viernes, 3 de febrero de 2017

De vuelta con los circasianos: sobre esculturas, píldoras, y exiliadas en Europa en circos.

Después de años de la primera entrada sobre este pueblo, una segunda de un pueblo con más historias detrás de lo que podría pensarse.


De vuelta al Cáucaso. Un pueblo del que se ha hablado mucho, conociéndolo muy poco.

Hace ya mucho, en el año 2012 -casi cinco años, ya-, me dio por escribir sobre los circasianos, un pueblo del Cáucaso -del noroeste de esta cordillera, que parece separar Europa y Asia, y que va desde el Mar Negro, hasta el Mar Caspio-, en gran parte exterminado o expulsado en su tierra ancestral, y que hoy en día sigue manteniendo  su identidad, mejor o peor. tanto en ella, en Rusia, como en otros países de Oriente Próximo: Turquía -sobretodo-, Jordania, Siria -a pesar de la guerra, que ha provocado la huida de no pocos de ellos-, Israel, e incluso Irak, además de algunos países occidentales, como Alemania o Estados Unidos.
Hasta el siglo XIX, los circasianos eran un pueblo prácticamente desconocido fuera de su espacio nacional, de Rusia y del Imperio Otomano. Pero su guerra contra la Rusia Zarista, y los combates, matanzas, expulsiones y migraciones que aquel conflicto inacabable provocó, hizo que en los periódicos occidentales, sobretodo los británicos, empezaran a hablar de ellos. Lástima que a los europeos les diera por interesarse por un pueblo que, en gran parte, se estaba extinguiendo a ojos vista.
La visión que de ellos se tuvo fue una mezcla de interés, fascinación, y de visión un tanto distorsionada. En ocasiones, casi inventada, a falta de información seria y de primera mano. De ahí, a que el nombre de "circasianos", y sobretodo de "circasianas" -mujeres bellísimas, exóticas, pero al tiempo, con un físico totalmente occidental; o sea, de raza blanca- se usara casi para todo. Y casi siempre, o de forma errónea, o curiosa, o directamente increíble. 
Y aquí, unos cuantos ejemplos, en que los hombres, y sobretodo mujeres, de dicho pueblo, tan desconocido, pero también, geográficamente hablando, relativamente cercanos,  dieron nombre a tantas cosas que no lo tenían.


Las circasianas de Mexico, que resultaron ser de bronce, y quizá, demasiado griegas.

En los jardines de la Universidad Autonoma de Chapingo, en la ciudad de Texcoco, en México, se puede ver este conjunto escultórico, conocido como "La fuente de las circasianas", o simplemente, "Las circasianas", si bien las mujeres aquí representadas, por sus ropas, peinado y vasijas que, más que llenar parecen vaciar en la fuente, asemejan más griegas que caucásicas. En realidad, el que en ocasiones las llamen también ninfas -esas curiosas y hermosas deidades menores de la mitología griega, entre la humanidad de corta vida, y los dioses eternos- resulta lógico, pues es eso mismo lo que parecen.
El por qué, sean realmente circasianas o ninfas de la mitología helena, se encuentren en el espacio público que forma parte de una universidad, es debido, simplemente, a que dicha institución, al ir creciendo, "absorbió" lo que, en otra época, fue propiedad privada -después de pertenecer a diversos amos, compañía de los jesuitas incluida-, del -en el momento en que la compró- presidente mexicano Manuel González, que adquirió la propiedad de Chapingo en 1884, donde invirtió no poco tiempo y dinero. 
Y respecto a la escultura... aquí, la historia se mezcla un poco con la leyenda. Según se cuenta en la web elaguilillo.es, el presidente, aunque manco, no dejaba de tener un tremendo apetito sexual. Pero como parecía no tener suficiente con las mujeres mexicanas que conoció a lo largo de su vida, y a lo ancho de su país, sintió interés, no de europeas o norteamericanas -algunas debió conocer ya-, sino de mujeres con un origen mucho más exótico. Y todavía más, en un lugar como México, donde el Cáucaso, excepto para un número muy pequeño de personas, o sonaba a mitología. o directamente, no sonaba a nada. Para el antiguo general, y presidente en activo, una circasiana era el colmo de la mujer hermosa, exótica, bella hasta la locura, y no se sabe bien cómo, consiguió que una de aquellas extraordinarias mujeres viajara al país azteca, y viviera con él en la hacienda de Chapingo, donde se movía como si fuera poco menos que una reina, sin que nadie se atreviera a hablarle, y donde su único trabajo parecía satisfacer al presidente González, que según contaban todos los que lo vieron junto a aquella misteriosa mujer, parecía como hipnotizado por ella.
Y de ahí, se cuenta, que decidiera construir un conjunto escultórico con dos mujeres tan bellas y curvilíneas como, se supone, eran, y son, las hijas del Cáucaso. Eso sí, sobre el nombre de "fuente de las circasianas", como del origen o carácter de aquella mujer, parece haber dudas. Es posible que González le "regalara", digámoslo así, la escultura a su amante, pero no que representara a compatriotas suyas. Así que, quizá las circasianas que más bien parecen ninfas de la Grecia legendaria, no sólo lo parecieran, sino que lo fueran realmente. Pero el nombre de circasianas, no se lo quita nadie. Resulta demasiado atractivo y evocador, para cambiárselo por el de ninfas, porque de estas últimas, las encontramos en gran número en el arte europeo.


Vista de la Fuente de las Circasianas
La fuente de las circasianas, en la Universidad de Chapingo, en Texcoco (México), y que formó parte de la antigua hacienda del mismo nombre.


Las píldoras circasianas, para tener un busto firme e irresistible.

Entre los siglos XVIII, y hasta los años 20 o 30 del XX, se vendían en Europa y Norteamérica las llamadas "píldoras circasianas". ¿Y para qué servía, o qué es lo que curaban o aliviaban, dichas píldoras? ¿Y qué tenían que ver con Circasia? Pues básicamente, eran unas píldoras que, en teoría, y sólo en teoría, ayudaban a la mujer que las tomaba a tener un busto firme y generoso, como del que, supuestamente, disfrutaba prácticamente cualquier mujer de aquella lejana y casi desconocida región en que Europa y Asia se entrecruzaban.
Y sí, la verdad, las circasianas siempre fueron, y son conocidas por sus curvas, por ser mujeres de envidiable figura, aunque nunca se puede generalizar. De todas formas, de las circasianas, incluso en el siglo XX, sólo se podían ver en algún libro o periódico gracias a alguna fotografía tomada no a una mujer cualquiera de ese pueblo, sino a una joven con un atractivo especial, que quedaba más bonito en el medio que pagaba por ella. O eso, o antes de la existencia de la fotografía, gracias a grabados, casi siempre coloreados y con gran atractivo y misterio.
No está muy claro de qué estaban fabricadas -hace mucho ya que no se venden, al menos legalmente, y es muy difícil dar con un bote o paquete de ellas-, y por lo visto, eran varios los laboratorios farmacéuticos -no tan grandes como ahora, aunque ya movían no poco dinero-, y las farmacias de cierta importancia, incluso, que las fabricaban, pues por lo visto, se vendían por Europa y América, y lo de "píldoras circasianas" no era lo que ahora llamaríamos "marca registrada". Así que, de píldoras mágicas, había muchas, y siempre acabaron resultando un fiasco. En el mejor de los casos, porque con toda seguridad, más de alguna pobre mujer tuvo problemas de salud gracias a los inventos de algún que otro embaucador.

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Y aquí, ejemplos de anuncios de la época. ¿Desarrollo y endurecimiento? Claramente, en aquellos tiempos -y etamos hablando de los primeros años del siglo XX, no de la Edad Media- había una confianza en la medicina que se podría considerar no ya inocente, sino casi supersticiosa. Los médicos y farmacéuticos sustituyeron a los brujos y curanderos.


Circasianas en circos, como una atracción más. Cabellos afro antes de época.

Hasta el siglo XX -por ejemplo, en las Olimpiadas de San Luis de 1904, que más bien fue un auténtico despropósito-, estaban de moda lo que luego se llamaron "zoológicos humanos". Este horror, auténtico insulto a la dignidad humana, consistía en "enseñar" supuestos salvajes, que en realidad eran pobres desgraciados de pueblos aborígenes, como nativos del Amazonas, pigmeos del centro de África, polinesios, y un largo etcétera. En auténticos circos, además de fieras, payasos, equilibristas y demás, también en ocasiones se mostraban no sólo animales exóticos -aunque no participaran en ningún número circense, sino que, simplemente, estaban a la vista-, sino también personas con determinada enfermedad o deformidad, sobretodo gigantes o enanos. Pero también, durante un tiempo, se mostraban a personas que, simplemente, tenían un origen misterioso, como de cuento exótico. Y si su origen no eran tan extraordinario, con que fuera de un país lejano, bastaba. El dueño del circo ya se encargaría de crearle una biografía acorde con las espectativas que vendía a un público que no podía permitirse otros espectáculos, y que estaba dispuesto a dejarse unas monedas por ver cosas extraordinarias.
Así, en algunos circos europeos se podían ver supuestas princesas circasianas, que podían ser del Cáucaso, sí, pero que de princesas, tenían más bien poco, y que contaban su historia, o en silencio, dejaba que la contara un jefe de pista, o quien fuese. Pero siempre se podría rizar el rizo. ¿Queréis una mujer exótica? Pues le añadimos, también, un peinado exótico. El empresario del espectáculo Phineas Taylor Barum presentó una -supuesta- circasiana con un cabello que mujer europea alguna llevaba, y que hoy en día llamaríamos afro. Realmente, hasta hay dudas de que las mujeres afro-americanas con dicho peinado, y aquellas ya olvidadas circasianas, no tengan algún tipo de también olvidada conexión.
Y cuando las circasianas originales escasearon, pues se buscaron sus equivalentes en cualquier otro país o grupo étnico. Y cuando a dichas, ya falsas, circasianas, se les exigía algo más que lucir belleza exótica, se dedicaron a números circenses más de toda la vida, como tragar sables.
Parte importante de esta información, he podido encontrarla en el blog leyendoada.blogspot.com.es

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Aquí, una -supuesta- circasiana, con un cabello que no correspondía -ni corresponde, hoy en día- al que llevaban dichas mujeres, ni en su tierra, ni en el exilio o la diáspora posterior.

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Aunque tal vez sólo sea curiosidad, no deja de ser llamativa la semejanza del peinado entre aquella supuesta circasiana, y el afro posterior en Norteamérica.

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Con toda seguridad, las circasianas lucían un peinado como esta mujer, si bien, aún siendo súbdita del sultán otomano, no está claro si era circasiana, turca, armenia, o de cualquier otro origen étnico.


Una Circasia en Colombia.

Aunque parezca mentira, en Colombia, en América del Sur, existe una población llamada Circasia. Y no es un pueblecito, sino una población de casi 30.00 habitantes. E igualmente curiosos son los nombres de poblaciones cercanas: Armenia y Montenegro. 
Fundada en 1884 por colonos de la ciudad de Antioquía -como la antigua ciudad griega de Siria; no hay duda de que en Colombia tienen imaginación a la hora de poner nombres a sus poblaciones-. originalmente se llamaba La Plancha, parece que prefirieron, a principios del siglo XX, ponerle un nombre más exótico y original.

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Una vista del centro de Circasia, en la parte occidental de Colombia.


Y aquí, un ejemplo, de mujer real y actual, de por qué las circasianas eran, con toda justicia, consideradas de las mujeres más hermosas del mudo. Injusto sería quedarnos sólo con su físico. Como también, el no hablar más de dicho pueblo, sobretodo a medida que he ido buscando más información aquí  y allá.
Por ejemplo, su situación actual en cada país donde tienen cierta importancia demográfica o cultural, o quienes son la guardia circasiana de los reyes de Jordania, o algo más sobre la música circasiana.
Mucho por comentar, por tanto...

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