Los prerrafaelitas (II): Dante Gabriel Rossetti, un genio celoso y posesivo.
Un segundo capítulo, después de la introducción, sobre los pintores de la Hermanda, empezando por sus creadores.
Un genio obsesionado con su esposa. El romanticismo de quién resultó ser un celoso opresor.
DG Rossetti (1828-1882) -así lo llamaré, para acortar su nombre- es uno de esos personajes que, aún reconociendo en su haber su condición de gran pintor, y de personaje influyente en la cultura de su tiempo, resulta evidentemente muy difícil -por no decir imposible- sentir cierta simpatía por él. La razón de todo ello es simple: aunque era un mujeriego, trató a su esposa, Elizabeth Siddal -de la que ya se habló en la entrada anterior, dedicada a Millais-, de puertas para afuera, como su musa y su dama ideal, y en el interior de su casa y en la vida conyugal, como un objeto valioso de su exclusiva propiedad, a la que no dudaba en encerrar en su habitación, transformada para ella en una cárcel de la que sólo pudo escapar tras su muerte.
Pero mejor empezar por el principio. Rossetti, nacido en Londres, era, con ese apellido, hijo de un inmigrante italiano, Gabrielle Rossetti, casado con una inglesa, y con quién tuvo, además de a DG, a otros dos hijos artistas: William Michael -también pintor, y que se uniría al poco a la Hermandad-, y Christina, que fue poetisa, y para quién realizó varias ilustraciones para sus poemarios -no era nada raro, que los pintores, si eran buenos dibujantes, realizaran ilustraciones para libros de distintos autores y temas, y más, cuando se trataba de familiares y amigos-.
Como ya es sabido, él también ingresó en la Royal Academy, donde conoció a Millais y, sobretodo, a Ford Madox Brown, que quizá fue su mejor amigo, dentro y fuera del mundo artístico, además de a Holman Hunt, que acababa de exponer una de sus primeras obras -"La víspera de Santa Inés"-. La crítica no lo trató demasiado bien, pero él se sintió atraído por el cuadro, y quiso conocer al autor. A partir de esa amistad, y junto a Millais, fundarían la Hermandad. Además, siguió con sus intentos poéticos. El cuadro de Hunt estaba basado en una obra de un poeta, en aquella época, todavía poco conocido, John Keats, y Rossetti intentó, en ese momento, parecerse a él, dejando un tanto de lado la literatura italiana medieval o renacentista. De todas formas, al poco, volvería a reinventarse poéticamente, optando más por el simbolismo y, más adelante, por la sensualidad y el erotismo. O al menos, una visión de una y otro que sorprendió -y desagradó- en una época muy pacata y cerrada en cuestiones sexuales.
Como ya es sabido, él también ingresó en la Royal Academy, donde conoció a Millais y, sobretodo, a Ford Madox Brown, que quizá fue su mejor amigo, dentro y fuera del mundo artístico, además de a Holman Hunt, que acababa de exponer una de sus primeras obras -"La víspera de Santa Inés"-. La crítica no lo trató demasiado bien, pero él se sintió atraído por el cuadro, y quiso conocer al autor. A partir de esa amistad, y junto a Millais, fundarían la Hermandad. Además, siguió con sus intentos poéticos. El cuadro de Hunt estaba basado en una obra de un poeta, en aquella época, todavía poco conocido, John Keats, y Rossetti intentó, en ese momento, parecerse a él, dejando un tanto de lado la literatura italiana medieval o renacentista. De todas formas, al poco, volvería a reinventarse poéticamente, optando más por el simbolismo y, más adelante, por la sensualidad y el erotismo. O al menos, una visión de una y otro que sorprendió -y desagradó- en una época muy pacata y cerrada en cuestiones sexuales.
Un autorretrato de su juventud.
Demostró, eso sí, cierta diferencia en gustos y estilo, con respecto a sus compañeros. Él era más "medievalista"; mientras que Millais y Hunt, aunque en principio también lo fueran, y despreciaran un tanto la pintura renacentista y posterior, acabaron optando por obras con un estilo más moderno, y que en el caso de Millais, fue, a edad avanzada -y por cuestiones más económicas que otra cosa-, mucho más contemporizador con los gustos de la época. Sin embargo, Rossetti optaría por pintar un prototipo de mujer de belleza lánguida, pelirroja, a veces sensual, en ocasiones espiritual, o incluso como tocada por la luz divina. Y esa mujer, exceptuando algún retrato de su madre y su hermana, la poeta -o poetisa, que parece que no es palabra correcta, pero que suena mejor- Christina. Esta mujer, retratada hasta la extenuación, es la ya nombrada Elizabeth -o Lizzi- Siddal, la dependienta de sombrerería que le gustaba tanto a Millais, y que él consiguió "robarle", para tenerla como modelo casi única, e impidiendo que ejerciera como tal para otros artistas.. Para desgracia de ella, pues Rossetti era celoso y posesivo, y mientras se iba de fiesta y juerga, y disfrutaba de sus amantes, ella quedaba en casa, encerrada como una prisionera -como así fue, realmente-, perdiendo primero la alegría, y más tarde, la razón. Un embarazo pudo ser una de las pocas alegrías de la joven y desdichada pelirroja, pero ésta perdió el niño, y con él, lo que le quedaba de juicio, pues pasaba las horas meciendo una cuna vacía. Finalmente, se quitó la vida con láudano -el veneno de la época-, y Rossetti sintió un lógico -y tardío- sentimiento de culpa, remordimientos y dolor, si bien esto no impidió que, en adelante, aunque no se casara, disfrutara de la compañía de otras mujeres, algunas casadas. Igual que Millais acabó primero amándose a escondidas, y después casándose con la esposa de su amigo, el crítico John Ruskin, él tuvo una relación con la esposa de su amigo y socio, William Morris, que no alcanzó la fama de Rossetti y compañía, pero que en su momento fue, al tiempo, pintor, poeta, artesano, crítico, y lo que hiciera falta, con tal de defender el arte, la artesanía, y criticar el nuevo mundo industrial que se avecinaba a pasos agigantados. Claramente, Rossetti no era celoso, cuando se trataba de las esposas de los demás. Otra cosa, fue la suya propia.
"La anunciación", o la representación más natural y humana de una virgen con más aspecto británico que israelita.
Respecto a sus obras, empezó con cuadros de tema cristiano, o bíblico -algo raro, en los prerrafaelitas-, como "La infancia de la Virgen", a la que representa no como un ser divino, sino como, simplemente una joven -pelirroja, el color de pelo preferido de románticos, prerrafaelitas y afines-, que parecía tan cercana y de carne y hueso como cualquier otra que se pudiera encontrar en la calle; su continuación sería "La anunciación" (1850), donde la Virgen sería representada de parecida forma, aunque algo mayor de edad. Más adelante, Rossetti tiraría por el camino de la mitología, el decadentismo romántico -o neoromántico, más bien- y con él, se vislumbró lo que luego sería conocido como simbolismo. Como su obra no conseguía éxitos de crítica, decidió dejar de exponerla -al menos, temporalmente- y se dedicó a la acuarela -un tipo de pintura muy del gusto de las clases medias o medio-altas de aquellos tiempos-, que vendía de forma privada, casi de mano en mano, y de eso pudo vivir sin demasiados problemas. De esa época son "La melodía de las siete torres" (1857), una acuarela, "El encuentro de San Jorge y la princesa Sabra", del mismo año; o "El santo grial" (1860). Más adelante, seguiría con cuadros que tendrían a su desafortunada esposa como protagonista, de forma casi obsesiva, como en su famosa "Beata Beatrix", que acabaría en 1870, tras la muerte de ésta.
"Beata beatrix", una de las representaciones de la esposa de Rossetti, después de que ella decidiera suicidarse.
La "Proserpina" de Rossetti, con Jane Morris de modelo -y amante-.
"La esposa" -entre otros títulos-. Este sí es un ejemplo claro de prerrafelismo, donde la ténica moderna se mezcla con la influencia -más bien, el retorno- de la pintura italiana del siglo XV o XIV.
"Monna Vanna" -o Velcore", retrato prototípico de Rossetti, donde en cierto modo, todas las mujeres tienen un considerable parecido físico. O él las ve y desea pintarlas como si fueran varias en una sola.
A pesar de sus amantes, de su wombat -un animal australiano que consiguió después de muchos esfuerzos- y de sus amistades artísticas, no tuvo un final de su vida tranquilo. Los problemas mentales, la drogadicción, y las críticas -algunas, realmente salvajes- hizo que se retirara al campo, al condado de Kent -la Inglaterra más inglesa, zona rural tranquila, donde los que se lo permitían, pasaban las horas en tranquilidad y aislamiento-, donde murió en 1882.
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