martes, 24 de junio de 2014

La mujer de negro de las letras francesas: Amélie Nothomb (II).

En esta segunda parte, un repaso sobre sus obras no autobiográficas.


Después de una buena entrada, que, como casi siempre, se alargó más de lo previsto -será por tratarse, en este caso, de un tema que controlo bastante, dentro de lo que cabe-, es lógico continuar con una segunda parte, donde se haga un pequeño repaso a las obras no autobiográficas de nuestra amiga Amélie, que son, al contrario de lo que yo en principio pensé, bastante más numerosas que las primeras. En realidad, no sólo la primera novela escrita por ella que yo leí hacía referencia a su vida y experiencias, sino también gran parte del resto -excepto, creo, "Cosmética del enemigo"-. Pero poco a poco me fui haciendo un seguidor cada vez más acérrimo del universo creado por esta buena mujer, y he ido descubriendo -por compra o vía biblioteca pública- la casi totalidad de su obra. Exceptuando, eso sí, su única obra de teatro escrita como tal, y sus relatos cortos. Algunos, con una extensión tan pequeña, que son casi mini-relatos -el de texto más reducido, apenas dos páginas-. Sin embargo, el hecho de que no haya podido leerlos, como casi cualquier hispanohablante, es simple: mucha de esa obra mal llamada menor no ha sido traducida al castellano.
Y por si alguien se ha dado cuenta, habrá visto que en este par de días, en la entrada anterior ha habido un pequeño cambio. Pude leer que Amélie no nació en Osaka, pues allá es donde debía ejercer como cónsul su padre, pero ella llegó al mundo en Kobe. Así que cambié la información y la foto de la ciudad. Si hubiera algún otro error, y fuera capaz de darme cuenta de ello, no dudaría en corregirlo, aunque, claro está, los que lo leyeron equivocadamente, tal vez no se darían nunca cuenta. Es cierto que esto no es una biografía, ni nada de eso, pero si las cosas se pueden hacer mínimamente bien, pues se hacen, y en paz.
Y ahora, continuemos con la historia:

Una -supuesesta, porque no es que hayas muchas fotos fidedignas de su infancia o adolescencia- de Amélie, probablemente en China, en tiempos de "El sabotaje amoroso". En las novelas de Nothomb, la infancia es una patria propia a la que, si llega el caso, siempre se puede volver.

Amélie en sus tiempos jóvenes, transformada, tal vez sin quererlo, en un icono de la nueva literatura protagonizada por una nueva generación -aunque últimamente, para tener cuarenta y algo, se le ve un poco estropeadilla, a la pobre; pero no deja de tener su aquel; algo que dan los años, además de las experiencias que te da la vida-.


Para salir de un trauma, mejor dedicar tu vida a lo que más te gusta.

Después de sus aventuras y desventuras en el Imperio del Sol Naciente, Amélie retorna a Bélgica, donde no parece tener demasiado claro qué hacer con su vida. Así, un día, hace algo que aparentemente parece tan normal como salir una noche con su hermano -ese con el que, de niña, tanto le costaba conectar- a tomar algo, y sin que nadie pudiera imaginarlo -¡quién puede imaginar algo así!- ocurre algo que cambiará su vida para siempre: en una pelea con un borracho, su hermano muere a manos de éste, y además, delante suyo, sin que ella pudiera hacer nada para ayudarle, ni tan siquiera, para salvarle la vida.
Después de algo tan traumático, a una persona que, sin haber sufrido nunca una experiencia tan terrible ya había tenido no pocos problemas personales que, en mayor o menor medida, ya le habían marcado -su fracaso laboral en Japón; su huida en estampida de cualquier compromiso con su novio nipón, Rinri; sus problemas de integración en su país y, en particular, en su instituto y, más adelante, en la universidad; sus problemas alimentarios-, aquello podía llegar a ser devastador. De una forma quizá casi natural -tampoco es que nunca haya dado demasiadas explicaciones sobre ello, y se entiende-, decidió agarrarse a una última, y quizá única tabla de salvación: la literatura.

Una foto con un aire siniestro de los que quitan el hipo, del miedo que da. Genio y figura. O saber venderse no sólo como literata, sino también como producto publicitario en sí mismo.

Así nacería su primera obra, la más extensa -dentro de lo que cabe-: "Higiene del asesino" (1992). Se nota, evidentemente, que aunque tuviera aquí  allá relatos acabados o a media finalizar, esta es su primera obra plenamente "profesional", y que fue con ella con la que se animó a salir del anonimato literario. Consistiría, básicamente, en la historia de un escritor, premio Nobel y leyenda de las letras, Prétextat Tach, enfermo terminal, y con un carácter no ya irascible, sino totalmente antisocial y misántropo. Nunca ha querido dar una entrevista a fondo a nadie pero, como "regalo" a sus lectores y al mundo -modestia parte-, decide que cinco periodistas puedan entrevistarle, uno detrás de otro. Él, inteligente, altivo y agudo, los machaca verbalmente, y los expulsa, literalmente, uno tras otro, hasta que finalmente, una periodista, Céline, consigue sonsacarle su vida, en un auténtico enfrentamiento dialéctico, donde reconoce, entre otras cosas, una antigua relación sentimental con su prima. Tal vez la historia pueda resultar un tanto rimbombante, o demasiado larga -si bien esto se piensa cuando se han leído otras de sus obras, todas más cortas-, pero ya se empieza  a atisbar el estilo, tan particular -que tantas fobias y filias ha ido ganando con el paso de los años-, con un duelo casi teatral, donde Prétextat -¿un pretexto para comenzar fuerte su andadura en el mundo de las letras? ¿Para contarnos algo en particular? ¿Para desahogarse? Pronto se verá que, en la obra de Nothomb, los nombres de los personajes raramente son casuales- a veces parece un personaje un poco de cartón piedra, exagerado, y donde el papel de la periodista, es de suponer, lo ocupa la misma Amélie. Aún así, la obra llama la atención, y consigue publicar la segunda: "El sabotaje amoroso" (1993), que muchos consideran posterior a "Estupor y temblores" -que data de 1999-, pues ésta fue la que le dio auténtica fama, y la anterior, en no pocos casos, consiguió venderse básicamente después de su "novela hermana mayor".
Después de Tach, que a pesar de su condición de premio Nobel con su correspondiente bibliografía inventada -con obras como "La sauna y otras lujurias", o "La prosa de la depilación"; todo esto, gracias a la información que encontré en el blog "El lamento de Portnoy"- no es que fuer aun personaje de suficiente fuste, fue ella misma, curiosamente, el que más fama le daría, llegando incluso, a dudarse -a dudar ella misma, reconoce- donde acababa la realidad y empezaba la fantasía.  Su octava obra le permitiría ganar el Gran Premio de Novela de la Academia Francesa, en 1999. Eso sí, de forma automática, se transformó en una de las nuevas voces -o autoras; aunque en ocasiones, sí que se usa, eso de "voces"; aunque se trate de escritores que, en ocasiones, raramente dejan oír la suya en ningún medio- de las letras francesas. Es de imaginar que sería más correcto decir "en francés", pero no es nada raro, más bien es muy común, que en Francia, cuando se habla de literatura -o de música, cine, cómic- se confunda francés y francófono, sobretodo, cuando el autor en cuestión tiene una gran cercanía afectiva, o simplemente viva o trabaje, aunque sea en temporadas más o menos largas, en el Hexágono -y según ellos, centro del universo, como no-. Además, enseguida entendió la importancia de adoptar determinada imagen, un lenguaje no sólo escrito, también oral, estético, generacional. Así nació el personaje de la mujer eternamente de negro, con la piel blanca como una geisha, labios rojos y enormes sombreros -también negros, desde luego-. Y que algunos la consideraran mujer de gustos, digamos, góticos, sin saber exactamente -o en absoluto- que significa ser, realmente, gótico. Que sus obras puedan gustar a muchos -o al menos a algunos- de los miembros de esta sub-cultura urbana, puede ser más que posible, pero de ahí, a ser considerada una autora gótica, sólo por su aspecto -que otros podrían considerar decadentista, siniestra, neo-romántica, o a saber qué otra cosa-, media, sino un abismo, si una distancia considerable. Pero en Francia, y en Bélgica también, el artista es un personaje en sí mismo, con su obra como centro, pero alrededor de la cual también giran otras cosas. Entre ellas, el saber venderse, el adoptar determinada personalidad, imagen, el resultar atractivo a los medios. Y en eso, Amélie se ha sabido mover ciertamente bien. Es probable que otros/as hayan tomado nota para resultar algo más que un alguien detrás de una obra, sin cara ni voz.

Amélie Nothomb
Una foto -¡en color!- en París, ciudad donde transcurren no pocas de sus historias.

Si su primera obra tenía un ambiente teatral -realmente, no pocas de sus novelas podrían ser adaptadas al teatro sin problemas, como sí se ha hecho, como mínimo, con "Cosmética del enemigo"-, la tercera se escribiría para, en principio, ser representada sobre tablas: "Los combustibles" (1994; aquí ya se comprueba, su costumbre de publicar una obra por año, sin contar las "secretas" y ocultas, que quizá algún día salgan a la luz). Aquí, nos encontramos con sólo tres personajes, mientras se nos da a entender, por lo que oímos de los tres, que Europa se enfrenta a una especie de "guerra final", entre la civilización y los bárbaros, que no queda demasiado claro ni quienes son, ni que buscan, excepto acabar con todo. En una ciudad arruinada por dicho conflicto, y que puede caer en manos de los salvajes en cualquier momento, nos encontramos con una casa donde viven tres personas: El Profesor -sin nombre propio, más bien es la representación de una "alta cultura" tan estirada y engreída como alejada de la realidad-, que parece no querer darse cuenta de lo que sucede, que todavía da clases en la universidad, y que parece odiar los libros que realmente ama, que hace leer otros que nunca él mismo ha leído, y que, finalmente, y a falta de otro elemento combustible -de ahí el título-, acaba lanzando su biblioteca, título a título, a la chimenea para no morir de frío; Daniel, uno de sus estudiantes, un idealista que se ha ido a vivir con él debido a la guerra; y Marina, amiga de Daniel, y que sufre más que los otros el hambre que provoca la escasez de alimentos -y aquí, de nuevo, un reflejo de los problemas alimentarios de la autora, sea en forma de anorexia o, según ella cuenta, bulimia, y que no queda claro si ha logrado superar, después de tantos años-. Teniendo en cuenta que gran parte de sus obras se basan en diálogos, y que no intervienen más de dos o tres personajes importantes, realmente, gran parte de sus obras no autobiográficas podrían ser, perfectamente, llevadas al teatro. Que yo sepa, "Los combustibles" es una de las pocas obras de Nothomb que no han sido traducidas al castellano, quizá, por el hecho de ser teatro -y por tanto, menos comercial, además de ser de las primeras; es difícil entender a los editores, así que no sabría decir, exactamente, el por qué está inédita en España, excepto en francés-.
En 1995, escribiría una obra que ya dio que hablar antes de la que cuenta sus desventuras niponas: "Las catalinarias", cuyo título hace referencia a los discursos que dio Cicerón en el senado romano, anunciando el posible intento de golpe de estado -usando expresión moderna- del patricio Sergio Catilina, al que consideraba un peligro para la República Romana -más adelante, ya se encargarían de enterrarla "héroes" militares, como César y Pompeyo, pero esa es ya otra historia...-. Aquí, más bien sería el intento de un matrimonio de profesores jubilados, de pasar lo que les queda de vida en una bonita casa en medio del campo, y que no tiene más que unos vecinos, en otra casa casi contigua. Aquello no parece, a primera vista, un problema, pero cuando el propietario, un individuo repugnante, antisocial, tan amargado como capaz de destruir la felicidad de cualquiera al que impone su presencia -pues eso es lo que hace, visitarles día tras día- aquellas dos personas, pacíficas y civilizadas, tendrán que tomar una decisión sobre qué hacer, cómo enfrentarse al "enemigo exterior" que quiere hundirles en la desesperación. Y en ocasiones, el pacífico, el que no critica la forma de ser del vecino aunque le moleste, se ve obligado a soluciones un tanto drásticas, o, por lo menos, a la autodefensa.

El París, real o soñado, que sirve de marco para no pocas historias de Nothomb, y de otros autores contemporáneos suyos -o no-, tanto franceses como franco-belgas.

Ya en ese momento, Amélie había conseguido ser una autora importante en el catálogo de la editorial francesa Albin Michel, y mucho más que lo sería en un futuro, así que pudo publicar obras con una acogida más limitada, como "Peplum" (1996, tampoco traducida al español), donde se interna en la ciencia-ficción, para contar la historia de un escritor que, tras ser ingresado en un hospital, despierta después de 500 años, y, entre otras cosas, una gran crisis energética, y una guerra en el siglo XXII; "Atentado" (1997), una obra tal vez demasiado corta y un tanto grotesca, donde se cuenta la historia del, probablemente, hombre más feo imaginable, y su relación con una actriz, contrariamente, especialmente hermosa; o "Mercurio" (1998), donde se habla de las relaciones entre tres únicos personajes aislados en una isla: un hombre que vive en dicha isla, de su propiedad; una joven que parece ser una especie de hija adoptiva, que vive allá encerrada, y sin espejos donde poder mirarse; una enfermera a quién se permite acudir allá para cuidar de la joven, y que acaba teniendo con ella una intensa amistad, y un deseo de saber sobre la historia de los dos únicos habitantes de la isla. Aquí, más bien existe el interés de conocer el final de la novela, aunque en ocasiones, más que una obra de misterio, parezca una fantasía con los espejos como protagonistas invisibles. Espejos con los que la misma Amélie aparece en no pocas fotografías propias. Esta obra, que yo sepa, tampoco se ha traducido, al menos por el momento, al español.

"Ni de Eva ni de Adán", en su versión en inglés. Los norteamericanos prefieren libros con títulos más aclaratorios. También allá llegaron sus novelas, una al año, que parece poco para alguien que se describe como "grafómana", o persona casi obsesionada, con la necesidad de escribir, prácticamente, cada día.

En esta época ya se ven varias de sus características: lenguaje culto, a veces un tanto demasiado; enfrentamiento verbal -en ocasiones, claramente teatral- entre dos o tres personajes-; imaginación y originalidad en los temas; facilidad para no repetirse; un universo propio donde el lector, tras leer no más de una o dos obras, sabe perfectamente si todo lo que pueda llegar a leer de ella le llegará a gustar, y no poco, o, por el contrario, no le interesará en absoluto.
Y por fin, en 1999, llega "Estupor y temblores". Y con ella, la editorial Albin Michel, que ha publicado toda su obra en francés -en español, o al menos en España, Circe y Anagrama, para quién quiera buscar-, sabe que le ha tocado la lotería. Vienen las entrevistas, las ediciones una detrás de otra, las traducciones -por si no las había ya- a diversos idiomas, los problemas diplomáticos con Japón -son muy suyos, allá-, las dudas de si Amélie ha contado su experiencia nipona con más o menos fantasía, la película de Alain Corneau en 2003... es aquí, donde aparece la escritora mediática, que no es invento suyo, porque los había antes, y los sigue habiendo, y no pocos.
Al años siguiente, "Metafísica de los tubos" sigue con su particular biografía, y en 2001, "Cosmética del enemigo", presenta una historia corta, un enfrentamiento entre dos desconocidos, con final explosivo, y que ha sido llevado en varias ocasiones al teatro -también al castellano, pues no hace mucho que se estrenó en Madrid; y en catalán, estrenándose, incluso, en mi ciudad, que no destaca por una vida cultural muy cosmopolita, que digamos. Todavía me arrepiento de no haber ido a verla, pero cuando uno está desempleado, a veces se pasa mirando el dinero, porque tampoco era tan caro, pero en fin...-.
En 2002 llegará "Diccionario de nombres propios", una historia de una joven de origen oscuro, que no tiene culpa que su nacimiento sea el fruto de desgracias y errores de sus familiares, y que decide dedicarse, infructuosamente al ballet. Aquí, Amélie tendrá un papel no sólo como autora, sino como personaje secundario en su propia novela -no voy a decir en qué consiste, para no destripar la trama-. Pero hay algo más. Salvando las distancias, y con bastante fantasía, aunque quizá no tanta como podría pensarse, la novela está basada en la historia real de la canta francesa RoBERT (Myriam Roulet, su nombre real). Y dicha colaboración fue recíproca: si la cantante fue inspiración para la novela, Nothomb, escribiría seis temas del tercer álbum de la artista ("Celle qui tue"), que saldría a la venta ese mismo 2002, aunque, por lo visto, las letras datan de algunos años atrás. Y para quién tenga interés en conocer algo más de dicha cantante, que también ha sido capaz de crear su propio universo artístico y personal, dejo un enlace con su web oficial.
Y, por ahora, aquí nos quedamos.


Bien, se podría seguir contando cosas, pero no quiero alargar demasiado. Como se puede ver, si tratas más o menos en profundidad el hablar de un autor que no sólo te gusta, sino que has llegado a conocer tanto como su propia obra, una sola entrada se hace del todo insuficiente. La próxima, más.

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