domingo, 17 de julio de 2016

Los  prerrafaelitas (XLIII): Las modelos de la Hermandad -musas, amantes, esposas... y artistas- (1.-).

Consideradas como poco menos que personajes marginales de la historia de la Hermandad y el movimiento, también tuvieron su personalidad, influencia, y en ocasiones, su propio arte.


La parte femenina del movimiento prerrafaelita.

Cuando comencé a escribir sobre los prerrafaelitas, poco sabía realmente de ellos, por no decir casi nada, así que, poco a poco, fui conociendo no sólo a un número mayor de los miembros de dicha corriente, sino también sobre su estilo, su vida, y la gente con la que se relacionaron. También, y eso ocurre cuando se comienza algo sin una planificación demasiado acertada, empecé a conocer en profundidad a algunos de ellos, sobretodo a los principales, a los iniciadores de la Hermandad -Hunt, Millais y Rossetti, además de a Morris y Burne-Jones, que ingresarían en ella algo después-, cuando ya había hablado de ellos en sus correspondientes entradas. Por eso, siempre que pude, volví a unos y otros más adelante, en entradas posteriores, para escribir o explicar lo que, pensé, me dejé de decir sobre ellos.
Pero algo que no traté muy en profundidad, fue su vida sentimental, a no ser que tuviera una importancia destacable en sus vidas, y en la Hermandad en general. Caso de Elizabeth  Siddal, o de Effie Gray. Pero después de tanto tiempo, y tantas entradas, va siendo hora de no dejar a nadie fuera. 
Bueno, sin más preámbulos, que ya me estoy poniendo pesado, destacar que un pintor necesita de modelos, y los prerrafaelitas no fueron menos. Contaron con varias, que lo mismo fueron esposas, amantes, o amigas y alumnas. De algunas, ya se ha hablado mucho, pero no está de más recordarlas, aunque sólo fuera por encima. De otras, apenas han sido nombradas, así que tendrán un espacio algo mayor, aunque su importancia histórica, por llamarla así, sea menor.


Las que fueron artistas, además de modelos: Siddal y Spartali-Stilman -y esposo-.

Aquí, sin duda, habría que hablar de dos, que conocemos bien, pues fueron grandes pintoras, además de modelos, o más bien -en el caso, al menos, de una de ellas- musas.
Una de ellas fue Elizabeth Siddal. Es, sin duda, una de las modelos de pintura más famosas, no ya de Gran Bretaña, sino del arte universal. O al menos, del occidental. De origen social que llamaríamos de clase media -su familia, de un origen noble tan posible como discutible, no eran ricos, pero tampoco tan pobres o de clase baja como en ocasiones se ha insinuado o representado, en libros, series, etc.-, dependienta en una sombrerería, descubierta por el olvidado Walter Deverell, uno de los pintores más desconocidos del prerrafaelismo -murió tan joven, que no pudo ni formar parte de la segunda hornada de miembros de la Hermandad-, se sintió atraido por ella desde el primer momento, incluso fue el primero en retratarla, para acabar, tras presentársela a Rossetti, como auténtica musa y modelo compartida -hubo más en ese tiempo, pero fueron normalmente prostitutas que iban y venían-, del naciente movimiento artístico. Comenzó, primero, siendo deseada -infructuosamente- por Millais, que por poco la mata -no de forma voluntaria, evidentemente- en el famoso accidente de la bañera llena de agua fría, donde Siddal posaba -o algo así- para su cuadro de Ofelia, para ser, más adelante, algo más que una modelo para Hunt -un tipo un tanto brusco, pero enamoradizo, que lo mismo acababa peleándose con quién fuera, como cayendo en crisis existenciales, o, finalmente, acabando siendo un auténtico cristiano renacido, aunque nada fanático, eso sí-. Y finalmente, fue la modelo exclusiva de Rossetti, un hombre genial, pero también excesivo, celoso, que acabó considerándola, primero como novia, más tarde como esposa, como su propiedad. Siddal siempre tuvo buena relación con el resto de la Hermandad. Era una auténtica artista, tenía espíritu y dotes, y Rossetti se dio cuenta.

 "Venus verticordia", uno de los cuadros con los que Rossetti inmortalizó a "su" Lizzi Siddal.

Uno de los muchos dibujos que Rossetti hizo de su esposa.

Una versión coloreada de una fotografía suya en sus últimos años -expresión un tanto engañosa, pues cuando murió, aún no tenía treinta  y tres años-.

Fue pintora y dibujante, también poeta -y sus poemas, que durante mucho tiempo estuvieron prácticamente evaporados de la cultura viva, olvidados, han recobrado vida en los últimos años, y no sólo entre gente de edad avanzada, sino también entre no pocos jóvenes-, así que es un raro caso de modelo que, gracias a la ayuda de su genial pero obtuso marido, y del resto de pintores de la Hermandad -y también del crítico John Ruskin, que la tuvo como protegida, si bien su extraño carácter tal vez pudiera hacerle tanto mal como bien-. Sin embargo, la mezcla de mala salud física, trastornos mentales, la pérdida de su hijo, y el vivir enclaustrada en casa mientras su marido se iba a la cama con tal o cual modelo -o sin ser modelo, él no tenía manías con ello-, acabó abocándola al suicidio. Sería justo recordarla como artista, además de como modelo, y sobretodo, como parte -la parte más débil, más sufrida- de una historia de amor tan atractiva como, en ocasiones, sórdida, pero nadie puede elegir por qué razón acabará por pasar a la historia. Y menos, cuando ya estás muerto.

La famosa "Ofelia" de Millais, que le costó una neumonía, y casi la vida. Arrastraría problemas de salud desde ese momento hasta su muerte.

Un marcapáginas, recuerdo y publicidad de una charla realizada en Inglaterra, sobre la vida, obra y muerte de Elizbeth Siddal -de ahí el título de la ponencia: "Muerte temprana"-.

Una imagen de "Desperate romantics", donde se ve a Siddal con Rossetti. La Hermandad y sus miembros principales -y ella lo fue- se han ido transformando en una especie de mito moderno, donde realidad y ficción, suposiciones y exactitud histórica se entremezclan cada vez más.

El segundo caso claro de modelo, de pintores, pero también fotográfica -y en eso fue casi pionera, porque no se limitaba a posar, sabía bien cómo hacerlo, lo que significaba que era capaz de ponerse en los dos lados del modelaje: como modelo, y como artista- fue la greco-inglesa Marie Spartali Stillman. Miembro de una familia donde las dos ramas eran de origen griego, de clase media-alta o alta -según se mire; en aquellos tiempos, clase alta era, desde luego, muy alta. Otra cosa era hablar de burguesía, de nobleza rural o pequeña nobleza...-, llegó a la adolescencia casi veinte años después de que se creara la Hermandad, en 1848 -ella nació en 1844-, lo que significa que conoció a sus miembros cuando estos ya eran conocidos, y tenían a sus espaldas unas carreras artísticas de años. Fue modelo de Rossetti, como no, y este, con toda seguridad, se quedó prendado de aquella joven griega que hablaba perfecto inglés. También lo fue de Burne-Jones, que, al contrario que Rossetti, también fue no sólo alguien que le enseñó arte, sino que fue un auténtico maestro. Otro de los pintores con los que aprendió el arte pictórico, tal vez el que más hizo para que tuviera su propia carrera artística, fue Madox Brown, que si bien no fue nunca un prerrafaelita, tuvo una relación estrecha, artística y amistosa, con los miembros de la Hermandad. Spartali Stillman no sólo fue una de las grandes pintoras del prerrafaelismo, junto a Siddal y a de Morgan, y además, una artista extraordinariamente prolífica. Respecto a su segundo apellido, Stillman, lo "heredó" de su marido, el escritor y crítico William J. Stillman, que por cierto, también en ocasiones fue modelo, sobretodo de Burne-Jones, si bien la historia -casi "leyenda artística"- de que conoció a Spartali haciendo ambos de modelos del mismo cuadro no parece real, pues parece que ya se conocían de, al menos, una o dos reuniones o actos sociales. En aquellos tiempos, como hoy en día, la clase alta, y la gente de clase social inferior pero que tenía contacto directo con ella, no era muy numerosa, así que no resultaba tan extraño que antes o después, sus miembros se acabaran por conocer, en un momento o en otro. Stillman no era de familia rica, pero sí un periodista norteamericano que había recorrido Europa, y era conocido por mucha gente. Lo que se dice, un invitado interesante. Y resulta lógico pensar que la joven Spartali, que ya en aquellos tiempos era una artista conocida, se interesara por él.

Fotografía de Marie Spartali, obra de Julia Margaret Cameron, una de las pioneras de la fotografía del siglo XIX. En principio, a Spartali la fotografiaban por ser una joven de buena familia, origen exótico, gran belleza y clase, y que sabía posar muy bien. Llegado el tiempo, quizá la fotografiaron menos, pero había más razón para ello, pues resultó ser una gran pintora.

Un retrato -dibujado- de Spartali, obra de Rossetti, que la retrató en varias ocasiones, y despertó en ella el deseo de no ser sólo parte pasiva en el arte. Sin embargo, más que Rossetti, fueron Burne-Jones y Madox Brown, los que le enseñaron a sacar lo mejor de sí misma como pintora.

"Una visión de Fiametta", una de las grandes obras de Rossetti.

"El prado (de) Bower". Marie Spartali es la de la izquierda. La de la derecha -la pelirroja- es Alexa Wilding, de la que se hablará más adelante-. Rossetti estuvo fascinado, por aquella joven de origen heleno, pero a la vez tan inglesa. Pero Marie resultó ser mucho más que una musa: también fue, quizá, la mejor, y sin duda la más prolífica, de las pintoras prerrafaelitas. En realidad, es posible que ningún prerrafaelita llegara a pintar tanto como ella, pues se le atribuyen entre cien y ciento veinte obras.


Esposas que acabaron por tener su propia identidad: Jane Burden/Morris, y Effie Gray y familia.

Jane Burden, de casada Jane Morris, no era una joven de la esforzada y sólo en parte pudiente clase media. Tampoco tenía un origen sórdido o mísero, como las pobres prostitutas que pasaban por los talleres -y las camas- de Rossetti, y en ocasiones, de Hunt -Millais tenía ideas distintas de cómo disfrutar de la compañía de una mujer-. Era hija de la clase obrera, y era camarera. Para Rossetti, era el prototipo de modelo y, al tiempo, de mujer ideal: joven, de aspecto delicado, bonita, y que parecía querer ser protegida y, al tiempo, culturizada por un hombre. De uno como él, por ejemplo. Pero era la novia de Morris, que era cinco años mayor que ella -Rosetti le llevaba a ella unos quince-, aunque eso no impidió que el pintor llegara casi a obsesionarse con ella, aunque era bien distinta al prototipo de modelo victoriana, pues Jane Burden era alta y delgada, un poco desgarbada, y con el cabello oscuro, mientras la mujer considerada atractiva en la época -y más, para los artistas- normalmente era más curvilinea, rubia o pelirroja, con clase, elegante y piel muy clara. Siddal era más parecida a ese ideal, y ya sabemos como acabó. Burden, sin embargo, parecía tener más carácter, aparte de mejor salud física y mayor fortaleza mental. Se casó con Morris -que aunque no fue nunca pintor "en serio", se decidió a pintarla, y no del todo mal-, pero fue retratada por Rossetti una y otra vez, como también pintaría a su difunta esposa de forma incesante, como no lo había hecho cuando vivía. Pero el carácter y la mala vida de Rossetti, con sus crisis existenciales, su ir y venir de amantes y líos sexuales, su carácter cambiante, y sus eternos problemas económicos, hicieron que Jane optara por el bueno de Morris, que por lo demás, ni se ganaba mal la vida, ni era en absoluto ni mala persona, ni aburrido. Al menos, hasta pasados los años, en que Morris acabó perdiendo -temporalmente- la cabeza por la esposa de su amigo del alma, Burne-Jones, mientras ella, que finalmente reconoció, se reconoció, que no amaba a Morris, optaba por tener una relación con el poeta y activista político irlandés Scawen Blunt, que duró hasta la muerte de éste. 

"Proserpina" (1874), uno de los retratos más famosos realizados a Jane Morres por Rossetti, y que la transformó, junto a Siddal, en una de las mujeres que mejor representó el estilo -y el carácter- del pintor. Excesivo, pero genial.

"El sueño del día", donde Rossetti la retrata, como acostumbraba a hacer, como una mujer inalcanzable, casi divina, una musa más espiritual que de carne y hueso.

"Pia de Tolomei", otro retrato de Rossetti.

¿Y la relación con Rossetti, acabó, así, sin más? No. Jane Burden/Morris siempre tuvo buena opinión del pintor, pero consideraba que su carácter y su adicción a medicamentos que más bien eran drogas, hacían que una relación estable con él resultara imposible, además de destructiva. Muy probablemente, tuvieron una relación sentimental, amorosa, espiritual y, seguramente, física, pero no fueron una pareja de amantes, digamos, estable, si bien es cierto que Jane se escribió con Rossetti hasta la muerte de él, y siempre le tuvo estima y respeto. Aunque el fuego se apagara, siempre quedaron rescoldos.
 El caso de Jane Morris fue el de una persona de origen social modesto que, lejos de conformarse con ser la esposa de un hombre importante que se ganaba bien la vida -Morris- o la amante de otro todavía más famoso que el primero, aunque tuviera una forma de vida bastante más inadecuada y destructiva -Rossetti-, sin intentar superarse a sí misma, decidió aprender y estudiar. En su adolescencia, probablemente no sabía ni leer ni escribir, al menos, de forma correcta, pero a cierta edad, había aprendido francés e italiano -en aquellos tiempos, como en los actuales, un británico que hablara correctamente un idioma extranjero, y ya no digamos dos, era poco común-, tenía modales y la elegancia de una dama de alcurnia, aunque un carácter más sencillo y abierto que muchas de ellas, y había alcanzado unos conocimientos en arte y cultura no ya considerables, sino incluso muy elevados. Se relacionaba con artistas y escritores, y llegó a ser amiga y modelo de la otra dama del prerrafaelismo, junto a Siddal y Spartali -aunque, realmente, ella también podría ser considerada como tal-: Evelyn de Morgan, que la retrató siendo ya una mujer anciana y con cabellos blancos, bien distinta, y no sólo en el físico y la edad, de la joven alta y larguirucha, casi analfabeta y de mente ingenua, que un día conoció Rossetti, que tantas veces soñó con robarle a su amigo y alumno William Morris, que, curiosamente, lo admiraba tanto como su futura esposa.

"La belle Isault" (1858), quizá la única pintura completa y de calidad artística de William Morris, con su querida esposa Jane. Ella reconoció que nunca estuvo enamorada de él, aunque lo respetaba. Incluso, cuando tuvo una relación paralela, Jane guardó lo mejor posible las apariencias. Algo habitual, en la Época Victoriana.

Una fotografía de Jane Morris, donde se ve el parecido entre la mujer real y sus retratos. No deja de ser una fotografía artística, pero sin duda, Jane sabía posar. La persona y el personaje acabaron por entremezclarse, y por lo que muchos contaban de ella, resultaba una persona fascinante, y con una conversación y personalidad muy atractivas.

Retratada en 1904, por Evelyn de Morgan, e los últimos tiempos del prerrafaelismo -otra cosa fueron los neo-prerrafaelitas- retratada ya, no como una diosa inalcanzable, como hizo Rossetti -con ella y con otras- sino como una mujer mortal, con el cabello blanco, y el peso de los años encima.

Effie Gray -o Effie Ruskin, durante su primer matrimonio- fue caso distinto. Ya se ha contado su historia con Millais y Ruskin. O sea, con los dos hombres que fueron esposos suyos. Con Ruskin se casó siendo jovencísima -no él, que era un hombre bastante mayor que ella-, y descubrió, demasiado tarde, que por la razón que fuese, el crítico era incapaz de tener con ella una vida sexual -y a la larga, sentimental y doméstica- activa. En realidad, ni activa ni pasiva, así que, el hecho de que su esposa, que empezaba a ser para él poco menos que un estorbo, decidiera dejarlo por otro hombre, y así ahorrarse el escándalo de ser él quién rompiera el matrimonio, sin poder dar una explicación de el por qué de ello, no dejaba de ser una solución más que aceptable. Y muy victoriana, también. Gray parece que se enamoró de Millais en cuanto lo conoció, y aquello fue recíproco, porque el joven se olvidó de la ya inalcanzable Siddal, que era el amor de Rossetti -o más bien, Rossetti la había conquistado-. Rota la relación con Ruskin, que para ella era una auténtica pesadilla, el matrimonio con Millais vino ráido, y por lo que se ha contado siempre -no hay nada que demuestre lo contrario-, uno y otra se quisieron, respetaron e influyeron mientras vivieron, tuvieron hijos, y una vida en común sin sobresaltos. Murió en 1897, apenas un año después de su marido. Parece que hasta en eso estuvieron unidos, hasta el final. Al contrario que otras modelos, Gray no hizo de tal ni por dinero, ni por conquistar un hombre. La mayoría de los cuadros en los que posa, son de Millais, cuando este ya era su marido, y si hubo otros antes, se podría decir que ambos sabían que, antes o después, acabarían juntos. Solo era cuestión de tiempo. Sin embargo, uno de sus retratos más famosos de Gray lo realizó otro pintor: el casi olvidado Thomas Richmond, que era un artista de lo más ortodoxo y academicista.

"Effie en Glenfinlas" fue un croquis, un dibujo del que tendría que salir un cuadro al óleo, realizado por Millais con su esposa de modelo. También se sirvió de sus hijos, y pasados los años, de sus nietos, como modelos de sus cuadros, además de su cuñada Sophie.

Un retrato de Effie Gray, realizado también por su marido, cuando ya llevaban años casados, quizá en la cuarentena.

"La orden de libertad", donde Effie, todavía casada con Ruskin, posa como la esposa del liberado.

"Retrato de una joven", de Millais. En este caso, no fue Effie, sino su hermana pequeña, Sophie, la retratada.

El retrato que Thomas Richmond hizo de Effie Gray, cuando todavía era esposa de John Ruskin. Parece que lo encargó el padre de Ruskin, y al verlo, Effie dijo que era uno de los cuadros más hermosos que había visto, y que, incluso se veía retratada más guapa de lo que ella era realmente. A Richmond se le criticó a veces por pintar, sobretodo a las mujeres, de forma demasiado "azucarada", exageradamente bonita, artificiosa, pero ¿qué hay de malo en eso?


En la segunda parte: las amantes de Rossetti -o al menos, un par de ellas-, Hunt y Burne Jones.



No hay comentarios:

Publicar un comentario