Los prerrafaelitas (XXII): Herbert James Draper, entre el prerrafaelismo y el academicismo británico.
Otro caso de artista que, si bien tradicionalmente no se le trata como parte del movimiento, tiene mucho en común con él.
Prerrafaelita en todo, excepto en el nombre.
Herbert James Draper (1863/4, no se está seguro-1920) es considerado un artista academicista, o sea, que seguiría los dictados de técnica y estilo de la Art Academy y similares, o bien, un clasicista, en el sentido de que preferiría seguir el camino de la pintura "clásica", sin innovar en exceso. Pero esto sería una verdad a medias. Sí que se vio influido por los autores anteriores a su época, de distinta generación -lo que serían "los clásicos", como Turner o Reynolds-, pero también influyó, y se vio influido, por pintores más o menos de su edad, contemporáneos suyos. Hay que tener en cuenta que todo pintor o escultor que quisiera algo de fama exhibía en todas las salas de arte, o salas cedidas por academias artísticas, que fuera posible, y participar en exposiciones colectivas era de lo más habitual. Evidentemente, habría enfrentamientos y críticas, no siempre objetivas, y en no pocas ocasiones, se podía hablar de artistas enfrentados, a veces más por razones personales que puramente artísticas.
Pero también, de una u otra forma, los pintores acababan por tener amistad -él era amigo de John William Waterhouse, y la influencia entre ambos, sobretodo en la temática mitológica, es evidente-, o al menos buena relación entre ellos, admiraban el arte de sus contemporáneos, y en ocasiones casi sin darse cuenta, se dejaban influir por uno u otro de ellos, aparte de los que pintaban o aprendían juntos, o los que ejercían de profesores o alumnos de otros, aunque en ocasiones la diferencia de edad no fuera grande. En el caso de H. J. Draper, él fue, más que contemporáneo de los prerrafaelitas, un poco posterior. De todas formas, no pocos miembros o seguidores de la Hermandad tuvieron vidas bastante largas, y pintaron hasta una edad muy avanzada. Fallecido bien entrado el siglo XX, probablemente fue uno de los últimos autores considerados en su conjunto como "clásicos", o academicistas. Grupo en el que, curiosamente, también fueron incluidos no sólo los academicistas propiamente dichos, sino también los prerrafaelitas, neo-clásicos y todo lo que no pudiera ser incluidos en las rompedoras vanguardias. Toda la pintura anterior, casi contemporánea a ellas, o anteriores en varias décadas, de autores vivos o fallecidos, de golpe, parecía quedar anticuada. Y de ahí, a un olvido -según el autor- entre grande y total, o casi, sólo hubo un paso. Quizá un paso grande, pero finalmente, la historia de la pintura volvió página para siempre. En los últimos años, sin embargo, y gracias también a internet, no pocos de ellos van siendo poco a poco recuperados y re-descubiertos Quizá Draper no sea de los demás, pero lo merecería.
"El kelpie" (1913). Una de sus últimas obras. El kelpie, en la mitología celta -y anglosajona, por adopción- era un ser, normalmente de aspecto femenino, que atraía humanos para que se ahogaran en ríos o lagos. No era, por tanto, un ser del que había que fiarse en absoluto.
"Alcíone" (1915), otro personaje de la mitología griega. Según una leyenda, era la esposa de Ceix, un rey de una ciudad de Tesalia, en el norte de Grecia, fronteriza con Macedonia. Al saber que su marido se había ahogado, ella quiso suicidarse lanzándose al mar, pero, finalmente, los dioses se apiadaron, y los transformaron en pájaros: los alcíones, o martines pescadores. Según otro mito, ambos fueron transformados en dichas aves como castigo, al compararse con Zeus y Hera, reyes de los dioses del Olimpo.
"Tristán e Isolda", fue una de las pocas obras que no bebe de la mitología griega, sino de la céltica. Exactamente, de los pueblos celtas de las Islas Británicas: ella de Irlanda, y él de Cornualles.
Su vida personal, o su camino artístico no fue muy distinto a otros contemporáneos suyos. Hijo de un joyero, londinense de familia de clase media, estudió, como muchos otros, en la Royal Academy, para, después, viajar él también a París -el viaje a Italia- y a París -al ser un poco más joven que otros autores, conoció un movimiento artístico parisino, y en general francés, más emocionante y radical-. Tras sus viajes por el continente (1888-1892, si bien parte de este tiempo lo pasó en Gran Bretaña), ganó la medalla de oro de la Royal Academy -que ya se había abierto a nuevos temas; de todas formas, él no dejaba de tener una técnica más clásica, más aceptada por sus miembros. Curiosamente, él tenía buena relación con la academia, pero no fue nunca socio de pleno derecho-. A partir de 1890 trabajó también como ilustrador, algo que hicieron cada vez más pintores, debido a su demanda tanto de periódicos y revistas, como de editoriales -los libros ilustrados eran habituales, y no sólo los infantiles, también novelas o poemarios-. Tras casarse y tener una hija, Yvonne, murió de arteriosclerosis, con cincuenta y seis años, en su casa de Abbey Road, una edad relativamente elevada para la época, pero tampoco tanto. Cabe imaginar, que de haber vivido más, todavía habría sido capaz de haber dado a la posteridad más obras tan bellas como las que fue capaz de pintar.
Respecto a las similitudes a los prerrafaelitas, Draper siempre optó por los temas mitológicos de la Grecia antigua -porque Roma, al fin y al cabo, no dejó de nutrirse de ellos, más que crear de nuevos, más allá de su literatura escrita, como la "Eneida" de Virgilio-. Su mejor época fue la última década del siglo XIX, ganando en 1900 la medalla de oro en la Exposición Universal de París. Pasado el tiempo, cuando los temas mitológicos fueron pasando un poco de moda, así que se dedicó al retrato de encargo, quizá menos atractivo -para los admiradores del arte en su conjunto, al menos-, pero le daba mayor beneficio económico. En realidad, en su época fue un artista famoso y reconocido por público y crítica, si bien, pasado el tiempo -quizá, a partir de 1905-1910, si bien quizá fue, paradójicamente, cuando más pintó-, su fama fue disminuyendo, hasta estar casi olvidado cuando le sobrevino la muerte, todavía relativamente joven.
"La ninfa acuática -o del agua" (1908). Por lo visto, Draper era muy aficionado a los personajes mitológicos acuáticos. Al menos, si tenían forma de mujer. Y desnuda, a ser posible. Sin embargo, a principios del siglo XX, una mujer sin ropa alguna ya no impresionaba ni escandalizaba como décadas atrás.
"El lamento por Ícaro" (1898) fue, muy probablemente, su obra más conocida. Gracias a ella, ganaría, en 1900, la medalla de oro en la Exposición Universal de París.
"Clitie -o Clitia- de la niebla", hace referencia a una ninfa enamorada, y no correspondida, por Helios, personificación divina del Sol.
"Mares de verano", otra "fantasía acuática" de Draper, que se especializó en colocar a sus personajes a la orilla de mares y ríos, cuando no, directamente, nadando dentro de ellos. Sería, pues, el prerrafaelita que más y mejor trabajó lo que se llamaría "género acuático".
"Mares de verano", otra "fantasía acuática" de Draper, que se especializó en colocar a sus personajes a la orilla de mares y ríos, cuando no, directamente, nadando dentro de ellos. Sería, pues, el prerrafaelita que más y mejor trabajó lo que se llamaría "género acuático".
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