lunes, 1 de febrero de 2016

Los continuadores de Marjane Satrapi en la cultura iraní moderna: más cómic, y cine de vampiros en un western actual.

Más allá de la república teocrática: el cómic como denuncia, y el cine como evasión y fusión cultural.


Hace muy poco que escribí una entrada -que al quedárseme un poco corta, quizá reescriba, ya se verá- sobre Marjane Satrapi, que es la autora de cómic iraní -y del mundo musulmán, realmente-, más conocida del mundo, pero también una testigo de lo que ha sido, y sigue siendo, tanto la sociedad iraní desde tiempos de la Revolución Islámica, como de una familia iraní de clase media -la suya-, y de un miembro en particular de ésta -ella misma-.
Sin embargo, ni ella es la única representante del cómic irani, ni el único ejemplo de, al mismo tiempo, vitalidad cultural, deseo de llegar con su obra a cuanta más gente mejor -dentro y, sobretodo, fuera de su país- y denuncia, todo al mismo tiempo. Dejando aparte la literatura -algo se podría decir sobre ello, sí-, y lo que se llamaría "cine serio" -sea lo que sea, que eso pueda significar-, aparte de la denuncia política y social propiamente dicha -Shirin Ebadi, por ejemplo-, aún se pueden nombrar a otros autores, tanto de historieta, como de cine, en teoría, de pura evasión, pero que, por su modernidad y la forma en que rompe esquemas, también tremendamente subversivo. Al menos, para el decrépito y anacrónico -por muy revolucionario que diga ser- régimen de los ayatolás. 


Dos obras de cómic que explican, mejor que la limitada información de los medios, lo que pasa en la República Islámica.

"El paraíso de Zarah" hace referencia al cementerio más importante de Teherán. Y no es un título casual, pues la obra de Amir y Khalil, los dos seudónimos bajo los que se ocultan los jóvenes autores de esta historia, hace referenciai a las manifestaciones masivas, sobretodo de gente joven, muy joven, que siguieron a la más que sospechosa victoria aplastante del radical Mahmud Ahmadineyad, que fueron aplastadas de forma brutal por la policía, y los basij -milicia paramilitar del gobierno, que lo mismo puede apoyar al ejército, como a la policía, a la hora de vigilar y reprimir todo tipo de oposición, aparte de otro tipo de trabajos, y que tienen cierta influencia política y económica, aparte de que tal o cual líder religioso o político pugna por ganárselos, o a veces, reducir su fuerza-. Aquella represión, que se fue acrecentando a medida que las manifestaciones proseguían durante semanas, y más y más gente se unían a ellas, fue brutal, pero también, como casi siempre, oscura, con docenas de muertos -o más, porque sólo se contabilizaban los de las calles-, detenidos y desaparecidos. Todavía hay presos políticos por aquellos hechos, y otros detenidos y encarcelados a posteriori -tuvieran que ver con aquello o no-, aparte de auténticos desaparecidos de los que, realmente, poco o nada se sabe. Y eso incluye a sus familias, que ya no saben donde buscar, ni a quien acudir.
En ese estado laberíntico y kafkiano se mueve el protagonista, buscando a su hermano desaparecido, como tantos iraníes hicieron, y siguen haciendo, en la realidad. Aunque los protagonistas son imaginarios, la historia es triste y repetitivamente verdadera, y parte importante del material para el guión proviene de fotografías, testimonios y relatos que los autores pudieron encontrar en las distintas redes sociales -Irán, desde hace un tiempo, ha tenido un auténtico boom de blogs, desde los más íntimos, a los más rebeldes, que ayudan más que cien libros a conocer lo que piensa la gente, sobretodo los jóvenes urbanos, en todo el país-. En realidad, antes de ser publicada en forma de libro, o de novela gráfica, como se dice ahora, pudo ser leído precisamente en forma de blog, como si el protagonista publicara imágenes, como si fueran entradas basadas en su propia vida y experiencias.

Dos viñetas de "El paraíso de Zarah", donde se reproducen, por un lado, el hartazgo ciudadano, y por otro, la naturaleza laberíntica, burocrática, kafkiana, del estado iraní.

Los dos jóvenes autores -tal vez tengan treinta y poco, unos diez años menos que Satrapi-, viven exiliados en Estados Unidos, y siempre dan entrevistas por videoconferencia o, en general, por redes sociales, ocultando rostro, nombre y biografía. Reconocen, explican, que el régimen islámico es opresor, e incluso agobiante, pero más débil de lo que parece, y que antes o después, acabará cambiando. Aunque sólo fuera porque no queda más remedio, porque una parte grande, y creciente, de la población, no está dispuesta a soportar el inmovilismo, la represión y el oscurantismo de una población más moderna y abierta de mente de lo que se cree en Occidente, y de lo que están dispuestos a admitir su clase gobernante.

"Una metamorfosis iraní", de Mana Meyestani -como dibujante y guionista", va un poco más allá. Cuando habla de "metamorfosis", parece hacer referencia a la novela corta de Kafka, y así es. Meyestani era un dibujante satírico -dentro de la sátira que se le permitía hacer; en Irán, las publicaciones consideradas "incómodas" son cerradas, y posteriormente "resucitadas" -si es posible- por quienes las llevaban adelante de forma periódica-, que un día, se le ocurrió dibujar una cucaracha, o al menos algo que se le parecía -un insecto de enorme tamaño y capaz de hablar, para entendernos- que decía una palabra muy habitual entre los azeríes o azerbaiyanos, un pueblo de etnia y lengua turcas, muy numeroso en Irán -son casi una cuarta parte, y bastante influyentes; el gran ayatolá Ali Jamenei es azerí- y que, si bien no es especialmente discriminado -al menos, comparados con los kurdos, árabes o beluchis, por ejemplo- tampoco es que estuvieran, en ese momento, ni con la discriminación de su lengua frente al farsi -el persa-, ni con su situación social y económica -tampoco es que el resto de iraníes, debido a las sanciones y la situación interna estuvieran mucho mejor que ellos- lo que se dice muy conformes con el gobierno y el estado. Fantaba, entonces, la chispa que encendiera la mecha, y aquella viñeta, que el autor no recuerda ni por qué dibujó, hizo que los azeríes salieran a protestar a miles, y que lo que empezó como una queja hacia un dibujante, acabó como un problema de orden público. Además, aquello parecía tener un cáriz cada vez mát étnico, y en Irán, el reconocimiento de la diversidad étnica, o existencia de minorías es un tabú nacional.
Así pues, decidieron buscar un chivo expiatorio, y ese fue Meyestani, y en menor medida, el director de la publicación para la que trabajaba. El dibujante acaba, primero señalado, luego despedido, y más tarde juzgado -aunque no queda claro nunca, exactamente, el por qué-, encarcelado y, finalmente, en el exilio. Él acabó, finalmente, recalando en Francia, después de dar media vuelta al mundo, y contando su historia como mejor sabía: por medio de la historieta. Pero no sólo es su historia, sino también la de la situación actual de su país, y en particular, de sus cárceles, la censura, y el sistema judicial.

El autor, escribiendo una historia que crecía al igual que la suya, porque eran la misma.


"Una chica vuelve a casa sola de noche". Un western contemporáneo, en una ciudad imaginaria, con vampiros iraníes. ¿Queréis más originalidad?

Esta sí que es una obra original, o al menos, muy particular. Se trata de un largometraje, basado en un corto del mismo título, y que cuenta con un cómic paralelo realizado por la directora y guionista de la película, con el dibujo de Michael Deweese, protagonizada -realizada en su conjunto, realmente- por lo que podría llamarse "el Irán exterior": exiliados o emigrados económicos, o hijos suyos, criados o nacidos en Estados Unidos o, en el caso de la "madre" de todo el invento, en Gran Bretaña. Rodada en California, pero en farsi; con protagonistas de origen iraní, supuestamente ambienado en una decadente y siniestra ciudad de ese país, pero con nombre inglés, Bad City, y donde la cultura persa y la anglosajona -y occidental en general- se entremezclan sin, en ningún momento, negarse o imponerse. Dicho de otro modo: para ser modernos, no hace falta que los iraníes renieguen de su cultura a favor de la occidental, pero estar orgullosos de ella, no significa cerrarse a todo lo que pueda aportarles Occidente, o cualquier otra civilización.
Ana Lily Amirpour. Ese es el nombre de la productora, directora, guionista y autora del cómic, además de la persona que seleccionó tanto a los actores -el casting, vamos- y las canciones de la banda sonora, que aquí es casi un personaje más de la historia. Británica de nacimiento, irani de origen y norteamericana de adopción, además de perfectamente bilingüe, admiradora del cine negro, el de artes marciales, y David Lynch. y un ejemplo de lo que puede considerarse fusión cultural personificada en un solo individuo. Cine alternativo, pero al mismo tiempo atractivo, con clara influencia -lo he leído en más de una web de cine, pero tras ver las partes que he podido de la película, pude ver que era cierto por mí mismo- de Jim Jarmusch. En particular, su "Dead man", otro western heterodoxo en blanco y negro.


El cartel en español de la película, y un póster de presentación en inglés.

En blanco y negro, filmada originalmente en farsi, contando la historia de una vampira con chador, que se mueve como un fantasma -lo que la mujer debería ser, según piensan en Irán los "guardianes de la virtud"- por una ciudad moribunda, poblada por prostitutas, proxenetas, delincuentes, drogadictos y pobres diablos que nadie sabe bien por qué no se han marchado ya, acaba siendo, al tiempo, fantasía, horror y amor, una vez que la joven bebedora de sangra acabe dudando de sí misma cuando encuentra, después de una eternidad, alguien que, aún sabiendo lo que es,  y contra toda lógica, la ama.

A Girl Walks Home Alone at Night 4
Sheila Vand, que da vida a la "no muerta", que busca sangre en la imaginaria ciudad de Bad City.

La autora también realizó el guión de un cómic, con dibujo de Michael Deweese,  como acompañamiento de la película en DVD. En blanco y negro, como ésta, aquí el personaje resulta más amoral y siniestro. Más vampírico, si es que los vampiros tienen una determinada personalidad, y no la que cada cual quiera darle.

Verla en Europa se hizo difícil. En España, todavía más, aunque ahora mismo, resulta fácil comprarla en DVD o semejantes. O verla en internet. De todas formas, es, ante todo, una obra tan curiosa y original como entretenida, pues si bien es una película tan alternativa que no acaba de sonar exactamente a nada -y al tiempo, a tantas cosas-, al tiempo, es lo suficientemente inteligible que resulta -si el espectador está dispuesto a acompañar a sus protagonistas en tan extraño viaje- relativamente sencilla de comprender. Y desde luego, de apreciar.
Y aquí abajo, finalmente, un trailer subtitulado al español, en farsi en original:

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