martes, 24 de julio de 2012

Ernesto Cardenal, el poeta revolucionario.

Unos cuantos versos, de esos que me llamaron la atención.


No soy, la verdad, ni he sido nunca, aficionado a la poesía. No es que tenga nada en contra, en absoluto. Todo lo contrario. La considero, muy probablemente, la más difícil de todas las ramas del arte literario. Pero considero que, en la mayoría de los casos, aunque puedas acercarte a ella para conocerla, difícilmente podrás disfrutarla si ésta -como si fuera una hermosa dama, sabia pero un tanto exigente con sus allegados y admiradores- te permite una mayor confianza.
Reconozco que, en la mayoría de los casos en que me he puesto a leer mínimamente en serio poesía, he acabado por cansarme un poco. Al menos, cuando se trata de un libre entero. Tratándose, en cambio, de versos y poemas sueltos, sí que ha habido casos de que me han quedado en la memoria como muy pocos extractos de obras en prosa me han llegado a marcar. Es por eso que, si de vez en cuando introduzco aquí la obra de tal o cual poeta, no es que sea un seguidor de todo su arte -ya me gustaría a mí, el ser capaz de reconocer y admirar su arte en todo su valor y extensión-, pero no por eso significa que esté completamente cerrado al arte poético. Simplemente, dejo constancia de lo que me ha llegado.
Y en este caso, se trata del poeta nicaragüense -de la ciudad de Granada, para ser más exacto- Ernesto Cardenal. Se trata no sólo de un poeta, escritor y traductor -de poesía norteamericana, básicamente-, sino también de un sacerdote, teólogo y revolucionario, defensor de la Teología de la Liberación desde hace muchos años ya, cuando ese nombre todavía significaba algo para la juventud a ambas orillas del Atlántico. Desde joven se enfrentó al tirano Somoza, que sojuzgaba, exprimía y vigilaba para sus amos norteamericanos su patria nicaragüense, y colaboró con el primer gobierno sandinista de Daniel Ortega, gobierno que abandonó una vez que Ortega cayó cada vez más en la corrupción y el autoritarismo, abandonando los ideales originales de igualdad y justicia, que le llevaron al poder. Y el hecho de haber sido ministro de un gabinete revolucionario, le impidió ascender en su carrera eclesiástica, lo que tampoco parece que le importara demasiado. Otra cosa fue que le trataran poco menos que de enemigo de la religión que él, más que el Vaticano -que lo apuntó en su larga lista negra de autores prohibidos-, defendió en América entera, de una forma mucho más sincera y auténtica que sus cardenalicios gerifaltes. 


Pero dejemos ahora su historia. Mejor un par de ejemplos de sus escritos. Ya dije que no soy amigo de leer y leer poesía, así, a palo seco -no seré muy sensible, supongo-, pero sí hay mucho de él que me interesa y agrada. Al contrario que otros bates, utiliza un lenguaje sencillo y elementos y personajes de la cultura popular, como la mismísima Marilyn Monroe, lo que no significa que no pueda obtener gran profundidad y lirismo, pero un lirismo, como dijo en alguna ocasión, más terrenal, más de estos tiempos. 
Ahí van:

Bienaventurado el hombre que no sigue las consignas del Partido,
ni asiste a sus mítines,
ni se sienta en la mesa con los gansters,
ni con los generales en el consejo de guerra.
Bienaventurado el hombre que no espía a su hermano,
ni delata a su compañero en el colegio.
Bienaventurado el hombre que no lee los anuncios comerciales,
ni escucha sus radios
ni cree en sus slogans.
Será como un árbol plantado
junto a una fuente.


Viniste a visitarme 
en sueños
.....
pero el vacío
que dejaste cuando te fuiste
...
fue realidad

Y para quién quiera leer más, dejo un enlace:


En breve, más.

lunes, 23 de julio de 2012

Saparmurat Niyazov, exótico tirano de opereta.

Serie "Ineptos de la Historia", sección "tiranos y tiranuelos".

 

En primer lugar, ¿de qué país estamos hablando?

Bien, como no sólo de música y cómic viven los blogs de contenido diversificado -o dicho de otro modo, que al no ser experto en nada, de todo se escribe-, va siendo hora de dar paso a otros temas más "sociales" -en el sentido de ciencia social, más que otra cosa-: la situación sociopolítica, la geografía, la historia, las biografías -sin soltar una parrafada de fechas y datos directamente recopilados de la wikipedia, aunque me sirva de ella, sino escribiéndolo de una forma más "informal", e incluso, si llegara el caso, la antropología. Y como siempre me han interesado los distintos pueblos que habitaron lo que en otra época se llamó la Unión Soviética -y que ahora se llama de muy distintas formas, al estar dividida en 15 naciones distintas, aunque dichos pueblos siguen viviendo casi en el mismo sitio-, esto último, antes o después, también hará su aparición. Otra cosa es que a alguien pueda interesar quienes son, realmente, gentes como los circasianos o los kalmukos, pero al tiempo...
Bien, el Turkmenistán -este es uno de esos países, como la India, el Nepal, o el Brasil, que acostumbran a llevar delante artículo determinado (lo de determinado, porque de cada país sólo hay uno), lo que da de pensar el por qué los imaginamos en masculino, o en femenino- es uno de esos nuevos-viejos países que nacieron del hundimiento político de aquel coloso de pies de barro. Turkmenistan -quitemos ya el artículo de marras-, realmente, era, y es, un territorio enorme -casi como España o Francia, o sea, cerca de medio millón de km cuadrados-, pero con una población escasa -unos 5 millones-, que en gran parte se concentra en la capital y alrededores -Asjabat, que parece de cartón piedra, con un centro que parece la Viena Austro-húngara, rodeada de industria post-soviética decrépita, y barrios obreros en estado calamitoso, y algo de zona que llamaríamos "de clase media"-, en la costa del mar Caspio, y en los márgenes de los ríos, sobre todo del Amu-Daria -nombre exótico donde los haya-. El resto del país, que es como decir el 80%, no es más que desierto, a veces arenoso, lo más, pedregoso, con vientos terribles, y cambios de temperatura considerables, y donde no crece ni una mala hierba. Apenas se encuentran allá carreteras, porque, realmente, tampoco resultan muy necesarias -más allá de comunicar la capital con las tres o cuatro poblaciones de cierta importancia, rodeadas éstas de pequeñas zonas agrícolas, y los vitales pozos de gas natural-. No es raro, entonces, encontrar por aquellas resecas tierras más camellos de Bactriana -los famosos camellos de dos jorobas y largo pelo lanoso- que vehículos a motor. Entre otras razones, porque pocos allá se los pueden permitir, y porque el turismo es muy escaso, porque nunca se ha favorecido.
Es esa misma riqueza natural, el gas, el que permitió a su primer jefe de estado y gobierno, el tiránico y delirante Niyazov, gastar cantidades ingentes de dinero en proyectos a cual más ridículo y fastuoso. Y, seamos sinceros, en la mayoría de los casos, de un hortera que tira de espaldas. Porque los dictadores, normalmente, entre otros muchos vicios y defectos, no acostumbran a ser gente de demasiado buen gusto.
Nuestro hombre, como otros muchos mafiosos, políticos corruptos, empresarios de oscuro pasado, y dictadores de nuevo cuño, empezó su carrera en el difunto PCUS, versión turkmena. El país, hasta la conquista por parte de la Rusia zarista -mediados del siglo XIX, más tarde que gran parte del resto de las posesiones rusas en Asia, apenas tenía lo que llamaríamos en Europa, "conciencia nacional". 
La escasa población, si bien en gran parte era turkmena -y por tanto, con afinidades étnicas, religiosas y lingüisticas-, seguía el mismo islam moderado alejado de la barbarie afgana -y de su vecino Pakistán, por poner un ejemplo más entre muchos-, y conocer no sólo la lengua turkmena -túrquica, como su raza y origen cultural- sino también el ruso -lo que significaba poder comunicarse con el resto de la población de la antigua URSS, unos 300 millones de personas en total, aparte de otros muchos individuos de todo el desintegrado bloque oriental comunista-, se dividía en tribus y clanes, y apenas se sentían demasiado unidos a sus vecinos, excepto a la hora de buscar enemigos externos. Y siendo como eran tan pocos y tan pobres, cualquier vecino les podía parecer amenzador, así que mejor estarse quietos y calladitos, y no levantar mucho la voz, ni llamar la atención.  Respecto a las minorías étnicas, sus hermanos uzbecos no se diferencian demasiado de ellos, y los rusos y coreanos -porque había, y todavía hay, una importante colonia- en gran parte o han marchado o van camino de hacerlo, pues desde la independencia se han visto discriminados y un tanto despreciados, aunque no han sufrido lo que podría llamar "odio étnico".
Y de eso mismo, de la división y el miedo a todo, incluida la libertad -lo desconocido, en resumidas cuentas, para un pueblo que nunca fue de ciudadanos, sino de súbditos- se aprovechó nuestro hombre, de la necesidad de unificar una población dispersa y una sociedad invertebrada. Pero como pensaba que su pueblo no sentía necesidad de libertad, ni le convenía saber lo que pasaba más allá de sus fronteras -de ahí, por ejemplo, de espantar el turismo, o de evitar que los jóvenes turkmenos estudiaran en cualquier universidad extranjera, incluidas las rusas-, nada mejor, se dijo, que imponer un gobierno fuerte, unificado y centralizado, dirigido por un hombre extraordinario, con que la providencia había premiado -seguramente, sin merecerlo- a tan desventurado pueblo. Dicho de otro modo, una dictadura en toda regla. Pero no un estado autoritario con sus cárceles, torturas, exiliados, falta absoluta de libertad de expresión y prensa, partido único, y uso de la fuerza para aplastar cualquier voz discordante, no. Eso, desde luego, sí que lo iban a tener sus súbditos -sus hijos, los llamaba él-, pero también algo más: el tener como amo y señor a un individuo que, o se podría pensar que estaba completamente loco, o que era un sádico haciendo sufrir a su pueblo con las más increíbles y  ridículas ideas. O bien se trataba de algún curioso y poco comprendido sentido del humor que nadie, todavía, ha sabido comprender. Eso será...
Bien, como ya se ha dicho, nuestro hombre provenía del PCUS de la antigua República Soviética de un país que, en español, lo mismo se llamaba Turkmenia, Turkmenistán o Turquestán -esto último era erroneo, porque Turquestán es todo el Asia Central, incluido el Sinkiang chino; pero hará unos 25 años, el conocimiento de aquellas tierras, por estos lares, incluso entre periodistas e historiadores, era muy limitado-.
Allí ingresó en los años 60, tras conseguir su título de ingeniero industrial -muchos líderes comunistas tenían, precisamente, dicho título, de ingeniero-, y cuando a finales de 1991 Yeltsin, el alcohólico y lamentable presidente de RUsia, y sus pares de Ucrania y Bielorrusia -los tres hermanos eslavos- que la URSS debe pasar a mejor vida, y que no valía la pena sustituir el coloso comunista por un estado capitalista y democrático, pero unido, Niyazov aprovecha el vacío de poder -porque a los eslavos, realmente, lo que pasara en el Asia Central, más allá del rusificado y relativamente avanzado Kazajstan, les importaba realmente un pito- y se proclama presidente. Y como antes no había elecciones, decidió que, en adelante, tampoco las habría. Y en caso de permitirlas, que fueran de cara a la galería, que no dieran la barrila en los diarios extranjeros, siempre entrometidos y criticones. Porque de todas formas, ¿importaba mucho que fueran fraudulentas, si, de todas formas, él era lo mejor que podía tener su país-. Cambió, eso sí, el nombre de "Partido Comunista", por el de "Democrático" -¿humor negro, acaso?-, desmanteló la economía centralizada comunista, y, en poco tiempo, el cierto orden y planificación del antiguo régimen -dictadura al fin y al cabo, pero con cierta estructura política-, así como sus avances en educación y medicina, se fueron al traste delante de sus narices. Cosa que no le importó en absoluto, porque fue el máximo responsable.
Ahora bien, ¿qué hace a este hombre distinto a otros dictadores? Empecemos enumerando, ahora sí, algunas de sus brillantes ideas:


Un personaje salido de un cómic de Tintín. O de Mortadelo.

Niyazov, como Ataturk -el creador de la República Turca moderna, tras la I Guerra Mundial, con quién en ocasiones gustaba de compararse- se hizo proclamar "Turkmenbasi", que podría traducirse como líder, pero también como padre de todos los turkmenos. A partir de ahí, se hizo llamar creador de la nación turkmena, porque, antes que él, allá no había más que tribus de salvajes.

Es espectacular, pero vacío de contenido, centro de la capital.

Y cómo vive la mayoría de la población.

Empezó por recortar en lo que consideraba gastos inútiles, como hospitales o centros de asistencia sanitaria menores que existían por todo el país. Así, para recibir asistencia médica -y no sólo para operaciones, o intervenciones de importancia-, había que acudir obligatoriamente a la capital.
Se cerraron las bibliotecas públicas, porque, según él "a los turkmenos nunca les ha gustado leer".
Pero eso sí, como Gaddafi, o los tiranos norcoreanos de la familia Kim, él tambiés escribió un libro que debería ser guía para todos sus oprimidos conciudadanos, que tenían la obligació de, literalmente, sabérselo de memoria. Sobretodo, funcionarios y profesores; y quién errara a la hora de recitarlo -como si fuera un salmo religioso-, podría ser castigado o, incluso, despedido. Y como el dictador libio, también su libro,  el "Ruhmana" -algo así como "El libro del alma", cual texto de Confucio o Lao-Tse- tenía un monumento en una plaza principal de Asjabad, la capital. Más aún, por medio de un mecanismo, el libro podía abrirse, y dejar ver algunas de sus páginas, de tamaño gigantesco, y donde podía leerse, palabra por palabra, parte del insufrible y farragoso texto con el que el sádico personaje castigaba a su gente. Porque seamos sinceros, cuanto más iluminado es el tirano que juega a ser un místico, más peñazo acostumbra a ser.

Un monumento a la estupidez humana, y un insulto a los libros.

Y como prohibir es divertido, y el país que gobernaba era, o debería ser, creación propia, el déspota empezó a eliminar de la vida pública todo lo que le vino en gana: como no le gustaban la ópera o el ballet, probablemente por suponerlos influencia rusa -realmente, fueron los rusos los que introdujeron algo de intelecto y alta cultura en aquellas lejanas tierras semicivilizadas-, lo prohibió por decreto. Como creía que no era decente que los jóvenes llevaran el pelo largo y barba -más que por tener apariencia islamista, porque le sonaría hippie, el tipo era un tanto antiguo-, también lo prohibió. Y detrás, los videojuegos, que atontaban la mente; la radio en el coche, que distrae el volante; los pintalabios, que eran cosa de fulanas -o extranjeras, que venía a ser casi lo mismo-, y el grabar música -parece que se tomaba bastante en serio lo de la piratería; la SGAE de aquellas tierras sin duda le daría las gracias-. Evidentemente, la música, el cine o la literatura proveniente del extranjero tampoco tenía apenas lugar en su sociedad ideal. Incuso el play-back, desapareció de la televisión -difícil de imaginar, algo así hoy en día-. Lo único relativamente positivo, dentro de esta obsesión por la prohibición fue que, ya que él dejó de fumar, todos sus ministros y funcionarios también debían dejar. 
Otra cosa fue la prohibición de que hubiera perros -y no sólo abandonados, sino también con dueños que se hicieran cargo de ellos- en la capital. O el cierre casi absoluto de las fronteras a los extranjeros. Ya se ha dicho antes que el turismo estaba casi prohibido, lo que, por sí solo, además de muestra de xenofobia, impedía la obtención de beneficios económicos. Pero resulta sencillamente inexplicable que, entonces, se forzara la construcción de ¡22! hoteles de lujo en la capital. Todos en la misma avenida, uno al lado de otro. Y como están siempre casi vacíos, éstos y distintas oficinas gubernamentales, o edificios privados de oficinas, deben estar siempre encendidos por la noche, para que parezca que allá dentro hay movimiento y están ocupados hasta la bandera -realmente, esto no es sólo típico de Turkmenistan; en la misma Shanghai, el partido comunista local hace lo mismo-.
Pero prohibir, llegado el momento, pierde su gracia, porque no sabes ya qué más llevarte por delante. Así, una vez que has aplastado los servicios públicos de sanidad, educación, cultura e infraestructura administrativa -como correos, justicia o policía-, mejor hacer algunos simpáticos cambios para que, al menos, la gente no se aburra. Estará amargada de la vida, sí, pero aburridos, seguro que no.
Así, para poder obtener el carnet de conducir, antes que nada, hay que hacer un examen de moralidad delante de funcionarios del gobierno. Normal, pues los viciosos y gente de mala vida no merecen conducir vehículo alguno.
Respecto a las universidades -de la capital, claro está-, no se podía ingresar en ninguna, sin que antes se hubiera demostrado que se había trabajado, como mínimo, dos años, pues los vagos no tenían derecho a estudios, por mucho que estuvieran dispuestos a pagárselos.
Ahora bien, después de tan inteligentes ideas puestas en práctica, resultaba lógico que el pueblo se lo agradeciera. Así, toda casa, negocio u oficina de cualquier administración debía tener, al menos, un retrato suyo. Más aún, cuando decidió teñirse las canas -los tiranos acostumbran a ser presumidos-, también cada ciudadano o empresa debía cambiar de foto, y se castigaría a quién conservara el retrato anterior, con pelos blancos que afeaban el rostro del gran hombre. Pero como aquello resultaba demasiado doméstico, los retratos pululaban por las calles de ciudades y pueblos. Y al ser esto poco, aparecieron las estatuas, de tamaño natural -o mayores que eso, a veces, gigantescas-, con aleaciones que siempre incluían oro, de ahí que fueran, evidentemente, brillantes y de aspecto áureo -un brillo que, de exagerado, era casi siniestro-. 
Una de las estatuas más increibles, se encuentra en la plaza de la Neutralidad (?), de la capital. Fue colocada sobre una torre que, queriendo, ligeramente, imitar a la torre Eiffel, más bien parece una enorme jeringa. Lo curioso, no son ni el tamaño ni el estar recubierta de oro -que, por lo visto, es lo normal-, sin que da vueltas sobre su eje, mediante un mecanismo de relojería, evitando que el sol deje nunca de darle en la cara, excepto, claro está, de noche. Raro fue que no se instalaran alrededor enormes focos para evitar que la oscuridad la ocultara parcialmente. Otra estatua parecida se encontraba en medio del desierto para que, debido a su tamaño y al fulgor que producía la luz solar al rebotar en ella, pudiera verse a kilómetros. 

La torre de la Neutralidad, en la plaza del mismo nombre, y el elegido de los dioses.

Pero también había que preocuparse de amenazas exteriores. Aparte de cerrar la frontera a los refugiados del vecino Afganistán -quizá, y no sin algo de razón, por miedo a que también entraran talibanes e indeseables parecidos- se obsesionó con que satélites extranjeros fotografiaban los campos agrícolas del país, según él, los mejores del mundo. Incluso se dedicó un día del año al melón turkmeno, orgullo patrio. Quuzá aquello no dejaba de ser una analogía, y el melón y él mismo fueran la misma cosa.
Pero el pueblo corría el riesgo de hartarse, aunque al estar acostumbrados a la obediencia, esto apenas se dio. Decidió construir un palacio de hielo... pero en medio del desierto, así que fue un fracaso. Entonces, cerró el antiguo zoológico -bastante anticuado, por lo demás- y construyó otro que costó una fortuna, pero donde los animales, literalmente, se morían de sed y calor -apenas les llegaba agua, y no tenían donde guarecerse de un sol terrorífico en verano-. Los animales africanos, y algunos de Asia, podían adaptarse mejor o peor, pero él también quería un espacio ideal para pingüino, llegados desde el polo sur. Es de imaginar que las bajas entre esas sufridas aves fueron considerables, pero teniendo dinero, estando la Antártida llena de ellos, no había problema con traer nuevas remesas.

¡Ríe, ríe! ¡No tendrás tantas ganas de bailar cuando acabes en medio del desierto!

El culto a la personalidad fue tremendo, y no se dudó en que no sólo estuviera presente en billetes, sellos y monedas, o su retrato -de perfil, claro- estuviera presente en cualquier edificio público, sino que también llegaran a salir al mercado -y era muy aconsejabla comprarlos- no sólo el librito de marras -que, literalmente, expulsaba cualquier otro libro de todas las librerías del país- sino también una colonia -no tengo idea de a qué olería- y el vodka -a pesar de ser un país musulmán, la religiosidad es bastante laxa, y el consumo de vodka, aunque inferior a Rusia es considerable-.

Sencillamente, apesta.

En 2006, finalmente, el hombre que cambió el nombre de los días de la semana -fuera en ruso, o en árabe, al ser país musulmán, por otros a su gusto -Día Espiritua, Día Joven, Día Espiritual...-, y que puso al mes de abril el nombre de su madre -pues durante éste fue cuando nació-, decidió morirse.
Actualmente, gobierna, también como tirano -tal vez, más que dictadura sea "dictablanda", pero tirano sigue siendo-, el antiguo vicepresidente  Berdimujamédov, que aparte de por tener un apellido casi impronunciable, apenas ha relajado la situación de maestros y médicos, y a abierto, ligeramente, el país al exterior. Aún así, no hay libertad alguna, pero mientras siga exportando gas natural a Occidente y Oriente, no hay problema. O como diría otro, ya se han invadido muchos países en nombre de la libertad, y este puede esperar un poco más.

Sobre las fuentes, además de la wikipedia -¡que haríamos sin ella!-, destacar "Lugares que no existen", donde encontré muchos de estos datos, y "101 lugares increíbles". Dejo el en lace con esta última web, pues no sólo habla de Turkmenistán, sino de otros muchos lejanos y exóticos destinos.



jueves, 19 de julio de 2012

Unos versos desde Persia.

Estos escasos versos los encontré hace mucho en la red por casualidad, y decidí mandárselos por carta -de las de verdad, de papel- a una persona de la que, cosas de la vida, hace ya mucho que no sé nada, y no creo que vuelva a ver.
Casualmente, haciendo limpieza de papeles, los volví a encontrar en el trozo de hoja en que lo escribí, y así pude saber, volviendo a buscar en la red, sobre el nombre de su autora. Era una página sobre escritos de, se supone, mujeres iraníes, pero que no tenía ni título, ni autor o autores reconocidos, ni a penas nada, excepto al equivalente a dos o tres hojas de escritos y poemas.
De la autora tampoco logré encontrar información alguno, lo que hace pensar que fuera, digámoslo así, una poetisa anónima -según la RAE, o quién así lo decide, "poeta" no tiene femenino; pero a mí me gusta poetisa, y como aquí soy y el que decide qué es lo que se escribe y lo que no...-. Lo único que puedo decir es que su apellido, Tablizi, puede significar ser originaria de la ciudad de Tabriz -o Tabliz-, en el noroeste iraní. O sea, que debe tratarse de una azerí, más emparentada por lengua, raza y cultura con sus hermanos del otro lado de la frontera -el Azerbaiyán independiente ex-soviético- y con los turcos, que con sus propios compatriotas persas indoarios.
Bueno, pues esto es lo que escribió:

Yo hablo de lo profundo de la noche,
de la abismal oscuridad.
Si vienes a mi casa, amor, tráeme luz
y una ventana para que pueda ver la felicidad de aquella calle abarrotada.



Sé que no es mucho, pero a mi me agradó  especialmente.

La próxima vez, más.

Anexo: Mucho después, en 2015, descubrí el nombre de la auténtica autora de los versos. Se trata de Forugh Farrokhzad -o Farrokjad-, poeta iraní, sí, que vivió entre 1935 y 1967, y que fue una auténtica revolucionaria de la poesía persa, razón por la que, hoy en día, resulta tan difícil encontrar en su país algún libro que reproduzca su arte, y tantos que hablan -mal- de su vida y carácter.
En este mismo 2015, por tanto, decidí dedicarle una entrada completa.

martes, 17 de julio de 2012

La tercera oleada británica: Elastica

Antes que nada, una aclaración cronológica.

Como no sólo de comics iba uno a hablar -sobretodo, como ya dije, porque soy más de leer libros que historieta, aunque últimamente me he aficionado mucho; al menos, a según que autores-, hoy prefiero hablar un poco sobre música.
 Para empezar, ¿qué es eso de "la tercera oleada británica"? Es una forma simple, que me he sacado de la manga, de dividir a los grupos o intérpretes de pop o rock de las Islas Británicas -y ahí incluyo a los de la República Independiente (y orgullosa de ello) de Irlanda- según la década en que empezaran su vida musical; o, al menos, empezaran a ser famosos de verdad. En caso de que llegaran a serlo, claro.
La primera época más bien sería entre muy finales de los cincuenta -la llegada del rock norteamericano, pero también la música negra de la época, como el blues, el jazz y, sobretodo el R&Blues-, pasando por todos los sesenta, y quizá principios de los setenta-. Ahí estarían, claro está, los Beatles, los Rolling, o los Who, y grupos algo menos recordados como los Kinks, los Animals, o los Small Faces. Y había más, pero no es cuestión aquí de alargarme demasiado, sino sólo de dar una sucinta explicación. A todos estos grupos, que ocuparon el puesto que dejaron los primeros héroes del rock americano, al morir, retirarse, o caer en cierta decadencia -véase Elvis-, llegando a ser ídolos también al otro lado del Atlántico, se les llamó "la invasión británica". Al menos, sí fue una ola de nueva música que llegó a, prácticamente, el mundo entero -¡incuso a la gris, aburrida y aislada España del Innombrable; ya sabemos quien, ¿no?-.
La segunda, empezando a mediados o finales de los 70 -según cada uno quiera pensar- y acabaría a finales de los 80, o por alargar, a principios de los 90. Podría incluir, igualmente, a los Rolling -no tienen por qué estar cada grupo en una sola oleada-, o a McCarney y a Lennon en sus carreras en solitario, pero también a gran número de bandas nuevas, con estilos también considerados nuevos, como Queen, Pretenders  y Eurithmits -rock o pop-rock-; Iron Maiden -portaestandartes del heavy-; los Clash y los Sex Pistols -el punk, que pasó tan rápido, pero dejó tanto que hablar-, los New Romantics -Duran Duran, Spandaw Ballet-; Depeche Mode, junto a Yahoo o Ultravox -el tecno, o más bien el tecno-pop, en contraposición a una música más "maquinista" como los alemanes Kraftwerk, o los españoles Aviador Dro-; Siouxie and the Banshees -el ejemplo de lo que se llamaría el post-punk, o el principio de parte de lo que sería el movimiento musical gótico, aunque éste ha ido diversificándose muchísimo-; solistas legendarios que no necesitaban de grupo propio, como David Bowie o Elton John; los primeros tiempos de U2 -y su rock, en principio, heroico y casi místico, y que tanto ha ido evolucionando- y así, hasta la extenuación. Aquello fue toda una explosión musical. 
¿Y después? La tercera, a partir de principios de los noventa, y hasta ahora. Básicamente, se les ha ido englobando en el llamado Brit Pop, con Blur y Oasis como portaestandartes -con una rivalidad que en parte no dejaba de ser una pose, como en su época los Beatles y Rolling, y que, realmente, tenían unas diferencias musicales bastante acusadas, como para tratarlos como bandas cercanas-. Pero hubo mucho más. El trip-hop de Triki y Morcheeba , el sonido Madchester -sí, mad-; de loco- de Stone Roses y Happy Mondays, el tecno-pop de EMF, el nuevo pop de Suede, Bluetones, Echo Belly,  Placebo, en fin... una barbaridad. A lo que sumar de nuevo los U2, Cramberries y otros grupos irlandeses.
Y aquí llegamos a nuestros ¿hombres? No, sólo uno, y no el miembro principal de la banda. Elastica fue una banda de mujeres, que no significaba sólo para mujeres, sino para quién gustara de escucharles, que no fueran pocos, aunque -por recuerdo propio; cuando les hablaba a los demás de ellos, pocos los conocían-, en España tuvieron un éxito muy limitado. Probablemente, sus "hermanos mayores" de Blur y Oasis acabaron ocupando mucho espacio, aparte de que, en aquella época, todavía había un ambiente musical patrio de considerable interés. Al igual que en los USA, o en el puñetero UK.
La verdad, es que añoro aquellos tiempos.


Señoras rockeras con pintas de ser muy malas, pero que eran jodidamente buenas en lo que hacían.

Perdón por el exabrupto del título anterior. Pero es una buena forma de decirlo en pocas palabras.
Elastica lo formaron, en principio, tres miembros femeninos, y uno masculino. Y estos son:
Justin Frischmann, la vocalista, compositora y una de las guitarristas, aunque no la principal; la guitarrista Donna Matthews, el batería Justin Welch, y la bajista Annie Holland.
Desde un primer momento, fue Frischmann -la llamaré a partir de ahora Justin, más bien para no complicarme la vida con semejante apellido- fue siempre el alma mater del grupo. En principio fue la novia del cantante y líder del grupo Suede, Brett Anderson, donde ocupó un puesto bastante importante cuando el grupo todavía no era especialmente famoso, y antes de que entrara en él el guitarrista Bernard Buttler. Pero al poco, dejó el novio, precisamente, por otro cantante pop. Y ese cambio de pareja, también significó la salida de Suede. Pero ella tenía claro a qué se quería dedicar, así que decidió formar grupo propio reclutando talentos de la forma más típica -cuando se trata de grupos primerizos- en el mundo anglosajón: poner anuncios de prensa -actualmente, internet; pero viene a ser lo mismo-.
 Respecto al nuevo novio, éste era mucho más famoso: Damon Albarn, de los superventas Blur. Realmente, fue esta relación la que le hizo saltar, hasta cierto punto, a la fama. Lo que allá llaman "los tabloides", son la prensa popular británica. Una mezcla de visión un tanto simplista de la política y la economía, mezclado con famoseo, fútbol, familia real, patrioterismo barato -a veces, directamente xenófobo-, y, al tiempo, una fuerte crítica -casi cachondeo, según como- de la propia sociedad británica. Es el tipo de prensa que lee -y mucho- la gran mayoría de la población británica. The Mirror o The Sun serían grandes ejemplos. No nos engañemos, allá, en la Pérfida Albión, el Financial Times lo leen cuatro gatos, porque parte importante de la llamada prensa seria -o económica, aunque hable de todo-, se vende en el extranjero. Y no sólo en el mundo anglófono.
Pues bien, aprovechando ese pequeño empujón, Justin puso en el mapa a su grupo. En principio, su vida artística no era muy fructífera en cuestiones económicas, pero al menos, era bastante tranquila. Al fin y al cabo, el lío con Alban tampoco duró tanto. Pero eso no impidió que se sacaran de la manga unos cuantos temas con un estilo entre rock y post-punk más o menos aceptable socialmente, que tuvieron bastante éxito, y que, pasado el tiempo, serían reeditados en un Ep de seis canciones. Su mayor éxito sería Stutter, tema que volvería a aparecer en su primer Lp.
Fichados por Deceptive Records, y con el apoyo de Radio One, el programa de la BBC, aquel cuarteto con tres tipas de cuero negro y pose de "a mí eso no me lo dices en la calle" tuvieron un éxito rotundo. Pero claro está, no todo aquello venía por su aspecto post-punk, o el atractivo un tanto andrógino de Justine, sino porque eran capaces de hacer canciones cortas, contundentes, con riffs que parecían pinchazos en los oídos, pero bien interpretados, y que podrían tener la influencia de la música británica de los 80, pero mucho o poco, también del punk-rock norteamericano, o del rock alternativo de aquel país, que tuvieron más consistencia y vida comercial -o no, pero vida, al fin y al cabo- que los Sex Pistols y compañía de finales de los 70, que acabaron cayendo en su propia trampa de amateurismo y desconfianza en el futuro.

Portada de su primer Lp, con su nombre como título, de 1995.

Una foto del grupo de mediados de los 90.

En 1995 sacaron su primer Lp -long play, o larga duración, para los más jóvenes; en realidad, ahora se diría CD, que fue el formato que básicamente vendieron, pero antes, LP era sinónimo de vinilo de larga duración, de, normalmente, 10 o 12 canciones-, y lograron unas ventas, en cuestión de semanas, de casi un millón de copias, dando el salto a Norteamérica, además de al continente europeo, y siendo el disco británico que más copias logró vender en su primera semana, por encima del "Definitely Maybe" de los archifamosos Oasis de los hermanos Gallagher, que había salido al mercado sólo siete meses antes.
Claro está, que no todo podía ser de color de rosa, y tuvieron varios problemas legales con temas de su maxi y su primer CD, de grupos desconocidos -que no por ello tenían que resultar menos, o más, verosímiles- que argumentaron que algunos arreglos o melodías de varios temas de ambos trabajos eran plagios. Finalmente, todo aquello acabó olvidándose lejos de los tribunales. Y al poco, fue olvidado. Sobre este asunto, a veces existen casualidades o parecidos razonables; en otras ocasiones, lo de "homenaje" o "influencia" llega un poco demasiado lejos; y en según que ocasiones, es el subconsciente el que juega malas pasadas: puedes oír una o dos veces una canción de un grupo del que no sabes ni el nombre, y cuando te pones tú a componer... en cualquier caso, esto es algo que ha pasado toda la vida, pero quienes llegaron a la fama sin que nadie pudiera echarles en cara que no lo merecían, fueron Justine y compañía. Y si eso dio, si no fama, sí algo de pasta a unos desconocidos músicos, pues mejor también para ellos.
A lo que iba -síndrome del enrollarme como una persiana, lo llamo yo a esto-. El disco, que llevaba su propio nombre, fue un éxito tremendo, que los llevó de gira por Estados Unidos, donde participaron en macrofestivales como el de Lollapalooza, en sustitución de la irlandesa Sinead O'Connor -donde todos los grupos indis o alternativos se pasean desde hace muchos años ha, lo que no es óbice para que también se dejen caer artistas más comerciales o convencionales, así como de otras naciones; que, para el caso, ser extranjero y alternativo, para un norteamericano, es casi lo mismo-, y singles como Connection, Waking up, S.O.F.T, o Line Up sonaron durante meses.

No siempre puedes estar arriba del todo pero... ¿no es mejor irse estando todavía en forma?

En el 2000 sacaron su segundo y último LP. Como se ve, no fue un grupo de largo recorrido, pero al menos no nos aburrieron con una serie de discos autorrepetitivos donde se exprimía la misma fórmula hasta decir basta. Eso no significa que siempre sea sencillo tener toda su discografía, debido a la costumbre anglo de ir haciendo singles o maxis aquí y allá, pero bueno... a eso voy.
De este segundo disco vendieron algo menos, pero para nada se puede decir que resultara un fracaso. Hubo éxitos, o temas a destacar, como Mad Dog God Dam, Da da da, My sex, o Your arse... My place. Del primer tema, además, la amiga de Justin, la británica de origen indio -o más bien, tamil de Sri Lanka- M.I.A. hizo un video y les ayudó a hacer una versión más hiphopera y bailable -o sea, más al estilo de la llamada "Lady Gaga india", aunque ni nació en India, ni es posterior ese magnifica obra de mercadotecnia musical que ni tan siquiera suena mal que es la señorita Gaga-. Pero las giras acabaron debilitando al grupo, y ya en 1996 Annie Holland dijo aquello de "parad, que yo aquí me bajo". 
Demasiadas giras y demasiada presión. El resto lo aceptaron bastante bien, porque una cosa es cierta, siempre tuvieron buena relación entre ellos, sin malos rollos, peleas de puertas para adentro -o, al menos, las justas entre cuatro personas que tienen que trabajar horas y horas juntas, y que tienen que comerse, también juntos, giras de semanas y meses- ni guerra de divismos. Así que la sustituyeron por el guitarrista Paul Jones, además del teclista Dave Bush. Holland regresó algo después, pero ya no como componente fija. Quizá el movimiento de personal hizo que hubiera en el segundo disco alguna que otra vuelta de tuerca musical, pero el estilo, básicamente era el suyo. Rock guitarrero y bailable, unas melodías que se peganban con facilidad, y no complicarse con excentricidades ni temas largos.
Aún así, Holland no era la única que estaba cansada, y en el 2001, el grupo sacó a la luz un single de despedida, The bitch don't work -algo así como "las zorras ya no pueden ni con su alma, así que esto es lo que hay, colegas, lo dejamos antes de que sea demasiado tarde"; o más resumido: esto se acabó-. Eso sí, fue una separación de buen rollo.
Justin hizo televisión un par de años, se marchó a Colorado, USA, a estudiar, y finalmente se casó con un meteorólogo, eminencia en lo suyo. Respecto a los demás, en mayor o menor medida, siguieron dentro del mundo musical, formando nuevas bandas de rock, o incluso ejerciendo de DJ. Sólo Holland, la que dejó temporalmente el grupo por agobios de las giras y presiones varias, decidió, literalmente, desaparecer y no dar más señales de vida. ¿Fin de la historia? Un pequeño anexo:

Se puede decir que nos queda la música. ¿Cuál? En resumen, Elastica sacó al mercado:
-El maxi-single de "Stutter/Rockunroll" en 1994.
-El LP "Elastica" en 1995, que es lo mejor que hicieron, y lo más recomendable para quién quiera conocerlos.
-El LP "The menace" en el 2000.
-Un par de maxis, los dos llamados "Mad dog" -uno y dos-, de tres temas cada uno. En el segundo, se puede oír el original, la versión de M.I.A. y otra de 16 minutos, aunque ahí quizá pinchan un poco. Si estás acostumbrado a hacer canciones de 2 o 3 minutos, cuando alargas tanto...
-Y el single -con su cara B, No good- "The bitch don't work", del 2001
-Además, ese mismo año, la BBC sacó al mercado un Lp, "The Radio One sessions"; amén de varios singles con sus correspondientes caras B.

Aparte, claro, de Cds piratas grabados en sus conciertos por todo el mundo. Como este, francés -pirateado, sí, pero con estilo; c'est la France!-:


Y eso es todo. En cuanto pueda, colgaré un par de videos. Mientras eso no sea posible -y no puedo asegurarlo-, mejor poner un enlace para poder escuchar un poco.

sábado, 14 de julio de 2012

El "Odio" ("Hate") de Peter Bagge.

Un clásico del cómic alternativo americano.


Ya hacía tiempo que le daba vueltas a qué escribir, una vez realizada, lo mejor que pude, la traducción de "El sueño de Sultana", así que preferí volver con un tema que conozco bastante bien.
No soy especialmente "comiquero" -aficionado al cómic, vamos-, y desde los catorce o quince años, no ha sido, precisamente, lo que más he comprado y leído. Y eso que mi habitación parece una auténtica biblioteca, después de haber adquirido -al mejor precio posible, que uno no tiene recursos económicos ilimitados- varios cientos de libros de todo tipo. El cómic, sin embargo, ha ido entrando poco a poco, aunque el haber podido comprarlos a más bajo precio -gracias a mi último trabajo en una librería-, hizo que en pocos años adquiriera cierta importancia entre mis estanterías. Y últimamente, a falta de trabajo, ha sido, sobretodo, la compra de segunda mano a muy buen precio lo que ayudo a ir completando mi colección de historietas. Aunque no siempre. Si deseas tener algo de Peter Bagge, como también de los hermanos Hernández -por nombrar otro par de clásicos del cómic norteamericano alternativo más o menos reciente-, no queda más remedio que acudir a la librería. Que, al fin y al cabo, también tienen que vivir de algo, digo yo.

¿Quién es este hombre? ¿Qué es lo que ha hecho?


Peter Bagge, que ya es un cincuentón, nació en un pequeño pueblo del área metropolitana de Nueva York, de esos pueblos que los americanos llaman "nuestra pequeña y tranquila ciudad", aunque se trate de poco más que una aldea de cien habitantes del Medio Oeste -para ellos, la palabra "ciudad" tiene un significado más social que demográfico, imagino-, llamado Peekskill -sí, ya sé: "¿Dónde demonios está eso?"; cualquiera sabe, lo dicho en el estado de N.Y.-. Estudió en la Escuela de Artes Visuales de Nueva York, pero se cansó pronto, tras descubrir el cómic underground -el predecesor del alternativo actual, que empezaría a ser llamado así más o menos desde principios de los 80-, sobretodo cuando empezó a leer a Robert Crumb, que junto a Robert Corman o Richard Shelton, llegó a ser -y aún es, pues continúa dibujando- un auténtico pope, ejemplo y figura de la historieta de los 70. Pues bien, nuestro hombre decidió a empezar a dibujar lo que le viniera en gana, por mucho que chocara con el cómic americano  mainstream  -corriente mayoritaria, se podría traducir- de la época, y de todas las épocas desde finales de los cuarenta. O sea, el de superheroes. Después de intentar autoeditarse -que no era tan fácil como ahora, gracias a internet-, acabó trabajando en la revista "Weirdo", de su admirado Crumb, para acabar dirigiéndola entre 1983 y 1986. Pero finalmente, acabó en la legendaria editorial Fantagraphics, donde, literalmente, le dejaban hacer lo que quisiera. Eso sí, eran gente sincera, y le hicieron ver que, posiblemente, su obra no iba a ser muy masiva. Y eso significaba tener unas ventas casi insignificantes. En todo Estados Unidos y Canadá de la época -más de 300 millones de habitantes, ahora habría que sumar 30 más-, una revista como "Love and Rockets", de los ya nombrados hermanos Hernández, vendía unos 20.000 ejemplares de media. Y era considerado bastante. Así que...
Después de dejar "Weirdo", se puso a dibujar sobre personajes mediocres y descerebrados, destacando las aventuras de "Los Bradley", una familia que ahora llamarían "disfuncional" -o sea, una pandilla de locos-, que se inspiraba más en la serie "Matrimonio con hijos " que -aunque se diga lo contrario- en la, en aquella época, revolucionaria "Los Simpsom". De toda la obra de su época, agrupada en la publicación "Neat Stuff", que en España se tradujo como "Mundo idiota" -la verdad es que cualquier traducción aproximada resultaba difícil-, éstos fueron los más populares. Y entre ellos -padre vago y semialcohólico, madre beata y depresiva, hija descerebrada e insoportable, hermano pequeño fascistoide y acusica, y hermano mayor misántropo, hipercrítico con todo pero, finalmente, pasivo y un tanto amargado-, fue éste último, Buddy Bradley, quien tendría su propia serie, su spin-off -¡qué bonitos quedan los anglicismos!-. 
Se trata del legendario "Odio". Y a eso voy.
Buddy Bradley es lo que ahora se llama un joven alienado, o sea, hasta las narices de la sociedad que le habría tocado vivir. Se muestra un tanto amargado, quemado, se enfada con facilidad, no es un tipo que le dé gran importancia a su apariencia -soy feo y no tengo arreglo; ¿vale la pena gastarse la pasta en ropa y demás historias de pijos?-, a veces tiene sus venas racistas u homófobas, y no tiene grandes aspiraciones en la vida. De todas formas, tampoco es un mal tipo, no es el vago que muchos creen -su sueño, y lo dice desde su primera historia como personaje independiente, es tener un pequeño negocio propio, y ser su propio jefe-, demuestra tener bastante paciencia -bueno, quizá paciencia no es la palabra exacta; más bien habría que decir aguante- con la familia y los amigos o novias que le ha tocado tener. Realmente, no era muy distinto a millones de jóvenes de ambos sexos, y todas las razas y orígenes geográficos, que vivían en los Estados Unidos de la época. Y de está época, y de otros países. Proporcionalmente, es en España, donde más ha vendido la obra de Bagge. Más, incluso, que en su propio país, y no son pocos los autores de cómic españoles -dibujantes, guionistas, ilustradores, o todo al tiempo, que el trabajo multidisciplinar es muy de de aquí- que reconocen su influencia.


Las aventuras de Buddy transcurren en dos lugares distintos. La primera parte, en blanco y negro, y con un humor más mordaz y con más mala leche, es en Seattle, la famosa capital del movimiento grunge, que también es retratado -aunque de forma secundaria- por el autor. Buddy es amante de la música de los 60, no tanto de los 70, y el grunge le parece más apariencia que contenido. Aún así, el autor, que vive en Seattle, guarda buen recuerdo de la época, y hasta realizó   portada para discos -sí, vinilos, ¡existieron!; no siempre hubo pequeños y aburridos CDs- de grupos de aquella época y estilo. La segunda transcurre, junto a su novia Lisa, en Nueva Jersey, el estado -gris, anodino, residencial donde los haya- de donde él es originario. Esta segunda parte sería algo más larga, en color, con un humor más costumbrista -prácticamente, se podría hacer una serie de actores reales, y resultaría hasta relativamente creíble y realista; al menos más que otros seriales políticamente correctos actuales. Esta segunda parte no gustó tanto a los seguidores de la serie, pero, igualmente, también tiene su interés.
Añadir que Buddy no está solo, sino acompañado de una serie de personajes, casi tan importantes como él, a cual más alucinante e insoportable. A saber: su amigo Apestoso -con ese apodo, ya es fácil hacerse una idea de semejante sujeto, al que Buddy apenas aguanta, pero que es el único que también está dispuesto a soportarlo a él-; su primera novia Valerie -muy pija y culta ella, pero también dominante y autoritaria, y que no duda en usar la violencia física contra él-; su compañero de piso George Hamilton III -un misántropo amargado de raza negra, que escribe sus delirantes teorías conspiratorias en un fanzine de aficionado-, y por último, Lisa, su segunda novia -depresiva, irritante, descerebrada y, en ocasiones, completamente desequilibrada mental-. El cómo acabó casándose -pues se casa, tiene un hijo, un negocio, y cierta adaptación al sistema que anteriormente odiaba y quería evitar-, no deja de ser un misterio. Probablemente, y llegado el caso, sólo se tenían el uno al otro, una vez que el resto de personajes dejan de convivir con ellos. 


La desequilibrada y desquiciante Lisa -a la izquierda- y la autoritaria Valerie -derecha-. Las dos novias de Buddy.

Todavía va saliendo alguna historia en la revista "Hate Annual", que como su nombre indica, sale sólo una vez al año, y Bagge no ha podido evitar volver a sus personajes predilectos. Tras "Odio", ha ido realizando lo que podrían llamarse "obras menores", que siendo a veces brillantes, no llegan ni a la calidad, ni a la duración de su obra principal. 


El autor diciendo adiós -adiós momentáneo- a su criatura principal


A pesar de ser un cómic minoritario, "Odio" tiene un gran merchandising -la publicidad del muñeco destaca que "¡Bebe y fuma!; como el auténtico, vamos-.


Algunas otras serían: 

"Sudando tinta": Es la historia del explotador director de un estudio donde se realizan tiras cómicas para diarios -"Freddie el hurón"; o sea, las aventuras de un hurón, una comadreja gorda y amargada, en una aburrida oficina-, donde el dueño y supuesto autor, Mel Bowling, apenas se dedica a otra cosa que no sea tiranizar a sus empleados, que trabajan como "negros" -en el sentido de que realizan un trabajo que después se atribuirá enteramente su jefe- mientras soportan sus desvaríos políticos y personales.



Los personajes de "Sudando tinta"; abajo a la izquierda, el jefe de todo: Mel Bowling.

"Apocalipsis friki": El título tiene miga. Y trata de algo tan poco creíble como el lanzamiento por parte de Corea de Norte de una bomba atómica sobre Seattle -ya puestos a lanzarla en la costa oeste de los USA, habría sido más lógico sobre Los Ángeles, ¿pero qué sabrán los herméticos norcoreanos de geografía? Eso, si la bomba no acaba cayendo sobre ellos mismos, que sería lo más probable-, y un trío de amigos queda aislado de la civilización, intentando sobrevivir sacando, muchas veces, lo peor de ellos mismos. Sobretodo, porque los pocos humanos que encuentran no resultan mucho mejores que ellos.

"Mundo idiota": Es el nombre de la primera publicación de Bagge. Aquí estuvieron incluidas las historias de "Los Bradley", pero en España se han publicado como una obra aparte, prólogo de "Odio".

"Bat Boy": Es una recopilación de tiras cómicas para periódicos, basado en un personaje, precisamente, aparecido en esos delirantes diarios americanos que hablan de vampiros, fantasmas, resucitados, marcianos y demás personajes increíbles que pululan por las noches de la América profunda. Es el más alocado, pero tal vez el peor de los trabajos de Bagge, que parece que se lo pasó bien con este "niño-murcielago" que se casa con Beyoncé y llega a presidente de los USA, pero que, llegado el momento, tuvo que cortarlo porque no sabía hacia donde iba la historia.



"Todo el mundo es idiota -en el original, estúpido- menos yo, y otras agudas observaciones": O algo así. La penúltima obra de Bagge, y que no se trataría de una auténtica obra de ficción, sin ouna crítica a la sociedad norteamericana, y más concretamente, a la política exterior de Bush jr.


"Other lives": Es la obra más reciente, y trata sobre la identidad colectiva de su país, y de los individuos que lo pueblan -los personajes son de distintos orígenes y razas-, así como las identidades falsas que pueden darse en internet, la que queremos dar de cara a los demás, etc. Sería el retorno de Bagge a la novela gráfica. O sea, el pasar de lo que los americanos llaman comic-book, y nosotros tebeo, a un libro de historieta.


Los problemas personales de los protagonistas de "Other lives".

Por último, añadir que Bagge fue invitado por la legendaria editorial de superheroes Marvel Comics para que realizara su particular visión de Spiderman. Y la verdad, no tiene desperdicio. Aquí el pobre Peter Parker está más loco que todos sus enemigos, y tiene más interés en olvidarse de su papel de superheroe, que de perseguir monstruos y villanos. Bagge también realizó su particular versión del Increíble Hulk, pero, que se sepa, todavía sigue inédito. Quizá fuese demasiado incluso para un "experimeto editorial" como el que se propuso la Marvel.


El pobre Spiderman, pasando por una "depre" de caballo.


Y aquí, la página oficial del Bagge. Está en inglés, pero cualquier navegador permite una traducción simultánea más o menos inteligible -o así debería ser-:


viernes, 6 de julio de 2012

"El sueño de Sultana", segunda parte.

Aquí va la segunda parte de la historia de Sultana. Respecto al nombre de la protagonista, la autora lo uso para dar a entender que era la esposa -o concubina- del un sultán. Lo que significaría, por un lado, una mujer de origen social muy elevado pero, al tiempo, con unos derechos extremadamente recortados, aunque pudiera, por lo menos, hacer oír su voz con más posibilidades de ser escuchada que cualquier mujer del pueblo.
En principio, la solución para acabar con el omnímodo poder masculino, muy parecido al que ejercieron en Afganistán los talibanes -y aún ejercen, en las zonas del país, y de Pakistán, que dominan-, pero, en general, también el resto de afganos, sin importar etnia o relación política con el ocupante norteamericano. Resulta curioso pensar que, un texto como este, hoy en día resultaría todavía más revolucionario, y herético, que en la época en que se publicó, hace más de cien años, en la revista "The ladies from India" de Madrás, donde lo mismo podían mandar relatos mujeres británicas como autóctonas -indígenas, como se les llamaba en aquella época-.

(Segunda parte).

-Los cerebros de las mujeres son un poco más rápidos que los de los hombres. Hace diez años, cuando los oficiales del ejército llamaban a nuestros descubrimientos científicos "una pesadilla sentimental", las mujeres más jóvenes desearon decir algo en respuesta a esas observaciones. Sin embargo, las  Señoras Directoras las detuvieron y les dijeron que no debían responder con la palabra, sino con hechos, si alguna vez tuvieran la oportunidad. Y tuvieron que esperar mucho para esa oportunidad.
-¡Qué maravilla! Lo aplaudo de corazón. Y ahora, son los señores orgullosos, los están soñando sueños sentimentales para sí mismos.
-Poco tiempo después, algunas personas vinieron de un país vecino y se refugiaron en el nuestro. Estaban en problemas después de haber cometido algún tipo de ofensa política. El Rey, que se preocupaba más por el poder que por el buen gobierno, pidió a nuestra bondadosa reina que los entregara a sus oficiales. Ella se negó, por ir en contra del deber de dar asilo a los refugiados. Por esta negativa el rey declaró la guerra a nuestro país.
Nuestros militares se pusieron en pie a todos a la vez, y marcharon al encuentro del enemigo. El enemigo, sin embargo, era demasiado fuerte para ellos. Nuestros soldados lucharon con valentía, sin duda. Pero a pesar de todo su valor, el ejército extranjero avanzó paso a paso dispuesto a invadir  nuestro país.
Casi todos los hombres habían salido a luchar, incluso niños de dieciséis años se fueron de la casa. La mayoría de nuestros guerreros murieron, el resto fueron rechazados, y el enemigo se encontraba a unos veinticinco kilómetros de la capital.
Una reunión  de damas sabias y prudentes se celebró en el palacio de la reina, para asesorarla en cuanto a lo que debía hacerse para salvar el reino. Algunas propusieron luchar como soldados, mientras que otras se opusieron y argumentaron que las mujeres no estaban entrenadas para luchar con espadas y fusiles, ni estaban acostumbradas a defenderse con cualquier tipo de armas. Una tercera señaló que, lamentablemente, eran demasiado débiles físicamente.
"Si no puedes salvar a tu país por falta de fuerza física -dijo la Reina-, trata de hacerlo con el poder de tu cerebro".
Hubo un silencio sepulcral durante unos minutos. Su Alteza Real  volvió a tomar la palabra: "Tendré que suicidarme si pierdo mi honor y mi patria."
Entonces, la Señora Directora de la segunda universidad (la que había recogido el calor del sol), que había guardado silencio reflexionando acerca de la situación, señaló que todas ellas parecían estar perdidas, pero que todavía les quedaba una pequeña esperanza. Había, todavía, un plan que le gustaría probar, y aquella sería su única oportunidad. Si no resultaba, no quedaría nada más que aceptar el suicidio. Todas las presentes se comprometieron solemnemente que nunca permitirían ser esclavizadas, sin importarles lo que pudiera suceder después de aquello.
La Reina les dio las gracias de todo corazón, y pidió a la Señora Directora que su plan podía llevarse a cabo. La Señora directora se levantó  y dijo: "Antes de ello, los hombres deben entrar en las zenanas y ser puestos bajo vigilancia. Hago esta oración para que la purdah sea así cumplida". "Así sea.", contestó Su Alteza Real.
Al día siguiente, la Reina exhortó a todos los hombres a retirarse a las zenanas por el bien del honor y la libertad. Heridos y cansados como estaban, ¡consideraron aquella orden como si fuera una bendición! Hicieron una profunda reverencia y entraron en los vigilados harenes  sin pronunciar una sola palabra de protesta. Estaban seguros de que no había esperanza alguna para este país.
Entonces, la Señora Directora, acompañada de sus dos mil estudiantes, marchó al campo de batalla, y cuando estuvo allá, dirigió concentrados todos los rayos de la luz solar, y el calor que transmitían, hacia el enemigo.
El calor y la luz eran demasiado para ellos. Todos huyeron presa del pánico, sin saber, desconcertados como estaban, de que manera podían contrarrestar aquel calor abrasador. Cuando huyeron, dejaron sus armas y municiones de guerra en manos del enemigo, tras lo cual fueron incendiadas por medio del mismo fuego solar. Desde entonces, nadie ha tratado de invadir nuestro país nunca más.
-¿Y desde entonces, vuestros compatriotas no han tratado nunca de salir  de la zenana?
-Sí, querían volver a ser libres. Algunos comisarios de la policía y  magistrados de distrito enviaron un mensaje a la Reina, argumentando que los oficiales del ejército, sin duda, merecían ser encarcelados por su fracaso, pero ellos nunca descuidaron su deber, y por lo tanto, no debían de ser castigados; y rogaron para ser restaurados en sus respectivos puestos administrativos.
Su Alteza Real les envió una carta circular, dándoles a entender  que si sus servicios acaso fuesen necesarios, se les haría llamar, y que mientras tanto debían permanecer donde estaban. Ahora que ellos están acostumbrados al sistema de purdah y han dejado de quejarse de su aislamiento, llamamos al nuevo sistema “mardana[1]” en lugar de “zenana”.
-Pero, ¿cómo os las arregláis -le pregunté a  Hermana Sara- para prescindir de  policía o magistrados en caso de robo o asesinato?
-Desde que el “mardana” ha establecido un nuevo sistema, no ha habido ningún crimen o pecado. Por lo tanto, no se requiere de ningún policía para descubrir al culpable, ni necesitamos un magistrado para tratar un caso criminal.
-Eso es extraordinario, desde luego. Supongo que si había alguna persona deshonesta, puede ser castigada sin ninguna dificultad. ¡Cuando eres capaz de ganar una victoria decisiva sin derramar una sola gota de sangre, bien puedes ahuyentar a la delincuencia y a  los indeseables  sin mucha dificultad!
-Ahora, querida Sultana, ¿deseas seguir aquí sentada, o me acompañas al salón? -me preguntó.

“¡Tu cocina no es más pequeña que la cámara de una reina!" Me respondió con una sonrisa agradable. “Ahora tenemos que irnos. Seguro que los caballeros pueden estar maldiciéndome por mantenerlos alejados de sus funciones en la cocina durante tanto tiempo”. Nos reímos de buena gana.

-¡Cómo de divertidos y extrañados se sentirán mis amigos, cuando vuelva a mi hogar y les diga que en la lejana Ladyland, son las mujeres las que gobiernan en el país, y controlan todos los asuntos sociales, mientras que los hombres pasan su tiempo en los mardanas con sus mentes infantiles, cocinando, o realizando todo tipo de trabajo doméstico! Y cocinar resulta tan fácil, ¡que tener que hacerlo resulta sencillamente un placer!
-Sí, cuéntales todo lo que aquí has visto.
-Por favor, explícame cómo cultiváis y aráis la tierra, y de que forma realizáis otros trabajos manuales igual de pesados.
-Nuestros campos están labrados por medio de la electricidad, que suministra la fuerza motriz para el trabajo duro, así como también la empleamos para nuestros transportes aéreos. Aquí no tenemos ninguna vía férrea, ni calles pavimentadas.
-Por consiguiente, aquí no sufrís accidentes de tráfico o de ferrocarril -dije yo- ¿Nunca sufrís por la falta de agua de lluvia? -le pregunté.
-Nunca, desde que se construyera el globo de agua. Tú misma puedes ver el gran globo, y los tubos conectados a éste. Gracias a él, podemos sacar tanta agua de lluvia como sea necesaria. Tampoco sufrimos nunca de inundaciones o tormentas eléctricas. Todas estamos muy ocupadas, sacando todo el provecho posible de la Naturaleza. No tenemos tiempo para pelearnos entre nosotras, ya que nunca estamos ociosas. Nuestra noble Reina es muy aficionada a la botánica, y su mayor ambición es convertir el país entero en un gran jardín.
-La idea es excelente. ¿Cuál es vuestro principal alimento?
-Frutas.
-¿Cómo se mantiene vuestro país fresco cuando hace calor? Nosotros consideramos  lluvias de verano como una bendición del cielo.
-Cuando el calor se vuelve insoportable, rociamos la tierra con lluvia abundante, extraída mediante nuestras fuentes artificiales. Y cuando el clima es más frío, mantenemos nuestra habitación caliente gracias  al sol del calor.
Ella me mostró su cuarto de baño, cuyo techo era desmontable. Podía disfrutar de una ducha cuando gustara, simplemente retirando el techo (que era como la tapa de una caja) y abriendo el grifo de la tubería de la ducha.
-¡Sois un pueblo afortunado! –exclamé-. No os falta de nada. ¿Cuál es vuestra religión, si se puede saber?
-Nuestra religión se basa en el Amor y la Verdad. Es nuestro deber religioso  amarnos unos a otros y ser siempre sincero y decir la verdad. Si alguna persona miente, él o ella es....
-¿…castigado con la muerte?
-No, no con la muerte. No existe placer en matar a una criatura de Dios, especialmente un ser humano. Al mentiroso se le pide que deje esta tierra, por su  bien, y que no vuelva nunca.
-¿Un delincuente, nunca puede ser perdonado?
-Sí, si esa persona se arrepiente sinceramente.
-¿No se te permite ver a ningún hombre, exceptuando tus propias relaciones?
-A ninguno, excepto si existen relaciones íntimas o estrechas.
         -Nuestro círculo de relaciones íntimas es muy limitado, e incluso entre primos hermanos no lo son.
-Pero la nuestra es muy grande, un primo lejano es tan sagrado e importante como un hermano.
-Eso es muy bueno. Yo veo la pureza misma reina en su tierra. Me gustaría ver a la Reina, tan sagaz y con tanta visión de futuro, y que ha redactado  tan buenas leyes.
-Está bien -dijo Hermana Sara.

Entonces, ella atornilló un par de asientos en una pieza cuadrada de plancha. Bajo esta tabla, colocó bien sujetas dos bolas lisas y bien pulidas. Cuando le pregunté lo que eran aquellas bolas, me explicó que eran esferas con hidrógeno, y que se utilizaban para superar la fuerza de la gravedad. Había esferas de diversos tamaños, para ser usadas de acuerdo con los diferentes pesos que debían ser levantados. A continuación, nos colocamos en aquel vehículo aéreo, que contaba con dos alas parecidas a hojas, las cuales, dijo, fueron fabricadas con ayuda de la electricidad. Después, nos sentamos cómodamente, tocó un botón, y las hojas empezaron a dar vueltas, moviéndose más y más rápido a cada momento que pasaba. Al principio,  fuimos elevadas a una altura de unos seis o siete pies –entre metro ochenta, y poco más de dos metros-, y entonces, empezamos a volar. Y antes de que pudiera darme cuenta de que habíamos comenzado a movernos, llegamos al jardín de la Reina.
(Un jardín que, salvando las distancias, podría ser como el de la foto).

Mi amiga hizo aterrizar el vehículo aéreo, invirtiendo la acción de la máquina, y cuando el coche tocó suelo, el aparato se detuvo y ella descendió.
Yo ya había visto desde el aire el vehículo aéreo de la reina, planeando sobre un sendero del jardín, con su pequeña hija (que tenía cuatro años) y sus damas de honor.

-¡Mis salutaciones! ¿Vos por aquí?  -exclamó la Reina frente a Hermana Sara- Me presentaron a Su Alteza Real, y fui recibida cordialmente y sin ninguna ceremonia.

Yo estaba encantado de conocerla. En el curso de la conversación que tuve con ella, la Reina me dijo que no tenía objeciones a permitir que sus súbditos  comerciaran con otros países. “Pero”, continuó, “no será posible el comercio con países donde las mujeres sean recluidas en harenes bajo vigilancia, y por  tanto, no puedan ellas venir y comerciar aquí con nosotras. Los hombres, creemos, son de moral más baja y por eso no nos gusta tratar con ellos. Nosotras no codiciamos la tierra de otras gentes, ni luchamos por un pedazo de diamante, aunque pueda ser mil veces más brillante que el Koh-i-Noor[2], ni sentimos rencor hacia un gobernante por su Trono del Pavo Real. Nos sumergimos profundamente en el océano del conocimiento, y tratamos de encontrar  allá las gemas preciosas que la naturaleza ha reservado para nosotras. Disfrutamos de esos regalos tanto como podemos”.
Después de despedirnos de la Reina, visitamos las famosas universidades, y me mostraron algunas de sus fábricas, laboratorios y observatorios.

Y tras conocer aquellos lugares de interés, subimos de nuevo en el vehículo aéreo, pero tan pronto como comenzó a moverse, de alguna manera se precipitó hacia abajo, y la caída me hizo despertar de mi sueño. Y al abrir los ojos, me encontré en mi propia habitación,  ¡donde seguía sentada en mi sillón!

     


[1] El equivalente masculino de la zenana, en caso de existir. Es una expresión inventada por la autora, que también viene del persa –como muchas palabras del urdu, bengalí, etc-, y significaría “lugar apropiado para los hombres.
[2] Legendario diamante de la India, de valor incalculable. Fue propiedad de distintos monarcas musulmanes –Imperio Mogol de la India-, hindúes y sikhs, después de haber pertenecido a los soberanos persas, y antes de pasar a los británicos. Actualmente, es una de las famosas joyas de la corona británica, y propiedad de los soberanos del Reino Unido.