miércoles, 3 de abril de 2013

El imperio fantasma de los jázaros.

El primer estado organizado de Rusia, oculto tras la bruma del misterio.


Bien, después de tan largo paréntesis, creo que ya iba siendo hora de volver. En este caso, no trataré de un tema, digamos, actual, sino histórico; y en cierto modo, también antropológico, étnico, o como lo queramos considerar. Se trata del pueblo o nación de los jázaros, y, más que de lo que se sabe, de lo que no se sabe realmente de ellos.
¿Qué es lo que tienen de particular los jázaros, un pueblo de raza y lengua túrquicas, y aparentemente no demasiado distinto a otros emparentados con ellos, que invadieron y se asentaron en territorios tanto asiáticos como europeos a lo largo de los siglos? Básicamente, dos razones que los hacen realmente únicos: el primero, que se convirtieron al judaismo, siendo judíos no de raza, sino de religión; de cultura, pero no está nada claro si de nacionalidad. La segunda, que fueron el primer pueblo capaz de crear un estado más o menos organizado en territorio ruso. Y no se trata de una pequeña ciudad independiente, parecida, salvando las distancias, a una polis griega o urbe fenicia. Se trató de un gran estado, que se extendía, desde el Cáucaso hasta mucho más al norte de la desembocadura del Volga; y de este a oeste, de lo que ahora sería Kazajstán, hasta la Ucrania oriental.
Así pues, paso ha hacer un corto repaso -la falta de tiempo libre me mata, así que mejor no me extiendo demasiado en ninguna entrada; por ahora- sobre este curioso y casi olvidado pueblo. Olvido extendido, no de forma casual, en la misma Rusia que vio nacer tan curioso estado.

Una visión del mundo según el tengrismo, la religión animista-chamanista de los pueblos túrquicos y mongoles anterior al budismo y el islam, y que también practicaron los jázaros.


Un pueblo salido de la nada: el origen del pueblo y el estado jázaros.

El norte de Asia, el territorio que se extiende por toda la actual Mongolia -la región supuestamente autónoma china de Mongolia Interior, la casi totalidad de Manchuria, el sureste de Siberia, y gran parte del Asia Central, incluido el Sinkiang- estuvo poblado por una amalgama de nómadas o semi-nomadas; gente de cultura del caballo, que formaban imperios efímeros, cuyos nombres apenas han quedado para la historia, pero que en no pocas ocasiones dieron enormes dolores de cabeza a los chinos o indios. En realidad, en algunos casos, hasta llegaron a conquistarlos, y a crear sus propias dinastías, que con el tiempo se fueron integrando en la sociedad china, pero nunca disolviéndose del todo; caso de los Yuan, que eran mongoles y descendientes del famoso Gengis Khan, o los Tsing, la última, que era manchú. El primer gran estado que se creó al norte del Imperio Chino fue el de los Xiong-nu, que en chino de la época significaba, básicamente, bárbaros. Más o menos, lo mismo que pensaban de sus vecinos septentrionales los romanos, contemporáneos suyos. Después de ellos, pasarían los Tien -¿antepasados de los mongoles?-, los Rouan      -¿antecesores de los ávaros, que más adelante acabarían formando un efímero imperio de Hungría, destruido por Carlomagno?- y el Khanato de los Gokturks. Estos últimos, antecedentes directos de los pueblos túrquicos -como los mismos turcos- se acabarían hundiendo en guerras civiles entre occidentales y orientales -después de haber mandado a los ávaros a Europa-, y tras sufrir los ataques del Imperio Chino de los Tang. Y de sus escombros, salió el pueblo jázaro -o kházaro, como se le nombra en el mundo anglosajón- una posible fusión entre proto-turcos con hunos -hermanos de los que, pocos siglos antes, precediendo a los ávaros, habían llegado a Europa, dando la puntilla a un agónico Imperio Romano de Occidente, y capitaneados por el legendario Atila; y a otros que, no mucho después, atacarían la India-. El origen y la cultura turca, sin embargo, eran los que dominaban, pero su origen mayoritario, antes de la mezcla con los pueblos que dominaron o con los que se relacionaron posteriormente, era huno.Evidentemente, esto no es todo cierto. Ningún pueblo sale de la nada, todos tienen algún antecesor, incluso los más antiguos, hasta llegar, finalmente, a los primeros auténticos humanos, llamémoslos homo sapiens de la raza cromañón, o de cualquier otra -porque las hubo, pero esto es otra larga historia- ya extinta. Pues bien, los jázaros, como pueblo túrquico, tienen un origen bastante claro, que se podría considerar el territorio primigenio y ancestral de los llamados pueblos altaicos: los túrquicos, los mongoles, manchúes, no poca gente de la Siberia Oriental -rusos eslavos aparte, se entiende- y con un lejano, muy lejano parentesco, aunque no por ello existente, con los japoneses y los coreanos. Este territorio es el Asia Central, o si lo preferimos, el Turkestán. O sea, cuatro de las antiguas repúblicas soviéticas: Kazajstán, Kirguistán, Uzbekistán y Turkmenistán, además del territorio chino del Sinkiang Uigur -o Uiguristán, como llaman a su tierra los uigures, la población autóctona; "Sinkiang", en chino mandarín, significa, más o menos "Frontera lejana", o algo parecido-. Probablemente se podrían incluir algunas regiones fronterizas tanto de Rusia, al norte, como de Afganistán, al sur, además de parte, o la totalidad, del Tayikistán -por lo demás, una nación que, por lengua, historia y raza, sería considerada irania, cercana a los persas-, pero esto es algo más discutible.
Estos jázaros primitivos no eran muy distintos a sus hermanos y primos más orientales. Eran nómadas, aunque conocían las ciudades -aunque fuera más por haberlas atacado que otra cosa-; estaban divididos en dos grandes grupos sociales, los blancos (ak-khazars), que corresponderían a los reyes, nobles, guerreros, y en general a la parte de la población con más poder o derechos -que no significaba, a la fuerza, la más rica-, y los negros (kara-khazars), que serían los burgueses y comerciantes -la "gente del caballo" consideraban a los urbanitas, y más aún a los que se dedicaban al comercio, como gente de poco fiar, o débil y un tanto decadente; eso no significaba que no se dieran cuenta de su importancia social, y a su manera los protegieran-, o campesinos, obreros y siervos sin demasiados derechos. Es dudoso que en este grupo se incluyera a los esclavos -porque sin duda, como en cualquier otra sociedad antigua o medieval, y más moderna también, existían-, que no parecían ser demasiado numerosos -más bien, prisioneros de guerra, rebeldes, deudores...-, porque, sencillamente, los esclavos no eran habitantes o parte del pueblo -a no ser que consiguieran la manumisión-, sino simple mercancía. Estas expresiones de "blanco" y "negro"; no eran raciales, aunque algunos historiadores -o más bien simples cronistas-, tanto rusos como persas y árabes, en ambos casos -cristianos o musulmanes orientales- enemigos suyos, dieron a entender lo contrario, imaginando a los blancos casi como nórdicos -claros de piel y pelirrojos o rubios-, y a los negros como morenos, como los indios. Pero queda claro que esto no tiene base. Eso sí, con el paso de los años, sí que había diferencias físicas entre los jázaros, pero por una razón evidente: formaron un imperio multiracial, donde había turcos, eslavos, judíos semitas, persas, gentes del Cáucaso de raza caucásica -circasianos o abjasios-, irania -osetios, en aquella época conocidos como alanos-, armenios... Y la mezcla era algo lógico: los reyes, nobles y guerreros tenían esposas o concubinas de todos los pueblos dominados o vasallos, o de estados extranjeros; mercenarios añadidos a las tropas victoriosas; mujeres de pueblos vencidos que buscaban un marido del bando vencedor para progresar socialmente; la mezcla habitual en los centros urbanos; funcionarios, médicos o artistas no jázaros que pasaron a trabajar para ellos, a asimilarse a su cultura y a, finalmente, mezclarse con ellos; e, incluso, la existencia de esclavos liberados, o siervos ascendidos socialmente, que consideraban el matrimonio con un hombre o mujer libre -sobretodo mujer- una forma de acabar de "limpiar" su pasado, aunque tuviera un origen social muy modesto.
Los jázaros, hundido el estado gokturk, y ocupados sus primos más orientales en machacarse unos a otros, o seguir resistiendo los ataques chinos que tanto habían ayudado al fin de dicho imperio, decidieron crear el suyo propio más al oeste, donde unos y otros -túrquicos y chinos- no molestaran demasiado. En principio, se instalaron en un territorio no demasiado poblado, entre el Cáucaso y  la desembocadura del Volga, con el mar Negro al oeste, y el Caspio al este -no parece que fueran gente aficionada a la navegación, así que dichos mares eran, básicamente, límites territoriales-. Pero en un territorio poblado, mayoritariamente, por pueblos semi-nómadas, compuestos por masas humanas realmente grandes -cientos de miles de personas en movimiento casi continuo-, ciudades creadas alrededor del comercio, con gente de todas las razas, y apoyadas por grandes grupos armados de mercenarios de todos los orígenes, y pueblos más o menos sedentarios, vigilantes en sus altas montañas, o dispuestos a defender sus angostos y preciados valles, crear un imperio resultaba, como mínimo, un tanto difícil. Los jázaros se las vieron, primero, con los pechenegos, a los que derrotaron y enviaron más al oeste, a la actual Ucrania, donde se las vieron con los bizantinos, que tras combatirlos, no dejaron de ellos prácticamente ni el recuerdo. Pero antes de esa guerra destructora, los pechenegos expulsaron todavía más hacia el oeste a los magiares, que en Europa conocemos comúnmente como húngaros -en realidad, el nombre de "húngaros" lo adoptaron después de haberse instalado en la actual Hungría, sobre los restos del Imperio Ávaro, destruido por Carlomagno, y la expresión "Hungría", viene de "Hungaria", que es el nombre que los antiguos romanos pusieron al territorio donde se instaló el grueso del pueblo huno, en la antigüedad tardía, y dirigidos en su momento por el terrible Atila-. No perece que se llevaran demasiado bien, pero tampoco se enfrentaron bélicamente. Tal vez los magiares supusieron que, en lugar de luchar contra los jázaros y sus hermanos, los búlgaros, era mejor marchar al oeste, ocupando, pasados siglo y medio, el espacio de los ávaros, y aprovechando también -se supone que esto lo averiguarían más tarde- que tras el coloso Carlomagno, su enorme imperio fue gobernado por su hijo Luis, llamado "el piadoso" -Ludovico Pío-, pero, más bien, le habría correspondido el sobrenombre de "el débil", porque de piedad, con amigos y enemigos, no es que tuviera demasiado que digamos.


La creación de un imperio en los márgenes de la historia.

Pues bien, libres de los magiares, los jázaros y sus vecinos-hermanos los búlgaros empezaros a luchar. Y estos últimos fueron completamente vencidos, con su gran cantidad de muertos y siervos incluidos. Los búlgaros, entonces, quedaron reducidos a dos grupos: unos se quedaron recluidos en un territorio al norte y al este del jázaro, que correspondería a varias repúblicas autónomas de Rusia, en zona de los Urales, y que sería conocida como Bulgaria del Volga -estos búlgaros del Volga darían, más adelante, bastante dolor de cabeza a sus vecinos- y otro gran grupo que emigraría también al oeste. Pero como la futura Hungría ya estaba empezando a estar muy poblada, allá se quedaron sólo unos pocos. Otros se unirían a un pueblo germánico, los longobardos -o a algunas bandas armadas de ellos- y les ayudarían a conquistar el extremo sur de Italia. Los más numerosos, sin embargo, se instalarían en la antigua Tracia romana, se pasarían la vida luchando contra los bizantinos, que los cristianizarían -más por la fuerza que otra cosa- y masacrarían, pero que no pudieron impedir que se crearan, a lo largo de la historia, un par de Imperios Búlgaros bastante temibles. Pero eso es ya otra historia.
Más o menos por el 640-650, el imperio como tal ya estaba constituido. Aparte de jázaros, y restos de pueblos vencidos, como los búlgaros, es posible que en este territorio vivieran pueblos del Cáucaso -como los osetios, circasianos, chechenos, etc. aunque en aquella época, no eran musulmanes, y muchos tampoco cristianos, y normalmente eran conocidos por otros nombres-, y por colonias de judíos, persas, e incluso griegos -estaban cada vez más cerca del Imperio Bizantino-. Es en ese siglo, a mediados del VII, cuando, no se sabe bien el por qué, que acontece la conversión al judaismo. ¿Y por qué un pueblo hasta hacía poco nómada, llegado de lo más profundo del Asia Central, decide convertirse a una religión tan particular y minoritaria, tan distinta a su cultura, como el judaísmo? Realmente, nadie es capaz de dar una respuesta a ello. Según leyendas, que el emperador jázaro José -que reinó, más o menos, a mediados del siglo X- cuenta al rabino de Córdoba, Hasday ben Shaprut, en su imperio había embajadores y comerciantes tanto del Imperio Bizantino -y, probablemente, de otros estados cristianos- como del Califato Abássida. Como el emperador Bulan -el más importante hasta la época- deseaba que su pueblo practicara una religión monoteísta -que, probablemente, pensaba que es lo que correspondía a un país moderno y civilizado- decidió que los representantes del cristianismo y el islam -tal vez embajadores, o comerciantes importantes, o incluso religiosos con deseos de proselitismo- explicaran en qué consistían sus distintos credos, y se pusieran de acuerdo en cual era el mejor -algo, por lo demás, un tanto ridículo, porque era evidente que cada uno de ellos consideraba que su religión era la mejor-. Se dice que también que -aunque esto último varía de una versión a otra de la historia- que también preguntó a un rabino, y este adujo, para no complicarse la vida, que, aunque él también consideraba que su religión era la mejor, que preguntara al cristiano qué credo era más aceptable, la judaica o la musulmana. Y el cristiano respondió que la judía. Después, pidió al emperador que hiciera la misma pregunta al musulmán -¿cuál era la mejor, la judaica o la cristiana?-, y dijo lo mismo: la judía. Así pues, Bulan pensó que la mejor sería precisamente esa, la judía.
Aún así, no se sabe bien qué tipo de judaísmo profesaron Bulan y sus contemporáneos, la caraíta -que no dejaba de ser una especie de "secta", o escisión del judaísmo, sin ser considerado como tal-, o bien el ortodoxo, el judaísmo de toda la vida, vamos. Más bien parece ser lo primero, razón por la cual estos "judíos" no tenían sinagogas propiamente dichas, y su judaismo era tan distinto al de la mayoría. Parece que estos primeros "judíos-túrquicos" tenían relación con caraítas de todo el mundo. Y eso incluye España, tanto la cristiana como la musulmana, pues allá fueron algunos a estudiar judaísmo -las comunidades hebreas sefarditas eran, en aquella época, muchas y prósperas-. Que los caraítas también existían en la antigua Hispania, es bien sabido, pues un documento -por desgracia incompleto- relata los enfrentamientos entre estos y los judíos propiamente dichos en la Castilla de Alfonso VI -el que conquistó Toledo, y tuvo sus más y sus menos con el Cid-, ya en el siglo XI, pues unos y otros consideraban al monarca cristiano como una especie de "rey de reyes" que gobernaba y decidía sobre gentes de todas las religiones. Pero lamentablemente, no se puede saber qué decidió el rey al ver a "sus judíos" pelear por cuestiones religiosas que no parecían serle excesivamente ajenas.

Ubicación de
El Imperio Jázaro en su máxima expansión: en rojo, el estado en 650 -la Jazaria original, donde vivía gran parte del pueblo jázaro-; en naranja, los territorios conquistados hasta 750; en naranja más claro, la expansión hacia 850; en amarillo, los territorios vasallos -magiares al oeste; georgianos, armenios y caucásicos al sur; búlgaros del Volga al nordeste-.

Sin embargo, el nieto de Bulan, y Obadiah -¿su nieto?-, este, con un nombre claramente hebreo, y no turco, como el de su antecesor, se encargó de atraer judíos de Europa y Oriente, y sustituyó el caraísmo por el judaísmo ortodoxo, aunque los caraítas, posiblemente, siguieron existiendo. Algunos continuaron con su religión -porque de eso se trata- en Crimea, en Ucrania, hasta la actualidad, y no se consideran judíos. Lo cual es cierto, porque ni su origen étnico -turco- ni su religión son realmente judías, lo que no les salvó de las persecuciones y matanzas, tanto de los zares, como de los nazis, ni, más tarde, de Stalin -que también era antisemita, aunque no fuera ruso, sino georgiano-. Obadiah -o Abdías- empezó a gobernar, posiblemente, unos treinta o cuarenta años -¿790-830?; imposible saberlo- después de la subida al poder de su supuesto abuelo. Él favoreció la inmigración judía, y, como ya se ha dicho, aceptó el judaismo clásico, con su torah, rabinos, sinagogas, etc. Respecto a, realmente, cuanta gente llegó a convertirse -más que en número, en qué tipo de ella-, es difícil de creer. La familia real al completo, casi seguro. Los nobles, en gran parte, también. Una parte considerable de los auténticos jázaros, al menos los libres, es probable. Algunos libertos o gente baja, por compartir fe con sus gobernantes, es posible. Pero, sin duda, en el imperio vivían muchos miles de musulmanes, cristianos y paganos. La ciudad de Samadan, la primera capital jázara, tenía población de las cuatro religiones en tiempos de Bulan, así que desde el primer momento, allá existió no sólo la diversidad religiosa, sino también una tolerancia que raramente se podía ver en otros estados de la época. Si el número de judíos fue aumentando con el tiempo, debió ser, más que por la natalidad jázara -que debió ser alta, pero habría que tener en cuenta la mortalidad por las continuas guerras-, por la inmigración de judíos semitas, que allá encontraron un auténtico hogar que, sin embargo, la mayoría de los que vivían en Europa y el mundo islámico, o no conocían, o no pensaron -o no supieron- en marchar allá. De haberlo hecho, y así contener Jazaría una población judía de cientos de miles, o incluso de uno o dos millones de judíos, tal vez la historia de Rusia, y del mundo -y, sin duda, de los judíos- habría sido bien distinta. Pero dejando aparte fantasías o suposiciones históricas, se sabe que, en el estado jázaro había diversidad religiosa, y los judíos, con toda seguridad, eran minoría. Lo único distinto a otros países donde había comunidades de dicha religión era que, en este caso, los judíos eran la clase dirigente, y, seguramente, una parte importante de la clase intermedia, como son comerciantes o soldados profesionales.

Los pechenegos, según una representación eslava, antes de enfrentarse tanto a bizantinos como a cumanos; luchas que acabaron con la muerte de muchos y la asimilación a otros pueblos del resto.

Se ha hablado ya de dos dirigentes, Bulan y Obadiah/Abdías -este último, en no pocas listas de gobernantes, como en la wikipedia, aparece como antrio de Bulan; pero esto no puede ser real, pues siempre se deja claro que Obadiah fue nieto o descendiente de Bulan-. Quizá habría que ver cómo crece dicho estado, desde un territorio anclado al norte del Caúcaso, y que llega a la zona rusa del Kuban -que luego sería patria de parte considerable de los cosacos- y más al sur del Volga.
Según comenta el historiador judío Leonel Badin, los jázaros se las vieron, después de crear su estado, todavía más o menos por organizar, y todavía en proceso de urbanización -aunque con algunas ciudades de importancia, como Samadan, o las que en adelante serían temibles fortalezas de Sarkel y Tamatakha, con la invasión árabe. Los árabes tenían un ejército que se basaba, principalmente, en la caballería ligera, y en una infantería igualmente ligera, que se movían fácilmente en las llanuras, y que aprovechaba la lentitud de los acorazados y más numerosos ejércitos de los imperios enemigos: el Bizantino, y el Persa Sassánida. Pero los jázaros también eran una cultura del caballo, un pueblo de jinetes, además de grandes arqueros, y contaban con una infantería tal vez no tan ligera, pero probablemente también mejor dirigida y más organizada, y se movían entre montañas y estrechos valles mejor que sus enemigos. Además, a partir de cierta época, los dos ejércitos contaron con catapultas, y quizá otras máquinas de asedio -es de suponer que por influencia bizantina y, más lejanamente, romana-, lo que hace pensar que igual que sus enemigos musulmanes, los jázaros llegaron a tener un ejército no sólo numeroso, sino además bien armado, entrenado, y tecnológicamente avanzado. Únicamente carecían, casi completamente, de marina de guerra. Pero el mar, para estas gentes -y a pesar de tener como fronteras a este y oeste el Caspio y el Mar Negro- les daba un respeto rayano en el terror pagano, y dejaron el agua para los peces. O para los griegos, a los que admiraron casi tanto como desconfiaban de ellos.
La primera guerra entre árabes y jázaros debió ser por el 642 -una época muy temprana, todavía anterior al emirato de los Omeyas, en tiempos del califa Omar-, y acabó 21 años después. Los invasores se estrellaron en las montañas caucásicas, en zona fría y agreste, contra unos jázaros que se endurecieron y se dieron prisa en fortalecer su estado. A partir de allá, los árabes, que aún debían esperar hasta el siguiente siglo para vérselas con los francos de Carlos Martel, empezaron a tomarse en serio a aquella gente. En aquella, la capital pasa a Itil, la gran ciudad tocante al Caspio. Tal vez la actual Astracán, en territorio tártaro.
A finales del siglo VII, empieza realmente la alianza política y económica con Bizancio, al acoger los jázaros al desterrado emperador Justiniano II, que se acordó de ellos cuando volvió al poder en 705. Dicha alianza se fortaleció cuando éste se casó con la hermana del jagán -o khan, usando una expresión más mongol que turca-, que se convirtió al cristianismo, y adoptó el muy griego nombre de Teodora. Lo mismo hizo el emperador León III, con otra hermana del siguiente jagán, que cambió su nombre por Irene -otro nombre muy de la época-, y llegó a ser madre del emperador León IV. La sangre jázara correría, por tanto, por las venas de los herederos orientales de la legendaria Roma.

Un jinete jázaro -eran, básicamente, al menos en un principio, un pueblo subido a un caballo- con un prisionero de guerra, que por su físico, tal vez también será turco-mongol.

La alianza contra los infieles cristianos no hizo gracia a los musulmanes, así que volvieron a la carga en el 722, en otra larga guerra que acabó, en principio, en un triunfo musulmán en 737 -parece mentira lo que llegaban a lugar las guerras abiertas en aquella época-. Sin embargo, los árabes no supieron -o no pudieron- aprovechar aquella victoria: los conflictos en la numerosa familia Omeya hizo que el general vencedor, el futuro califa Marwan II, tuviera que partir hacia Bagdad, abandonando a sus enemigos tocados, pero no totalmente vencidos. Y como dichos conflictos duraron varios años, fue suficiente para que los jázaros resurgieran. Como en otras ocasiones, los árabes serían capaces de realizar ataques esporádicos, o razzias de saqueo, pero cuando se alejaban de sus bases y atravesaban amplias zonas montañosas, se demostraron incapaces de conquistas duraderas. Más aún, los jázaros aprovecharon para expandirse por el norte, libre de montañas y muy poco poblado: la frontera, que la llegaba al Volga, incluyó su desembocadura, por el norte alcanzaron las grandes llanuras de lo que luego sería Rusia, y al oeste, alcanzaron el sur de Ucrania y parte de Crimea -el resto era bizantina y goda-. Es en aquella época, en 730, cuando Bulan, y gran parte de su pueblo -el mismo que, como caballería e infantería, formaban la base del ejército- se convierten al judaísmo, y aprovechan una invasión -más bien un saqueo- a Armenia, recordado durante mucho tiempo en aquel país, para construir un templo supuestamente judío -o caraíta, que tanto da-, y olvidando su antigua religión, el tengrismo, o animismo-chamanismo de los pueblos túrquicos y mongoles (dios del cielo Tengri- diosa de la tierra Eje, etc.). Parece que, casi siglo y medio después, los monjes Cirilo y Metodio, que cristianizaron a tantos pueblos eslavos, y creadores del alfabeto cirílico, intentaron lo mismo con los jázaros, pero éstos ya estaban muy unidos a su religión, y fracasaron en el intento. Hay también historiadores musulmanes que indican que la conversión también fue más tardía, pero eso son conjeturas.
Sobre su cultura. Aparte de que, poco a poco, se fueron urbanizando, fueron capaces de acuñar una moneda, la yarmaqs, imitación de los dirhams árabes. Respecto al comercio, al contrario de lo que en principio se pensó, llegó, a través de la Ruta de la Seda, desde China hasta la Europa Occidental -incluso Escandinavia y las Islas Británicas, gracias a los varegos, o escandinavos y sus descendientes que vivían en el interior de Rusia-.Parece que cobraban un impuesto del 10% de cualquier producto que atravesaba su territorio -se encontraban en medio de Asia, y enfrente de Europa, un lugar estratégico- aunque también contaban con industria propia, de vidrio y cerámica. Y por lo que se supone, debieron contar para administrar y controlar estas rutas y cobros con la ayuda de los judíos rhadanitas, una comunidad que se dedicaba al comercio a través de toda Asia, desde la frontera China hasta Europa, pasando por Persia, India, Rusia, Jazaria, etc. Y no sería de extrañar que esta comunidad influyera en la posterior conversión al judaísmo de gran parte de los jázaros, y de que judíos semitas acudieran a dicho estado -por lo que su origen étnico sería, entonces, mixto-.
En el siglo IX, la alianza con los bizantinos se acentúa, pero los enfrentamientos con los musulmanes se van limitando. Los Omeyas, y más adelante los Abássidas, se empecinan menos en nuevas conquistas, y más en administrar y pacificar el enorme Imperio Islámico. Así que conviene tener las fronteras en paz, y se olvidan de esas frías y montañosas tierras al norte de su imperio. Los jázaros, mientras tantos, llegarían a la cumbre de su poder: se internarían por la planicie rusa hasta llegar a sólo unos pocos cientos de kilómetros del actual emplazamiento de Moscú -que en aquella época todavía no existía, a no ser como una mísera y anónima aldea-, por el oeste se expandirían hasta la actual Rumanía -donde rondaban los magiares, preparándose para su futura expansión al oeste, una vez que sus hermanos ávaros cayeran bajo las armas carolingias-, y por el este, hasta ocupar parte del país conocido como Bulgaria del Volga. Y los armenios, georgianos, y las gentes del Cáucaso, incluido el misterioso territorio conocido como Albania del Cáucaso, y que hoy en día recibe el nombre de Azerbaiyán. En aquella época, es posible que el estado jázaro también llegara no sólo al máximo de su extensión territorial y poder económico y político, sino también demográfico: cerca de millón y medio de habitantes, donde la mayoría eran cristianos, musulmanes y paganos; eslavos, caucásicos, búlgaros del Volga, pechenegos, griegos, persas, ugrías... sin contar con la población de los estados vasallos, aunque estos no se sentían parte del imperio, aunque su fuerza les convenía, para protegerse del poder islámico. Caso de los armenios, y sobretodo la naciente nación georgiana.
Pero está claro que, cuando un país pequeño crece y amenaza con hacer sombra a estados más consolidados, acaba arrastrando la envidia de éstos. Y lo mismo sucede con potencias nacientes, que desean seguir por el mismo camino, creciendo a costa de los ya asentados.
En el siglo X, el imperio recibe algunos refugiados de Constantinopla. El emperador Romano Lekapeno -o "el armenio", que es lo que significa su apodo; y los armenios, a pesar de usar Jazaria como escudo contra los musulmanes, no dejaban de sentirse a disgusto bajo su vasallaje; se encontraban mejor formando parte de Bizancio-, después de batallar contra el rey búlgaro -de la actual Bulgaria, aunque en este caso, dicho país se había expandido por los Balcanes-, de forma bastante improductiva, acabó aliándose con su antiguo enemigo -que no pudo conquistar Constantinopla, pero debilitó mucho a su enemigo-, y con el naciente estado de la Rus de Kiev -la Kieva Rus, el antecesor político de la Rusia de los zares, destruido por la invasión mongol-, para así poder luchar contra los infieles, o sea, contra los musulmanes del califato Abassida, conquistando gran parte de Armenia, el país de sus antepasados. Después de ello, su celo cristiano hizo que persiguiera, obligara a la conversión, o hiciera encarcelar, matar y expulsar a miles de judíos. Muchos de estos refugiados acabaron, como no, en Jazaria -el país de las cuzari, como les llamaban sus hermanos semitas-, y esto llevó al emperador jázaro -tal vez José, o su sucesor, Manassé, es casi imposible saber cuando acababan o empezaban los distintos gobiernos de los janes- decidió vengarse sobre los cristianos de su territorio. Sin embargo, tal vez por miedo a una guerra abierta, o porque no deseaba castigar sin razón a sus súbditos -es posible que los cristianos "castigados" fueran armenios fieles a Bizancio- aquello no pasó de allí. Lo mismo sucedía cuando, en algún momento, se destruía alguna sinagoga en territorio musulmán: también se tiraba abajo una mezquita, pero se dejaba en paz a la mayoría de población musulmana, que seguramente ni sabría a qué venía aquello.

Sviatoslav I de Kiev (en el barco), iniciador de la caída de Khazaria.

Sin embargo, después de la ruptura con Bizancio -ya nunca volvió a haber la alianza anterior- a Jazaria le apareció al noroeste un enemigo con el que nunca se había contado: los eslavos. Cuando los vikingos, o normandos, llegados de Suecia se hicieron con el poder de un enorme espacio, anárquico, primitivo y casi vacío, en el corazón de Rusia, se casaron con mujeres eslavas, trajeron nuevos normandos, y crearon pequeñas ciudades estado a lo largo del territorio, cerca de los grandes ríos, extendiendo la agricultura, el comercio de pieles y, en ocasiones, los ataques a territorios musulmanes más al sur. Los jázaros, en no pocas ocasiones, eran sus aliados o, por lo menos, intentaban no tener malas relaciones con algunos de ellos. Pero los bizantinos, poco a poco -con Cirilo y Metodio, los llamados "apóstoles del mundo eslavo"- extendieron el cristianismo en su versión oriental o constantinopolitana -lo que luego serían las iglesias ortodoxas, en contraposición con los latinos o católicos occidentales-, el alfabeto cirílico -sus lenguas no eran escritas- y una mayor civilización de esos pueblos. Poco a poco, los eslavos formarían un proto-estado, el Rus, luego Rus de Kiev, y uno de sus señores -es difícil considerarlo todavía rey, pues su poder sobre el enorme territorio que dominó era relativo- Sviatoslav I de Kiev, se hizo dueño de todo el centro de la actual Rusia europea, conquistó el norte de Ucrania, y saqueó, o transformó en vasallos, parte del norte del Imperio Jázaro, llevando su poder hasta Bulgaria, debilitada tras la muerte de Simeón. Los jázaros no estaban acostumbrados a los ataques de los eslavos, que se quejaron que no les permitieran saquear territorio musulmán -porque, evidentemente, estos reaccionarían, y la tomarían con los jázaros, aliados circunstanciales de los atacantes, y que estaban más cerca; aparte, claro está, de viejas rencillas-. Sin el apoyo bizantino, que ahora era para los eslavos de Rus, los jázaros empezaron su decadencia. José y Manasseh, con seguridad, hicieron lo que pudieron, pero su cercanía a los judíos de Occidente no significó que tuviera una fuerte relación con los estados cristianos -o musulmanes, caso del Califato de Córdoba, o Al-Andalus- fuera lo suficientemente sólida como para recibir ayuda de ellos -¿aquellos reyes sabían, acaso, hasta de la misma existencia, de aquel lejano reino?-, y y allá por el 965, las fortalezas de Sarkel y Tamatarkha serían arrasadas, lo que significó el principio del fin del poderío militar jázaro. En 972, Sviatoslav moriría en una emboscada en un bosque, a manos de los pechenegos -los antiguos enemigos de los jázaros, que los habían sustituido como aliados orientales de los bizantinos, y que, en un futuro cercano, acabarían enfrentándose y destruidos por ellos-, y eso, hasta cierto punto, dio cierto respiro al estado judío, pero Itil, la capital, había sido atacada y saqueada, y la decadencia era ya un hecho. La influencia al sur del Cáucaso era ya casi nula, y Jazaria se replegó sobre sí misma.


Un fin tan oscuro como el principio.

El fin de Khazaria-Jazaria es un misterio, al menos a medias. A principios del siglo XI, se podría decir que casi dejó de existir, al unirse los eslavos de Rus, cada vez más unidos en un estado medio pagano que iba cristianizándose y "orientalizándose" -intentó parecerse cada vez más a Bizancio-, con los búlgaros del Volga y los ostrogodos de Crimea -en aquella época, aliados-protegidos de los bizantinos, que lo mismo los usaban como mercenarios o guardias del emperador de turno, como los armaban para proteger sus fronteras septentrionales-, y en pocos años, el ejército jázaro, en otra época con fama de temible, fue deshecho, y su pueblo, cuando no muerto o esclavizado, asimilado por los distintos pueblos que lo rodeaban o poblaban el imperio. Algunos, se fueron convirtiendo al cristianismo, y se fusionaron con los eslavos, que poco a poco avanzaban hacia el este. Otros, volvieron al paganismo, o se islamizaron, y se fueron mezclando con pueblo de raza o lengua túrquica, con los que tenían más afinidad. Algunos, islamizados o paganizados, quedaron como pequeñas comunidades aquí y allá, pero nadie es capaz de decir si algunas pequeñas naciones del Cáucaso, como los valkarios o los karachais, vecinos de los circasianos, o algunas gentes del Daguestán, descienden de ellos, de pueblos con un gran poder posterior, como los cumanos, o son una mezcla de todos ellos. En Crimea todavía existe una pequeña comunidad túrquica caraíta, que tal vez descienda de los que no aceptaron el judaísmo ortodoxo, y que casi se extinguió por culpa de nazis y comunistas, los karaim. Otra comunidad, de la misma región, los krymchak, también históricamente diezmados, sí se consideran descendientes, al menos en parte de los jázaros.

Las ruinas de Mangup (Doros): Capital de los godos de Crimea
Ruinas de Mangup (Doros), antigua capital de los godos de Crimea.

Sin embargo, existe una pregunta ¿y los que siguieron siendo judíos? Parece que muchos prefirieron emigrar al territorio del Rus, poco urbanizado y casi despoblado, donde, al ser un pueblo urbano y bastante culto, después de tanta guerra, tal vez no fueran tan mal recibidos. Algunos, tal vez bastantes, con seguridad se fusionaron con los rusos. Otros, hasta pudieron alcanzar territorio húngaro o serbio. ¿Y el resto? ¿Son la base de los judíos de Ucrania, Rusia, Bielorrusia, Polonia, etc.? ¿Se mezclaron con judíos semitas, de habla yiddish -y el hecho de que, en esta, la lengua de los judíos askenazíes, prácticamente no haya rastro de influencia túrquica, demuestra su escaso origen jázaro, pues éstos sólo hablaban un idioma turco- y cultura más occidental, siendo su origen en ellos minoritario y casi olvidado? Esto es un misterio. Estudios genéticos han demostrado que los judíos de ese origen, que vivieron en su casi totalidad en el futuro reino de Polonia, y que son, en realidad, los antepasados de gran parte de la población hebrea mundial -la mayoría de los de Estados Unidos, al menos la mitad de los israelíes, y gran parte de los de Argentina, Australia, Sudáfrica, Gran Bretaña, Alemania...- tenían una base semítica, aunque, como era de esperar, con ciertas y variadas aportaciones étnicas. Paradojicamente, este hecho ha servido a muchos antisemitas -nazis incluidos- para poner en duda el derecho de los judíos a vivir en Israel: si este territorio les corresponde ría porque allá vivió el antiguo pueblo hebreo, del que se supone que descienden, pero en realidad sus antepasados son turcos, ¿no dejan de ser, en cierto modo, invasores sin ninguna relación con Palestina? Si los judíos tienen más o menos derecho a vivir en Israel, es opinión de cada uno, pero usar la base racial no tiene, realmente, sentido. La ciencia ha demostrado el origen semita de los judíos, pero también, es cosa sabida, su origen mezclado. Pero esto no resulta tan extraño. En cualquier documento, laico o religioso, judío o cristiano, se habla de conversiones y mezclas, y lo mismo que hay algo de sangre turca, también la hay eslava, germana, mediterránea, bereber, árabe, persa, y hasta india asiática... En la Alta Edad Media, eso se sabe, igual que tanto el islam como el cristianismo se expandieron, y se convirtieron a dichas religiones numerosos pueblos, es posible que el judaísmo, en un plano más modesto, hiciera lo mismo. De allá deben descender, de aquellas misteriosas conversiones, los judíos etíopes, y algunos de la India, del Yemen, de Persia... tal vez, paradojicamente, el actual pueblo palestino, en gran parte musulmán -aunque también cristiano, aunque eso no se tenga en cuenta-, fue antes cristiano en su totalidad. Y antes de eso, tal vez sus antepasados no fueran solamente árabes -u otros pueblos semitas cercanos- sino también hebreos. Hablar de sangre, de raza, es siempre un tema peliagudo. De pureza racial, tan peligroso como, a la larga, ridículo. Si se considera, como defienden algunos filo-nazis, que a Hitler y compañía no se les puede acusar de antisemitas porque los judíos, en su mayoría, no eran semitas -¿no lo eran, acaso, los sefarditas?-, estaríamos cayendo en su trampa. Además, entre las víctimas del holocausto, había judíos ateos y agnósticos, gentes de origen mixto, y conversos al cristianismo. Pero, acaso ¿su vida valdría menos por ello? Murieron por ser judíos, o ser considerados como tales. Y por esa razón, según sus verdugos, su vida no valía nada. ¿Ahora, precisamente, por ser, sólo teóricamente no semitas, su muerte está más justificada? Cerremos la cuestión.
Poco o nada queda ya de los jázaros. Lo poco que se sabe de ellos, es a través de textos, tanto de musulmanes -árabes- como de judíos europeos, o cristianos bizantinos. Existir, existieron. Pero hay voces que opinan, y tal vez con cierta base -que podría estar equivocada, pero no por ella habría que tomarla a la ligera- ni tan siquiera pudieron llegar a ser realmente judíos, sino paganos, musulmanes, o lo que fuera. Parece que casi todas las crónicas tienen, en la práctica, apenas, uno o dos orígenes, y la expresión "judío", tal vez quería significar, en sentido peyorativo, simplemente "no musulmán". Así que, después de todo, lo arriba contado no deje de ser más que un cúmulo de suposiciones bien interconectadas con apariencia de realidad..

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La portada original de "Caballeros del camino", sobre dos mercenarios judíos de camino a Jazaria, de Michael Chabon. Una de las pocas novelas que trata sobre ese extraño país.

Por mucho que se agradezca nueva luz en el estudio de la historia, no hay duda de que la penumbra de las leyendas y los antiguos mitos nos hace, tal vez no saber tanto, pero sí soñar con más intensidad.

Hasta otra, y espero que no hacerme esperar tanto.


8 comentarios:

  1. Exelente historia, entretenida y cautivante, no se puede detener de leer. Todo es posible en este mundo.El ser humano y sus anexos de la vida a través de las épocas, Sus Dioses y sus amores, una mescla de sentimientos reales y confusos al mismo tiempo. Procesos muy Animales de Expansionismo. Lo encuentro realmente fascinante.
    Espero que La Arqueología NO ESCONDA LA VERDAD.
    Porque la historia no la escriben los perdedores .La escribe el dueño de la impresora.

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  2. Perdón por no haber contestado antes. Es fácil comprobar que todavía, detrás de tanto tiempo, no me aclaro lo suficiente con mi propio blog. La verdad es que la historia de los jázaros siempre me llamó la atención, pues siendo, muy probablemente, el primer estado organizado en territorio ruso, y un hecho tan único en la historia judía, apenas se sabe nada.
    Y espero, yo también, que la arqueología nos explique lo que no pueden los documentos antiguos, o lo que unos u otros no nos quieren explicar.

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  3. gracias por escribir esta historia, me ha aclarado algunas dudas, me hubiese gustado que hubiese sido más larga, está muy bien.

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    1. La verdad es que, una vez leída, creo que se podría añadir algo más, pero al haberla leído ya mucha gente tal como está, quizá mejor sería añadir una nueva entrada, como si fuera un anexo o ampliación. Ya veré como hacerlo, y gracias por la crítica.

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  4. La historia de los pueblos de la estepa es fascinante, porque todo lo que es Europa actualmente, viene de ellos.
    Su organización político militar, su afición a la guerra y al saqueo y con que gracia mezclaron estos valores con el cristianismo al que le dieron su forma particular. Y su ambición imperial de dominio que ha moldeado al mundo. Y con que soltura se olvidaron de sus orígenes esteparios gotico túrquidos y quizás que más, creando mitos raciales unificadores con los que han sustentado sus imperios.
    Hay que reconocer que han sido de campeonato.
    En cuanto a los khazares, figura como una de las tribus que con Arpad llegaron a la llanura danubiana. Seguramente este personaje recolectó los sobrantes de este reino caído, ya que algunos apellidos húngaros y de la zona adyacente, reflejan nombres de antiguas tribus de la estepa.

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    1. A veces, a los pueblos nómadas o del caballo, se les olvida por no haber creado imperios duraderos -el mongol sí duro más tiempo, pero se fue dividiendo en otros estados, donde la cultura de las civilizaciones dominadas, como la china o la persa, acabaron triunfando-, pero no sólo llevaron destrucción, sino que también significó un gran movimiento de población, de pueblos enteros, y que las culturas de civilizaciones muy distantes pudieran estar en contacto. Y los pueblos túrquicos o mongoles se expandieron por todas partes a lo largo de los siglos. Los jázaros son de los menos cnocidos, pero igual hicieron los hunos o los mongoles.
      La verdad, nunca pensé que una entrada como esta suscitara tanto interés, y también varios comentarios. Tal vez haga otra que la complemente.

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  5. Muy buena reseña, gracias. También he leído "Cuzari" de Yehúda Ha-Levy, está en pdf.

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