miércoles, 1 de abril de 2015

Cerezos floridos, floridos almendros: campos de deslumbrante blancura.

Con la llegada de la primavera, a uno y otro lado del mundo, hay árboles que nos anuncian la llegada de la nueva estación.



En primavera, a uno y otro lado del mundo, hay al menos dos árboles que, al florecer, llenan de un blanco, níveo en ocasiones, entremezclado con diversas tonalidades rosáceas en otras, parques, jardines, y valles enteros.
Uno es el cerezo, que si bien está presente en Europa, es en Japón donde su flor, la sakura ( en kanjiさくら en hiragana), es uno de sus símbolos nacionales. El otro, es el almendro, mucho más presente en Europa, y particularmente en España, aunque también en otros países. 


El Palacio Imperial, en Tokio, rodeado de cerezos en flor. Fue reconstruido tras los bombardeos de la II Guerra Mundial.


El cerezo en flor, símbolo del Japón eterno.

Así debería considerarse. La sakura, la flor del cerezo japonés, es un símbolo nacional, pero también el protagonista del festival de Hanami (花見 ; en este kanji, el primer símbolo significa flor), en la que familiares y amigos se reúnen en parques, jardines o campos -en zonas rurales- con cerezos en flor, para comer y hablar, pero también para reflexionar sobre el sentido de la vida, a la sombra de éstos, mientras disfrutan de la belleza inigualable, y del buen tiempo, que deja atrás el frío del invierno. Tras el fin de esta festividad, empezará el curso académico en Japón, como si ésta fuera una forma de tomar fuerzas para el duro año estudiantil o universitario que se avecina. Se considera que el Hanami comienza cuando en el templo Yasukuni de Tokio han empezado a florecer los cerezos; una semana después, el espectáculo de la sakura ya ha llegado a su máximo esplendor.
Aunque no es la flor nacional del país -lo es el crisantemo-, sí tiene una amplia simbología, además de una aceptación y atracción enormes. La imagen de un campo cubierto por los pétalos de estas flores, que se asemeja a un enorme sudario blanco-rosado -o directamente rosa claro-, simboliza la belleza de la naturaleza, y el renacimiento de la vida, que se prolonga año tras año.
Entre los antiguos samuráis, la sakura era muy estimada, pues como ella, aquellos terribles guerreros acostumbraban a tener una vida corta -al menos, en períodos de guerra, lo que no ocurría siempre-, y además, se creía que la flor representaba la sangre que se derramaba en las incontables guerras civiles del Japón antiguo.
En la actualidad, la flor representa la inocencia, la sencillez -en wikipedia y afines se habla de simplicidad, pero más bien creo que es lo antes dicho-, y la naturaleza en general.




Más ejemplos de la magia de la sakura, que parece cubrir el mundo entero, y de donde los edificios parecen luchar por salir a la luz, y sólo ríos o lagos parecen contener a los cerezos, señores, en primavera, de los campos y parques japoneses.


Cerezos en flor en la Península Ibérica: el Valle del Jerte, en Extremadura.


En este valle de la España rural, casi despoblada, hay dos citas ineludibles para los amantes de la naturaleza: entre finales de marzo  y principios de abril,  para asistir a la floración de los cerezos, que tiñe el valle de un blanco absoluto. La segunda, será entre junio y julio, cuando la vida de sus flores llega a su fin, y se ve, al tiempo, a los árboles resplandeciendo de rojo intenso, el de las cerezas, y el suelo, cubierto por un manto blanco, como si se hubiera asistido a una invisible nevada, pues eso es lo que aparenta el sudario de pétalos de unas flores que no volverán hasta el año que viene.

Los almendros del Valle del Jerte, cubriendo los caminos como una cúpula de flores.


"Los pilones", en la Garganta de los Infiernos. Otro de los atractivos, aparte de los almendros en flor, del Valle del Jerte.


Almendros en Málaga, el otro árbol que llena de blanco valles enteros.

Es en Málaga, donde los almendros, un árbol que se supone que fue introducido por los fenicios hace ya casi tres mil años, llenan de blanco el principio de la primavera. Cerca de la capital, en los Montes de Málaga, se pueden encontrar no pocos de ellos, y algo más lejos, en los alrededores de los pueblos como Almogía o Casabermeja. Pero también se pueden ver, en gran número, en el valle del Gadalhorce, por donde discurre el río del mismo nombre.

Los almendros que se pueden encontrar en distintos valles o zonas rurales, y urbanas, de Málaga.



2 comentarios:

  1. A mi me encanta el Hanami ya que es la única fiesta donde se conmemora un fenómeno natural como es la floración del cerezo que adquiere esos tonos rosados. pero para mi desgracia vivo en México donde la gente no valora la naturaleza.

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  2. La verdad es que en España también tenemos a mucha gente que no lo hace. Y lamentablemente, no pocos de ellos son los que tienen gran parte del poder político y económico. Y respecto a la cultura y las tradiciones japonesas, si bien no las conozco todo lo que querría, siempre me han parecido fascinantes. En los últimos años, en mi ciudad se celebra una especie de feria dedicada a la cultura nipona, y poco a poco, se ha ido haciendo cada vez más importante, conocida y concurrida.

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