viernes, 6 de enero de 2017

Los prerrafaelitas (y LV): Conclusión y ¿fin? Por el momento, sí.

Después de un preámbulo, cincuenta y cinco entradas y unos cuantos anexos, la historia llega a su fin. Al menos, en teoría.


Bien, en algún momento se acabarían los temas sobre el prerrafaelismo y los prerrafaelitas. Con toda seguridad, me he dejado por el camino a algunos artistas, bien por ser secundarios, por ser prerrafaelitas dudosos -aunque no pocos de ellos han sido también comentados aquí-, o, simplemente, porque no los conozco ni de oídas. Realmente, han sido muchos los pintores, y no pintores, que han acabado con su entrada de turno porque, al ser tan larga la serie, he tenido tiempo de encontrarlos y conocerlos, aunque sea mínimamente.
De todas formas, hay que decirlo claro: no, no acaba aquí. Seguirá habiendo anexos, porque de algunos autores, algunas obras han quedado por sacar aquí, y siempre, siempre, resulta posible encontrar algo. La moda, la fotografía, la ilustración moderna, la música, el cine y la televisión... resulta extraordinariamente fácil, si se busca de forma más o menos concienzuda, encontrar algo. Facebook, por poner un ejemplo, está lleno de páginas de grupos, o de personas en solitario, que han querido dedicar una de ellas al movimiento en general, a la Hermandad, o a algún artista en particular. Una de las que parece tener más seguidores -también en webs en general, e incluso en vídeos en youtube- es, curiosamente, alguien que mucha gente no considera una artista propiamente dicha, ni parte íntegra del movimiento, sino una simple modelo, y protagonista desgraciada de una triste historia de amor y desamor: se trata de Elizabeth Siddal, que parece fascinar a no pocos neo-victorianos, a interesados por aquella época -que duró décadas, así que tampoco resulta tan extraño encontrar en ella a alguien, o algo, que despierte precisamente, eso, algún interes-, o simplemente, a quien se topa con su vida, y también, con su obra.


Se podría seguir hablando de ellos, y de su época, casi eternamente.

Los prerrafaelitas, como se cuenta en libros y en webs, fueron algo así como la vanguardia antes de que hubiera vanguardias. El nombre de "prerrafaelita" ha acabado siendo mucho más que el querer inspirarse en el arte anterior al pintor italiano del Renacimiento Rafael. Sería, por lo demás, casi ridículo circunscribirse a esa idea: dejar de lado lo que se pintó o esculpió posteriormente a una fecha en particular, y tomar ejemplo de lo anterior. 
Este grupo, enorme y dispar grupo de artistas, de genios, tan diversos entre sí, fueron una auténtica ruptura del arte británico, y en menor medida occidental, que hizo que la pintura de dicho país ocupara, por fin, un lugar privilegiado en la historia del arte europeo, pues anteriormente, y excepto casos aislados, como Joshua Reynolds, o William Turner, nunca destacó por sus artistas, siempre ofuscados por los europeos del sur: italianos, españoles y franceses. Pero no sólo fue una auténtica revolución artística, sino también un fenómeno social y cultural. El prerrafaelismo pudo beber de muchas fuentes, como el romanticismo -no sólo patrio, sino también francés o alemán-, o la pintura más o menos academicista, o el neo-clasicismo, sino que mezcló todo aquello, eliminó lo que, simplemente, no agradaba a aquellos "jóvenes airados", y crearon algo que, aún hoy e día, se deja ver y sentir en el arte y la cultura de los británicos actuales.


¿Pero cuántos fueron, los creadores de la Hermandad?

En principio, siempre se habla de tres, pero realmente, fueron siete. Sin embargo, habría, quizá, que hacer dos grupos separados, con algunos miembros comunes. Precisamente, la llamada "Santísima Trinidad del prerrafaelismo".
Entre los fundadores, los que dijeron "Aquí se forma una Hermandad de artistas, que serán los prerrafaelitas", en 1848, hubo siete: John Everett Millais, William Holman Hunt y Dante Gabriel Rossetti -pintores, en ocasiones poetas, al menos Rossetti, y los tres nombres principales de este tinglado-, y tras ellos, James Collinson -pintor, novio de Christina Rossetti, y tras romper con ella, también lo hizo con la Hermandad y el movimiento, siendo, finalmente, un pintor clásico con fuerte infuencia del catolicismo, al que se convirtió antes de romper su noviazgo-, Frederic George Stephens -pintor no especialmente brillante, que abandonó los pinceles al pensar que no podría hacerlo mejor, y que se dedicó a la crítica, la historia del arte, y trabajos académicos o en museos- y Thomas Woolner -escultor y poeta; emigrado a Australia, y vuelto a su país, en ocasiones no es considerado un auténtico prerrafaelita porque no fue nunca pintor; el prefirió la escultura, donde se ganó un nombre y no poca fama-.
Hasta ahí, los siete fundadores.

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Millais, Rossetti y Hunt, la "Santísima Trinidad" de la Hermandad, y del prerrafaelismo en general.

Ahora bien, la Hermandad propiamente dicha, como un conjunto de artistas reconocidos, con su clientela y sus críticos, y que son todavía recordados como, todos y cada uno de ellos, como ejemplos claros del prerrafaelismo, con sus seguidores y admiradores -y críticos- todavía en hoy en día, ¿a cuántos se podrían contar, enumerar?
De nuevo, vuelven a aparecer Holman Hunt, Rossetti y Millais. Pero también cabrían, al menos, otros tres: Edward Burne-Jones -un pintor genial, algo más joven que los tres primeros, y que también es considerado un antecedente del simbolismo-, su amigo William Morris -diseñador, en ocasiones también pintor, poeta, espíritu inquieto y unificador del grupo- y por último, aunque algunos dudarían en añadirla al grupo, Elizabeth Siddal -modelo y musa del prerrafaelismo, esposa de Rossetti, pero también ella, artista: pintora y poeta-. 
Realmente, si hablamos del núcleo de la Hermandad Prerrafaelita, el grupo que convivía, pintaba, o se peleaban, si llegaba al caso, por ser una auténtica familia artística, aunque no siempre tuvieran entre ellos buena relación, serían ellos seis, los que merecerían estar ahí. 
Estos son el núcleo de la Hermandad.

Habría, también, personas relacionadas de forma directa con ellos. Los unos, de forma artística. Los otros de forma más personal o íntima. Aquí cabrían  hermanos, esposas, amantes o modelos, críticos, o pintores que tuvieron relación directa con ellos, pero sin llegar a formar parte de la Hermandad, o incluso, entrando en ella, pero de forma algo tardía, y sin llegar a tener demasiada relación con los demás.
Entre los primeros, y aparte de Siddal, y dejando aparte a mucha gente -ciertamente- se destacaría a Effie Grey -amante, y más tarde esposa de Millais, con quién disfrutó de años de tranquilo matrimonio-, Jane Morris -modelo de Rossetti, y muy probablemente amantes, o al menos algo debió intentar él, y esposa de William Morris-, Georgiana MacDonald -esposa de Burne-Jones, que ocultó y aguantó su infidelidad, aparte de tener que "compartirlo" con Morris, y que era una artista de la madera  y pintora, ella por sí misma-, Annie Miller -la modelo y amante de Holman Hunt, a la que nunca pudo hacer su esposa-, Fanny Cornforth -modelo, amante y segunda esposa de hecho de Rossetti-, William Michael Rossetti -hermano de Dante Gabriel; funcionario, poeta aficionado, algo así como biógrafo de la Hermandad, y director de "The Germ", la efímera revista del grupo-. Y aparte de ellos, y de las demás modelos y amantes de Rossetti, el muy afanado y respetado crítico John Ruskin -primer esposo de Effie Gray, y el que más hizo para sacar a los miembros de la Hermandad del casi anonimato-. 
A ellos, y sobretodo a ellas, se les podría considerar el círculo sentimental, familiar y crítico de la Hermandad.

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Elizabeth Siddal fue una auténtica pin-up de la época. Musa y espíritu femenino del prerrafaelismo, hasta hace pocas décadas -en que empezó a verse, en televisión o teatro, su vida y carácter- no se supo de su intimidad y personalidad propia, más allá de una modelo sin voz.

Y sobre los segundos, resulta evidente que, tras triunfar -e incluso antes, cuando apenas se les conocía, más allá de sus amistades, o antiguos compañeros de estudios artísticos-, que hubo otros pintores con los que tenían amistad, hablaban de arte, compartían intimidades o se enseñaban obras, o recibían su influencia directa, por ser no sólo admiradores suyos, sino también amigos.
Entre ellos, destacar a Walter Howell Deverell -que habría ocupado el espacio de Collinson, si no hubiera muerto tan joven-, Arthur Hughes -amigo de Millais y Hunt desde la Royal Academy; sin llegar a haber sido nunca parte de la Hermandad, siempre tuvo relación con sus miembros-, Frederick Sandis -fue miembro, pero ingresó tardíamente, y no tuvo una relación tan directa con ella como otros artistas "externos", Valentine Cameron Prinsep -amigo cercano de todos ellos-, y sobre todo, Ford Madox Brown -que nunca se consideró, ni fue considerado, ni parte de la Hermandad, ni del movimiento, pero recibió influencias, y tuvo relación estrecha con Rossetti, Siddal, etc.- y Marie Spartali Sstillman -alumna de Rossetti, Madox Brown y Burne-Jones, y una de los mejores prerrafaelitas de segunda generación-. 
Y entre los poetas, que también los hubo, y dejando aparte a los miembros que se dedicaron de forma secundaria, o al mismo nivel, que a la pintura -Rossetti, Woolner, Siddal; algo Morris-, Christina Rossetti -hermana de Dante Gabriel, y temporalmente, novia de Colinson- y Algernon Charles Swinburne.
Ellos formarían un segundo círculo artístico alrededor de la Hermandad.

Y tras ellos, una larga, muy larga lista de artistas. Y más, si se incluyeran pintores o dibujantes que, sin ser prerrafaelitas, en algún momento miraron a ellos, y no pudieron -ni quisieron- evitar recibir su benéfica y constante influencia. Para no alargarse con una lista casi interminable, destacar sólo a unos pocos, que sin haber sido nunca parte de la Hermanda, y en no pocas ocasiones, ninguna, o poca relación personal profunda con ninguno de sus miembros, no dejan de ser, o de ser considerados parte importante del movimiento: Frederic Leighton, Lawrence Alma-Tadema, Simeon Salomon, Edmun Blair Leighton, John William Waterhouse, John Brett, Evelyn de Morgan, y un largo etcétera.
Ellos serían, por último, el tercer círculo, externo, alrededor de la Hermandad. Sin relación con ella, pero parte del movimiento.

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Una de las ninfas imaginadas por Frederic Leighton. La pintura europea raramente se había atrevido a retratar de semejante forma a una mujer, de origen divino, pero de aspecto completamente humana, sensual e inocente al tiempo. Y sin duda, tan irresistible en su momento, como lo es ahora.

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Las bárbaras -y carísimas- fiestas de Heliogábalo, uno de los emperadores más nefastos, pero atractivo en su degeneración y sus inacabables ideas para arruinar el Imperio Romano, su imagen y la confianza de sus súbditos en el gobierno y el estado, fueron retratadas -o más bien uno de ellas, en que hizo llover tal lluvia de pétalos de rosa sobre los invitados, que algunos murieron ahogados por ellos-, por Lawrence Alma-Tadema, holandés de nacimiento, y británico de adopción.


Rebelión, lucha y aceptación.

Realmente, el prerrafaelismo fue, tanto una revolución artística, como también social. Estamos hablando de 1848, aunque los tres miembros principales, y alguno de los secundarios, o "accesorios", -artistas que los conocían y siempre estuvieron cerca de ellos-, ya llevaban tiempo trabajando juntos, y hablaban de unirse para crear algo especial y rupturista. Aquella primera mitad del siglo XIX podría destacarse, entre otras cosas, por multitud de revoluciones políticas y sociales -1830, o 1845-, que en realidad, no dejaban de ser una continuación de la Revolución Francesa, y de las guerras de la Francia revolucionaria, y posteriormente el imperio de Napoleón, que trastocaron el orden político y social europeo y americano -la independencia de las naciones latinoamericanas- para siempre. Ellos, en realidad, no dejaban de ser hijos de su tiempo, y la búsqueda de un nuevo camino para el arte no dejaba de llevar consigo una filosofía de vida que lo mismo bebía del romanticismo, como parecía abrir camino para nuevas vanguardias, visiones del mundo, o movimientos filosóficos o vitales.
Gran Bretaña, en particular, había permanecido más tranquila -Guerras Napoleónicas aparte-, pero la industrialización, anterior a la de otros países europeos, la urbanización -debido a la emigración masiva del campo a la ciudad- y los problemas sociales, económicos y de salud pública e higiene que provocó todo aquello, hicieron que, en una generación, Gran Bretaña, más aún Londres, fuera un lugar nuevo, y nuevos hombres y mujeres nacían en él, y en él vivían, sufrían y soñaban.
Ese 1848 -el "año de las revoluciones", tanto políticas como sociales, a lo largo y ancho de casi toda Europa-, los siete fundadores crearon la Hermandad. Pero se encontraron con que, aunque deseaban ser vistos como un grupo de artistas diferenciados, no tenían demasiado interés en firmar un manifiesto público, presentarse en sociedad. Fue casi, valga la redundancia, una sociedad secreta, con un documento que cada uno de ellos firmó como si fuera un pacto de sangre, aunque, al mismo tiempo, firmaban algunas de sus obras con su nombre, evidentemente, pero también pintaban, muy pequeño, pero de forma visible para el que observara de cerca tal o cual obra, con un PRB: Prerrafaelite Brotherhood -Hermandad Prerrafaelita-.
Como ya se comentó en su momento, comprendieron que, a falta de mayor fama -eran sus principios-, necesitarían de otros medios para hacerse famosos. De ahí, la existencia de "The Germ", o "El germen" -quizá también podría traducirse, de forma un tanto libre, como "La semilla"-, intentando llegar, de una forma, en su tiempo, moderna, tanto a críticos, como a otros jóvenes artistas, en ciernes o con una carrera mínimamente encarrilada, que buscaban algo más, pero que no debían saber el qué.
Y también sabemos algo más: la revista fue un completo fracaso. Solamente cuatro números, cuyos originales, hoy en día, están buscadísimos, y que hace ya más de un siglo, fueron reeditados en forma de libro, cuando el prerrafaelismo no sólo era una de las columnas del arte victoriano, sino también empezaba a ser parte de la historia del arte. Sobretodo, porque el modernismo, en sus distintas versiones nacionales, estaba empezando a arrinconarlo, a hacerlo olvidar. Muchos artistas jóvenes lo consideraban parte del "arte antiguo", del "arte académico, o academicista". Justo de lo que quisieron escapar toda su vida.
Al menos, algunos irreductibles, como Rossetti y Burne-Jones, nunca se rindieron a la tiranía del mercado, y siguieron con su estilo, mejorándolo con el paso del tiempo, hasta el final. Ellos nunca estuvieron dispuestos a realizar obras más conservadoras, siguiendo las reglas académicas. Siempre fueron rebeldes, de forma que Rossetti acabó siendo el más prerrafaelita de todos, y Burne-Jones, si saberlo, o sin quererlo saber, fue uno de los fundadores, o al menos de los que prepararon el camino, para el simbolismo.
Una cosa sí es cierta, y en eso, series o libros de, digamos, historia novelada, no mienten: empezaron desde muy abajo. Se las veían canutas para, como se dice popularmente, llegar a fin de mes, y hasta que no fueron apadrinados por John Ruskin -al que a veces, se le ha tratado de forma un tanto demasiado dura-, tenían que compartir vivienda, estudio, y hasta modelo. Elizabeth Siddal, según se lee en alguna web, fue lo más parecido a la chica pin-up del prerrafaelismo. Fue musa del movimiento, modelo, en uno u otro modelo, tanto de Millais, como de Hunt y, sobretodo, de Rossetti. Su historia de amor y desamor, ya es de sobra conocida, así que no vale la pena volver a explicarla aquí. Sin embargo, su vida, sus rostro y su arte son el alma femenina de la Hermandad, ya que otras mujeres prerrafaelitas, con una vida más larga y menos triste, y una obra mucho más extensa, como Evelyn de Morgan o Marie Spartali, no formaron parte íntegra de ella, aunque sí es cierto que estuvieron cerca de la Hermandad -sobretodo Spartali, alumna de varios miembros de la "primera generación".

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"Hacia la tierra desconocida". Y no hay nada más desconocido que la muerte. Una de las obras más fascinantes de Edmund Blair Leighton, gran pintor de escenas de un Medievo irreal que, sin embargo, sin duda influyó en el cine de décadas posteriores.


Algunas cosas más. ¿Prerrafaelitas? ¿Por qué? Cómo se les veía en la Academia.

El nombre de prerrafaelita hace referencia al pintor italiano Rafael (1483-1520), uno de los grandes genios, de las figuras más deslumbrantes y extraordinarias del Renacimiento, y en particular, del cinquecento -la última y más extraordinaria época de dicho período artístico y cultural: el siglo XVI-. Tras él -también de Miguen Ángel y Leonardo-, se llegó al cenit de la perfección y el logro artístico. Sin embargo, los jóvenes airados del movimiento no desearon seguir el mismo camino de sus maestros de la Royal Academy, considerando la obra de Rafael -por ejemplo, y en particular, "La transfiguración"-, como un ejemplo de pomposidad, de falta de realismo y naturalidad. Ellos deseaban un arte alternativo, que pensaban que conduciría al espectador a una visión de un mundo nuevo, anunciado, también, por un nuevo arte. Aquí se denota, pues, que no sólo fue, al menos en un principio, una revolución únicamente artística.
Estas ideas, consideradas iconoclastas, casi destructivas -se diría, casi, apóstatas, como renegando de la única religión verdadera de la crítica artística- hizo que, si bien estuvieron siempre bien considerados por maestros y alumnos -compañeros suyos que, en ocasiones, no sólo tomaban nota mental de lo que de ellos escuchaban, sino que acabaron formando parte de la futura Hermandad, o sintiéndose cercanos a ella-, nuca fueran considerados del todo "tres más de los nuestros". Y eso que contaban entre ellos a Millais, un niño prodigio, que pudo ingresar en la Academia con sólamente once años, el alumno aceptado más joven de su historia, y auténtico niño prodigio.
 En una sociedad tan conservadora, que, al no tener demasiado pasado histórico, rendía pleitesía tanto al arte renacentista, como a Joshua Reynolds -uno de los fundadores de la Royal, su primer presidente, y casi padre fundador de la pintura británica-, el que aquellos jóvenes salieran con aquellos ideales revolucionarios, tan poco británicos y victorianos -aunque, en aquellos tiempos, todavía no se hablaba de "época victoriana", pues a la reina Victoria todavía le quedaba mucha vida por delante- no podía más que darles problemas para que sus obras recibieran buenas críticas, apoyos o encargos, si bien la Academia les permitía, como a cualquier otro estudiante o ex-estudiante, exponerlas, aunque no fuera en un espacio privilegiado, precisamente.
En cambio, hubo otro artista renacentista, Boticelli, quien fue, literalmente, recuperado para el gran público por los prerrafaelitas. Al ser un artista que daba gran importancia a los sentimientos de los personajes, más que a lo que estos jóvenes consideraban posiciones artificiosas con que eran pintados, fue un tanto ninguneado en su época -eso, y el encontrarse a otros artistas aún mejores que él-. Ellos, quizá no sólo por interés por su obra, sino también por llevar un tanto la contraria, pues en la Academia se le daba más bien poca importancia o atención, acabaron por colocarlo en el lugar que merece en la historia de la pintura europea.

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Así retrata una ilustración, probablemente de principios del siglo XIX, anterior al prerrafaelismo y a la subida al poder de Victoria, la sala de exposiciones de la Royal Academy. No sé si llegaron a exponerse al mismo tiempo tantos cuadros, ni tan pegados unos a otros, pero sin duda, sí que era uno de los centros culturales de la época, y sus exposiciones atraían multitudes.

Bien, en principio, aquí acaba esta larga, larguísima serie sobre el prerrafaelismo. Estoy casi seguro que habrá alguna entrada más. Una entrada LVI, o cincuenta y seis, aparte de algún, o algunos anexos. La influencia del prerrafaelismo y el arte, en la cultura británica -y más allá, aunque sea de forma más imperceptible, sin que nadie sepa bien de dónde puede haber llegado- sigue presente, pues, entre otras razones, no sólo es mantenida viva por los museos -el Tate, por ejemplo-, las salas de exposiciones, o los documentales en televisión, sino también por la enormidad de webs, vídeos o páginas de facebook que gente anónima les dedican a sus miembros, y al mundo, la época, en que vivieron, trabajaron y murieron: básicamente, la Época Victoriana, pues la Eduardiana sólo la conocieron algunos de ellos, y ya ancianos, a no ser que hablemos de algunos neo-prerrafaelitas fallecidos ya en la década de los 50 del siglo XX. Pero en este caso, se podría decir que estamos hablando de un auténtico anacronismo histórico-artístico. Y también, es innegable, de algo que se resistió a morir definitivamente. 
Si es que murió, pues una y mil veces, en el cine, en la fotografía, en la ilustración, en los escasos pintores figurativos que aún quedan, vemos su influencia, todavía viva y en plena forma.



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