Un recuerdo de Black, que mereció ser más que una "one hit wonder"; una estrella de una sola canción.
Habría sido, quizá, más lógico hacérsela a Bowie, leyenda del rock, pero con una entrada no habría sido suficiente.
Nuca he hecho una entrada dedicada a un artista -o cualquier otro tipo de persona- recientemente fallecido. No sé el por qué, exactamente. Quizá porque todo el mundo lo hace, o porque tampoco sabría muy bien qué decir. En este caso, quizá, me ha apetecido hacerlo por tratarse de un artista a que escuchaba siendo yo muy joven -casi un crío, realmente- y del que poco o nada se volvió a saber por mi país, una vez se dejó de escuchar su gran éxito, que le hizo mundialmente famoso: "Wonderful life".
Realmente, no es del todo cierto que Black fuera lo que los anglosajones llaman una "one hit wonder", una estrella -solista o grupo, da igual- de una sola canción. Tras su primer disco (1987, que se llamaba igual que su éxito-, vinieron otros dos que, sin llegar a superventas, a nivel mundial llegaron a vender cerca de dos millones de copias. No era en ese momento, tras el "wonderful boom", una estrella de primer orden, pero tampoco un artista casi desconocido u olvidado. Sin embargo, tras su boda, y que la banda se quedara reducida a él mismo -sí, Black, en principio, era un grupo de tres-, siguió cantando en solitario, con su propio nombre, Colin Vearncombe, y pasó de trabajar para una gran discográfica -él siempre lo hizo para A&M Records, y en teoría debía pasar a hacerlo para WEA Records-, decidió crear la suya propia, Nero Schwartz Records, y sacó al mercado cuatro discos más, aparte de recopilatorios, colaboraciones, directos de todo tipo, etc.
En los últimos veinte años, o más, poco o nada se supo de él, pues incluso en el Reino Unido poca gente lo escuchaba. Su música apenas se oía en la radio comercial, ya no digamos en televisión. Pero logró tener su pequeño grupo de seguidores que le animaba a seguir, y lo habría hecho -su último CD, "Blind Faith" salió en 2015; su título, "Fe ciega", daba a entender que en absoluto había pensado en dejar la música-, hasta que un fatídico accidente de automóvil lo dejó en coma, muriendo semanas después.
Siempre se podrá decir que queda la música, para recordar, o para descubrir. Reconozco que tengo su éxito, que he buscado en alguna ocasión qué era de su vida, pero que, precisamente por su muerte, he ido conociendo alguna canción de la que no tenía ni idea, como tampoco que siguiera en activo, cantando y componiendo con su propio nombre. Sé que esto no es un resumen serio ni de su vida, ni de su obra, pero no pretende serlo. Es sólo un apunte que viene a través del recuerdo de alguien que se oía tanto hace años, como casi desapareció durante mucho tiempo.
Pues bien, con todos ustedes, Black. O Colin Vearncombe:
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