viernes, 13 de junio de 2014

Frank R. Paul, el primer genio de la ilustración en el mundo de la ciencia-ficción.

Ilustrador de portadas, contraportadas, relatos y novelas de c.f., fantasía y aventuras, considerado hoy en día como un artista en parte por re-descubrir.


Hacía tiempo que no dedicaba una entrada a algún personaje de la cf más o menos clásico, entiéndase, con una obra básicamente anterior a 1950, o así. Y pensé que, después de hablar de escritores, no estaría de más dedicar un espacio a uno de los hombres que se dedicaron, durante años, con enorme pericia y una capacidad de trabajo increíble, a poner imagen a todo lo que los lectores de la época -y los actuales, en caso de poder disfrutar de su arte-  leían en revistas y, en menor medida, en libros -pues la ciencia-ficción, hasta bien entrados los años 50, normalmente se editaba sólo en revistas, y tardaba mucho, si es que llegaba, a volver a ser publicada en forma de libro, con su tapa dura y todo-.

Un póster moderno -en teoría, de venta en internet, aunque no he llegado a aclarar como comprarlo, porque reconozco que me gustaría hacerlo-, del autor, rodeado de sus creaciones.



El inventor de mundos nuevos: el hombre que abrió la puerta al universo de la ciencia-ficción.

Frank Rudolph Paul no era americano de nacimiento, sino de adopción. Nació en Viena, en 1884, aunque emigró joven, después de haber estudiado en Austria, de donde emigró siendo muy joven, pero que no me pregunte a qué edad, porque lo desconozco. Lo que sí es cierto, es que con 30 años no sólo vivía en Estados Unidos, sino que ya se ganaba más o menos bien la vida trabajando para un pequeño periódico rural, donde realizaba ilustraciones de edificios y maquinaria, pues sus estudios de dibujo en Europa fueron de ese tipo: técnicos. Y, al contrario de lo que podría creerse, la ilustración fantástica, si bien le dio fama y legiones de seguidores y admiradores, no le hizo rico, y parte importante -en según qué épocas, casi todo- de sus ingresos provenían de ese tipo de encargos más "aburridos", principalmente relacionados con la arquitectura y el urbanismos -aunque lo de "aburrido" lo pongo entre comillas; a mí, el urbanismo y la edificación no me parecen temas en absoluto pesados, si se tienen interés por conocer y comprender-.

Un astronauta humano, que ha sido capaz de algo tan aparentemente -y en la realidad, si así sucediera- de tener no sólo un contacto exitoso con un ser de otro mundo -en este caso, el clásico marciano-, sino que además, ha entablado una buena amistad con él. Muy probablemente, se trata de un dibujo contemporáneo, o inmediatamente anterior, a la II Guerra Mundial. Lamentablemente, los humanos reales, que querían la paz con los marcianos, no fueron capaces de mantenerla entre ellos.

4 Frank R. Paul life-on-mercury
Otro ejemplo de ilustración que imagina vidas alienígenas. En este caso, en el relativamente cercano Mercurio. Paul tiene en cuenta las altas temperaturas del pequeño planeta, que en aquella época, tal vez, se suponían, aún así, muy inferiores a las que realmente sufre este mundo, y "según la ciencia" -y tal vez fuera cierto-, imagina la posibilidad de una vida basada en gigantescos insectos -o algo así- inteligentes y poco amigables.

Hugo Gernsback, que aparte de tener un apellido germánico de lo más complicado, y de ser, probablemente, el único luxemburgués -un inmigrante centroeuropeo y germanoparlante, como él- que haya destacado claramente en algo, se le puede considerar como el padre de la ciencia-ficción como una rama separada tanto de la fantasía, como de los relatos de aventuras -por mucho peso que pudieran tener en ellos las nuevas tecnologías; eso no los hacía parte del nuevo género, sólo demostraba que los autores conocían los avances científicos y técnicos de la época-, lo descubrió y lo fichó, para ponerlo a trabajar en su revista científica, donde se hablaban tanto de avances en los diversos campos de la ciencia, como se publicaban relatos de autores ya consagrados del nuevo género -caso de Wells o Verne, aunque muchos otros autores europeos, sobretodo franceses, apenas tenían espacio-, como otros nuevos, descubiertos o no por él -o sea, norteamericanos, de nacimiento o adopción, como él mismo-. Esta revista, Electrical Experimenter, -o "El experimentador eléctrico", cuando la electricidad era casi magia para no poca gente-, acabó desapareciendo cuando Gernsback decidió dejar la ciencia en segundo plano, y dedicarse a la ciencia-ficción pura y dura -o, en no pocos casos, auténtica "fanta-ciencia", donde la parte científica era mínima-, creando una revista nueva, cuyo nombre, con el paso de los años, se haría legendario: Amazing Stories. Fue Paul el autor de su primera portada, y crearía no menos de 220 en diversas revistas, fueran en esta pionera, o en sus ediciones especiales -más precio, más páginas, novelas completas, y no en capítulos-, o en posteriores, como Wonder Stories, revista que nació cuando Gernsback -que tenía fama de ser un genio descubriendo nuevos valores, y consiguiendo nuevos seguidores para la legión de amantes de "la nueva ciencia", pero que también era, como mínimo, bastante tacaño y peor pagador, y que acabó expulsado de su propia publicación. Eso, además de contraportadas -en ocasiones, tan excelentes como las portadas en sí mismas, y que eran poco menos que ilustraciones con algún texto que lo mismo era humorístico, como reflexivo-, ilustraciones interiores, además de dibujos y portadas realizadas para novelas publicadas como libros independientes -algo muy raro hasta los años 50-, como es la obra de anticipación científica de su propio jefe "Ralph 124C 41+", donde Gernsback sorprende hablando, con décadas de anticipación, de la televisión, la video-conferencia, el aire acondicionado, el hilo musical, etc., pero que, en cuestiones de contar una historia, demuestra, aquí sí, ser bastante incapaz. Hoy en día, este "Ralph..." resultaría pesado de leer, si no se tuvieran en cuenta -que, para ser justos, habría que hacerlo- la capacidad de anticipar inventos de su creador. Aún así, aunque sea un clásico a su manera, ha envejecido muy mal, y se le podría considerar algo así como "arqueología literaria".

"Ciencia y mecánica", otra revista de Gernsback, donde aparece una máquina de guerra capaz de destruir de golpe toda una pequeña población, mezcla de tanque y acorazado -y portaaviones, un tipo de barco que, en los años 20, todavía no existía-. Paul también participó en ella, como en esta ilustración.

"Ciudad dorada de Titán", otra contraportada de Paul, sin letras o títulos. Una de las mejores series de ilustraciones fue sobre supuestas ciudades en planetas y grandes satélites de Júpiter o Saturno, donde sus habitantes son pequeñas figuras moviéndose entre una extraordinaria arquitectura -en ocasiones, por lo demás, bastante "art-déco"-.

Otra civilización imaginaria, una especie de cálida Venecia en Calisto, uno de los satélites de Júpiter -y, por lo visto, un lugar con un clima de lo más apacible y templado-.

Aquí, los humanos han creado unas esferas que lo mismo sirven para trasladarse por el mar -barcos-, como rodando -sólo las tiras metálicas, parecidas a orugas de tanque- sobre el hielo perpetuo de un mundo que parece un mundo congelado-.

Hasta su muerte, en 1963, en su casa de un pueblo cercano a Nueva York, seguiría, aunque en menor ritmo, ilustrando libros y nuevas revistas, como el primer número de Marvel, donde se daban a conocer los personajes de Namor -el príncipe de la Atlántida, y que hace ya mucho que dejó de tener continuación, aunque no sería extraño que, un día de estos, la Marvel, más preocupada hoy en día en el cine que en la historieta, decidiera sorprendernos, para bien o para mal, con una película sobre él-, y la Antorcha Humana, antecesora de uno de los Cuatro Fantásticos, del mismo nombre e idéntico poder, pero que, en aquella época, iba por libre. 

Ilustración para "La guerra de los mundos", de Wells, publicada en 1927 por Amazing Stories, y que se transformaría en clásica. Las películas o cómics posteriores deberían mucho a esta visión del ataque marciano, que ya poco cambiaría.

Desconozco donde se publicó esta imagen -no había información, y no la he visto en otro lugar-, pero es un ejemplo de mundo imaginario, cálido, de fantástica y terrible fauna -una especie de elefantes acuáticos-, mezcla de tecnología -la nave- y de cultura antigua, si no en la forma, sí en el estilo y la edad de dicha civilización -la ciudad, o fortaleza, del fondo-.

La importancia de autor fue mayúscula, y más, en aquella época. Fue él quien introdujo en la cf a millones de personas en Norteamérica, y no pocos autores posteriores -Ray Bradbury, por ejemplo, o Arthur C. Clarke- reconocieron que las primeras imágenes que hacían referencia al género fue en Amazing Stories y Wonder Stories, y que el autor de casi todas ellas fue Frank R. Paul. Es cierto, según he leído en la Wikipedia, que es donde he conseguido gran parte de la información sobre él -en español, a no ser que se busque con ganas, hay poco, y ya he hablado más de una vez de mi falta de tiempo-, que fue el primero en dibujar, con colores chillones y llamativos, naves espaciales, robots, máquinas de enorme tamaño -y en no pocos casos, de misteriosa naturaleza y uso- y, cosa que quizá no se tenga tan en cuenta, ciudades del futuro o de civilizaciones extraterrestres. Al fin y al cabo, sus estudios y conocimientos de dibujo técnico se tenían que ver por alguna parte. Otra cosa eran los seres humanos -o monstruosos, o extraterrestres, aunque aquí, claro está, la fantasía podía encubrir ciertos problemas a la hora de dibujar la anatomía de éstos-, sobretodo las mujeres, y más todavía, los rostros. Pero estos, en no pocas ocasiones, ocupaban un espacio muy secundario en sus ilustraciones, y tanto en su época como en años posteriores, poco o nada importó a sus numerosísimos admiradores, entre los que me cuento. Con el paso de los años, aparecieron nuevos ilustradores y dibujantes de cómic, pero su huella nunca llegó a desaparecer, sobretodo en el mundo anglosajón. En realidad, si se mirara con atención el arte de no pocos de ellos, se vería cierta influencia, aunque fuera involuntaria. Se cuenta, y puede ser verdad, que fue el primero en dibujar lo que se podría considerar un auténtico platillo volante, años antes de los primeros "avistamientos" -entre comillas, y con todas las reservas posibles; el tema OVNI, aunque ya nos parece de otra época, no deja de levantar ampollas, suspicacias, tanto entre defensores como negacionistas-. ¿Cómo podría ser eso posible? Más o menos, de la misma forma en que muchos de los supuestos extraterrestres que han sido vistos por tantos y tantos testigos -también, como los platillos, sólo en según que épocas- se parecen a seres dibujados o imaginados por dibujantes, novelistas, creadores para películas y series de televisión, etc.: el subconsciente humano. No es raro que algo que creemos realmente ver -o queremos ver, casi forzándonos a nosotros mismos a creer haberlo visto- se base en objetos, lugares o personajes más o menos ocultos en partes subconscientes de nuestra memoria. En 2009, mucho después de su muerte, fue incluido en el Salón de la Fama de la Ciencia-Ficción, donde, anualmente, se incluyen a cuatro -en alguna ocasión, cinco- figuras de la cf, sea en el campo de la literatura, en el cine, la televisión, etc.

Uno de los primeros trabajos "fantásticos" de Paul, ilustrando la edición en libro de la obra "Ralph 124C 41+", de su, durante mucho tiempo, jefe -y descubridor-, Hugo Gernsback. En esta imagen, lo que sería un imaginario -pero perfectamente real- antecesor de la video-conferencia -la imagen es de una chica que, realmente, se encuentra a cientos de kilómetros-. Gernsback tal vez no inventara historias emocionantes, pero sí hacía auténtica ciencia-ficción, imaginando inventos que serían realidad décadas después. ¿De dónde viene, pues, el nombre de "Premios Hugo"? De él, por ser el padre de todo este tinglado que a tanta gente gusta y hace soñar.

Una ilustración interior de un relato de John C. Campbell, otro personaje principal de la historia y desarrollo de la cf, pues transformó Wonder Stories en una cantera de nuevos autores. Él también escribió algunas obras, aunque han sido un tanto injustamente olvidadas, pues no era mal escritor.

Se han escrito libros sobre Paul, o más bien, se han publicado con poco texto -no hay demasiado que contar sobre su vida, que fue en general tranquila, aunque recibiera en vida no pocos premios y reconocimientos, como las famosas convenciones de cf que se han ido celebrando en diversas ciudades norteamericanas desde los años 30, hasta hoy-, pero sí con muchas ilustraciones. Aunque no por abundantes, nos parecen suficientes. No son pocos los que han ido conociendo su extensísima obra navegando por la red, copiando, grabando, guardando sus dibujos por decenas, buscando alguno nuevo, como si de coleccionistas de arte se tratara. Es algo de lo más recomendable, y todo lo que pueda copiar y pegar aquí, es poco, comparado con lo que se puede encontrar en internet, incluyendo dibujos en revistas menores u olvidades, y que, con razón o sin ella, se le atribuyen.

Una contraportada en Amazing Stories, de 1940, donde Paul volvió, cuando su director era Ray Palmer, y donde unos supuestos marcianos -con un aspecto biológicamente imposible, algo habitual en la época- crean una estatua que, en teoría, reproducen el aspecto que debería tener un terrícola: con manos y pies palmeados -por vivir en un planeta con una superficie en gran parte formada por agua-, y orondos y felices, por pensar que la Tierra está sobrada de alimento.

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