Eulogio Varela, el genio olvidado del modernismo español.
Una reciente exposición en Madrid recuerda a uno de los pintores e ilustradores españoles más originales del primer tercio del siglo XX.
No es la primera vez que descubro a un artista por la prensa, pero como suele pasar, aunque dicho personaje te llame la atención, si no decides indagar un poco a fondo sobre su vida y obra, acabas por olvidarlo de nuevo. Y la verdad es que tener un blog, aunque no sea especialmente visitado, ayuda mucho a dejar por escrito lo que, de otra manera, acabaría olvidado por mi lamentable memoria. Uno de esos artistas es el español Eulogio Varela, pintor y, sobretodo, ilustrador, aunque también ejerció de diseñador y decorador -y, probablemente, de haberse dedicado casi exclusivamente a estas dos últimas ocupaciones, se habría ganado bien la vida sin complicarsela demsiado; aunque, bien mirado, para un artista, lo más complicado es no ejercer su arte-. Actualmente hay en Madrid una exposición de una parte importante de su obra -importante por representativa; no es mayoritaria porque fue inmensa: cuenta con más de 1400 trabajos-, en el Museo del diario ABC, para el cual trabajó durante años -la verdad es que no soy lector de prensa conservadora, pero si hay en ella algún artículo interesante, no tengo prejuicio ideológico alguno-, aportando gran cantidad de dibujos para su revista "Blanco y Negro". Como es más que posible que no tarde demasiado en dejar de estar, si no de moda, sí en boca de los amantes del arte en general, una vez acabe la exposición, creo que no está demás dejar por escrito algo sobre él, tal como hice con mi conciudadano Tapiró -Fortuny, al contrario que él, no lo necesita, pero no me estuve de escribir también sobre él-. Pues ahí va:
La vida y obra de Eulogio Varela, modernista donde el modernismo dejó huella endeble.
Por decirlo de una forma clara, Varela, aunque fue reconocido como gran artista estando todavía vivo, no acabó de ser profeta en su tierra. Ni tampoco, la verdad, fuera de ella. Al no ser catalán, ni haber vivido o trabajado nunca en Cataluña, no pudo formar parte del modernismo que representaba tanto la modernidad, valga la redundancia, y la identidad del catalanismo que había nacido en el siglo XIX, y que necesitaba símbolos, antiguos y modernos, para afianzarse; aparte, que Barcelona -donde se concentraron tantos genios de la época de entre-siglos- siempre estuvo más abierta a las influencias culturales y artísticas europeas, mientras que Madrid, un tanto aislado al estar en el centro de una Castilla muy poco poblada y desarrollada, y que dormía todavía un mal sueño posterior al desastre del 98, no tenía la misma posibilidad, y en ocasiones -al menos, parte importante de su entramado político y económico, y por su influencia, también parte de su población-, el interés, de abrirse al mundo, en la doble vertiente de influir y recibir influencias.
Diseño de mobiliario y caligrafía artística, con los que Varela experimentó con éxito.
El Teatro Español de Madrid, donde trabajó Eulogio Varela.
Ilustración de lo más detallista, como portada de la revista en la que más trabajó.
Aquí, una influencia clara del checo Mucha.
Influencia de los pre-rafaelitas, y su querencia por los temas medievales.
Un par de portadas comunes en la época: una mujer atractiva y -para aquellos tiempos- moderna.
Una de sus muchas portadas modernistas para la revista "Blanco y negro".
Una temática de "historia romántica", o sea, con más imaginación que rigor histórico. En este caso, sobre el Egipto faraónico.
Se puede observar, desde luego, una influencia del checo, parisino de adopción, Alphonse Mucha, y en general, tanto del modernismo -o art-deco, como se le llamaba en el mundo francófono-, como del simbolismo -una deriva más espiritual, profunda y en ocasiones surrealista del arte, aunque con cierto parentesco con los modernistas; en alguna ocasión, había artistas que practicaban ambos estilos-, y los todavía famosos -aunque fueran más bien victorianos- pre-rafaelitas británicos. Él, por su parte, aunque fuera conocido por el gran público, pero no siempre tomado demasiado en serio, sí que ejerció influencia sobre autores españoles más jóvenes. Por lo visto, tanto Juan Gris -trabajaron juntos en "Blanco y Negro", y se influyeron recíprocamente, pues Gris, más joven, no sólo aprendió del maestro, sino que le dio a conocer la rama modernista alemana y austriaca, más rupturista y radical que la franco-belga-, como el mismísimo Picasso, la reconocieron cuando empezaron a interesarse por la pintura de forma seria.
También tuvo tiempo para escribir un tratado sobre artes decorativas (1934), y obro sobre caligrafía, pues él, como otros seguidores de su estilo, utilizaba las letras no sólo como una forma de nombrar personajes, objetos o lugares retratados, sino como una forma más de arte.
Hojas de un tratado de Varela sobre caligrafía.
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