lunes, 18 de agosto de 2014

Karel Zeman, el genio checo de la animación.

El pueblo checo ha dado al mundo cantidad de extraordinarios y nada comunes personajes en el mundo del arte, y aquí se intentará dar a conocer a uno de ellos.

Bien, con esta entrada, bien podría comenzar una nueva serie que se llamara "checos geniales", o algo parecido, y como resulta posible cambiar títulos y contenidos, quizá acabe siendo así, en caso de tener interés o tiempo en seguir con otros compatriotas de este casi desconocido personaje -al menos, en España y en la Europa occidental-, pero que en la República Checa -y en Eslovaquia, con quién estaba unida cuando él trabajaba-, capaz de realizar cortos y largometrajes, tanto con actores reales, como sólo con maquetas y figuras de todo tipo, con imaginación y fantasía a raudales. Si ya en aquellos tiempos -años 50 a 70- no se contaba con la batería de efectos digitales actuales -que, todo hay que decirlo, no sólo hay que tenerlos, sino también saberlos utilizar, y también, pretender llegar más allá, mejorándolos y buscando sus límites,  y traspasarlos si eso es posible-, en la Europa del otro lado del Telón de Acero, ya no digamos.


Echando un vistazo al fondo del mar. Una imagen de influencia claramente basada en Jules Verne.


Los límites de la imaginación, más allá de la modestia de los recursos económicos.

Karel Zeman (1910-1989), nacido en la Bohemia rural, y fallecido en Praga, estudió y trabajó en Francia, donde adquirió experiencia en la animación en el mundo de la publicidad -su primer anuncio fue de una marca de sopa-. Tras retornar a su país, antes de la guerra mundial, cuando Checoslovaquia era una potencia económica y cultural de relativa importancia, siguió trabajando en dicho mundo, hasta que el cineasta Elmar Klos le ofreció trabajo en sus estudios de animación, donde comenzó a trabajar en 1943, en plena guerra. Allá conoció a otra gran animadora checa, Hermína Týrlová, que en aquella época, ya se había hecho un nombre a base de realizar cortometrajes infantiles. Junto a ella, realizó la película "El sueño de Navidad (1943), que llegaría a conseguir, en 1946, el premio a la mejor película de animación del Festival de Cannes, lo que resultó un gran éxito y prestigio no sólo para ellos, sino para el cine -de animación o no- de Checoslovaquia, que no había destacado todavía -ni lo llegaría a hacer nunca, realmente- en el séptimo arte. Desgraciadamente, la llegada del comunismo en 1948, y que Checoslovaquia acabara formando parte del Pacto de Varsovia, y quedara al otro lado del Telón, hizo que ni él ni otros compatriotas pudieran relacionarse, ni recibir apenas influencia, del cine, real o de animación, de Europa Occidental o Norteamérica, ni que en esos países se supiera gran cosa de lo que ellos estaban realizando dentro de sus fronteras.

Zeman en su estudio, creando dibujos a mano. Tal vez, acaban siendo fondos de alguna de sus historias, o la guía para realizarlos en grande.

El cineasta, creando imágenes con maquetas de dinosaurios. Todavía faltaba mucho para que llegara  la magia de "Jurasic Park", aunque, teniendo en cuenta la época, resultaban, si no del todo creíbles, sí encantadores.

Más adelante, realizaría una serie de cortos infantiles y humorísticos, todos protagonizados por un personaje conocido como el sr. Propouk, donde éste realizaba todo tipo de oficios -bombero, oficinista...-. En 1948, realizaría "Inspiración", donde se atrevió a realizar animación nada menos que con figuritas de vidrio, y dotando a la historia de una delicadeza, lirismo, y juego de luces y brillos más que apreciable, debido, quizá, al material mismo del que estaban fabricados sus personajes. 
Su primer largometraje sería "El rey Lávra" (1950), basado en un poema de Karel H. Borovsky, y en 1952, seguiría "El tesoro de la isla de los pájaros". En 1955 trabajaría por primera vez con actores reales, mezclados con animación y efectos especiales tan artesanos como resolutivos, y que resultan especialmente atractivos, y más, si cabe, en blanco y negro, en el largometraja "Viaje a la prehistoria"; un viaje en el tiempo, que le permitiría trabajar con maquetas de dinosaurios, y que tal vez podría ser la versión europea oriental del Gotzila japonés -sólo que aquí, el monstruo no era una maqueta, sino  un actor disfrazado-, o los cada vez más logrados y espectaculares efectos del norteamericano Ray Harryhausen. Poco conocido fuera de la Europa comunista, sin embargo, allá tuvo un gran éxito, tanto en niños como en adultos.

Un pequeño documental -más bien, un reportaje o relato visual- sobre cómo Zeman realizaba su trabajo, cuando los efectos visuales se hacían con maquetas y mucha imaginación.

Más adelante, a partir 1958, comenzaría a realizar largometrajes basados en la obra de Jules Verne, que antes de la guerra -en realidad, desde finales del siglo XIX- había tenido gran éxito en el antiguo Imperio Austro-Húngaro -la época en que Zeman nació-, como en casi toda Europa y más allá. De ese año trata "La invención diabólica". En 1961 filmará "Barón Prásil", basada en el personaje del Barón de Munchhausen, protagonista de la novela de Gottfried Bürger, y que tantas versiones tendría, incluida una realizada en la Alemania nazi, en plena guerra mundial, y donde se llegaron a utilizar a prisioneros de guerra como extras. Aquí, también mezcló efectos especiales o animados con actores reales, y muchos fondos se basaron en grabados de Gustave Doré. En 1964 rodaría "La guerra de los tontos", conocida en América como "Historias de un bufón", que es una ácida crítica de la Guerra de los Treinta Años y, en general, del belicismo patriotero y destructor.
En 1970 volvería con largometrajes basados en la obra de Verne: "En el cometa" -basado en la novela de dicho autor "Hector Servadac"-, y "La nave robada" -con una ambientación muy art nouveau, probablemente basada en la obra del también checo Mucha-. Pero a partir de ahí, durante los 70 volvería a la animación tradicional, como "Cuentos de las mil y una noches", que en realidad es una serie de siete relatos cortos sobre los viajes de Simbad, o "El aprendiz de brujo" (1975), o el cuento tradicional, de los Hermanos Grimm "Hansel y Gretel", ya en 1980. A partir de ese año, dejaría de trabajar en ninguna otra nueva obra, excepto como maestro o, realmente como lo que era, genio que artistas más jóvenes gustaban de escuchar o aprender de él.
Por todo ello, el gobierno checoslovaco le concedió en 1970 el título de Artista del Año, y fue jurado en 1970 y 1971 del Festival de Cine Internacional de Moscú. Aquellos fueron años donde el trabajo, debido a su edad, empezó a disminuir, aunque nunca a desaparecer, pero sí que recibió amplio reconocimiento. También logró hacerse un hueco, aunque fuera pequeño, en Occidente, donde se estrenaron algunas de sus películas -sobretodo, las "vernianas", más espectaculares y comerciales-, aunque a veces se les cambiara el nombre, para hacerlas más atractivas al público.

Un cartel americano de "La invención diabólica", aquí transformada en "El fabuloso mundo de J. Verne".

Su estilo es muy imaginativo y evocador, y hace recordar la animación de otros tiempos, que ya nos parecen tan lejanos, y aunque en teoría su obra iba dirigida al público infantil, es esa mezcla de magia y aparente sencillez, lo que la hace tan atractiva, hoy en día, a los adultos, casi tanto como a los niños. La imaginación, la inventiva, la solución de problemas, con una tecnología limitada, tanto como el dinero con el que contaba, aún siendo él un grande de la animación de su país, hace que, en lugar de haber envejecido mal -al menos, una parte de sus historias; quizá, las que tienen una ambientación "verniana", o con influencia de Verne, sean las que mejor han soportado el paso del tiempo-, se han transformado en modestas joyas del pasado que resultan atractivas de revisitar o, en caso de no conocerse, de descubrir. Muchos animadores y especialistas en efectos especiales -por lo menos, los que trabajaron antes de la era digital- reconocen que, aunque su nombre no fuera muy conocido más allá de los países comunistas, su influencia sobre ellos fue considerable, y en no pocas ocasiones, se le ha comparado con el mismo Méliès.
En Praga existe un museo dedicado a él y a su obra, abierto desde 2012, y, si bien no acostumbra a ser tenido en cuenta por las agencias de viajes, sí que es conocido y visitado -y muy estimado- por la población de la ciudad y del resto del país, que allá van cuando pueden de visita de fin de semana. Si alguien visita Praga con tiempo, no está de más echarle un vistazo. Al menos, si previamente se ha conocido la obra de Zeman, pues así se reconocen no pocas de sus películas y cortos, y lo que allí se puede ver resulta más familiar y entrañable.

Aquí reconozco, sobretodo, la ayuda de la simpar wikipedia, y, como no, la posibilidad de conseguir videos de youtube. Si, en caso de que alguno acabe por "fastidiarse", en su momento ya crearía un enlace, como hice en las primeras entradas sobre cine, cuando no sabía cómo copiar vídeos en el blog.

Y aquí abajo, y por último, un par de vídeos: el corto "Inspiración", con figuritas de cristal, y otro más corto, donde se puede ver cómo recreó Zeman un volcán en una isla en medio del océano.


El cortometraje "Inspiración", creado con figuras de cristal, y efectos también cristalinos.


La recreación de un volcán, de una forma completamente artesanal.

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