domingo, 2 de octubre de 2016

Maurice Leblanc y Arsène Lupin: cuando un ladrón -aunque sea de guante blanco- acaba siendo el protagonista.

Si Leroux creó a un periodista que hacía de detective, o a un preso que sufrió los errores de la justicia, Leblanc llegó un poco más lejos.


El "padre" de Arsène Lupin.

Hace ya tiempo escribí sobre Gaston Leroux, considerado uno de los principales escritores de folletín francés moderno, entendiendo como tal el que se publicó entre finales del siglo XIX, y los años anteriores de la II Guerra Mundial. Leroux fue el creador de un personaje mítico de la novela terrorífica-romántica -ambas cosas a la vez-, el fantasma de la ópera, pero también de otros, como el periodista metido a ddetective aficionado -o no tanto, por ser, realmente, parte de su trabajo-, Rouletabille, y de Chéri-Bibi, que en su momento dio bastante que hablar, por tratarse de las aventuras de un inoente que sufre los erores de la justicia de su país, y que decide escapar de su destino y encontrar al auténtico asesino de su mujer, crimen del que erróneamente se le culpaba.
Maurice-leblanc.jpgMaurice Leblanc (1864 en Rouen, Normandía; 1941 en Perpiñán, en la Cataluña francesa) llegó algo más lejos, a la hora de buscar un protagonista distinto a lo que se había visto: creó a Arsène Lupin, o Arsenio, en su versión en español, que no es que immpartiera justicia a su manera, sino que era un auténtico delincuente. Para ser más exacto, era lo que se llamaba, y se sigue llamando, un ladrón de guante blanco, que nunca usa la violencia contra las personas, que roba sólo a los que mucho tienen, y que se acaba tomando su "trabajo" como un juego, y en cierto modo también, un reto, que consistía, al mismo tiempo, en robar lo que aparentemente resultaba imposible de sustraer, burlarse y escapar de la policía -o en caso de haber sido detenido, de la cárcel-, y pasar completamente desapercibido en una sociedad que lo considera  una persona honrada y respetable. 
Nacido en Rouen, en el norte de Francia -la fría y húmeda Normandía-, estudió y vivió en varios países, e intentó infructuosamente estudiar derecho, carrera que abandonó, por aburrirle mortalmente. tras ello, decidió establecerse en París, Ciudad de la Luz, y una de las grandes capitales culturales y artísticas del mundo, donde empezó a escribir relatos -aún no novelas- de ficción, pasando luego a publicar -o a intentarlo, al menos- novelas más largas, que daban más dinero. Sus influencias fueron dos grandes autores compatriotas suyos, ejemplos de la literatura francesa del siglo XIX, y capaces de escribir casi de todo: Gustave Flaubert -que lo mismo escribía novelas entre románticas y costumbristas, como "La educación sentimental", como una de las mejores novelas históricas de la historia, teniendo en cuenta cuándo la escribió, y con qué medios: "Salambó, la princesa de Cartago"- y Guy de Maupassant, una auténtica máquina de escribir cuentos -"El horla", por ejemplo, que fue un pequeño clásico sobre fantasmas, o más bien, sobre entidades invisibles-. La crítica lo trató bien, pero las ventas fueron malas, así que decidió cambiar de registro.

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"Je sais tout", la revista donde escribió Leblanc, y en la que Lupin se hizo famoso.

Empezó, en 1905, a escribir en la revista "Je Sais Tout", una publicación de "ciencia popular", que llegó a vender hasta un cuarto de millón de ejemplares de algunos números, y que dio el gran salto, precisamente, a las historias de Leblanc, sobre Lupin. Realmente, se podría decir que la revista llegó a hacerse un nombre gracias a las aventuras del ladrón, y más tarde detective, más que a cualquier otro autor o temática. 
Parece ser que no fue idea original de Leblanc, el crear una serie de cuentos con un ladrón como protagonista, por muy carismático e inteligente que fuera, sino de la redacción -precisamente, por aumentar las ventas, cosa que se consiguió, por lo demás-, y también puede ser cierto, que se le aconsejara que tomara como ejemplo al Sherlock Holmes de Conan Doyle, en aquellos tiempos, un auténtico super-ventas a nivel mundial, y traducido a multitud de idiomas -y con toda clase de imitadores y plagios, aparte de uso indevido del nombre del personaje-, pero realmente, Lupin parece, más bien, el rival ideal -más que enemigo- del detective británico. A él le interesaban los robos, sí, pero no para resolverlos, sino para efectuarlos. Como era de imaginar, el personaje dio que hablar, pero en aquel joven siglo XX, a mucha gente ciertas cosas ya no les llamaba demasiado la atenció, o al menos, no se escandalizaban tan fácilmente como en el siglo anterior. Además, los franceses de aquellos tiempos, en general, eran más abiertos de mente, o menos puritanos, que por ejemplo, los británicos. Y su literatura, como su arte, en uno y otro caso, podrían, antes y ahora, revisitados, dar cuenta de ello.

Arsène Lupin

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Arsène Lupin - Poster - Espagne
Lupin es un personaje muy cinematográfico, así que resulta lógico que se hayan filmado varias películas sobre sus aventuras, o historias basadas en el personaje, aunque no en los relatos o novelas que protagonizó. Estos son carteles -dos originales para el mercado francés, y uno para Portugal- de un film de 2003, con Romain Duris haciendo de Lupin, y la condesa de Cagliostro de co-protagonista.

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En "Las aventuras de Arsène Lupin", de 1956, el personaje, que se ha creado una falsa imagen de noble amante de la buena vida, es secuestrado por el kaiser alemán Guillermo II, para obligarle a robar una misteriosa joya.

Es un tanto difícil saber en quién pudo inspirarse Leblanc a la hora de crear a Lupin, pues fue el primer personaje de estas características que él creó. Tal vez hubo influencias de otro autor de la época, menos recordado -aunque no completamente olvidado-, al menos, en su país: Octave Mirbeau, escritor de novelas, artículos de prensa, y obras de teatro. Sobretodo, de su obra "Los veintiún días de un neurasténico" (1901), donde el protagonista, Arthur Lebeau, era un ladrón de guante blanco. Tal vez también fuera el anarquista y carismático ladrón francés Alexandre "Marius" Jacob, o posiblemente, una mezcla de ambos, y de algún otro personaje, real o ficticio. Pasado más de un siglo, muchos de ellos han sido completamente olvidados, así que resulta muy difícil, incluso imposible, saber qué pudieron influir dichos individuos, transformados ya en fantasmas, en obras, estas sí recordadas, que se escribieron en aquellos tiempos.
Más adelante, escribió dos novelas de ciencia-ficción, que alcanzaron fama y reconocimiento, y fueron un ejemplo más -entre muchos- de la fuerza y originalidad de la cf francesa -que, con más o menos fuerza, sigue teniéndolas, sobretodo, en las últimas décadas, en el cómic-: "Los tres ojos" (1919), sobre el contacto televisivo con habitantes de Venus, y "El gran evento", en el que un terremoto crea una nueva masa de tierra entre Inglaterra y Francia
A partir de 1907, Leblanc deja de escribir relatos de Lupin, para hacer que el ladrón protagonice novelas largas -"La isla de los treinta ataúdes", "Los dientes del tigre", o "La condesa de Cagliostro", por ejemplo-, lo que hará que pueda ganarse la vida mucho mejor de lo que, con toda seguridad, nunca debió ni imaginar. Y siguió con el entrañable sinvergüenza hasta los años 30, aunque en ocasiones reconoció, o dejó entrever, que estaba ya un tanto cansado de la fama de su criatura, que como el Sherloc Holmes de Conan Doyle, acabó casi absorbiéndolo, no dejándole tiemo para crear otros personajes, que además, nunca consiguieron la misma fama o recepción de sus personajes más famosos. Uno y otro, en no pocas ocasiones, demostraron desear escribir novelas más "profundas", de más enjundia, con personajes distintos, con temáticas también diferentes. Pero no hubo manera, y finalmente, tuvieron que reconocer que Lupin y Holmes siempre serían sus hijos más famosos, y que los nombres de Leblanc y Conan Doyle siempre estarían irremisiblemente unidos a ellos. Así pues, mejor reconocerlo y aceptarlo. Escribieron otras historias, pero más por gusto -tenían ingresos económicos suficientes para escribir por escribir- que por aumentar su fama literaria o conseguir buenas críticas.

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El enfrentamiento entre Lupin y Sherlock Holmes, aquí con nombre modificado -cuestión de derechos de autor, que ya existían en aquellos tiempos-: un duelo de inteligencias.

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Arsène Lupin también ha pasado al cómic. Para ser más exacto, al manga.

En uno de sus relatos cortos, por cierto, Lupin llega a enfrentarse a Holmes, sólo que, para evitar problemas legales, se le cambia el nombre, por el de Herlock-Sholmes, aunque resulta evidente a quién se le hace referencia. 
Fallecido en 1941 en Perpiñán, y tras recibir la Legión de Honor -en Francia no es tabú premiar a los autores de literatura "popular"-, fue enterrado en el cementerio de Montparnasse, uno de esos camposantos que, por la gran cantidad de personajes famosos que allá descansan, se han transformado en un monumento más a visitar.



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