sábado, 15 de agosto de 2015

Arquitectura efímera: el Crytal Palace de Londres, o cómo crear un edificio fabuloso en un año, y que desaparezca en un instante.

El que podría haber sido la alternativa londinense-victoriana a la torre Eiffel, y que acabó siendo un recuerdo imborrable de lo perdido.


A través de un artículo del país, sobre una entrevista al arquitecto británico Norman Foster, sobre qué edificio escogería como su favorito, tanto por su atractivo artístico, como técnico o, sobretodo, por la importancia que tuvo para el desarrollo de la arquitectura, aunque ya no existiera, y el eligió el Crystal Palace, que hoy en día, sólo sirva para dar nombre a un modesto equipo de fútbol, y para ser el recuerdo de un mundo perdido: el Londres y, en general, el mundo británico de la época victoriana. Un recuerdo, como se ha escrito más arriba, imborrable, pero aún así, un tanto de segunda mano, pues por razones evidentes -se construyó hace más de siglo y medio, y desapareció en un incendio en 1936-, pues ya apenas queda vivo nadie que lo visitara siendo adulto o, por lo menos, un niño de cierta edad, que pudiera recordarlo con detalles.


Edificar en menos de un año un edificio extraordinario.

En 1851, Londres iba a celebrar la próxima  Primera Gran Exposición Mundial, donde haría gala de todo tipo de avances científicos y tecnológicos, a ser posible, de la propia Gran Bretaña, además de dar una idea de la diversidad, amplitud, riqueza y poder del inmenso Imperio Británico, que crecía en África y Asia a pasos agigantados -todavía faltaba algo de tiempo, hasta que llegara a controlar casi la mitad del continente africano-, así que las autoridades políticas, municipales y, sobretodo, nacionales, pensaron que "El Imperio", así, en mayúsculas, necesitaba deslumbrar al mundo y, en particular, a sus propios conciudadanos. 
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Así pues, plantearon al arquitecto Joseph Paxton (en la foto de la derecha) un reto que parecía irresoluble: el construir en menos de un año un edificio extraordinario, que demostrara la superioridad tecnológica británica y que, a ser posible, también fuera ejemplo de buen gusto y que, incluso, no sólo tuviera una utilidad propagandística o decorativa, sino también cultural. En cierto modo, no sólo debería ser un monumento a la grandeza británica -y de paso, a su reina, Victoria-, y a los políticos que había detrás de la Exposición, sino también al nuevo mundo, lleno de nuevas máquinas e inventos, de exploración, civilización del "mundo salvaje", de ciencia y avances sociales. Un mundo, estaba claro, que no sabía que, más de seis décadas después, despertaría de aquel largo sueño para enfrentarse a la enorme sangría de la Gran Guerra.
El Crystal Palace -cuyo nombre, realmente, le vino por cómo se le llamó en la prensa popular durante su construcción, tal vez del diario "Punch", al comentarse que se estaba construyendo "un edificio con mucho cristal"- sería el edificio principal, y mayor atracción, de dicha Gran Exposición Mundial, y se construyó en un tiempo record, en menos de un año, en el Hyde Park, uno de los mayores, más antiguos y conocidos parques de Londres. Fue creado a base de hierro fundido y cristal -nada de piedra o ladrillo, habría sido demasiado caro, además de necesitar más tiempo del que tenían para levantarlo. No sería un edificio sólido, sino "transportable", y por tanto, debía poder montarse y desmontarse sin problemas-, lo que serían "materiales de la arquitectura moderna", y como él tenía pensado, al acabar la Exposición, se desmontó y se trasladó a un distrito contiguo, en el sur de Londres, donde permaneció desde 1854, hasta su destrucción en un incendio, en 1936.
El tamaño de edificio era extraordinario: 92.000 metros cuadrados, con 580 metros de largo, 137 de ancho, y 39 -o 34, según fuentes- de altura, y donde se reunieron más de 14.000 expositores, con la intención de mostrar los últimos avances tecnológicos y científicos, y ser museo temporal de todo lo que se había avanzado desde el inicio de la llamada Revolución Industrial. 

El exterior del Crystal Palace, con los espectaculares jardines de la entrada, en Hyde Park.

Joseph Paxton, que en realidad no era un auténtico arquitecto -en el sentido profesional y de posesión de un título universitario-, sino un jardinero, diseñador y escritor,  aprovechó las nuevas técnicas para fabricar placas de vidrio de calidad, de forma rápida y económica, para crear un edificio, que sería en su momento el mayor del mundo, con una estructura metálica -hierro colado-, donde la piedra o el ladrillo serían sustituidos en su totalidad por este material. Sería la edificación con mayor cantidad de cristal formando parte de ella en toda la historia, y sin duda, un hito en arquitectura y diseño, con un sistema constructivo que, se cuenta, dibujó por primera vez en un único papel secante de color rosa. Paxton, en esta rama de la ingeniería y el arte, era básicamente un teórico, y el Crystal Palace, el ejemplo real, práctico, de que lo que decía podía realmente llevarse a cabo, así pues, no era sólo cuestión de patriotismo, o de cumplir con un contrato, lo que hacía que se esforzara al máximo no sólo en cumplir con los plazos, sino en concluir su "criatura" de la forma más perfecta y bella posible, y de demostrar todo lo que se podría crear con los nuevos materiales que la tecnología puntera -de la época, se entiende- permitía producir de una forma mucho más rápida, barata y de calidad de como lo había hecho nunca. El cómo logró diseñar semejante enormidad, tiene hasta cierto punto su explicación: él no creó un edificio común, sino lo que, en la práctica, no dejaba de ser un inmenso invernadero, un tipo de encargo al que Paxton, que era jardinero, ya estaba acostumbrado, pues había diseñado, y dirigido la construcción, de muchos de ellos.


Tres ilustraciones en color de la prensa de la época, en la que se puede comprobar el extraordinario tamaño de aquel palacio lleno de espacio libre y luz natural.

Resulta evidente que, aparte del enorme tamaño, la belleza intrínseca del edificio, y la novedad de los materiales empleados, otra cosa que sorprendía a los visitantes era la luz natural que entraba tanto desde el techo, como de las paredes, y que hacía innecesaria cualquier tipo de luz artificial -el edificio cerraba por la noche, y la Exposición fue visitada, básicamente en verano, cuando había más horas  y cantidad de luz.
Cuando finalizó la Exposición Universal, el edificio, como estaba proyectado, fue reconstruido -más bien desmontado y vuelto a montar, porque, en realidad, el Palace, más que construirse, se montó pieza a pieza- en 1854, en Penge Common, cerca de Sydenham Hill, que en aquella época era una zona económicamente acomodada de sur de Londres, pero un incendio lo destruyó en 1936. Antes de tan triste final, se utilizó para otras exposiciones -coloniales, tecnológicas, etc.-, para fiestas -como la coronación del rey Jorge V, en 1910-, o incluso, como centro de entrenamiento de la Royal Navy, durante la I Guerra Mundial. A medida que la zona se fue edificando y poblando cada vez más, se transformó en un barrio propiamente dicho, que pasó a llamarse, paradójicamente, Crystal Palace, como el edificio que ya no existía, y que tampoco se pensó nunca seriamente en reconstruir, y que da nombre a un equipo de fútbol de la Premier, que acostumbra a estar entre mantenerse en primera, y bajar a segunda división -aunque en Inglaterra no se las llame así-.

Estado en el que quedó el Crystal Palace, al incendiarse, en diciembre de 1936.

En resumidas cuentas, el Crystal Palace fue hijo de su tiempo, de la época en que todo parecía posible, y que, de existir todavía, seguiría siendo una de las mayores atracciones turísticas, tanto para los londinenses, como para visitantes del todo el mundo. Y si antes lo consideré la alternativa británica y victoriana a la torre Eiffel de París -en el sentido de ejemplo de construcción al otro lado del canal de la Mancha, no de creer en la validez o no de una u otra construcción-, fue porque uno y otra utilizaron la tecnología más puntera, arquitectos innovadores, y nuevos materiales de construcción. La diferencia es que, mientras que la torre parisina tuvo muchos detractores en la época en que fue levantada -y los siguió teniendo mucho después-, el Palace fue visto siempre con orgullo por los londinenses, que hasta iban a verlo cuando paseaban, porque se sorprendían de verlo crecer de día en día. Actualmente, sólo quedan fotos y dibujos, aunque nunca se sabe, si algún día, en algún lugar del mundo -tal vez el menos pensado-, sea reconstruido, o acabe teniendo una especie de hijo tecnológicamente más avanzado.

La información la he encontrado en la wikipedia -más en catalán e inglés que en castellano, que hay muy poca-, en un artículo de el diario "El país", y en el blog de arquitectura "Alrededor de la arquitectura", que se puede visitar apretando el nombre.

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