Este sería un ejemplo de amor imposible, incluso después de la muerte. Xani, y tras él todo tipo de figuras políticas e intelectuales, así como la mayoría de los kurdos que conocen, o han lleído la historia, consideran que Mem simboliza al pueblo kurdo en su conjunto, y Zîn, el Kurdistán, el país, la tierra de los kurdos. Viene a ser, pues, la imposibilidad de que un pueblo, el kurdo, pueda disponer libremente de su tierra, no en sentido simplemente de propiedad, sino de nacionalidad, de que no puede auto-gobernarse, vivir de forma libre en el territorio considerado parte del Kurdistán. Y eso, hasta ahora, en que los kurdos se enfrentan, en Siria, en Irak, en Turquía, también en Irán, a múltiples enemigos y problemas -el ISIS o Daesh, al Qaeda, el gobierno turco de Erdogán y el ejército y la policía de este país, el régimen islamista chiíta de Irán, la eterna división política, los refugiados...-, pero también, sobretodo en Siria e Irak, tienen más cerca que nunca, si no la independencia, sí una gran autonomía, reconocimiento de su identidad y lengua, y gran influencia -presente o futura- en el futuro de esos dos países. O lo que queda de ellos, sobretodo en el caso sirio.
La historia de Mem y Zîn -"Mem û Zîn", en kurdo-, es poco conocida fuera de su ámbito cultural, pero en 2003 fue traducido al francés -la primera lengua europea en que puede leerse de forma completa y con una traducción seria-, y en los últimos meses, por lo que he podido saber por internet -si no estoy equivocado-, al euskera -para el que no lo sepa, fuera del ámbito hispano: la lengua del pueblo vasco-, y quizá, y a partir de esta segunda traducción a otro idioma, tal vez al castellano, aunque esto son sólo conjeturas mías. También, en mayor o menor medida, se ha traducido y comentado en árabe, persa, ruso, alemán... lo que indica que se trata de una historia nacional, pero de espíritu universal.
Además, cerca de la ciudad de Cizre, ahora tan maltratada -como muchos de sus habitantes- por el ejército y la policía turcas -parte de ella está, todavía, bajo estado de sitio-, se encuentra el mausoleo de Mem û Zîn, inspirado en la historia, aunque, realmente, nadie sabe donde fueron enterrados, en caso de que llegaran a existir. Pero eso no tenía por qué ser un problema, y para un ejemplo tan conocido como parecido, sólo hay que recordar la casa de Julieta -la enamorada de Romeo- en Verona.
Resultaba lógico, además, que llegado e momento, se intentara llevar la historia al cine, y así fue. En 1992, Ümit Elci filmó la película "Mem û Zîn", aunque  no pudo hacerlo en lengua kurda, pues el kurdo estaba prohibido en todos los ámbitos sociales -también en el cine, y por extensión, en la cultura-, y tuvo que hacerse en turco. En 2002, el canal de televisión por satélite KurdistanTV filmó una serie en lengua kurda, y con un despliegue de medios considerable, teniendo en cuenta que no es un canal que cuente con demasiado dinero para sus producciones. En la actualidad, se está preparando una serie en kurdo para el canal turco TRT6, algo impensable hasta hace poco. Y a pesar del enfrentamiento, cada vez más sangriento, entre el estado turco y una parte cada vez mayor de la comunidad kurdo-turca.

Imagen de bilal akif yoruk, yaprak durmaz, and siya mem u zin
Una imagen de una versión televisiva de la leyenda, en un canal de la televisión turca, aunque los actores vestían de una forma más moderna que la época en la que se supone que sucedió realmente.

La placa que se encuentra a la entrada del mausoleo, en inglés y ¿kurdo? Hasta hace poco, sólo podría estar también en turco, pero si la placa en reciente, podría estar escrita en lengua propia de los habitantes de Cizre.

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